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lunes, 28 de octubre de 2013

Hoy empezamos a hacer historia


Mi amigo Nicolás del Caño se convirtió hoy en Diputado Nacional. Es un gran orgullo. No tenemos ese orgullo tonto de los aparatos que hacen de la conquista de una banca un fin en sí mismo. 
Esta noche, luchando, se conquistó un puesto de lucha. Un puesto de lucha como que el Nico tuvo todos estos años, desde "el llano". Precisamente por eso tengo un enorme orgullo. No hay un gramo de arribismo en todo esto. Las batallas que libramos juntos hace más de 17 años son el verdadero motivo de orgullo.
Hoy dimos una pequeña gran batalla contra el aparato del PJ mendocino. Y ganamos. Ganamos a base de un gran esfuerzo. de perseverancia, de tesón. Ganamos con el esfuerzo de muchos y muchas que hicimos miles de kilómetros para estar en el "campo de batalla".
Ese enorme orgullo es cemento de nuevas batallas por venir. 

EC



lunes, 25 de febrero de 2013

Apuntes sobre estrategia, teoría y política revolucionaria en Trotsky. Debate con Agustín Santella


Por Paula Schaller



En su respuesta a nuestra crítica, Santella sintetiza desde el título el centro nuclear de su posición: en el Trotsky cuartointernacionalista se habría producido una discontinuidad del marxismo revolucionario. Por fundarse la IV como supuesto "agrupamiento aislado de militantes basados en el prestigio de la figura de Trotski ", plantea Santella que "(...) Se dice que Trotski fue un 'estratega del proletariado', pero en el sentido que realiza una 'reflexión' estratégica. Sin embargo, entiendo que el estratega se vincula con la estrategia como algo práctico. Se debe mostrar la relación entre la reflexión y una estrategia operante en el campo de batalla,  un campo en el que se enfrentan fuerzas reales en una guerra. El punto es precisamente que esta estrategia esta ausente. La producción 'estratégica' del Trotski cuartainternacionalista queda como reflexión. Queda entonces separado de la práctica."
Admitimos este eje como centro de la polémica, y comenzamos.

De campos de batalla, combates y estrategas, (o "el combate hace al estratega")

"El método es el combate" dice Clausewitz y, en esto, coincide con Lenin y Trotsky. A diferencia de la lógica general que aplica Santella, para nosotros es precisamente en los '30 que Trotsky consuma su plena estatura de estratega, desplegando combates políticos y teóricos que muestran su profunda inserción en la dinámica viva del proceso real de la lucha de clases y que contenían, de triunfar, la posibilidad de un curso alternativo al de profundas derrotas que minó al proletariado europeo y lo condujo hacia el fascismo y la guerra. La fundación de la IV en el '38 se inscribe no como aventura-desfasada sino como continuidad de este ciclo de combates previos, como resultado de sus lecciones estratégicas. La IV se fundó como apuesta preparatoria para empalmar cuando el nuevo ascenso de masas permitiera la reversión de las derrotas anteriores y el paso del proletariado a la ofensiva.
Santella quiere hacer de Trotsky un "pensador" situado "fuera de la práctica revolucionaria", pero el Trotsky de los '30 no sólo escribió nuevas páginas en el análisis marxista del Estado y del régimen burgués, sino que lo hizo internado en los combates centrales que definieron el destino del siglo. Por eso sus escritos sobre Alemania, Francia y España son verdaderos tratados de táctica y estrategia revolucionaria. A principios de los '30 en Alemania, ante el peligro inminente del fascismo, peleó por una política de frente único defensivo entre comunistas y socialdemócratas para dotar al proletariado de una orientación que le permitiera mantener posiciones, reagrupar fuerzas y estar en condiciones de pasar a la ofensiva cuando lo permitiera una nueva correlación de fuerzas. Su política combatió la criminal orientación del stalinismo que se negaba a la acción conjunta con la socialdemocracia (que dirigía millones de obreros) y desorientaba al proletariado al minimizar el peligro del fascismo igualándolo con la democracia; poniendo en primer lugar la necesidad de un frente único de masas defensivo, incluyendo la autodefensa militar contra las bandas fascistas y todo un programa de reivindicaciones transicionales (control obrero de la producción, abolición del secreto comercial, etc) para fortalecer al proletariado en la lucha por el poder (ver Trotsky, El frente único defensivo)
El propio Santella, que al final de su post hace una reivindicación de Gramsci (aunque, vale decir, sin precisar exactamente cual), debería reconocer que no hubo revolucionario que diera más peso que Trotsky a la defensa de las "trincheras" conquistadas por el proletariado en la sociedad civil como cuestión central en el combate contra el fascismo, una defensa "posicional" como pre-condición para preparar la futura "guerra de maniobra", como planteó en el año 32: “durante muchas décadas, dentro de la democracia burguesa, sirviéndose de ella y luchando contra ella, los obreros edificaron sus fortalezas, sus bases, sus reductos de democracia proletaria: sindicatos, partidos, clubes culturales, organizaciones deportivas, cooperativas, etc. El proletariado no puede llegar al poder en los marcos formales de la democracia burguesa. Sólo es posible por la vía revolucionaria, hecho demostrado por la teoría y por la experiencia. Pero, para saltar a la etapa revolucionaria, el proletariado necesita apoyarse imprescindiblemente en la democracia obrera dentro del Estado burgués. (…) El fascismo tiene por función esencial y única extirpar de raíz todas las instituciones de la democracia proletaria. ¿Tiene o no este hecho una ‘importancia de clase’ para el proletariado? (...) El punto de partida de la lucha contra el fascismo no es la abstracción del Estado democrático, sino las organizaciones vivientes del proletariado en las que está concentrada toda su experiencia (…)" (Trotsky, ¿Y ahora?)
Precisamente porque Trotsky no analiza "sociológicamente" sino como estratega revolucionario, en Alemania planteó la forma defensiva de lucha no como un fin en sí mismo sino como una premisa para preparar las condiciones de la lucha ofensiva por el poder proletario, "La lucha defensiva consistía en el mantenimiento de las posiciones ventajosas en el teatro de operaciones como forma de preparación para las batallas decisivas, donde necesariamente el proletariado debería pasar al ataque. De la habilidad estratégica para lograr este objetivo dependía la fortaleza táctica a la hora de los grandes combates."  (Ver Emilio Albamonte , Matías Maiello: "Trotsky y Gramsci: debates de estrategia sobre la revolución en 'occidente'") Como todos sabemos, esta perspectiva fue obturada por la nefasta política del stalinismo que abrió camino al ascenso del fascismo, pero ¿qué opina Santella sobre estos combates políticos de Trotsky? ¿Estaba o no a la orden del día la pelea por el frente único en Alemania? ¿Acaso podría sostenerse la imagen de un Trotsky teórico, aislado de la realidad, cuando encabezó la lucha por una política alternativa a la del stalinismo y peleó a brazo partido por la construcción de las corrientes que, aunque en minoría, dieron carnadura a esta lucha como la Oposición de Izquierda alemana? Si esta política triunfaba, era otro el destino de Europa y el mundo en su conjunto, porque la extensión de la revolución proletaria era la única perspectiva de evitar la guerra imperialista, lo que muestra que la estrategia de Trotsky tenía un profundo clivaje en las tendencias reales.
Más adelante, con el frente popular en Francia y España, al que vio como "la cuestión principal de la estrategia de clase proletaria de nuestra época" (Trotsky, A donde va Francia),  Trotsky volvería a manifestar su altura de estratega, planteando una política para combatir la colaboración de clases que impulsaba la burguesía como intento de contener la revolución proletaria. En el caso de Francia, donde en el '35-'36 había concentrado su atención por considerar que allí podía producirse un cambio de la correlación de fuerzas en Europa, Trotsky desenmascaró que el Frente Popular era, desde el punto de vista de la estrategia marxista, lo contrario a la táctica de frente único entendida en sentido revolucionario: “La regla del bolchevismo en lo que hace a los bloques era la siguiente: ¡Marchar separados, golpear juntos! La regla de los jefes actuales de la Internacional Comunista es: Marchar juntos para ser golpeados por separado”. (Trotsky, A donde va Francia), ya que conducía a “frenar el movimiento de masas orientándolo hacia la colaboración de clases… hoy que las masas están impacien­tes y listas a explotar, se ha hecho necesario un freno más sólido, con la participación de los ‘comunistas’… [es] una válvula de seguridad del régimen contra el movimiento de masas”. (Trotsky, A donde va Francia)



