viernes, 15 de noviembre de 2013

¿Hacia la emergencia de una nueva subjetividad obrera en Córdoba? Lucha de clases, crisis política y nuevas tendencias en el proletariado industrial



Fotos:  Abigail Posadas

Eduardo Castilla
Hace poco más de un mes cronicamos la gran acción de los trabajadores de Cargo-Renault en defensa de su compañero César Aguja Quiñones. Acción que implicaba un desafío, en el marco de muy difíciles condiciones, a la alianza estratégica entre burocracia sindical y multinacionales que reina en Córdoba. Este miércoles los trabajadores de VW tomaron y multiplicaron ese ejemplo, paralizando el funcionamiento de la planta MQ250 en apoyo a los compañeros que luchan por su reincorporación, resistiendo el apriete patronal que, incluso, amenazó con utilizar a la Policía provincial dentro de la fábrica, algo inédito en la historia de las últimas décadas. Estas dos duras acciones se dan en un marco político y social donde se entrelazan crisis políticas por arriba, como bien señala Joaquín Ramírez acá, y los primeros ataques de las patronales para intentar descargar la baja de su rentabilidad sobre la clase trabajadora.
La pregunta que queremos plantearnos es si este conjunto de factores están permitiendo o no una recuperación subjetiva de las fuerzas del proletariado más concentrado de la industria. Estas pequeñas grandes batallas de Cargo y VW ¿muestran una tendencia más profunda donde la clase obrera más concentrada empieza a reemerger en la escena provincial? 

Una fuerza social objetiva…

En otras ocasiones señalamos que el régimen político provincial y su derechismo no se corresponden con la relación de fuerzas realmente existente. Hemos apelado a Gramsci para afirmar que el primer nivel de las relaciones de fuerzas está dado por el desarrollo de las fuerzas productivas (“relación de fuerzas sociales estrechamente ligadas a la estructura, objetiva, independiente de la voluntad de los hombres”) mensurable en cantidad de fábricas y establecimientos pero, centralmente, en la fuerza social que tiene la clase obrera en sí, no como clase consciente de su potencialidad estratégica (clase para sí).
Podemos evaluar esa fuerza social, por ejemplo,  a partir de información suministrada por la Dirección provincial de Estadística y Censos. Desde que se publicaron estos datos, las variaciones en el mercado laboral no fueron tan significativas como para alterar la estructura de conjunto. El relevamiento indica que, en el 1º trimestre del 2012, se registraban 523.085 asalariados en el sector privado de la provincia. De ese total, 107.840 se agrupaban en la industria manufacturera. Esta fracción de la clase obrera, concentrada en la producción fabril,  creció exponencialmente entre el 2002 y el 2011, pasando de 58.700 trabajadores a 106.000, casi duplicándose.
En la rama metalmecánica, según consigna la misma fuente, había 18.029 operarios dentro del rubro “Producción de vehículos automotores”. Agrupados en ramas afines, había 8.896 trabajadores en la categoría “Otros productos de metal” y 11.141 en “Maquinaria y equipo”. Esta estadística no permite más que una aproximación general, pero tiene la utilidad de dar cuenta del agrupamiento de más de 30mil trabajadores en terminales automotrices y autopartistas. Ese poder se evidencia en las grandes concentraciones obreras. Sólo en las principales empresas se agrupan casi 10mil trabajadores: VW con 1900 operarios, Renault con 2700, Fiat con más de 3000, además de Iveco y Gestamp con cerca de un millar cada una.
Esta franja de la clase trabajadora, que equivale a poco más del 7% de los asalariados privados, tiene la capacidad de golpear sobre un sector central de la economía provincial. Para citar sólo un ejemplo de ese poder, sobre las exportaciones de 2011, los productos de este sector superaron los $2000millones, equivalente al 18,2% del total provincial. Una fuerza social impactante.

…con debilidades subjetivas

Pero si esa fuerza social (nivel 1 de la relación de fuerzas) no tendía a expresarse en el nivel 2 (limitadamente, en el primer escalón de lucha por los intereses corporativos) se debe, en una proporción enorme, al rol nefasto que cumplió la burocracia sindical al interior del movimiento obrero. En esta rama, a través del SMATA y la UOM.
La conversión de la burocracia sindical en policía al interior del movimiento obrero (ver acá) alcanzó  niveles extremos al interior de estas organizaciones. Cualquier atisbo de oposición tendió a convertirse, inmediatamente, en el inicio de una caza de brujas y en persecuciones abiertas que terminaban en expulsiones, como ocurrió con nuestro compañero Hernán Puddu en Iveco, o despidos de activistas opositores, como sucede con los compañeros de la Lista 2 de VW.
La profunda integración entre las conducciones de esos gremios y los negocios de las multinacionales significó un avance cualitativo de éstas sobre este sector del movimiento obrero. Las burocracias sindicales se convirtieron en garantes de la rentabilidad capitalista. La reestructuración de las formas de contrato, que avanzó cualitativamente post crisis del 98-2002 hacia la tercerización y contratación masiva, permitió aumentar las ganancias capitalistas. La conformación de un ejército de trabajadores precarizados no habría podido realizarse sin el aval abierto de la conducción sindical que, obviamente, recibió pingües beneficios por esta labor anti-obrera (como “contribuciones empresarias” de este tipo).
Sobre estas bases estructurales, donde impera la división de las filas obreras entre contratados, tercerizados y efectivos, se dieron las principales batallas en la industria automotriz de los años recientes. El resultado de las mismas es parte de la forma contradictoria en que se presenta la relación de fuerzas actual.

