miércoles, 31 de agosto de 2011

Algunas reflexiones más sobre la situación internacional, la juventud y el movimiento obrero

Tratando de seguir algunas ideas que nuestro amigo FR plantea acá, escribimos estas líneas para aportar a una reflexión más que necesaria en función de la crisis que se desarrolla a escala global.
Tratamos de pensar un poco más como se dan las condiciones que aportan al surgimiento de una nueva subjetividad revolucionaria, los límites de la clase trabajadora en ese terreno y los aportes que pueden hacer los movimientos que se expresan en la juventud actualmente. 


Dos dinámicas en la respuesta a la crisis mundial

Así como se la crisis internacional se desarrolla de manera desigual, con recesión o crecimiento casi nulo en los países centrales y un crecimiento alto en países de la periferia capitalista, las respuestas a las consecuencias de la crisis también tienen un desarrollo desigual.
Desde inicios del 2011, con la primavera árabe, hemos visto desarrollarse una serie de procesos que vienen cuestionando las políticas de ajuste de los estados nacionales pero que no llegan a niveles de radicalización que impliquen atacar directamente el poder de los grandes capitalistas.

Una primera dinámica de respuesta a la crisis está dada por los procesos donde existe un alto protagonismo juvenil y que se alternan entre lo defensivo y lo ofensivo. Así como la revuelta juvenil de Londres y otras ciudades, fue una respuesta defensiva a la represión policial y a las consecuencias de la crisis económica, Chile expresa un movimiento ofensivo que cuestiona la estructura elitista de la educación, desafiando el armado del estado neoliberal pinochetista, en un país con índices de crecimiento altos.

Pero aún los procesos más avanzados de la crisis no muestran una intervención del movimiento obrero como sujeto hegemónico con sus propios métodos de lucha. Esto no significa que la clase trabajadora no protagonice procesos de resistencia ante los ataques capitalistas. Desde las huelgas generales en Grecia, lugar donde más se desarrolló este proceso, pasando por las convocadas en Francia e Italia en el último año y medio e incluso en España, la clase trabajadora viene respondiendo a los ataques capitalistas todavía en un nivel inicial. A eso es preciso sumarle infinidad de luchas parciales contra ataques de toda índole.

Podríamos definir que esta es otra dinámica de respuesta a la crisis. En este caso, esta intervención obrera ha estado más bien encuadrada en los marcos de sus organizaciones reformistas tradicionales. Las huelgas en Europa convocada por la CCOO y la UGT en España, las convocadas por la CGIL en Italia, las huelas generales en Francia contra Sarkozy e incluso el mismo paro convocado por la CUT en Chile son ejemplos de ello.

Tal vez una expresión intermedia entre ambas tendencias, haya sido la “Primavera Árabe” y centralmente, lo ocurrido en Egipto, donde la gran movilización de la juventud abrió paso a la intervención del movimiento obrero y esto fue fundamental para provocar el giro de la clase dominante, dejando caer a Mubarak. Allí, la clase obrera, se expresó en múltiples luchas parciales que obligaron al ejército de actuar para garantizar la continuidad del régimen.

Otro momento que cuestionó pero no pudo romper totalmente esa dinámica de control burocrático y donde también se expresó la confluencia entre movimiento obrero y movimiento juvenil fue Francia, durante la lucha contra la reforma jubilatoria en el año 2010. Allí la intervención de sectores del movimiento obrero estuvo a la izquierda de sus direcciones en las huelgas, con acciones no controladas por la burocracia de las centrales sindicales. Pero no pudieron coordinarse ampliamente, extenderse y dar lugar a un salto en la acción. Además se expresó la confluencia en las calles del movimiento obrero con el movimiento estudiantil que no pudo desarrollarse por la acción de las direcciones sindicales y de las direcciones del movimiento estudiantil. En esto tuvo un papel no poco importante la inacción del NPA.

Como ya se ha señalado, los límites a la intervención del movimiento obrero, aún empujando a sus direcciones hacia luchas ofensivas, son producto de las derrotas sufridas durante 30 años. Derrotas que significaron no sólo una pérdida de tradición combativa, sino además una enorme fragmentación en las filas obreras, limitando la capacidad de luchar no sólo en el terreno político, sino incluso por demandas inmediatas.

