Los 11,5
millones de votos conquistados, la mejor performance desde la vuelta a la
democracia, la crisis de los candidatos opositores, la diferencia abismal con
el segundo, el hundimiento de la UCR y del candidato del peronismo “jurásico”.
Todo da una imagen de imbatibilidad que el gobierno nacional podrá usufructuar
a su favor durante un tiempo. Pero como dice el amigo Fernando Rosso, detrás de
los números esta la política
y todo el capital conquistado se pondrá a prueba frente a la crisis
internacional en curso, que ya empezó a golpear afectando, entre otros, a la
producción automotriz y las alimenticias.
Uno de los elementos
que trae aparejado este triunfo es la continuidad de la crisis del régimen de
partidos, cuestión que frente a las consecuencias político-sociales de la
crisis internacional se puede volver un factor central. Por eso diferimos
parcialmente con Juan
Dal Maso cuando dice que “el
kirchnerismo resolvió provisionalmente la crisis del sistema de partidos”.
Hoy esa crisis
es un límite a la hora de “volver a utilizar el voto” para relegitimar una
alternativa dentro de los partidos patronales que actúe como contención del
movimiento de masas en caso de crisis políticas agudas. En el marco de años de
crecimiento económico y una recuperación parcial (y lenta) de la lucha de
clases, sólo con aspectos de radicalización (y elementos de guerra civil)
en los márgenes, la ausencia de un régimen de tipo bipartidista fue una
cuestión menor para el conjunto de la burguesía. No fue necesario poner a
prueba la consistencia del mismo porque las “clases peligrosas” no estuvieron
ante la posibilidad de “tomar la historia en sus manos”.
El problema de
la construcción de una alternativa burguesa se traslada entonces al interior
del peronismo. Problema que entronca con la cuestión de la “sucesión” de
Cristina, en la cual su rol de árbitro será central. Precisamente ahí radican los
elementos de mayor inestabilidad política del régimen en los próximos años (¿o
meses?). Como bien señala Fernando Rosso en este post
“la actual “coalición cristinista” se
apoya hoy esencialmente en un pejotismo de intendentes y gobernadores que nunca
pretendieron ser parte del relato (aunque supieron tragarse disciplinadamente
el “sapo progresista” y el ninguneo de los primeros años) y están siempre
dispuestos a la “traición con aviso”, típica del peronismo, que desde el mismo
24 empezó a discutir la sucesión”.
Pero los
millones de votos logrados le dan a CFK la posibilidad de ser quien arbitre en
el camino de elegir su sucesor e ir poniéndole límites a las distintas alas del
peronismo. Como bien dice Ezequiel
Meler, a partir no ahora no hay peronismo kirchnerista sino que el peronismo
es el cristinismo. Las tendencias alternativas que intentaron licuar parte de
su poder (Duhalde y R. Saa) pasaron a mejor vida después del domingo.
Todo esto
configura un mapa donde el peronismo y el conjunto del régimen político se
vuelven “Cris-dependientes”, es decir un panorama de gran fragilidad cuando la
crisis internacional lleve a lucha de clases más abierta que cuestione la “autoridad
presidencial”.
Los límites de las “tendencias cesaristas”
de CFK
El voto a CFK
logró unir un variopinto conjunto de intereses que abarca a todos los sectores
sociales: trabajadores, pobres de la ciudad, sectores de las clases medias
(progresistas y reaccionarias), patronales de distinto orden y poder económico.
En cierta medida, como decía Milcíades
Peña del radicalismo del “Peludo” Yrigoyen, podría afirmarse que la
candidatura de Cristina fue como una “gran cero” que todo lo abarcó.
Todo este
conjunto de elementos fortalecen las tendencias “cesaristas” que se discutieron
acá. Pero CFK y el
kirchnerismo tienen un “vicio de origen” para poder jugar con fuerza ese rol, relacionado
con los límites de las “conquistas” obtenidas bajo los dos gobiernos
kirchneristas.