Derrotas parciales y procesos latentes

En el año 2006 escribíamos con Fernando Rosso que en el marco de la recuperación del movimiento obrero que venimos señalando, se potencian las tendencias de los sectores más precarizados a luchar por mejorar su situación (…) Esto lo vemos incipientemente en la lucha que llevan adelante los trabajadores de Cargo (…) el proceso actual en el proletariado automotriz de Córdoba es el de surgimiento de nuevos delegados y pérdida de posiciones de la burocracia en los organismos de base de los sindicatos: los cuerpos de delegados y las comisiones internas (…) es un proceso “híbrido”: los nuevos delegados, en su mayoría, son opositores y honestos, a diferencia de la burocracia corrupta, pero no son combativos, ni mucho menos clasistas".
De las tendencias señaladas, la primera fue abortada por la derrota de la lucha de clases. La gran pelea de los trabajadores tercerizados de Cargo-Renault no pudo triunfar, pero dejó sentada una tradición de lucha. Tradición que, en cierta medida, expresa el Aguja Quiñones. Fue precisamente por eso que la burocracia de Camioneros acordó su despido antes de las elecciones truchas del 27/9.
La gran lucha de los trabajadores contratados de Iveco en el 2009, aunque también dejó sentada una muy importante tradición, no pudo triunfar. La división entre efectivos y contratados así como el rol completamente reaccionario de la burocracia del SMATA, dejaron aislados a los compañeros que luchaban y cerraron la perspectiva de sumar fuerzas para triunfar. Pero quedaron sentados dos importantes principios para la lucha de clases futura: la defensa de los trabajadores contratados, a los que la patronal y la burocracia considera material descartable, y que los delegados no se venden. Ese fue un gran ejemplo que dieron los dos delegados que se negaron a firmar el acta que condenaba a los trabajadores a la desocupación. Nuestro compañero Hernán Puddu sufrió la expulsión del SMATA y el posterior despido como represalia por no integrarse al mecanismo de control (traición) sobre los trabajadores y haber peleado, hasta el final, junto a los compañeros contratados.  
Tanto en la lucha de Cargo como en Iveco, quedó en evidencia la conquista estratégica que significa, desde el punto de vista capitalista, la división de las filas obreras. Si ya en el terreno de lo “puramente” económico, esta división implica un aumento de la rentabilidad capitalista, en el terreno de la lucha de clases es un factor de división que debilita la fuerza obrera. Precisamente por ello, la unidad de las filas obreras es un problema estratégico a ser superado para la lucha de clases.
Estas derrotas no llevaron a cambios en el terreno objetivo, que pudieran dislocar la fuerza social antes señalada, lo que había ocurrido en la crisis del 98’cuando se perdieron decenas de miles de puestos de trabajo y se cerraron importantes fábricas como Chrysler y General Motors. La relación de fuerzas objetiva se mantuvo de conjunto.
Por otro lado, el proceso de surgimiento de delegados opositores no clasistas pero más ligados a la base se continuó esencialmente en VW, donde los trabajadores le impusieron a la burocracia una derrota electoral en el 2010. Derrota que ésta pudo revertir, fraude mediante, hace un año, abriendo el camino para los despidos de enero del 2013 y para el avance de la patronal sobre los ritmos de trabajo. En otras fábricas esta tendencia se verificó de manera muy parcial, sin lograr convertirse en un proceso más extendido.
El crecimiento en la rama automotriz con las exportaciones a Brasil y el desarrollo de un mayor mercado automotor enmarcaron, desde el 2009, las contradicciones que hemos señalado. Esta conjunción de elementos creó una situación marcada por la combinación de un relativo conservadurismo, enraizado en la bonanza económica, con temor y cierta desmoralización, producto de las derrotas señaladas.
Pero ese conservadurismo no implicó la recomposición política de la burocracia. El odio hacia ésta se mantuvo y se extendió, pero sin conquistar nuevos canales. La conducción del SMATA pudo mantener su control a costa de desprestigiarse, actuando con métodos completamente coercitivos como las patotas, el amedrentamiento y la amenaza de despidos avalada por las empresas. Ese odio contra la burocracia y la patronal es la base sobre la cual puede emerger una nueva subjetividad, en la medida en que empiezan a cambiar las condiciones que lo mantuvieron en estado latente.