Una de las conquistas centrales del capital fue esta fragmentación y división de las filas obreras que le permitió imponer condiciones de mayor superexplotación y limitar la reconstrucción de los lazos de solidaridad de clase internos. Las conducciones sindicales fueron funcionales a la profundización de esas divisiones, defendiendo los privilegios de una minoría de la clase obrera a costa de abandonar a amplias franjas a su suerte.

Pero el lastre que significa la derrota impuesta bajo el neoliberalismo sobre el movimiento de masas empieza a tener signos de reversión. En el marco de la crisis internacional, los ajustes en los estados nacionales para evitar la bancarrota por las deudas creadas al salvar a los capitalistas; así como los crecientes padecimientos de las masas son elementos que empujan una entrada más amplia del movimiento obrero en escena.
 
En ese sentido, las acciones del movimiento estudiantil chileno, así como los indignados españoles y, antes, los jóvenes de la primavera árabe tienen un valor educativo extraordinario: muestran el enfrentamiento en las calles a las fuerzas policiales, denuncian las políticas que garantizan las ganancias capitalistas en detrimento de las condiciones de vida de las masas y atacan al conjunto de los partidos patronales que vienen garantizando los negocios burgueses en las últimas décadas.

Estos elementos de anticapitalismo aportan al desarrollo de una nueva ideología en el movimiento de masas y siembran ideas que pueden ser retomadas por la clase trabajadora en los combates por venir.


La “distancia” entre la juventud y el movimiento obrero


El valor educativo de estos procesos juveniles no quita que se podrían dar pasos más audaces en atraer al movimiento obrero a las peleas en curso, intentando disputar sectores de base de esos trabajadores a las direcciones sindicales burocráticas para avanzar en una lucha política contra el conjunto del sistema capitalista.

En España los trabajadores venían en luchas parciales de resistencia en el momento en que se desarrollaban las masivas protestas de los indignados. En Chile, a la gran lucha estudiantil le precedieron una serie de duras peleas del movimiento obrero que mostraban una fisura dentro del “país modelo” de América Latina.
Un obstáculo a que estas grandes acciones juveniles confluyan en una unidad superior con el movimiento obrero es el rol de las corrientes que hoy tienen un papel dirigente en los mismos.

La enorme mayoría de las mismas niegan el carácter potencialmente revolucionario de la clase obrera, adaptando sus ideas y su política al statu quo dominante, naturalizando las contradicciones y los límites que se plantean para los trabajadores. De esta forma se oponen a dar pasos en forjar una poderosa alianza política y social que podría derrotar en las calles a los gobiernos de la burguesía y sus planes.
Como decían acá los compañeros de Clase contra Clase del estado español, este es un debate central que se abre en los movimientos en curso e implica no sólo una discusión de ideas, sino una fuerte pelea con esas corrientes.

Fundamentalmente hemos visto intervenir a dos corrientes políticas que terminan siendo igualmente impotentes para aportar a forjar la unidad entre la juventud y el movimiento obrero.
Por un lado, las que se plantean la pelea por reformar el capitalismo, poniéndole límites a sus niveles de explotación y saqueo, intentando humanizarlo. Ejemplos de esta perspectiva son la dirección de la CONFECH en manos del PC y las Juventudes Comunistas. Allí la política está hoy orientada a encontrar las vías para dar pasos en encontrar una “segunda transición democrática” y mantener el enorme movimiento de lucha dentro de los límites de una reforma educativa parcial.

Por el otro, aquellas corrientes cuyo objetivo es “superar al sistema” pero sin golpear sobre los centros de gravedad del poder capitalista. En este sector conviven aquellos que radicalizan las acciones sin una estrategia para triunfar, junto a aquellos que deciden “ignorar” directamente al estado burgués y su política, buscando la construcción de “espacios autónomos” por fuera de las instituciones existentes.
Mientras los primeros son defensores a rajatabla del accionar legal y las negociaciones con el estado burgués, los segundos tienen como perspectiva general actuar como si el estado burgués, sus instituciones y el conjunto de los mecanismos del régimen directamente no existieran. Igualmente, como señalan los amigos de La Troska Rosario en determinado momento no tienen problemas en cruzar sus caminos con los reformistas.

