martes, 25 de octubre de 2011

Millones de votos, crisis internacional y tendencias cesaristas


Los 11,5 millones de votos conquistados, la mejor performance desde la vuelta a la democracia, la crisis de los candidatos opositores, la diferencia abismal con el segundo, el hundimiento de la UCR y del candidato del peronismo “jurásico”. Todo da una imagen de imbatibilidad que el gobierno nacional podrá usufructuar a su favor durante un tiempo. Pero como dice el amigo Fernando Rosso, detrás de los números esta la política y todo el capital conquistado se pondrá a prueba frente a la crisis internacional en curso, que ya empezó a golpear afectando, entre otros, a la producción automotriz y las alimenticias.
Uno de los elementos que trae aparejado este triunfo es la continuidad de la crisis del régimen de partidos, cuestión que frente a las consecuencias político-sociales de la crisis internacional se puede volver un factor central. Por eso diferimos parcialmente con Juan Dal Maso cuando dice que “el kirchnerismo resolvió provisionalmente la crisis del sistema de partidos”.
Hoy esa crisis es un límite a la hora de “volver a utilizar el voto” para relegitimar una alternativa dentro de los partidos patronales que actúe como contención del movimiento de masas en caso de crisis políticas agudas. En el marco de años de crecimiento económico y una recuperación parcial (y lenta) de la lucha de clases, sólo con aspectos de radicalización (y elementos de guerra civil) en los márgenes, la ausencia de un régimen de tipo bipartidista fue una cuestión menor para el conjunto de la burguesía. No fue necesario poner a prueba la consistencia del mismo porque las “clases peligrosas” no estuvieron ante la posibilidad de “tomar la historia en sus manos”.
El problema de la construcción de una alternativa burguesa se traslada entonces al interior del peronismo. Problema que entronca con la cuestión de la “sucesión” de Cristina, en la cual su rol de árbitro será central. Precisamente ahí radican los elementos de mayor inestabilidad política del régimen en los próximos años (¿o meses?). Como bien señala Fernando Rosso en este post “la actual “coalición cristinista” se apoya hoy esencialmente en un pejotismo de intendentes y gobernadores que nunca pretendieron ser parte del relato (aunque supieron tragarse disciplinadamente el “sapo progresista” y el ninguneo de los primeros años) y están siempre dispuestos a la “traición con aviso”, típica del peronismo, que desde el mismo 24 empezó a discutir la sucesión”.
Pero los millones de votos logrados le dan a CFK la posibilidad de ser quien arbitre en el camino de elegir su sucesor e ir poniéndole límites a las distintas alas del peronismo. Como bien dice Ezequiel Meler, a partir no ahora no hay peronismo kirchnerista sino que el peronismo es el cristinismo. Las tendencias alternativas que intentaron licuar parte de su poder (Duhalde y R. Saa) pasaron a mejor vida después del domingo.
Todo esto configura un mapa donde el peronismo y el conjunto del régimen político se vuelven “Cris-dependientes”, es decir un panorama de gran fragilidad cuando la crisis internacional lleve a lucha de clases más abierta que cuestione la “autoridad presidencial”.

Los límites de las “tendencias cesaristas” de CFK

El voto a CFK logró unir un variopinto conjunto de intereses que abarca a todos los sectores sociales: trabajadores, pobres de la ciudad, sectores de las clases medias (progresistas y reaccionarias), patronales de distinto orden y poder económico. En cierta medida, como decía Milcíades Peña del radicalismo del “Peludo” Yrigoyen, podría afirmarse que la candidatura de Cristina fue como una “gran cero” que todo lo abarcó.
Todo este conjunto de elementos fortalecen las tendencias “cesaristas” que se discutieron acá. Pero CFK y el kirchnerismo tienen un “vicio de origen” para poder jugar con fuerza ese rol, relacionado con los límites de las “conquistas” obtenidas bajo los dos gobiernos kirchneristas.
Si en el 73-74, Perón pudo sostenerse en el poder arbitrando entre las alas del peronismo (golpeando sobre la izquierda, apoyando a la derecha) y entre el movimiento obrero en ascenso, la burguesía nacional y el imperialismo, esto se debió a su enorme peso en el imaginario del movimiento obrero.
Lejos de las conquistas que se vio obligado a otorgar el primer peronismo (vacaciones pagas, aguinaldo, licencia por enfermedad, por maternidad, etc.) bajo los dos gobiernos kirchneristas se sostuvo la estructura del mercado laboral heredada de los años 90. A pesar del enorme descenso en la desocupación, cerca de la mitad de los puestos de trabajo creados fueron en negro.
Como bien señala el historiador Daniel James, recientemente entrevistado por “El diario de Cristina”: “ser reformista en una economía de pleno empleo como fue este país entre los ’40 y los ’70 no es lo mismo que en la situación post 2001. El espacio de maniobra de este gobierno ha sido, en parte, generado por la exportación de la soja, y los altos precios de otras materias primas. Ahora, esto sólo le da para mantener alejados los fantasmas del 2001, y el gobierno lo ha dicho con sensatez pero, ¿podrá superarse eso?, ¿es posible llegar a un tipo de reformismo que implique no un ataque fundamental a la injusticia social, pero al menos alguna reforma como la del sistema impositivo, un repensar la distribución de la renta en Argentina? Es un peronismo reformista en contraste con el de Menem, sí, pero lo es, para mí, en otro sentido.”.
El historiador inglés pone el dedo en la llaga. El cristinismo, a pesar del gran caudal de votos, no representa en la conciencia de millones importantes conquistas. Para un sector de masas es evidentemente un paso adelante en relación a los años 90, pero está lejos de ser un motivo para “dar la vida por Cristina”. Esto le confiere una relativa debilidad estructural a la hora de actuar como árbitro tanto al interior del peronismo como en la relación entre el movimiento obrero y la burguesía. Como dijo el Gallego De la Sota, que algo de experiencia tiene en el peronismo, “El único que podía ponerle la mano en la cabeza a alguien y lo hacía salir campeón era Perón”
Una de esas tensiones es que la que se expresa con Moyano que proclama apoyo a CFK, pero no de “manera servil”. Como lo señala el editorialista de La Nación “El Día de la Lealtad, Cristina Kirchner y Hugo Moyano escenificaron muy bien el problema en que se encuentran. Moyano pidió "viviendas para los que trabajan". El sabe que el "modelo" dio para plasmas, acondicionadores de aire y autos, pero, por la inflación, no admite el crédito hipotecario. La Presidenta no atinó a mentir, como se hace en las campañas. Fue sincera: en adelante los beneficiarios de su gobierno no deben pedir más, sino defender lo que recibieron hasta ahora.”
La crisis internacional anuncia ataques sobre el movimiento obrero y el conjunto de las masas pobres. De ahí los llamados recurrentes de Cristina a la “unidad nacional” y de las patronales a un Pacto Social. Los pedidos de la UIA de “lograr la reindustrialización definitiva”, pasando por las necesidades de poner un límite a las paritarias, requieren un poder político fuerte estableciendo límites a la protesta obrera. Esto puede abrir un camino de erosión del capital político de CFK más bien veloz, en función de los tiempos de la crisis, donde la ausencia de conquistas fundamentales sea un factor de peso a la hora de que la clase obrera le “dé tiempo” al gobierno.