Pero no sólo se ubicó desde las coordenadas de la estrategia revolucionaria condenando al Frente Popular como una política de colaboración de clases, que desarmaba al proletariado en el marco del ascenso de las tendencias fascistas,  sino que lo hizo buscando permanentemente el dialogo con las masas y las vías para la emergencia de su actividad revolucionaria, planteando como programa el impulso a los comités de acción que se desarrollaban producto del ascenso huelguístico. Los comités de acción podrían para Trotsky operar el pasaje de la lucha defensiva de las masas a su lucha ofensiva por el poder, superando la política de sus direcciones embarcadas en el Frente Popular: "Tareas tales como la creación de la milicia obrera, el armamento de los obreros, la preparación de la huelga general, quedarán en el papel, Si la propia masa no se empeña en la lucha, por medio de sus órganos responsables. Solo esos comités de acción surgidos de la lucha pueden asegurar la verdadera milicia, contando no ya con miles, sino con decenas de miles de combatientes. Nadie sino los comités de acción, abarcando los centros principales del país, podrá elegir el momento de pasar a métodos más decididos de lucha, cuya dirección les pertenecerá de pleno derecho". (Trotsky, Frente popular y comitésde acción)
Tanto en Francia como en España, donde la política del stalinismo bloqueó la última oportunidad de conquistar un triunfo revolucionario capaz de revertir el camino hacia la guerra, Trotsky combinó una política de denuncia del carácter conciliador del Frente Popular con la búsqueda de las vías para la acción independiente de las masas, jugando las reivindicaciones democráticas un rol central en la movilización de éstas. Así, buscó fortalecer la lucha políticamente independiente de las masas contra el fascismo, única forma de combatirlo, intentando aprovechar audazmente cada coyuntura que posibilitara su fortalecimiento y planteara la perspectiva del paso a la ofensiva estratégica del proletariado en la lucha por el poder.
En España, por ejemplo, detectó esa “coyuntura estratégica” en mayo del ‘37: “Si el proletariado de Cataluña se hubiera apoderado del poder en mayo de 1937, hubiera encontrado el apoyo de toda España. La reacción burguesa estalinista no hubiera encontrado ni siquiera dos regimientos para aplastar a los obreros catalanes. En el territorio ocupado por Franco, no sólo los obreros, sino incluso, los campesinos, se hubieran colocado del lado de los obreros de la Cataluña proletaria, hubieran aislado al ejército fascista, introduciendo en él una irresistible disgregación. En tales condiciones, es dudoso que algún gobierno extranjero se hubiera arriesgado a lanzar sus regimientos sobre el ardiente suelo de España. La intervención hubiera sido materialmente imposible, o por lo menos peligrosa. (…) en toda insurrección existe un elemento imprevisto y arriesgado, pero todo el curso ulterior de los acontecimientos ha demostrado que, incluso en caso de derrota, la situación del proletariado español hubiera sido incomparablemente más favorable que la actual, sin tener en cuenta que el partido revolucionario habría asegurado su porvenir para siempre” (Trotsky, León, la verificaciónde las ideas y de los individuos a través de la experiencia de la revoluciónespañola)
Acá se ha analizado, alrededor de la revolución alemana de 1923 que, a diferencia de la difundida vulgarización de Trotsky como teórico de la “ofensiva permanente”, lo que distingue su pensamiento estratégico es situarse desde el combate, la lucha de clases, para combinar de manera dinámica las formas ofensivas y defensivas de lucha, incluso poniendo tácticamente a la defensiva a las fuerzas revolucionarias en momentos del paso a la ofensiva estratégica como la insurrección. Desde esta lógica propuso al POUM impulsar, junto con la izquierda de la CNT, la constitución de un gobierno obrero en Cataluña “como 'bastión revolucionario' para a partir de su defensa desarrollar la revolución a escala nacional, para alzar desde allí el programa de nacionalización de la tierra y su entrega a los campesinos en todo el territorio español, de la liberación de Marruecos, cuya opresión permitía que Franco lo utilizase como base operaciones, etc. En síntesis, levantar las demandas que el programa del Frente Popular había negado explícitamente para desatar las fuerzas revolucionarias que éste se proponía contener. Sin embargo, el POUM reafirmó su política de 'traición al proletariado en provecho de la alianza con la burguesía' que venía criticando Trotsky desde el año anterior" (Ver Emilio Albamonte , Matías Maiello: "Trotsky yGramsci: debates de estrategia sobre la revolución en 'occidente'")
¿Qué opina Santella de estas grandes lecciones de táctica y estrategia revolucionaria? ¿Había que entrar al Frente Popular en España y Francia? ¿Estaba a la orden del día la insurrección en Cataluña en el '37 como bastión desde el cual extender la revolución a escala nacional?
No podemos discutir con el "Trotsky de los 30" recuperando sólo sus brillantes análisis de los distintos regímenes del Estado capitalista, precisamente porque éstos estuvieron puestos al servicio de precisar en cada coyuntura la táctica a desarrollar en función de la estrategia de la conquista del poder por el proletariado.  Ni el triunfo del fascismo en Alemania, ni el freno del ascenso revolucionario francés ni el triunfo de la contrarrevolución fascista en España eran inevitables de antemano. Trotsky alzó en cada caso un programa para el desarrollo de la revolución proletaria, partiendo de las condiciones específicas de lucha en cada coyuntura.