Fin de ciclo, crisis política y nuevas tendencias en el movimiento obrero

Lo que hemos definido como fin de ciclo a nivel nacional tiene un sustrato económico, basado en el agotamiento de las condiciones internacionales que le dieron marco a la “década ganada”. Ese agotamiento se expresa en el mercado automotriz donde, como se afirma acá, a pesar del record de ventas, cae la rentabilidad capitalista. De allí el inicio de ataques parciales sobre sectores de la rama automotriz mediante  suspensiones, despidos hormigas y la presión a retiros voluntarios. Esos ataques parciales son, por el momento, un enorme operativo de chantaje sobre la clase obrera para aumentar los ritmos de explotación. Pero, además, buscan preparar el terreno para una ofensiva mayor en la medida en que la crisis internacional golpee abiertamente sobre este sector. El dato central, desde el punto de vista de la subjetividad, es que esos ataques van minando las bases del conservadurismo existente.
Esas tendencias en la “esfera” de la producción están combinándose con el creciente rechazo a los partidos patronales que, fraude mediante, se ha ampliado. Lo que definimos como el embrión de una escisión política con el bipartidismo se expresa al interior de la clase trabajadora, donde las votaciones hacia el FIT fueron muy altas en algunos casos.
A su vez, la crisis de la “Narco-política” que golpea a De la Sota es también una crisis de las burocracias sindicales afines, entre las que se encuentran las de SMATA y el SEP. Si el triunfo electoral en el 2011 impulsó a Dragún al Ministerio de Trabajo de la mano de De la Sota y a Pihen a la Legislatura, el actual declive del gobierno provincial golpea sobre la burocracia que, precisamente por ello, guarda un estruendoso silencio ante el fraude o la crisis policial.
En este complejo escenario se dio la gran acción de los trabajadores de VW de este miércoles, que implicó un desafío a una de las patronales todopoderosas que intentan digitar la vida social y política cordobesa.  Multinacional que tiene a su servicio al estado provincial en su conjunto, como se evidencia en que el gobierno provincial le construirá una salida propia al camino de Circunvalación pero, más gráficamente, en la actuación de la Guardia de Infantería  que, este miércoles, ingresó a la empresa sin la orden de un fiscal, sólo a pedido de la empresa, como se informa en esta entrevista. 
Tan sólo 48hs antes de la medida de los trabajadores de VW, los obreros de la autopartista Valeo habían tomado la planta de esa empresa, exigiendo un aumento salarial y rechazando el despido de algunos de sus compañeros. Este jueves otra autopartista se hallaba en estado de asamblea, paralizando la producción, en rechazo al despido de un trabajador.
En pocos días se vieron tendencias nuevas entre la clase obrera de la rama metalmecánica. Tanto la acción de los trabajadores de Cargo como la de los trabajadores de VW, combinan un conjunto de factores que pueden empezar a delinear una nueva subjetividad: la paralización de la producción afectando el normal funcionamiento del mecanismo capitalista, el apoyo consciente a los compañeros que luchan por su reincorporación, el repudio a la burocracia sindical que traiciona abiertamente la pelea. Se trata de elementos incipientes o embrionarios de una nueva subjetividad donde los métodos de la lucha de clases pueden empezar a imponerse sobre las negociaciones entreguistas de la burocracia sindical. Pero esta tendencia sólo puede ampliarse y desarrollarse en la medida en que la izquierda obrera y socialista sea parte actuante del proceso.

Izquierda, movimiento obrero y lucha de clases

La gran elección de la izquierda en todo el país y la gran pelea contra el fraude en Córdoba actúan (molecularmente) sobre la conciencia de millones. La burocracia sindical peronista, que hizo de “los zurdos” el fantasma con que asustar a los trabajadores, se encuentra a contramano de una franja importante de la clase obrera. Este sentimiento, que en última instancia expresa las limitaciones estructurales del peronismo, constituye un punto de partida esencial para el avance de la izquierda revolucionaria.
En este marco, es posible formular la hipótesis de que en Córdoba, empezamos a presenciar la reversión de las derrotas que sectores de la clase obrera sufrieron en los últimos años Tanto la condición de posibilidad de esta reversión, como su dinámica futura, están estrechamente ligadas a la acción de la izquierda revolucionaria y sectores combativos del movimiento obrero.
¿A qué nos referimos? Las peleas que llevamos adelante desde el PTS actuando en primera fila en la lucha de Cargo del 2006 y la de Iveco en el 2009, además de un trabajo persistente en VW durante toda la década, permitieron la continuidad de algunas de esas tradiciones. Nuestra acción, peleando junto a los tercerizados y contratados aportó a construir algunos elementos fundantes de una nueva subjetividad. Esas tradiciones se mantuvieron en el tiempo, expresadas tanto en el programa como encarnadas en individuos. Ya hemos hecho mención al Aguja Quiñones y no podemos dejar de referirnos a la continuidad de la pelea de Hernán “Bocha” Puddu, lucha que luego se trasladó al terreno de de la denuncia política en su condición de candidato obrero que enfrentó a la burocracia y las patronales.
La posibilidad de participar desde adentro en esas batallas fue el fruto de una opción estratégica: la de apostar por el trabajo “gris y cotidiano” al interior de las fábricas, mientras otras corrientes de izquierda trotskista, entre ellas el PO, apostaban a otros procesos como el movimiento piquetero, hoy ausente de la escena. 
Ahora el FIT se presenta como una alternativa “atrayente”. Pero es preciso no perder de vista que la clave, para poder golpear sobre el poder burgués y sobre las grandes multinacionales como VW, Iveco o Renault, está en la organización real de la fuerza de los trabajadores. Eso implica la batalla por la construcción de agrupaciones antiburocráticas militantes que se propongan sentar las bases para conquistar cuerpos de delegados y comisiones internas, en la perspectiva de luchar por recuperar los sindicatos.
Las nuevas tendencias que hemos intentado reseñar son una base y un aliciente para esa pelea estratégica que, de desarrollarse, puede aportar a la emergencia de una nueva subjetividad en la clase obrera, más cercana a la de aquella generación que protagonizó el Cordobazo y el Viborazo, poniendo en pie los sindicatos clasistas de SiTraC-SiTraM y la Mesa de Gremios en lucha, entre otras fuertes instancias de organización. Se trata de una tarea más que urgente y más que apasionante.