Si en el
73-74, Perón pudo sostenerse en el poder arbitrando entre las alas del
peronismo (golpeando sobre la izquierda, apoyando a la derecha) y entre el
movimiento obrero en ascenso, la burguesía nacional y el imperialismo, esto se
debió a su enorme peso en el imaginario del movimiento obrero.
Lejos de las
conquistas que se vio obligado a otorgar el primer peronismo (vacaciones pagas,
aguinaldo, licencia por enfermedad, por maternidad, etc.) bajo los dos
gobiernos kirchneristas se sostuvo la estructura del mercado laboral heredada
de los años 90. A pesar del enorme descenso en la desocupación, cerca de la
mitad de los puestos de trabajo creados fueron en negro.
Como bien
señala el historiador Daniel
James, recientemente entrevistado por “El diario de Cristina”: “ser reformista en una economía de pleno
empleo como fue este país entre los ’40 y los ’70 no es lo mismo que en la
situación post 2001. El espacio de maniobra de este gobierno ha sido, en parte,
generado por la exportación de la soja, y los altos precios de otras materias
primas. Ahora, esto sólo le da para mantener alejados los fantasmas del 2001, y
el gobierno lo ha dicho con sensatez pero, ¿podrá superarse eso?, ¿es posible
llegar a un tipo de reformismo que implique no un ataque fundamental a la
injusticia social, pero al menos alguna reforma como la del sistema impositivo,
un repensar la distribución de la renta en Argentina? Es un peronismo
reformista en contraste con el de Menem, sí, pero lo es, para mí, en otro
sentido.”.
El historiador
inglés pone el dedo en la llaga. El cristinismo, a pesar del gran caudal de
votos, no representa en la conciencia de millones importantes conquistas. Para
un sector de masas es evidentemente un paso adelante en relación a los años 90,
pero está lejos de ser un motivo para “dar la vida por Cristina”. Esto le
confiere una relativa debilidad estructural a la hora de actuar como árbitro
tanto al interior del peronismo como en la relación entre el movimiento obrero
y la burguesía. Como dijo el Gallego De
la Sota, que algo de experiencia tiene en el peronismo, “El único que podía ponerle la mano en la
cabeza a alguien y lo hacía salir campeón era Perón”.
Una de esas
tensiones es que la que se expresa con Moyano que proclama apoyo a CFK, pero no
de “manera servil”. Como lo señala el editorialista de La
Nación “El Día de la Lealtad,
Cristina Kirchner y Hugo Moyano escenificaron muy bien el problema en que se
encuentran. Moyano pidió "viviendas para los que trabajan". El sabe
que el "modelo" dio para plasmas, acondicionadores de aire y autos,
pero, por la inflación, no admite el crédito hipotecario. La Presidenta no
atinó a mentir, como se hace en las campañas. Fue sincera: en adelante los
beneficiarios de su gobierno no deben pedir más, sino defender lo que
recibieron hasta ahora.”
La crisis
internacional anuncia ataques sobre el movimiento obrero y el conjunto de las
masas pobres. De ahí los llamados recurrentes de Cristina a la “unidad
nacional” y de las patronales a un Pacto Social. Los pedidos de la UIA de “lograr la
reindustrialización definitiva”, pasando por las necesidades de poner un límite
a las paritarias,
requieren un poder político fuerte estableciendo límites a la protesta obrera. Esto
puede abrir un camino de erosión del capital político de CFK más bien veloz, en
función de los tiempos de la crisis, donde la ausencia de conquistas fundamentales
sea un factor de peso a la hora de que la clase obrera le “dé tiempo” al
gobierno.
Juventud, divino tesoro (medido en $$$)
Las conquistas
del primer peronismo, que “vivían en la conciencia” del movimiento obrero de
los ’70, fueron reapropiadas y resignificadas por una parte de la juventud. En
ello jugó un papel central la izquierda peronista. Como dice FR
“Su ala izquierda sólo pudo encontrar
"fuerza moral" intentando superar los mezquinos objetivos políticos
de su propio movimiento, imprimiéndole un mítico carácter revolucionario y
hasta socialista al peronismo”.