Una vez más sobre la fundación de la IV, el optimismo estratégico de Trotsky y el fatalismo político de Santella

Dice Santella "Mi proposición acerca de un marxismo aislado en Trotski específicamente se sitúa en la tesis sobre el error de la fundación de la Cuarta internacional". Ahora bien, como en política no existe "el vacío", obligadamente tenemos que preguntarnos ¿opina entonces Santella que Trotsky, en lugar de impulsar la fundación de la IV internacional en base a estas grandes lecciones estratégicas de la álgida lucha de clases, debía permanecer en la III Internacional de los "mariscales de la derrota"? ¿Debía Trotsky permanecer en la III Internacional responsable del ascenso del fascismo, de la derrota de la revolución española, embarcada en la política de los Frentes Populares que preparó el camino a la guerra prefigurando la "unión sagrada" con la burguesía? Si la apuesta por la IV es históricamente invalida por que no se hizo de masas, entonces para Santella no existía otra posibilidad más que permanecer adentro de la IC que siguió siendo dirección de las masas pese a su política contrarrevolucionaria.
Es que en su análisis, Santella directamente liquida la posibilidad de "pelear a la defensiva", haciendo del resultado una fatalidad histórica que lo confirma como situación sin salida. El correlato político de esta lógica, que lleva a hacer fetiche de las direcciones de las masas en tanto tales, es la adaptación política y estratégica a estas. Contrario al método de los fatalistas políticos, Trotsky con la IV hizo una apuesta estratégica para desarrollar una de las posibilidades/potencialidades inscriptas en la situación. Si se impuso la estrategia del stalinismo que obturó estas posibilidades, bloqueando el triunfo de la revolución en Italia, Grecia y Francia a la salida de la guerra y negociando con el imperialismo el orden de posguerra, esto de ninguna manera daba por liquidadas las posibilidades de luchar por una estrategia y un curso alternativo de antemano.
La IV fue de alguna manera una "defensa activa" para prepararse para pasar a la ofensiva cuando la situación general lo permitiese, y efectivamente el pronóstico demostró su anclaje en las tendencias reales una vez que, tal como planteó Trotsky, la guerra motorizó el ascenso revolucionario. Si no se pudo derrotar el verdugo stalinista que bloqueó la extensión de la IV, esto no nirgs ni las posibilidades contenidas por la situación ni la necesidad estratégica de la IV, ya que "la estrategia no puede suspender su trabajo", ni aún en los momentos más adversos como la medianoche del siglo del fascismo y el stalinismo.
Para terminar, nos preguntamos ¿puede reformularse una izquierda del Siglo XXI sin un balance del fenómeno más aberrante del Siglo XX en el movimiento obrero como fue el stalinismo y de las vías para combatirlo? Esperamos que continúe el debate.

viernes, 19 de octubre de 2012

La política en Córdoba para "combatir" la violencia familiar: el botón "antipánico"





Prácticamente todos los días en Córdoba nos despierta y estremece la noticia de un nuevo caso de violencia hacia las mujeres, que en doce ocasiones en lo que va del año ya han terminado en femicidios. Mariana, Rocío, Gilda, Vanesa, pasan a ser números para el Estado que luego de alarmase por un par de horas -porque la provincia está en los más altos índices- en la que jueces, policías, funcionarios, etc. se tratan de lavar las manos, todo el mundo se olvida.
 Hace unos días se ha anunciado por los medios de comunicación que el gobierno provincial encontró "la solución" para esta problemática; implementará en los próximos días la entrega de un botón "antipático" a las víctimas (técnicamente: Dispositivo de Seguridad para Violencia Familiar), por el cual apretándolo la victima estaría alertando a la policía de un nuevo hecho para que comparezca al lugar.
Esta política que no tiene nada de casual y  que configura un parche más- con el que quieren mostrar que hacen algo contra este terrible flagelo- , lo único que hace es darle mayor intervención a la institución represora (que torturó doblemente a las compañeras en la época de la dictadura abusando de ellas y robándoles los bebés) que además tiene entre sus filas a montones de buchones que están denunciados por violencia "familiar". A quienes les cantamos en las marchas "policía represor seguro que en tu casa sos un hombre golpeador" el gobierno les da más poder para "cuidar" de las víctimas de este terrible flagelo, como para que se sienta más "segura"...
Pero, este anuncio pomposo implica además, un peligrosa política por la que el Estado se dota de un nuevo y enorme instrumento de control social hacia la población, pues este pequeño aparato tiene un sistema por el cual las fuerzas de seguridad sabrán donde está la persona que lo posea y accione, y hasta podría grabar sus conversaciones y permitirá que la policía actúe instantáneamente, es decir le da más poder a la policía, tal como viene haciendo con todas las políticas para supuestamente "combatir" flagelos terribles como la trata, el narcotráfico, etc.
El cinismo del Estado es enorme, mientras a la violencia hacia la mujer se la disfraza todo el tiempo de violencia "familiar", "doméstica", "pasional" etc. como una operación ideológica en la que pasa a ser un problema "privado", como si socialmente no tuviera que ver la gran violencia sistemática que ejerce el propio Estado hacia las mujeres (prohibiéndole por ejemplo abortar hasta a mujeres que han sufrido vejámenes) y la evidente desigualdad ante la vida que seguimos teniendo las mujeres más allá de los discursos; ahora le otorga más poder a la institución que históricamente y actualmente ha torturado y maltratado a las mujeres...sino preguntémosle a las víctimas como las tratan cuando van a las comisarías a hacer denuncias o buscar resguardo...
Basta!! La violencia hacia las mujeres es inherente a este sistema de explotación y opresión, al que le viene muy bien subyugar doblemente a un 50% de la población, mientras vamos luchando por derribarlo de raíz, es necesario pelear por verdaderos subsidios económicos, refugios y oportunidades laborales dignas para que las mujeres víctimas de violencia puedan salir de ese círculo y reconocerse como sujeto de derechos por los que hay que luchar.