sábado, 9 de noviembre de 2013

Nubes grises sobre los poderes de Córdoba


Joaquín Ramírez
Son muchas las voces que hoy se escuchan en los medios de comunicación expresando algo que corre por abajo, se instaló en la opinión pública la legitimidad del reclamo del FIT de "que se abran las urnas". Desde periodistas con una tradición derechista a prueba de balas como Gustavo Tobi, hasta analistas de La Voz del Interior, afirman que la salida a esta situación es la que viene reclamando la izquierda. Resaltan que no es por el FIT sino que es "por la democracia". Sobre las falacias en el discurso de defensa de esta democracia y sus límites podemos leer este post. Aquí nos referiremos a algunos elementos que hacen a una coyuntura muy particular que se vive por estos días en Córdoba, a esos nubarrones que se ciernen sobre la cabeza de muchos dirigentes locales. Nos referiremos a una visión coyuntural, para una visión sobre las relaciones de fuerzas en el gobierno de DLS, aquí intentamos aportar en ese sentido. 
Primero hay que señalar que Tomás Méndez y su programa ADN viene asestándole certeros golpes bajos al régimen político que han llevado a una progresiva disminución de las ilusiones, sino fantasías, presidencialistas de DLS. Poniendo al desnudo el manejo que el poder hace del narcotráfico donde la primera institución herida fue nada menos que el brazo represivo del Estado. La estructura criminal que funciona con engranajes de todo tipo y tamaño distribuida estratégicamente por los barrios de la ciudad contando con punteros, narcos y policías asociados, cuando no son los mismos. Esta estructura de poder, como no podía ser de otra manera, incluye a los políticos.
De la narcopolicía pasamos a la narcopolítica y ahora ADN se mete con la Justicia Federal. Queriendo o sin darse cuenta Méndez corrió un velo que demuestra los lazos del poder territorial. Desde barrio Maldonado hasta el Cementerio San Vicente. Desde Liliana Juncos al "Turco" Abugauch. Del PJ a la UCR. Por solo dar un ejemplo, la cara de piedra de Aguad no puede utilizar la hipócrita mueca de orgullo diciendo que están limpios, el segundo de Mestre, el que parece guardaespaldas, siempre a su lado, Cossar, apareció de pronto también manchado por el narcotráfico. 
Hacemos esta reseña, que es solo una referencia a vuelo de pájaro de la investigación de Méndez y su equipo, para detallar en que momento estalla el escandaloso fraude electoral, cuyo repudio, va ganando terreno velozmente, como una ola, en la opinión pública expresado en los principales micrófonos y plumas de Córdoba. Los detalles del fraude están muy bien explicados aquí y no redundaremos. Lo que cabe afirmar es que la exposición de los mecanismos del fraude se demostró irrebatible. El FIT, con buena puntería, ahora está llamando a todos los partidos a que se sumen a la apelación a la Justicia electoral para exigir la apertura de las urnas apelando la decisión de la Junta Electoral, se demostrará así, afirma, que partido avala el fraude y que partido lo rechaza poniendo así en aprietos a un régimen de partidos que solo está esperando, nervioso, que pase el temporal político. 
El cuadro que se configura en este momento nos muestra un régimen asediado por el narcoescándalo que ahora empieza a hacer agua en uno de los principales ejes de esta democracia, nada menos que el voto. De pronto cientos de miles de cordobeses empiezan a desconfiar de la policía, de los principales aparatos políticos de la provincia y hasta del respeto por su voluntad en el único acto de decisión del que gozan, las elecciones. No queremos anunciar catástrofes ni derrumbes apurados de regímenes. Lo que nos llama a escribir estas líneas es analizar o más bien aportar a visibilizar las graves lesiones que está sufriendo el régimen de dominio cordobés por estos días. 
En otras oportunidades nos hemos referido a las características de la concentración de poderes en Córdoba. La impunidad total de las empresas en la relación con los trabajadores que no acatan ni resoluciones judiciales cuando van a favor del empleado como en VW, más recientemente en Renault y antes en Iveco por poner ejemplos claves. DLS desde su primer gobierno viene bregando por una Córdoba con "buen clima de negocios" lo que no es más que negociados que incluyen subsidios, impunidad empresarial, y "paz social". Córdoba tiene aceitados mecanismos para ajustar las cuerdas de su democracia maniatada. Estos mecanismos cuentan con los personajes del poder político como garantes. Los principales aparatos políticos son en extremo conservadores en aspectos políticos, económicos, culturales y hasta sanitarios completando la estructura de poder. La Justicia de Córdoba es parte de este entramado con múltiples lazos con el poder político, lazos familiares muchas veces. 
En este marco reaccionario va de suyo que entre un diputado para la UCR y otro para la izquierda en disputa, el régimen en este caso encarnado en una Junta Electoral con emblemas del conservadurismo como Bustos Fierro y García Alloco, actuarán según su naturaleza, consagrando al primero, aunque para ello tengan que convalidar el fraude electoral de sus pares de la centenaria UCR. Rueda, un personaje reaccionario acusado de complicidad con la patota de Luciano Benjamín Menéndez, huele algo de la masividad de la demanda de “abran las urnas” y se abre haciendo que el fallo salga con una disidencia.
Es así que la estructura política de Córdoba se encuentra en un momento difícil que no significa que no se recompondrá, pero lo que asegura es que estas lastimaduras son tan grandes que dejan cicatrices. Marcas que no se borran de la memoria colectiva con un simple cambio de tema en el noticiero. Por el momento este desgaste que no se ha detenido al momento de escribir estas líneas. Se puede expresar de muchas formas. Nuestro interés es abrir una reflexión para encontrar los puntos de falla del "orden cordobés", como handicap para la única forma de tirarlo abajo que es con la lucha de clases. Podemos aventurar que será difícil para el régimen acudir nuevamente a un fraude sin que esto signifique un mayor repudio de masas que desate finalmente movilización a diferencia del pasivo apoyo que recibe el FIT hoy. Estratégicamente podemos decir que el sistema de poderes reaccionarios está deslegitimándose a cada paso y que eso es caldo de cultivo para que una fuerza política antisistémica como el FIT se haga de un auditorio y un arco de simpatizantes mayor al que tenía antes de este grotesco fraude. Este desgaste es además un hándicap para que la izquierda dura crezca entre los trabajadores que sienten bronca ante episodios como este fraude. Queremos agregar que el estado de ánimo anti fraude puede también ser un handicap estratégico para que los trabajadores puedan enfrentar con mayor fortaleza y apoyo los fraudes y persecuciones que las burocracias sindicales organizan junto a las empresas contra la organización de los trabajadores. Estos poderes reales fundamentales del "orden" de la provincia merecen un análisis más profundo que trasciende estas líneas de coyuntura. 