Aquí y aquí, nuestros compañeros sostienen estos debates en el Estado español y en Chile. Posiblemente otro hubiera sido el cantar si en los momentos de mayor movilización de los Indignados españoles, estos tomaban el camino de unificarse con las luchas obreras en curso y aportar a la organización democrática y combativa de los sectores que las burocracias de la UGT y CCOO dejaban abandonadas a su suerte.
En estos momentos, en Chile se definen los pasos a seguir, con dos perspectivas posibles: la negociación con el gobierno de Piñera a cambio de reformas dentro de la educación neoliberal o la continuidad y ampliación de la lucha que se da en las calles, apostando al desarrollo de la unidad obrero-estudiantil para tirar el régimen pinochetista.


A modo de cierre


Como decíamos al principio, estas reflexiones se hacen más necesarias al calor de la situación de crisis estructural que afronta el capitalismo mundial y que prepara nuevos y más agudos enfrentamientos entre las clases sociales. La perspectiva de situaciones políticas como las que sacudieron a Egipto y Túnez extendiéndose a países europeos, no es utópica. Los límites de las estrategias que se proponen reformar al capitalismo serán cada vez más evidentes.

Es desde esa perspectiva que es preciso pensar como los nuevos fenómenos que se desarrollan en la juventud pueden empalmar y aportar al avance de una nueva subjetividad que tienda a la revolución en la clase trabajadora. Esto no es algo que dependa del azar.

La discordancia entre los tiempos de la lucha social y los de la lucha política (como señala Daniel Bensaïd) no es sólo fruto de las derrotas del pasado, sino también de la acción (reformista) de las direcciones del movimiento obrero y del movimiento estudiantil en tanto sector organizado de la juventud. Las direcciones del movimiento de masas, lejos de ser un reflejo directo de esas mismas masas, expresan una multiplicidad de contradicciones, como bien explica nuestro amigo FR acá.

Por eso la superación de esas corrientes que imponen límites a la acción práctica y la evolución subjetiva de los trabajadores y la juventud es un aspecto esencial de la lucha por subvertir el orden social existente. La pelea contra estas direcciones y su política es central para ese objetivo.

martes, 23 de agosto de 2011

Apuntes sobre la situación política y la oposición al gobierno nacional

Si todo se mantiene tal como hasta hoy, el gobierno que surja de las elecciones nacionales del 23 de octubre tendrá asegurada una base social muy amplia. Dentro de esa amplitud se ubicarán importantes sectores conservadores ya que el gobierno logró atraer el voto conformista de grandes franjas de las clases medias urbanas y rurales. 

Esto configurará un gobierno que tendrá el sustento social conservador como para atacar a sectores de trabajadores y la juventud que salgan a luchar dando respuesta a la crisis internacional y sus consecuencias cuando ésta se desate sobre el país. El ajuste de la economía argentina está dictado por las presiones de la crisis internacional y los límites que empiezan a asomar en el crecimiento argentino. Es decir que, por diversas vías y con tiempos que tendremos que ir viendo cómo se desarrollan, la necesidad de avanzar en limitar las conquistas de las masas es una tarea no menor hacia el futuro.

En este escenario, nos “atrevemos” a hacer un paralelismo o comparación con el escenario del segundo gobierno de Menem, tomando semejanzas y diferencias.

El ayer

El segundo gobierno de Menen contó también con un amplio aval que iba desde franjas de las clases medias altas a un amplio apoyo entre las masas pobres y sectores importantes de los trabajadores. Menem accedió a su segundo mandato con un caudal de votos del 49,94%, superando por casi 20 puntos a Bordón, incluso ganando en la mayoría de los distritos provinciales importantes. La UCR hizo una elección mala con el 17% de los votos. En cierto sentido, igual que ahora, la oposición sufrió una paliza.