martes, 21 de agosto de 2012

Pequeño homenaje a León Trotsky en el 72º aniversario de su asesinato

Este lunes 20 de agosto se cumplieron 72 años del asesinato del gran dirigente de la revolución rusa. Acá y acá se subieron dos muy buenos posts que dan cuenta de la enorme importancia política y social de Trotsky y del profundo impacto que tuvo en el momento en que le tocó vivir. Aquí, a modo de humilde y pequeño homenaje queríamos traer algo que que Trotsky escribe en las últimas páginas de Mi Vida 

Al terminar la Guerra de los Treinta años, es posible que el movimiento alemán de la Reforma tuviese todo el aspecto de una baraúnda desencadenada por hombres escapados del manicomio. Y en cierto modo, así era, pues Europa acababa de salir de los claustros de la Edad Media. Y, sin embargo, ¿cómo concebir la existencia de esta Alemania moderna, de Inglaterra, de los Estados Unidos y de toda la humanidad actual, sin aquel movimiento de la Reforma, con las víctimas innumerables que devoró? Si está justificado que haya víctimas-y no sabemos de quién habría que obtener, realmente, el permiso-, nunca lo está tanto como cuando las víctimas sirven para imprimir un avance a la humanidad.
Y lo mismo cabe decir de la Revolución francesa. Aquel reaccionario y pedante de Taine se imaginaba haber descubierto una gran cosa cuando decía que, a la vuelta de algunos años después de haber decapitado, a Luis XVI, el pueblo francés vivía más pobre y menos feliz que bajo el antiguo régimen. Sucesos como el de la gran Revolución francesa no pueden medirse por el rasero de "algunos años". Sin la Gran Revolución sería inconcebible la Francia de hoy, y el propio Taine hubiera acabado sus días de escriba de algún gran señor del viejo régimen, en vez de dedicarse a denostar la revolución a la que debe su carrera.
Pues bien: a la revolución de Octubre hay que juzgarla a una distancia histórica aún mayor. Sólo gentes necias o de mala fe pueden acusarla de que en doce años no haya traído la paz y el bienestar para todos. Contemplada con el criterio de la Reforma o de la Revolución francesa, que representan, en una distancia de unos tres siglos, dos etapas en el camino de la sociedad burguesa, no puede uno por menos de admirarse que en un pueblo tan atrasado y solitario como Rusia se haya podido asegurar a la masa del pueblo, doce años después de la sacudida, un promedio de vida que, por lo menos, no es inferior al que se les brindaba en vísperas de la guerra. Ya esto, por sí solo, es un milagro. Pero, claro está que el sentido y la razón de ser de la revolución rusa no es ahí donde hay que buscarlos. Estamos ante el intento de un nuevo orden social. Es posible que este intento cambie y se transforme, fundamentalmente tal vez. Es seguro que habrá de adoptar un carácter totalmente distinto sobre la base de la nueva técnica. Pero, pasarán unas cuantas docenas de años, pasarán unos cuantos siglos, y el orden social que rija remontará la mirada a la revolución de Octubre como el régimen burgués de hoy hace con la Revolución francesa y la Reforma. Y esto es tan claro, tan evidente, tan indiscutible, que hasta los profesores de Historia lo comprenderán; claro está que pasados unos cuantos años...
Bien, ¿y de la suerte que en todo esto ha corrido su persona, qué me dice usted? Ya me parece estar oyendo esta pregunta, en la que la ironía se mezcla con la curiosidad. A ella, no puedo contestar con mucho más de lo que ya dejo dicho en las páginas del presente libro. Yo no sé que es eso de medir un proceso histórico con el rasero de las vicisitudes individuales de una persona. Mi sistema es el contrario: no sólo valoro objetivamente el destino personal que me ha cabido en suerte, sino que, aun subjetivamente, no acierto a vivirlo si no es unido de un modo inseparable a los derroteros que sigue la evolución social.
¡Cuántas veces, desde mi expulsión, he tenido que oír a los periódicos hablar y discurrir acerca de mi "tragedia" personal! Aquí no hay tragedia personal de ninguna especie. Hay, sencillamente, un cambio de etapas en la revolución. Un periódico norteamericano publicó un artículo mío, acompañándolo de la ingeniosa observación de que el autor, a pesar de todos los reveses sufridos, no había perdido, como el artículo demostraba, el equilibrio de la razón. No puede uno por menos de reírse ante esa pobre gente para quien, por lo visto, la claridad de juicio guarda relación con un cargo en el Gobierno y el equilibrio de la razón depende de los vaivenes del día. Yo no he conocido jamás, ni conozco, semejante relación de causalidad. En las cárceles, con un libro delante o una pluma en la mano, he vivido horas de gozo tan radiante como las que pude disfrutar en aquellos mítines grandiosos de la revolución. Y en cuanto a la mecánica del Poder, me pareció siempre que tenía más de carga inevitable que de satisfacción espiritual. Pero, mejor será que acerca de esto oigamos palabras muy discretas, dichas ya por otros:
El día 26 de enero de 1917, Rosa Luxemburgo escribía a una amiga, desde la cárcel: "Eso de entregarse, por entero a las miserias de cada día que pasa, es cosa para mí inconcebible e intolerable. Fíjate, por ejemplo, con qué fría serenidad se remonta un Goethe por encima de las cosas. Y sin embargo, no creas que no hubo de pasar por amargas experiencias: piensa tan sólo en la gran Revolución francesa, que, vista de cerca, seguramente tendría todo el aspecto de una mascarada sangrienta y perfectamente estéril, y en la cadena ininterrumpida de guerras que van desde 1793 a 1815... Yo no te pido que hagas poesías como Goethe, pero su modo de abrazar la vida-aquel universalismo de intereses, aquella armonía interior-está al alcance de cualquiera, aunque sólo sea en cuanto aspiración. Y si me dices, acaso, que Goethe podía hacerlo porque no era un luchador político, te replicaré que precisamente un luchador es quien más tiene que esforzarse en mirar las cosas desde arriba, si no quiere dar de bruces a cada paso contra todas las pequeñeces y miserias... siempre y cuando, naturalmente, que se trate de un luchador de verdad..."
¡Magníficas palabras! Las leí por vez primera no hace muchos días y ellas me han hecho cobrar nuevo afecto y devoción por la figura de Rosa Luxemburgo.
En cuanto a doctrinas, carácter e ideología, no hay en Proudhon, esa especie de Robinsón Crusoe del socialismo, nada que me simpatice. Pero Proudhon era, por naturaleza, un luchador; era, intelectualmente, generoso; sentía un gran desdén hacia la opinión pública oficial y en él ardía esa llama inextinguible del afán acuciante y universal de saber. Esto le permitía estar por encima de los vaivenes de la vida personal y por encima de la realidad circundante.
El día 26 de abril de 1852, Proudhon escribía a un amigo desde la prisión: "El movimiento, indudablemente, no es normal ni sigue una línea recta; pero la tendencia se mantiene constante. Todo lo que los Gobiernos hagan, primero unos y luego otros, en provecho de la revolución, es cosa que ya no se puede desarraigar; en cambio, lo que contra ella se intenta, se evapora como una nube. Yo disfruto de este espectáculo, cada uno de cuyos cuadros sé interpretar; asisto a esta evolución de la vida en el universo como si desde lo alto descendiese sobre mí su explicación; lo que a otros destruye, a mí me exalta, me enardece y me conforta; ¿cómo, pues, puede usted pretender que me lamente de mi suerte, que me queje de los hombres y los maldiga? ¿La suerte? Me río de ella. Y en cuanto a los hombres, son demasiado necios y están demasiado enservilecidos, para que yo pueda reprocharles nada."
Pese al regusto de patetismo eclesiástico que hay en ellas, también éstas son palabras muy bien dichas, y yo las suscribo.

