Eduardo Castilla
Si algo faltaba para confirmar las raíces profundas de lo que se ha
definido, ya en muchas ocasiones, como fin
de ciclo, era la durísima represión de este miércoles en Neuquén y el
proyecto de reapertura del Canje de la deuda para los “Fondos Buitres”. Ambas
medidas vienen a poner sobre la mesa la confirmación patente de que la entrega de
las riquezas nacionales y la subordinación al capital imperialista, son la forma
de “profundizar el modelo” por estos días. Ambas medidas son la confirmación
del declive estructural del kirchnerismo y de sus enormes límites para
recuperar la mística que supo envolver a franjas de la juventud. En este marco,
la suba (temporaria) del mínimo imponible para el Impuesto a las Ganancias, puede
proveer un poco de oxígeno, pero no frena las tendencias más profundas al
agotamiento del “proyecto".
Es necesario aclarar que el kirchnerismo no hizo nunca gala de un
antiimperialismo duro. Sin embargo, muchos creyeron ver materializada la “pelea
por la soberanía” tanto en los discursos de Cristina en las sesiones de la ONU como
en aquella “gesta” contra Bush en la Cumbre de Mar del Plata del 2005, cuando
“enterrar” el ALCA era solamente tirar tierra sobre el cajón. Lejos de ello, la
sanción de la Ley Antiterrorista o el acompañamiento de la misión de la MINUSTAH,
mostraron el carácter esencialmente pro-imperialista del kirchnerismo.
Del acuerdo con Chevron…
La represión de este miércoles 28 de agosto, en las puertas de la
Legislatura de Neuquén, llevada adelante por el gobierno provincial de Sapag
para defender la aprobación del acuerdo secreto con Chevron es una típica escena de menemismo. Seguramente
escucharemos el falso silogismo de que el gobierno nacional no reprime la protesta
social, sino que lo hace un gobierno provincial. Doble falsedad. El gobierno
nacional ha reprimido ya en varias ocasiones la protesta social pero además, lo
que se está garantizando la brutalidad de la policía neuquina (que ya tiene un herido con bala de plomo) es un acuerdo impulsado por el
kirchnerismo. La represión en las puertas de la legislatura de Neuquén, es
entonces, como se afirma acá, del gobierno nacional.
Este acuerdo (sobre el que ya escribimos antes) confirma la decadencia del esquema de
explotación de los hidrocarburos. Como bien se explica en el Dossier Petróleo
y política, de la revista Ideas de Izquierda nº2, la década del 90’ implicó un completo
retroceso en los niveles de inversión en exploración, lo que conllevó una
progresiva caída en la producción. Así Argentina pasó de autoabastecerse en
1989 a importar por cerca de U$15000 millones en el 2013. Bajo el kirchnerismo
ese esquema no fue modificado. Lejos de eso, se mantuvieron los enormes
beneficios de los que gozaban las multinacionales que explotaban el subsuelo
del país. Esto es lo que explica el enorme declive de la producción y la
ausencia de inversión por parte de las empresas imperialistas. Repsol era sólo
una de las “perlas negras” de este esquema. PAE, donde Chevron interviene en el
capital accionario, tiene precisamente el mismo patrón de funcionamiento.
La nacionalización del 51% de las acciones de YPF, presentada con bombos y
platillos, demostró rápidamente sus limitaciones. Poco más de un año tardó la
realidad en aterrizar sobre el territorio kirchnerista. El acuerdo con Chevron,
basado en concesiones realmente escandalosas, evidencia los límites que
señalamos antes. Sólo acudiendo a la explotación de los recursos no
convencionales (para los cuáles necesita tecnología avanzada y amplios
recursos) se podía atraer al capital
extranjero para hacer las inversiones que permitieran “salir del pozo” en el
que se halla la producción. Esas condiciones estructurales son las que
empujaron a este acuerdo leonino con la multinacional norteamericana. Acuerdo
del que incluso tienen que ocultar las cláusulas para impedir que el descontento y
el repudio sean mayores.
Así, la lucha por la soberanía
energética culmina en la represión a las organizaciones de trabajadores,
mapuches, estudiantiles y a organismos de DDHH junto con acuerdos secretos con
empresas norteamericanas. Suponemos que estamos “autorizados” a llamar a esto Noventismo.