Cuando el gobierno de Menem, sostenido en ese enorme caudal de votos, quiso avanzar sobre las conquistas de las masas, empezando por la educación pública (Ley de Educación Superior) y siguiendo por la relación con el movimiento obrero (Flexibilización Laboral) encontró una importante oposición en las calles.

Esta oposición en las calles que implicó tres paros nacionales, cortes de ruta, levantamientos locales con piquetes en Jujuy, Neuquén y Salta, el desarrollo de una resistencia obrera en algunos sectores avanzados y masivas luchas del movimiento estudiantil en 1995 y 1999, logró ser canalizada por una oposición de centroizquierda que estaba fuera del partido peronista. Esa oposición tuvo su pata social/sindical en el frente CTA/MTA (con la inestimable colaboración de la CCC) y logró aportar para que los votos del 97 y 99 fueran a la Alianza del Frepaso y la UCR. Este fue un canal de contención a la creciente movilización social que se venía desarrollando a nivel nacional. Si bien esto no logró frenar el estallido de masas de diciembre del 2001, fue un factor que impidió el desarrollo de las tendencias más radicales, como las que se habían expresado en los piquetes de Jujuy del 97 o en la gran lucha del SiTramF del 96’.

El hoy

Como decíamos al principio, si todo sigue igual, en octubre habrá un gobierno fuerte. Al día de hoy, el “cristinismo”, que ha venido girando a la derecha, tiene por delante la necesidad de “normalizar” el país. Es decir de instaurar una serie de mecanismos políticos y económicos que garanticen la clara dominación de las fracciones capitalistas, así como el funcionamiento de sus negocios sin distorsiones, amenazas o conflictos. No es que las patronales hayan tenido problemas en acumular ganancias en estos años bajo los gobiernos K. Pero el discurso disruptivo (mucho de discurso, algo de disruptivo) de los primeros años del kirchnerismo y durante el conflicto con las patronales del campo, generaba un “ruido” que, a los oídos del gran capital, no asegura completamente sus ingresos.

La “normalización” implica una serie de tareas que incluyen garantizar cuentas públicas en orden para afrontar la crisis internacional y los pagos de la deuda. Al mismo tiempo, limitar la protesta social y, en particular, la protesta sindical. Para este objetivo CFK viene actuando desde hace tiempo, con discursos sobre ponerle “freno a la protesta social” así como distanciándose de la burocracia sindical de Moyano como una forma de ponerle límites al movimiento obrero y sus reivindicaciones. Obviamente que un gran ejemplo de esta oposición a la acción directa han sido los avales K a los asesinatos en Formosa y en Jujuy, así como la represión a los docentes de Santa Cruz en Capital Federal.

Este giro a la derecha del gobierno nacional, si bien le fue restando base social de izquierda, no implicó una ruptura clara con amplios sectores de las franjas progresistas, sino que Cristina mantuvo esos votos. Pero la amplia mayoría de los votos recibidos, están lejos de ser una carta en blanco, por lo que las medidas que el gobierno se vea obligado a tomar para enfrentar la crisis y garantizar los negocios capitalistas, van a chocar con las expectativas de amplias franjas de las masas trabajadoras.

Hoy, a diferencia del segundo gobierno de Menem, no existe una oposición de centroizquierda fuerte por fuera del gobierno nacional y es difícil que las elecciones de octubre sirvan para darle un empujón a su reconstitución. Por más que Binner saque un porcentaje de votos más altos que los de este 14 de agosto y quede instalado como el mejor opositor (o el opositor menos golpeado podríamos decir), el armado de una oposición política social como la que ayudó a la conformación de la Alianza es hoy mucho más complicado por algunas de las siguientes cuestiones:

a. La inexistencia de la CTA que pasó a mejor vida luego de las elecciones generales del año pasado. Por más que los gremios que la integraron sigan existiendo, su peso como central alternativa, de carácter político, es inexistente

b. El moyanismo se halla dentro del gobierno. El rol del MTA en los años 90 de opositor en las calles al neoliberalismo se diluyó. Esto no quiere decir que sea imposible su ruptura con el gobierno y el paso a la oposición, pero lo hará con crisis, con una figura como Moyano que ya tiene un desgaste importante y que está cuestionada por un importante abanico dentro de la burocracia sindical. El tiempo de oficialismo con los K no pasó en vano.

c. Por otro lado, como dijimos acá la centroizquierda de Binner es realmente mucho más de derecha y propatronal que las que existieron hasta el momento en el país, como fue Proyecto Sur o el Frepaso. Su capacidad de acción en las calles es prácticamente nula. Más bien se trata de un agrupamiento republicano, con base en Santa Fe, pero sin posiciones sólidas entre las masas ni extensión nacional.