domingo, 3 de junio de 2012

Apuntes sobre estrategia, soviets y el carácter de la época. A propósito del debate con Ariel Petruccelli



Eduardo Castilla

El interesante debate que se viene dando en el blog de Juan Dal Maso nos invitó a escribir sobre algunas de esas cuestiones. En este post queremos enfocarnos en los que son puntos centrales de la discusión a nuestro entender: la cuestión que hace de la democracia soviética como forma política del estado transicional hacia el socialismo y la actualidad de la época de crisis, guerras y revoluciones. 

Soviets y representación política

El compañero Petruccelli señala que “Los soviets fueron una excelente institución para la lucha revolucionaria, pero una base absolutamente inadecuada para gobernar un país” y que “Para administrar una economía y un país entero (no digamos ya el mundo) esto es engorroso”
Es evidente que un sistema basado en la democracia directa tiene que empezar siendo “engorroso” como forma de gobierno. Esto no es un resultado del orden “natural” de las cosas, sino el producto de siglos de “acostumbramiento” de las masas a ser “gobernadas” o “representadas” (en la democracia burguesa). Pero de qué otra forma es posible avanzar hacia una sociedad de plena libertad sino es construyendo una maquinaria estatal donde, como diría Lenin, “una cocinera pueda dirigir los asuntos del estado”, superando la división entre “el campo de lo estrictamente económico” y el “de lo político” (Aricó).
El que los soviets hayan sido una “excelente institución para la lucha revolucionaria” (y para la insurrección y la toma del poder agregamos) es el resultado de su profundo carácter democrático, de su capacidad para actuar como “gobierno proletario”, tomando las reivindicaciones de las masas en su conjunto y llevándolas a la práctica, superando la división entre legislación y ejecución. Precisamente sobre esa base fue posible edificar la “institucionalidad soviética”. Entre los soviets como “órganos de la lucha revolucionaria” y los soviets como “poder organizado” se estableció una continuidad que surge del mismo accionar de las masas que, como se dice acá, rompen las barreras que las separan de la palestra política, derriban a sus representantes tradicionales y, con su intervención, crean un punto de partida para el nuevo régimen”
Así, la forma soviética (con esa u otra denominación) expresa la realidad viva de las masas en acción revolucionaria, superando no sólo a sus organizaciones tradicionales, sino incluso pegando enormes saltos en su conciencia política. Esta perspectiva suena utópica tras tantas décadas de ausencia de revolución, que crearon el sentido común que sólo ve masas capaces de trabajar y “delegar”.
La historia del siglo XX está llena de ejemplos de estas tendencias a la autoorganización de las masas que son frenadas por sus direcciones o derrotadas directamente por la represión estatal. La forma política de democracia burguesa representativa ha sido el mecanismo con el cual han sido frenados muchos de esos procesos. 

El pluripartidismo soviético

En su primer texto, el compañero Petruccelli señalaba que el multipartidismo soviético: ¿dónde existió? ¿por cuánto tiempo? Respuesta: luego de tomar el poder sólo en Rusia, y sólo por unos pocos meses (más o menos meses, según tomemos como criterio su existencia real o su existencia legal: prohibición de partidos y fracciones).”
El programa del pluripartidismo soviético partía de las enormes diferencias que existían al interior de la sociedad en cuanto a su composición social, cultural y política. León Trotsky señalaba en La Revolución Traicionada que “las clases son heterogéneas, desgarradas por antagonismos interiores, y sólo llegan a sus fines comunes por la lucha de las tendencias, de los grupos y de los partidos. Se puede conceder con algunas reservas que un partido es una “fracción de clase”. Pero como una clase está compuesta de numerosas fracciones -unas miran hacia delante y otras hacia atrás-, una misma clase puede formar varios partidos”
Es decir, la norma programática establecida en el programa del trotskismo (que fue también el programa de Lenin) apuntaba a garantizar la plena representatividad de la clase obrera y los explotados en su conjunto. La prohibición de fracciones y partidos de oposición fue una medida excepcional tomada en el medio de una crisis social y política enorme. Precisamente por ello no puede ser elevada a norma absoluta como han intentado mostrarla muchos detractores de la revolución rusa.
Lo que debería analizarse es si la toma del poder por la clase obrera, derrocando el poder de los capitalistas, necesariamente implica un régimen de este tipo como forma de expresar las diferencias sociales realmente existentes. Si la clase obrera rusa, sobre la que escribían Trotsky y Lenin, tenía divisiones en su seno, la actual masa asalariada no escapa a esa realidad. Por el contrario, los años de avance neoliberal han llevado a una enorme división al interior de las filas obreras en todo el mundo. Paralelamente a este retroceso se dieron avances culturales de amplias franjas de las masas que abren el abanico a multiplicidad de gustos, ideas y tendencias en todos los planos de la realidad. El gigantesco salto dado por los medios de comunicación permite además que esas diversas visiones del mundo encuentren expresión abiertamente. ¿Cómo pensar entonces una sociedad donde no haya agrupamientos de todo tipo que expresen esas tendencias sociales?
Tan sólo pensando en términos nacionales, las enormes divisiones objetivas de la clase obrera argentina entre tercerizados, precarizados, trabajadores en negro y en blanco, entre inmigrantes y nativos, entre trabajadores de las grandes ciudades y del interior, así como las divisiones entre la mujer trabajadora y los hombres, imponen bases materiales para el desarrollo de diversas tendencias políticas. De ahí que un gobierno de los trabajadores debería necesariamente tomar características pluripartidistas.