La juventud K
no sólo carece de esa mística, sino que está basada en un aparato de dirigentes
en cargos ministeriales o en empresas, que están lejos de expresar “el abajo”.
Esta es una juventud construida desde arriba, a través de millones de pesos del
estado nacional. Si la juventud de la “Tendencia” se caracterizó por su ceguera
estratégica como ya hemos señalado,
la actual se caracteriza por la ciega obsecuencia. El bloque de la Cámpora
que irá al Congreso no tendrá nada que ver con el grupo de los Ocho que renunció a su banca en contra del aumento
del poder represivo bajo Perón.
Por el
contrario, la Cámpora y las agrupaciones de jóvenes K acompañan al gobierno en
su giro político a la derecha. Los muchachos del Cuervo Larroque, lejos de
expresar a una generación que se propone luchar por terminar con las
injusticias del sistema, son un (mini) grupo de choque del gobierno nacional,
como ya se vio con la “ayudita” que dieron en el desalojo que hicieron de
la Comunidad QOM en Capital Federal.
El voto a la izquierda
Contrariamente
a esto, la votación del Frente de Izquierda expresó la simpatía de cientos de
miles de jóvenes, trabajadores y trabajadoras que vieron en nuestra pelea una
denuncia clara contra los enormes límites del discurso K. Este domingo se
consolidó un espacio que ya se había expresado en las elecciones primarias del
14 de agosto y, con desigualdades, había surgido en distintas elecciones
provinciales como las de Córdoba o Neuquén.
Como se
describió acá y acá, las muestras de
simpatía recogidas en amplios sectores de la clase trabajadora y de la juventud
fueron un elemento central de esta campaña. Estas elecciones mostraron el
crecimiento de una izquierda que levanta claramente las banderas de la
independencia de clase y que representa a sectores de vanguardia que han venido
haciendo una experiencia con el gobierno y la burocracia sindical peronista
aliada.
Sobre esa base
es posible dar pasos en la construcción de una alternativa política
revolucionaria de la clase trabajadora y de la juventud que se proponga ser un
factor actuante en el momento en que la crisis internacional descargue
abiertamente sus golpes sobre el país y se produzca “la
irrupción violenta de las masas en el gobierno de sus propios destinos”.
Este analisis, me gusta. Es una buena sintesis de lo que yo pienso. Por experiencia historica desconfio de gobiernos apoyados en montañas de votos que terminan huyendo en cañonera o helicoptero. La diferencia cualitativa que yo veo en esta oportunidad es que cuando una proxima crisis alerte sobre la necesidad de un relevo, por fuera de la decadencia peronista, se esta preparando una alternativa revolucionaria de masas. Hablo de decadencia teniendo en cuenta los 11.5 millones de votos, porque no supera el recurrente esquema de progreso basado en la conciliacion de intereses enemigos. El tiempo de descuento ira aumentando la velocidad en la medida que disminuya la despolitizacion de la clase obrera y estudiantil. Y en ese rol nos hemos colocado nosotros señalando el camino con acciones y discursos de la lucha de clases. El que hayamos consolidado en,lectura electoral, el resultado de las primarias,es una dato que confirma la aceptacion por parte de mas de medio millon que nuestro programa y metodos de lucha son reconocidos y valorados. Es decir, en un comercio con uno o dos delegados desaforados o despedidos, existe un entorno que simpatiza y defiende a esos luchadores. En una fabrica en que actuan reformismo, burocracia y sindicalismo clasista, este ultimo gana o constituye un referente vivo, dinamico, que no baja los brazos. Rindo un sincero homenaje a los miles de compañeros que trabajan cotidianamente por un cambio revolucionario de nuestra sociedad en clave internacionalista. Felicitaciones por este blog!
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