…al acuerdo con los Fondos
buitres
La otra gran muestra de entrega nacional de esta semana la dio el anuncio
de la reapertura del Canje de la deuda para los bonistas internacionales que no
entraron en los anteriores. Distintos analistas afirman que se trata de una
maniobra destinada a dar una señal a la Corte Suprema de EEUU para intentar
revertir el fallo de la semana pasada. Pero lo esencial, sea ese el objetivo o
sólo evitar el Default acordando con esos acreedores, es que se trata de una
clara muestra de conciliación hacia el capital financiero internacional.
De ahí que CFK haya “confirmado” lo que, desde la izquierda, venimos señalando
desde hace años: que este gobierno, lejos de la defensa de la soberanía
nacional, mantenía los pagos de las Deuda Externa como en los ‘90. Como reseñó
el diario Página12 “CFK consideró que el fallo
"es un poco injusto con Argentina y toma argumentos del Financial Times,
que nos condena porque dice que Argentina es un deudor recalcitrante".
Argumentó que el país pagó "desde el 2003 hasta la fecha 173.733.000
millones de dólares" y dijo que "más que deudores recalcitrantes,
somos pagadores seriales". Si esto es “comprar soberanía”, no
imaginamos a qué se parecerá la entrega del patrimonio nacional. Así, aquellos
fondos buitres “con los que nunca negociaremos” acaban de convertirse en
“apenas una ínfima minoría” con la que se puede abrir una nueva instancia de
negociación que permita evitar una crisis con los mercados internacionales.
Ambas cuestiones
vienen a poner de manifiesto los profundos límites del kirchnerismo, como
expresión política de la clase dominante, para modificar profundamente la
estructura semicolonial del capitalismo argentino.
Entrega y represión…como en los 90’
Asistimos a una
reedición abierta de las formas políticas menemistas, donde la entrega de la
riqueza nacional se combina con el fortalecimiento del aparato represivo del
estado. Esta política busca garantizar una profundización de la represión de la
protesta social. La designación de Marambio al frente del SPF es la
confirmación plena de que la designación de Milani como Jefe del Ejército, no
fue un “error de cálculo” sino una política calculada para fortalecer el
aparato represivo con “hombres experimentados”. Demás está decir que no hubo,
en diez años de gestión K, una limpieza profunda de las fuerzas policiales o
las fuerzas armadas y que miles de represores que actuaron durante la última
dictadura, revisten aún en sus filas.
La operación
política kirchnerista nos hace recordar, salvando las muchas diferencias
posibles, cuando Perón rehabilitó a Villar y Margaride en el año 73’. Cuando la dirigencia Montonera le “recordó” al viejo
líder que eran dos terrible represores, Perón, sin dudarlo, respondió “pero son
buenos policías”. Lo mismo podrá decir el kirchnerismo sobre Milani y Marambio:
son buenos reprimiendo (y espiando).
Frente a esta dura
represión y al acuerdo entreguista que está llevando adelante el gobierno nacional
es necesaria la más amplia movilización. La salida está verdaderamente en las calles. Las enormes movilizaciones en Neuquén, cercanas a las 5000 personas, muestran el enorme repudio en esa provincia. La denuncia permanente que realizó Raúl Godoy desde la banca del FIT fue además un aporte importante para deslegitimar este acuerdo. Pero la movilización debe recorre todo el país. En Córdoba, esta mañana, realizamos un
corte
en uno de los puentes de acceso al centro de la ciudad de Córdoba contra el
acuerdo y en estos momentos volvemos a movilizarnos. Por estas horas también nos estamos movilizando
en Capital Federal y seguramente en otras ciudades del país.
Las organizaciones de trabajadores tienen la obligación de tomar esta
pelea en sus manos, como lo hacen ATEN y el SOECN en Neuquén. Los trabajadores no pueden ser ajenos a estos reclamos. Pero
además, los organismos de DDHH que repudian la represión y la impunidad deben
pronunciarse claramente y ser parte de quiénes se movilicen contra la entrega
de la riqueza nacional.
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