Juventud, divino tesoro (medido en $$$)

Las conquistas del primer peronismo, que “vivían en la conciencia” del movimiento obrero de los ’70, fueron reapropiadas y resignificadas por una parte de la juventud. En ello jugó un papel central la izquierda peronista. Como dice FR “Su ala izquierda sólo pudo encontrar "fuerza moral" intentando superar los mezquinos objetivos políticos de su propio movimiento, imprimiéndole un mítico carácter revolucionario y hasta socialista al peronismo”.
La juventud K no sólo carece de esa mística, sino que está basada en un aparato de dirigentes en cargos ministeriales o en empresas, que están lejos de expresar “el abajo”. Esta es una juventud construida desde arriba, a través de millones de pesos del estado nacional. Si la juventud de la “Tendencia” se caracterizó por su ceguera estratégica como ya hemos señalado, la actual se caracteriza por la ciega obsecuencia. El bloque de la Cámpora que irá al Congreso no tendrá nada que ver con el grupo de los Ocho  que renunció a su banca en contra del aumento del poder represivo bajo Perón.
Por el contrario, la Cámpora y las agrupaciones de jóvenes K acompañan al gobierno en su giro político a la derecha. Los muchachos del Cuervo Larroque, lejos de expresar a una generación que se propone luchar por terminar con las injusticias del sistema, son un (mini) grupo de choque del gobierno nacional, como ya se vio con la “ayudita” que dieron en el desalojo que hicieron de la Comunidad QOM en Capital Federal.

El voto a la izquierda

Contrariamente a esto, la votación del Frente de Izquierda expresó la simpatía de cientos de miles de jóvenes, trabajadores y trabajadoras que vieron en nuestra pelea una denuncia clara contra los enormes límites del discurso K. Este domingo se consolidó un espacio que ya se había expresado en las elecciones primarias del 14 de agosto y, con desigualdades, había surgido en distintas elecciones provinciales como las de Córdoba o Neuquén.
Como se describió acá y acá, las muestras de simpatía recogidas en amplios sectores de la clase trabajadora y de la juventud fueron un elemento central de esta campaña. Estas elecciones mostraron el crecimiento de una izquierda que levanta claramente las banderas de la independencia de clase y que representa a sectores de vanguardia que han venido haciendo una experiencia con el gobierno y la burocracia sindical peronista aliada.
Sobre esa base es posible dar pasos en la construcción de una alternativa política revolucionaria de la clase trabajadora y de la juventud que se proponga ser un factor actuante en el momento en que la crisis internacional descargue abiertamente sus golpes sobre el país y se produzca “la irrupción violenta de las masas en el gobierno de sus propios destinos”.

1 comentario:

  1. Este analisis, me gusta. Es una buena sintesis de lo que yo pienso. Por experiencia historica desconfio de gobiernos apoyados en montañas de votos que terminan huyendo en cañonera o helicoptero. La diferencia cualitativa que yo veo en esta oportunidad es que cuando una proxima crisis alerte sobre la necesidad de un relevo, por fuera de la decadencia peronista, se esta preparando una alternativa revolucionaria de masas. Hablo de decadencia teniendo en cuenta los 11.5 millones de votos, porque no supera el recurrente esquema de progreso basado en la conciliacion de intereses enemigos. El tiempo de descuento ira aumentando la velocidad en la medida que disminuya la despolitizacion de la clase obrera y estudiantil. Y en ese rol nos hemos colocado nosotros señalando el camino con acciones y discursos de la lucha de clases. El que hayamos consolidado en,lectura electoral, el resultado de las primarias,es una dato que confirma la aceptacion por parte de mas de medio millon que nuestro programa y metodos de lucha son reconocidos y valorados. Es decir, en un comercio con uno o dos delegados desaforados o despedidos, existe un entorno que simpatiza y defiende a esos luchadores. En una fabrica en que actuan reformismo, burocracia y sindicalismo clasista, este ultimo gana o constituye un referente vivo, dinamico, que no baja los brazos. Rindo un sincero homenaje a los miles de compañeros que trabajan cotidianamente por un cambio revolucionario de nuestra sociedad en clave internacionalista. Felicitaciones por este blog!

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