Una necesaria explicación histórica

El compañero Petruccelli, en estos posts, no se pregunta por las razones que llevaron a “La debacle ignominiosa del modelo soviético”. Por el contrario afirma que “a la luz de las evidencias, es inverosímil dar otra respuesta”. Pero es necesario explicarlo a riesgo de caer en un cierto empirismo.
El trotskismo parte de una serie de definiciones que fueron condensadas en La Revolución traicionada. ¿Son válidas las mismas o no? Aquí hemos realizado un análisis profundo de los procesos que surgieron luego de la burocratización de la URSS y los caminos por lo que avanzó la restauración capitalista. Lo hicimos polemizando con las concepciones que se sostuvieron durante décadas en la izquierda mundial. Se nos puede acusar de dogmatismo, ¿pero cuál es la explicación alternativa? ¿Y cómo se da cuenta sino del proceso que aconteció? Humildemente, aquí y aquí tomamos aspectos de ese método para tratar de “apuntar” sobre China en base a información completamente actual. Pueden ser errados los análisis, pero sino cómo explicar la dinámica de la realidad.
Precisamente porque hay que explicar el origen, el desarrollo y las contradicciones concretas del proceso histórico, es que la cuestión del régimen político y social no puede ser analizada en el aire. Para ilustrar el carácter concreto que pueden tomar las formas políticas de la transición al socialismo, nos permitimos una extensa pero excelente cita del año 1934, de un texto llamado Si Norteamérica se hiciera comunista, en la cual León Trotsky señalaba “Norteamérica soviética no tendrá que imitar nues­tros métodos burocráticos. Entre nosotros la falta de lo más elemental produjo una intensa lucha por conse­guir un pedazo extra de pan, un poco más de tela. En esta lucha la burocracia se impone como conciliador, como árbitro todopoderoso. Pero vosotros sois mucho más ricos y tendréis muy pocas dificultades para satisfacer las necesidades de todo el pueblo. Más aun; vuestras necesidades, gustos y hábitos nunca permi­tirían que sea la burocracia la que reparta la riqueza nacional. Cuando organicéis vuestra sociedad para producir en función de las necesidades humanas y no de las ganancias individuales, toda la población se nucleará en nuevas tendencias y grupos que se pelea­rán unos con otros y evitarán que una burocracia todopoderosa se imponga sobre ellos (…) La organización soviética no puede hacer milagros; simplemente debe reflejar la voluntad del pueblo. Entre nosotros los soviets se burocratizaron como resultado del monopolio político de un solo partido, transformado él mismo en una burocracia. Esta situa­ción fue la consecuencia de las excepcionales dificul­tades que tuvo que enfrentar el comienzo de la cons­trucción socialista en un país pobre y atrasado”.
Trotsky partía aquí de la premisa del desarrollo de la revolución social internacional. En la medida en que ésta se extendiera y triunfara en el conjunto de las naciones avanzadas, donde la riqueza social es mayor, sería cada vez menos tortuoso el desarrollo de la lucha de clases y las formas políticas que adquiría esta transición irían variando. El mayor o menor grado de riqueza social y cultura de las masas, son elementos centrales para evaluar los caminos que puede tomar ese desarrollo. Pero el mismo está ligado al avance de la lucha de clases mundial, proceso que fue interrumpido por la traición de los dirigentes del movimiento de masas y la derrota de los débiles partidos revolucionarios en los primeros años post Octubre.  

Época y etapa: la lucha de clases y la historia

La segunda cuestión central en el debate, nos lleva directamente a analizar el carácter de la época. En este caso, nuevamente creemos que se dejan de lado las explicaciones políticas e históricas.
Un aspecto es el que ha criticado Juan acá, cuando señala que se diluye el carácter de la época actual en el devenir de la historia de los últimos siglos. Pero además en el plano de la coyuntura, Ariel Petruccelli señala que “a principios del siglo XX la crisis no era sólo económica, sino total. Por ejemplo, la crisis iniciada en 1929 provocó en menos de un año un verdadero dominó de golpes de estado, cambios de gobiernos por medios no-constitucionales, intentos revolucionarios, ascenso del fascismo, etc. A principio de los años treinta las democracias liberales se habían convertido en casi una anomalía: el grueso de los estados eran o bien colonias, o bien estados independientes con regímenes fascistas o dictaduras militares (más la enorme URSS con su régimen de partido único). Hoy el panorama es el inverso. La crisis iniciada en 2008 sólo condujo a crisis políticas equiparables a las de los años 30 en Medio Oriente”.
¿Pero cómo se explica esto? ¿Por qué la crisis actual no condujo a una debacle abierta e inmediata como en los años ‘30? Porque la burguesía imperialista lo evitó, generando nuevos escenarios de crisis como el que sacude actualmente a Europa por la crisis fiscal de los estados, nacida al calor de los salvatajes de los bancos. Estos mecanismos impidieron que la crisis se transforme en un crack o en depresión de la economía mundial, pero no han impedido que se convierta en una recesión abierta. De allí que los fenómenos políticos tengan ritmos menos acelerados. Aquí y aquí hemos señalado algunos aspectos de esa dinámica europea. Pero lo que debe ser explicado es la diferencia de ritmos como resultante de determinadas acciones de las clases sociales y sus representantes políticos.
Eso altera la forma de manifestación de los rasgos centrales de la época imperialista, pero no su carácter. Ésta, definida por Lenin como “época de crisis, guerras y revoluciones” no puede ser entendida en un sentido abstracto. Nosotros hemos señalado claramente que la época tiene un elemento de carácter algebraico. Es decir, una definición que requiere ser concretizada a cada etapa histórica.
En este sentido (y aquí radica un punto central) es preciso preguntarse si esta etapa es el resultado de un proceso de desarrollo interno del capitalismo o es el resultado de la derrota del movimiento de masas. Los avances de la burguesía y el neoliberalismo durante las últimas décadas tienen una explicación fuertemente ligada a la lucha de clases. En América Latina fueron necesarias directamente dictaduras militares que impusieron los dictados del capital imperialista con campos de concentración y miles de desaparecidos. En Europa el período neoliberal se asentó en la derrota de durísimas luchas de la clase obrera como la huelga de los mineros ingleses o de los controladores aéreos norteamericanos.
Pero mirando el período aún más hacia atrás, la clase obrera y las masas pobres tuvieron en sus manos la posibilidad de conquistar el poder político, pero a su cabeza estaban direcciones fuertemente integradas al régimen capitalista. Esas direcciones fueron responsables de las derrotas o desvíos de esos procesos. Salvo que se quiere caer en el fatalismo histórico y decir que esa era la única salida posible a esos procesos, entonces es necesario sacar las conclusiones de la acción misma de las direcciones.