A la izquierda del kirchnerismo está…la izquierda

Esto crea una situación donde, en los hechos, la única oposición que por el momento parece perfilarse a la izquierda del gobierno nacional, está representada en las fuerzas que integramos el Frente de Izquierda. La izquierda en estos años ha tenido peso social en sectores de vanguardia del movimiento obrero y del movimiento estudiantil. La conformación del FIT y el muy buen resultado de las elecciones primarias le dieron un espaldarazo en el terreno superestructural. La crisis de las fuerzas patronales opositoras y este resultado se combinan para dejar a la izquierda ubicada como una fuerza de oposición que, de desarrollarse acciones de respuesta a la crisis, pueda avanzar en confluir con sectores amplios de los trabajadores y la juventud.

Esta situación pone incómoda a la “izquierda kirchnerista”. Las recientes elecciones mostraron que “el peligro de la derecha” sencillamente no existe. Intentar acomodar la realidad y hacer creer que los votos que el FPV obtuvo masivamente en el campo o entre los votantes de Del Sel o De la Sota, expresaron una adhesión a lo que ellos denominan “el modelo” es un intento utópico de maquillar la realidad. El kirchnerismo de izquierda está obligado a intentar este maquillaje para sostener la, cada vez más bastardeada, idea de un “modelo” distinto.

Si en los años 70’ Montoneros, bajo la misma lógica, intentó sostener a como diera lugar la imagen de Perón construyendo el “socialismo nacional”, a pesar de las 3A, la Ley de Prescindibilidad, la reforma del Código Penal y demás; hoy este intento se repite como farsa al pretender sostener la imagen “progresista” de un gobierno que se abraza con Insfrán después del asesinato de los QOM y avala a Barrionuevo después de los asesinatos en Ledesma.

Precisamente son los medios ligados a la izquierda K los que viene intentando golpear sobre el Frente de Izquierda (algo a lo que lamentablemente ayudan nuestros aliados del PO). Tanto los ataques desde la revista Barcelona, como la comparación con el conjunto de la oposición burguesa en el diario Página 12 o la crítica en 678 apuntan a intentar derribar al verdadero fantasma que los corre por izquierda.

La preocupación de los kirchneristas tiene sustento, pero es preciso seguir dando pasos en el camino de la construcción de una izquierda de los trabajadores, verdaderamente enraizada en los principales lugares de trabajo, en las grandes fábricas y empresas de servicios, con capacidad real de afectar y atacar la producción y la ganancia capitalista. Sólo avanzando en ese camino es posible que la izquierda que ha dado pasos importantes en la escena política nacional en estas elecciones (y que puede seguirlos dando en octubre), sea una verdadera alternativa cuando la crisis internacional empuje a las patronales al ataque sobre las condiciones de vida de las masas.

Desde el PTS venimos dando esa pelea desde hace años. Como se expresó el pasado domingo 14, una parte de esos compañeros y compañeras que comparten las luchas cotidianas en los lugares de trabajo contra las patronales y la burocracia sindical, dio un paso más y militó por el Frente de Izquierda. La actividad de cientos de compañeros y compañeras trabajadoras expresa tendencias en el movimiento obrero que son la base para avanzar en construir una verdadera izquierda de los trabajadores.

Al mismo tiempo es preciso dar pasos concretos en poner de pie fracciones militantes en el movimiento estudiantil que puedan actuar como aliados fundamentales en cada “escuela de guerra” que sea vea obligada a llevar adelante la clase obrera. En esa tarea seguimos empeñados luego de este importante paso que fueron las elecciones del 14 de agosto.