viernes, 8 de noviembre de 2013

Córdoba: fraude, crisis en el régimen y descontento social




Eduardo Castilla
La gran  ventaja de la democracia es que construye ideológicamente la posibilidad de hacer participar a las masas en la elección de sus gobernantes. La definición de la “envoltura más dulce del capital” (Lenin) busca evidenciar esa ventaja, en tanto sistema más estable para la dominación de la clase capitalista. “La omnipotencia de la “riqueza” es más segura en las repúblicas democráticas, porque no depende de la mala envoltura política del capitalismo (…) cimenta su poder de un modo tan seguro, que ningún cambio de personas, ni de instituciones, ni de partidos, dentro de la republica democrática burguesa, hace vacilar ese poder” escribía Lenin en El Estado y la Revolución.

Pero, como intentamos señalar hace unos días, eso es lo que (en parte) está siendo cuestionado en Córdoba, al calor del fraude que se comete contra el Frente de Izquierda. La envoltura más dulce tiende a agriarse parcialmente. El fraude está poniendo, ante los ojos de franjas de masas, esa cuestión sobre el tapete. No se trata, evidentemente, de una ruptura con el mecanismo del sufragio, pero contiene (aún embrionariamente y sólo en franjas de las masas) elementos de escisión con el régimen del bipartidismo.

La exigencia masiva se que se abran las urnas tiene una enorme repercusión mediática como se evidencia acá, entre otros ejemplos importantes. El periodismo cordobés (incluso figuras claramente reaccionarias) exige la apertura de las urnas como forma de otorgar efectivamente “transparencia” y frenar la erosión a la legitimidad del mecanismo electoral que se está produciendo. Este conjunto de actores, sin desearlo, inclina la “opinión pública” hacia la izquierda, hacia un mayor desprestigio de las formas institucionales de la política.


Una justicia de clase


El fallo de la Junta electoral de Córdoba pone en evidencia la estrecha relación entre el aparato de los grandes partidos patronales y el conjunto de la casta política que legaliza (al costo de deslegitimar) la elección del 27/10. Las urnas no serán abiertas a pesar del cuestionamiento que la misma justicia electoral hizo el día de la elección cuando, Resolución 17 mediante, declaró válidos los votos nulos.

Los jueces que votaron a favor de que las urnas no sean abiertas tienen un frondoso historial de actuación en tanto funcionarios de la clase capitalista. Demás está decir que no son la excepción sino la norma que la da continuidad a la casta judicial, que el gobierno K tanto demonizó para terminar pactando con ella. El mismo Luis Rueda, que votó a favor de abrir las urnas, tiene en su haber varias acusaciones por su rol en la última dictadura.