Una época convulsiva

León Trotsky señala aquí que “El carácter de la época no consiste en que permite realizar la revolución, es decir, apoderarse del poder a cada momento, sino en sus profundas y bruscas oscilaciones en sus transiciones frecuentes y brutales”
Esas oscilaciones son el resultado de las contradicciones estructurales de la época que se vuelven a poner de manifiesto, de manera exacerbada, luego de haberse evitado su estallido a fines de los años 70 mediante un avance sobre las condiciones de vida de las masas, un elevación de la tasa de ganancia global basada en la conquista de una parte del mundo, hasta el momento vedada abiertamente al capital imperialista, y la consecuente incorporación de un enorme ejército de trabajadores (más de 1000 millones de personas) que deprimieron el salario mundial y permitieron aún más avances del capital sobre la fuerza de trabajo.
Precisamente, como se señala acá, estamos viendo los límites de ese período, lo cual puede hacer que los valores algebraicos de la época de crisis, guerras y revoluciones, empiecen a concretarse bajo otros parámetros. De allí que la preparación consciente para giros bruscos de la situación, saltos a izquierda o derecha, donde como señala Trotsky en la obra citada anteriormente. Esa preparación, como señala Juan Dal Maso, implica una "actividad (que) se orienta a una práctica constante en el movimiento obrero, la juventud y la intelectualidad para aportar a la recomposición de una subjetividad revolucionaria".




jueves, 2 de febrero de 2012

Apuntes sobre China, el trotskismo y la revolución política (2º Parte)


Decíamos ayer que el programa de la revolución política desarrollado por Trotsky era la única alternativa posible para frenar la burocratización del estado obrero ruso e impedir que eso se transformara en la base del proceso de restauración capitalista. En los orígenes del estado obrero chino, éste surge directamente como una forma social deformada y degenerada, en la cual el control político es ejercido por una burocracia independiente del movimiento de masas, la misma que inicia el camino de la restauración capitalista.
Sin embargo, la misma contradicción que se hallaba presente en la URSS entre las bases sociales del estado (donde no existía la clase capitalista) y la burocracia estatal que defendía sus privilegios, también se podía detectar en China.

Dirección, estrategia y restauración

Dado que “el socialismo no se construye mecánicamente, sino conscientemente”, la estrategia que tenga la dirección de una revolución es fundamental para determinar los pasos en la “construcción socialista”. En el caso chino, fueron los mismos dirigentes de la revolución de 1949, los que impulsaron, luego del fracaso del Gran Salto Adelante y la crisis de la Revolución Cultural, las reformas pro-mercado y la política de convivencia con el imperialismo como parte del proceso de modernización.
Perry Anderson señala que “a la puerta de las reformas, quizá la más decisiva de todas las diferencias entre Rusia y China se encontraba en el carácter de su dirección política. Al mando de la RPCh no estaba un funcionariado aislado e inexperto, rodeado de asesores y publicistas infundidos de un ingenuo Schwärmerei (entusiasmo) por todo lo que fuera occidental, sino unos curtidos veteranos de la Revolución original, dirigentes que habían sido colegas de Mao y que habían sufrido con él, pero que no habían perdido ninguna de sus habilidades estratégicas”.
En esto hay una diferencia abismal con la revolución rusa. En el caso de la gran gesta del ‘17, la dirección que había tomado el poder fue perseguida y aniquilada por la burocracia estalinista. En agosto de 1937, contra aquellos que querían ver en el estalinismo la continuidad del bolchevismo, León Trotsky escribía “La exterminación de toda la vieja generación bolchevique, de una gran parte de la generación intermedia que había participado en la guerra civil, y también de una parte de la juventud que había tomado más en serio las tradiciones bolcheviques, demuestra la incompatibilidad no solamente política, sino directamente física, entre el bolchevismo y el estalinismo” (Bolchevismo y stalinismo, Pág. 19. Ed. El Yunque)
Como puede verse, la estrategia de la dirección no es un problema secundario (como opinaba Sartelli en nuestro debate) sino central en la perspectiva de la construcción del sistema socialista a escala internacional.

“El estado soy yo”

En La Revolución Traicionada, Trotsky también señaló que La burocracia, considerada en su conjunto, se preocupa menos de la función que del tributo que ésta le proporciona. La casta gobernante trata de perpetuar y de fortalecer los órganos de coerción; no respeta nada ni a nadie para mantenerse en el poder y conservar sus ingresos”.
La burocracia defiende las raíces sociales del estado obrero “con sus propios métodos”. Es decir que la defiende en cuanto sostiene la fuente de sus privilegios. Pero empujada por la necesidad de asegurar estos, avanza en el intento de hacer sus formas de dominio más estables y duraderas. Intenta convertir su control sobre los resortes del estado en control efectivo y legitimado sobre los medios de producción. De esta contradicción surgen las tendencias a la restauración capitalista.
Bajo este régimen “Los medios de producción pertenecen al Estado. El Estado "pertenece", en cierto modo, a la burocracia. Si estas relaciones completamente nuevas se estabilizaran, se legalizaran, se hicieran normales, sin resistencia o contra la resistencia de los trabajadores, concluirían por liquidar completamente las conquistas de la revolución proletaria” (Trotsky)
Estas tendencias estuvieron presentes desde el principio en el estado obrero chino. Hoy, a pesar de los años transcurridos desde el inicio de las reformas pro-mercado, la burocracia estatal no termina de reciclarse en nueva clase dominante. Al lado de la burguesía imperialista y de los nuevos millonarios chinos, todavía subsisten millones de funcionarios que tienen en el control del estado su razón de ser.
El libro La actualidad de China tiene la virtud de evidenciar de manera constante ese interés de casta. Por ejemplo, el autor español recuerda que a principios de los noventa “la industria farmacéutica necesitaba sangre, y la campaña llegó a ser muy popular entre los campesinos pobres, que encontraron una inesperada fuente suplementaria de ingresos. También fue popular entre los funcionarios, que enseguida vieron sabrosos negocios, y se llevaron la parte del león. Errores garrafales en la higiene y los procedimientos, como la mezcla de la sangre y la inoculación a los donantes de los glóbulos desde contenedores no esterilizados, produjeron una masiva difusión de enfermedades como el SIDA y la Hepatitis B y C” (Pág. 174)
Aparte de un elemento de anarquización de la economía como decíamos ayer, los privilegios de la burocracia y su desprecio por la vida de las masas, son un elemento latente que anuncia nuevas convulsiones de la lucha de clases.