Pero repasemos los “pergaminos” de quiénes votaron en contra de abrir las urnas. Carlos Francisco García Allocco, como se afirma acá, “debe su designación como Juez de Instrucción en Marcos Juárez al "proceso militar" de los años 1976-1982 y seguramente "juró por el estatuto militar" de entonces”. Además, Allocco está denunciando como empresario sojero, cargo incompatible con su rol en el poder judicial. Sus estrechos vínculos con el delasotismo se evidencian, entre otras cosas, en su matrimonio con Norma Bermejo, quien llegó a ser senadora nacional por Unión por Córdoba durante algunos meses.

Ricardo Bustos Fierro no tiene nada que envidiarle. Entre sus antecedentes más conocidos, figura haber avalado que Menem pudiera ser re-reelecto en 1999 (lo que luego naufragaría) entre otras “perlas” (ver acá). Bustos Fierro, que no fue juez entre 1984 y 1993, volvió a los estrados de la mano de Menen y Angeloz. Toda una confirmación de sus vinculaciones con el bipartidismo peronista-radical.

Como se ha señalado en otras ocasiones, la justicia no es ajena al conjunto de la casta política. Incluso es uno de sus sectores más reaccionarios y conservadores, en tanto baluarte estable del régimen. Si legisladores e integrantes del ejecutivo cambian cada 4 o 6 años, los jueces permanecen. Su rol de “pilar firme” del orden burgués, no elegidos por el voto popular, les confiere una relativa autonomía. Esto no implica que no sean alcanzados por las internas de la clase dominante, pero, tendencialmente, expresan mayor continuidad. Lo evidencian los cientos de jueces que aún se mantienen desde la época la dictadura militar.  


Entre la legitimidad y la necesidad de la organización


Hace pocos días escribimos que este reclamo, “en primer lugar le otorga una enorme visibilidad y legitimidad a la izquierda”. Esa afirmación puede verse corroborada con creces en los últimos días. El fallo dividido de la Junta Electoral abrió una situación donde el reclamo de apertura de las urnas parece alcanzar una gigantesca simpatía social. Esa tendencia, que preexistía al fallo, es la explicación última del voto de Rueda. Posiblemente, en la historia de Córdoba, nunca un reclamo planteando por la izquierda dura, tuvo el nivel de legitimidad social con la que cuenta el pedido de abrir las urnas.

Luego del fallo de la Junta Electoral, la pregunta por la forma de derrotar el fraude no para de resonar. Frente a un aparato unificado contra la izquierda y los trabajadores, la fuerza real para derrotar este engaño está en las grandes concentraciones obreras y estudiantiles. Si las decenas de miles de trabajadores de las diversas industrias o servicios de la provincia (o incluso sólo de la capital) paralizaran sus tareas exigiendo la apertura de las urnas, la historia empezaría a cambiar. Lo mismo acontecería si algunas decenas de miles de estudiantes universitarios (de los más de 130mil que estudian en la UNC) y secundarios, tomaran las calles y las plazas de la ciudad bajo la misma consigna. Esa enorme fuerza social podría golpear al conjunto del régimen e imponer una nueva relación de fuerzas.

Si ese escenario no es hoy realizable, no se trata de una imposibilidad sociológica o un “problema de conciencia”. Por el contrario, como lo evidencia la votación al FIT en Córdoba capital, donde se obtuvieron 100mil votos, el apoyo es enorme. En grandes concentraciones obreras como VW, el porcentaje de votantes al FIT supera largamente el 30%. Entre los estudiantes de la UNC, fueron también miles los que depositaron la boleta de la izquierda. Esa simpatía podría transformarse, gradualmente, en movilización activa.

Pero el verdadero escollo, la verdadera traba, reside en las burocracias que dirigen al movimiento obrero y el movimiento estudiantil. Burocracias conservadoras que “trasladan” el bipartidismo al interior de esas organizaciones. Precisamente por ello, la izquierda que se reivindica clasista y antiburocrática debe aprovechar a su favor la enorme simpatía lograda para conquistar “posiciones estratégicas” al interior de esos sectores de masas. Ahí radica la posibilidad de hacer emerger una fuerza capaz de derrotar al régimen del bipartidismo de las multinacionales e imponer nuevas relaciones de fuerzas que permitan avanzar a contrapelo de las conquistas que la clase capitalista impuso en estas décadas, como la enorme división de las filas obreras, la precarización laboral y los contratos basura. Esa perspectiva estratégica puede permitir aprovechar la pelea actual contra el fraude como una tarea preparatoria para los grandes combates de clase que, tarde o temprano, viviremos.

lunes, 4 de noviembre de 2013

Crisis política, democracia burguesa y fraude en Córdoba



Eduardo Castilla
El intento de fraude contra el Frente de Izquierda en Córdoba hace emerger, aún incipientemente, un cuestionamiento profundo al régimen político provincial sustentando en el “bipartidismo noventista” del PJ y la UCR, particularizado en sus alas declaradamente derechistas, como lo evidencia la doble “gobernanza” de De la Sota y Mestre, o la figura de Aguad como primer candidato a diputado nacional por el radicalismo. Como afirmamos alguna vez, ese bipartidismo está desfasado de la relación de fuerzas más general, no determinado por derrotas del movimiento de masas sino por un conservadurismo entre sectores amplios.

Uno de los pilares de ese régimen acaba de recibir un fuerte golpe (un auto-golpe podríamos afirmar) al quedar en evidencia su estrecha relación con el narcotráfico. Se trata de la policía, estructura central en el orden provincial, órgano de represión contra la juventud y los pobres, organizadora de todos los negocios ilegales.

El fraude ha logrado generar una enorme desconfianza en sectores de las masas. La primera victoria política del Frente de Izquierda ha sido instalar la idea de la existencia del fraude entre cientos de miles de cordobeses. Idea que recorre los lugares de trabajo y estudio, que se expresa en la calle y en los medios, que pasa por las páginas de los diarios y las cámaras de televisión. El fraude es ya un hecho político que permite deslegitimar, aún más, este reaccionario régimen político. 

Democracia en declive

El politólogo italiano Carlo Galli, afirma en su libro El malestar de la democracia que asistimos a una crisis “en la democracia” (no de la democracia) en tanto ésta se ha demostrado incapaz de lograr sus “objetivos humanísticos”. Esta idea recorre las (miles de) páginas de libros, revistas y suplementos. En la Argentina, la conmemoración de los 30 años del final de la dictadura, ha servido como sustento a una amplia cantidad de publicaciones. En Córdoba la revista Estudios le dedica su último número a este tema. Con muchas reservas sobre la salida propuesta, se puede tomar esa idea.

La crisis capitalista internacional vino a profundizar una tendencia estructural al angostamiento de las democracias burguesas en tanto régimen político de dominación. Si ya, durante lo que hemos llamado “restauración burguesa”, las nuevas democracias estrecharon sus bases incluyendo sólo a las capas altas del proletariado y las clases medias como “ciudadanos”, en tanto franjas amplias de las masas eran relegadas como parias sociales, la crisis está actuando y pone en cuestión, incluso, las mismas formas procedimentales que daban sustrato a esos regímenes. En ese marco se desarrollan los fenómenos de creciente desencanto con el régimen democrático-burgués. Desencanto que no necesariamente se expresa “por izquierda” sino que tiene expresiones reaccionarias, por ejemplo, en el crecimiento de las formaciones de ultraderecha en Europa.

En el terreno nacional, donde todavía las tendencias de la crisis internacional actúan de manera incipiente, se ha expresado un rechazo hacia la casta política en amplios sectores de los trabajadores y la juventud. Ese rechazo se ha convertido en un componente del voto al FIT con una desigual expresión por provincia, como lo muestran las importantes elecciones en Mendoza o Salta y otras menores en el resto del país. Esta desigualdad del hartazgo con la “vieja política” no ha impedido que el FIT conquiste tres bancas nacionales que deberán ser utilizadas como verdaderas posiciones de combate en el futuro inmediato.

El control del estado y los mecanismos del fraude

La crisis política que se desarrolla en Córdoba no hace más que cimentar ese descreimiento en el régimen de la democracia burguesa sin que eso implique, por el momento, la visualización de una alternativa superadora a la misma.

Los elementos centrales del fraude han sido descritos, con precisión, aquí. Como en el 2007 cuando -durante un escrutinio que duró, excepcionalmente, casi toda la noche- se arrebató la gobernación al juecismo, quedan en evidencia un conjunto de mecanismos que hacen al funcionamiento de esta democracia para ricos. Mecanismos que golpean duramente contra la pretendida igualdad formal de los ciudadanos y la igualdad de los partidos y listas a la hora de ser elegidos. Como señalara Lenin aparecen miles de “limitaciones y subterfugios reales” (El Renegado Kautsky, p.340) para las masas trabajadoras y para los partidos que se proponen representar sus intereses. Enumeremos.

La posibilidad de contar con fiscales por mesa no está al alcance de todas las fuerzas políticas. Se hace necesario contar con un aparato aceitado y enormes recursos. Sólo eso permite sostener una estructura de, en el caso cordobés, más de 8000 fiscales para toda la provincia. El cálculo más modesto ubica la cifra básica en $4.000.000, monto inalcanzable sin el control de cientos de municipios (entre ellos el de la capital) y la provincia. Mediante este aparato fue, además, como se introdujeron miles de boletas de las PASO en escuelas de toda la provincia.

Quedó asimismo en evidencia la manipulación que se ejerce durante la carga de datos. El súbito “cambio de tendencia” (cuando estaban escrutados más del 96% de los votos) le terminaba otorgando el diputado nacional a la UCR. Ese mecanismo de carga se halla en manos de una empresa privada y del Correo, hoy bajo el control del kirchnerismo que (¿casualmente?) no se ha pronunciado en contra del intento de fraude.

La última “perla” que conforma este circuito la constituye la Junta Electoral. Resulta sumamente ilustrativo que la (no) posibilidad  de abrir las urnas esté determinada por sólo tres jueces, elegidos desde arriba, sin ninguna participación popular, integrantes de la Casta Judicial (a la que CFK fustigara tanto en ocasiones ya lejanas en el tiempo). Tres personas deciden sobre el voto de cientos de miles, imponiendo su criterio, ajeno por completo al reclamo popular.

“Tómense las leyes fundamentales de los Estados contemporáneos tómense sus gobiernos, tómense la libertad de reunión, la libertad de prensa o la “igualdad de los ciudadanos ante la ley” y se verá cada paso la hipocresía de la democracia burguesa” escribía Lenin en 1918. El conjunto de mecanismos que hemos reseñado constituyen verdaderas limitaciones a la democracia formal. Si está, de por sí, limita las posibilidades reales de las masas de participar en la gestión real de los “asuntos públicos”, el fraude cometido en Córdoba pone de manifiesto la impunidad adicional que asiste a los grandes partidos patronales para manipular el sistema a su favor.

Las limitaciones de la democracia capitalista emergen de su carácter intrínseco, donde la separación entre “representantes y representados” es inherente al funcionamiento global. Esa división interna de la sociedad cumple la función de separar a las masas de la palestra política y confinarlas al ámbito privado permitiendo “gobernar” a través de una elección cada 2 o 4 años. La consagración de una casta de representantes, ajenos a los problemas cotidianos de las masas cumple esa funcionalidad social y política. 

El bipartidismo de las multinacionales y los sojeros

El intento de fraude que estamos presenciando (y el ocurrido en el 2007) expresan parte de los rasgos fundamentales de un régimen político orientado en función de los intereses del gran empresariado, como se ha señalado aquí. Esa funcionalidad al servicio de las grandes patronales se evidencia en la llamada sociedad civil donde, por ejemplo, una institución completamente reaccionaria como la iglesia mantiene un peso fundamental. Se pone de manifiesto además en el rol que juega la burocracia sindical como garante de la “paz social” al servicio de las multinacionales. Allí también reina el fraude, como lo mostró aquel que se cometió contra los delegados de la lista 2 de VW en noviembre del año pasado, ejecutado en común entre la patronal y la burocracia del SMATA. 


Parlamentarismo, lucha en las calles y relación de fuerzas

La pelea contra el fraude se esta convirtiendo en el motor de la deslegitimación del régimen, lo que puede jugar un rol central hacia el futuro, en las próximas batallas de clase, cuando el empresariado se juegue a imponer nuevas condiciones de explotación.  

Lenin escribía que “hemos dicho a la burguesía: ustedes, explotadores e hipócritas, hablan de democracia y al mismo tiempo levantan a cada paso millares de obstáculos para impedir que las masas explotadas participen en política. Les tomamos la palabra y en interés de estas masas, exigimos la ampliación de su democracia burguesa, a fin de preparar a las masas para la revolución que los derribará a ustedes, los explotadores”.

Precisamente la pelea contra el fraude cumple un importante papel en desnudar lo profundamente limitado y formal de la democracia capitalista. El mecanismo fundamental de su dominio, el sufragio universal, ni siquiera puede ser contabilizado. En cierta medida y hasta cierto punto, se produce algo análogo a aquella situación que Engels describía en el famoso prólogo de Las luchas de clases en Francia, “La ironía de la historia universal lo pone todo patas arriba. Nosotros, los «revolucionarios», los «elementos subversivos», prosperamos mucho más con los medios legales que con los ilegales y la subversión” decía el gran revolucionario.

La negativa a abrir las urnas y contar los sufragios, pone de manifiesto que los partidos patronales ni siquiera pueden atenerse al mecanismo que su sistema social consagra como la máxima expresión de la igualdad. Pone de manifiesto las limitaciones de esta democracia y sus defensores que no pueden, siquiera, actuar hasta el final, con sus propias reglas.

Esta crisis puede permitir generar las condiciones de una mejor relación de fuerzas en el futuro cuando la clase capitalista avance en intentar hacer pagar la crisis a los trabajadores. En tanto crisis política actúa en un doble sentido. En primer lugar le otorga una enorme visibilidad y legitimidad a la izquierda. Así permite golpear sobre el discurso macartista, problema central al interior del movimiento obrero, donde la burocracia actúa a través del terror y basándose en el “miedo a los zurdos”. Ese miedo está siendo cuestionado, como lo muestran las elecciones al interior de las grandes unidades productivas. Allí, el FIT conquistó porcentajes que alcanzaron el 30-40%.

Pero además, esta crisis deslegitima a los partidos dominantes que, como afirmamos antes, gestionan los negocios del gran capital. Para cientos de miles queda en evidencia su negativa a permitir que el voto popular encuentre expresión en el Congreso.

En esta conjunción de factores, al calor de una respuesta ofensiva de la izquierda, se gestan mejores condiciones para las futuras batallas de la lucha de clases que la crisis capitalista (y la necesidad de responder a la misma por parte de la burguesía) impondrá. Así, la tribuna parlamentaria (o, en este caso, la lucha por conquistarla) se convierte en el terreno de la batalla por influir sobre la conciencia de las masas, deslegitimando el conjunto de la institucionalidad burguesa y favoreciendo el desarrollo de la movilización extraparlamentaria.

Esa perspectiva, la de la movilización extraparlamentaria, la de la lucha y la organización de la clase trabajadora y la juventud, es parte de nuestra perspectiva estratégica. En las calles se debe pelear efectivamente contra el fraude. Por eso, este miércoles 6/11 volvamos a movilizarnos, a las 18hs, desde Colón y General Paz. Allí estaremos.