La revolución política

Frente a la combinación de creciente caotización de la economía planificada y las tensiones que generaban los privilegios de los que gozaba la burocracia del estado, Trotsky planteó en 1936, el programa de la Revolución política: La revolución que la burocracia prepara en contra de sí misma no será social como la de octubre de 1917, pues no tratará de cambiar las bases económicas de la sociedad ni de reemplazar una forma de propiedad por otra. La historia ha conocido, además de las revoluciones sociales que sustituyeron al régimen feudal por el burgués, revoluciones políticas que, sin tocar los fundamentos económicos de la sociedad, derriban las viejas formaciones dirigentes (1830 y 1848 en Francia; febrero de 1917, en Rusia). La subversión de la casta bonapartista tendrá, naturalmente, profundas consecuencias sociales; pero no saldrá del marco de una revolución política.”. La Revolución Traicionada.
Del derrocamiento político revolucionario de esa casta que preparaba las condiciones de la restauración capitalista, dependía la posibilidad de regenerar el estado obrero ruso. Asimismo, si en los años posteriores a la revolución china, hubiera podido forjarse un partido revolucionario con la estrategia del trotskismo, podría haber sido un factor actuante frente a las diversas crisis que sacudieron el país hasta el inicio de las reformas en 1978. Contra esto, conspiró el papel jugado por algunas de las principales corrientes del centrismo trotskista internacional que se hicieron apologistas de la figura de Mao Tse-tung.  

Paz interior y comercio exterior: la fórmula ganadora

La estrategia del “socialismo con características chinas” se expresó además en la ausencia de una perspectiva revolucionaria internacionalista.
En la polémica con Sartelli citábamos a Ted Grant “China –al igual que con el acuerdo diplomático con Pakistán y la gira del Primer Ministro Chou en Lai por África– imita el comportamiento de la burocracia rusa para intentar encontrar amigos. En Zanzíbar llegaron a un acuerdo con el sultán antes de que éste fuera derrocado; no hicieron ninguna crítica a los gobiernos de Tanganica, Uganda y Kenia cuando éstos recurrieron a las tropas británicas contra sus propias tropas amotinadas”.
Esto coincide con lo que escribe Anderson “Una cautelosa amistad, en vez de un antagonismo calculado, había creado las condiciones para que los cuarteles generales del capital mundial, y su variado surtido de afiliados regionales, ya estuvieran preparados para ampliar el apoyo  financiero al menor signo de un movimiento en China hacia el mercado”.
Los avances del capitalismo, la política de convertir a China en la gran ensambladora del mundo, se sostuvieron sobre el exceso de mano de obra barata, compuesto por un gigantesco ejército de reserva de millones de campesino. De ahí el “milagro chino”.
Pero en esta transición se mantienen infinidad de contradicciones, hoy reforzadas por la crisis internacional en curso que afecta a China, limitando su crecimiento. Señalemos algunas que se desprenden de la lectura del libro de Poch-de-Feliu.
Contra lo que parece sostener Perry Anderson, el problema campesino se reformula bajo la presión del avance capitalista. Hay varios factores que “actualizan” el problema campesino: la presión de los gobiernos locales y las empresas por la tierra para instalar nuevas empresas y hacer autopistas, la contaminación surgida de las mismas que afecta la salud de millones, las relocalizaciones que implican pérdidas de tierra y vivienda, además de estafas por parte de funcionarios, la miseria en la que viven que obliga a emigrar a los jóvenes y a sus familias a depender de las remesas que envían aquellos desde las ciudades. A raíz de esto, el proletariado chino emigrante (entre 150 y 200 millones de trabajadores y trabajadoras) mantiene profundos vínculos con ese enorme campesinado. Esta relación puede expresarse en la lucha de clases en el futuro como un factor progresivo.
La burocracia que aún mantiene un peso central en el poder del estado, hace sus propios negocios, mientras avanza en su reconversión como clase dominante. Pero la crisis internacional en curso impone límites a este “florecimiento” de los negocios chinos y por ende al surgimiento de nuevos sectores burgueses, en el marco de un peso central de los monopolios imperialistas. Parece ser que precisamente por ello, el saqueo y el pillaje de las burocracias locales se exacerban. En esto se expresa la contradicción entre el aparato del estado, aún dominado por la burocracia y las formas capitalistas extendidas por todo el tejido social.
Los avances de la restauración, como se explica acá y acá, aceleran esas contradicciones. Han generado un enorme desarrollo desigual y combinado, con muchos elementos potencialmente explosivos, como el mayor proletariado del mundo, trabajando en condiciones de extrema explotación, un enorme campesino viviendo en condiciones de pobreza y siendo atacado por los avances capitalistas y el saqueo de los funcionarios estatales.
A causa de ello, hoy la burocracia es la más interesada en sostener la estabilidad política del país. En una entrevista al Director de desarrollo urbano de Pekín, éste respondía “cualquier acción que perjudique la estabilidad social, ya sea de parte de funcionarios o de parte de los ciudadanos, será tratada con firmeza (…) China es un país muy grande y atravesamos un período crítico, así que la prioridad del gobierno es el desarrollo. La estabilidad es la premisa (…) o resolvemos bien todos esos problemas de calentamiento económico, urbanización, contaminación y desigualdad social, de tal forma que el desarrollo económico y social sea parejo, o bien nos mantenemos en una época de crisis y latinoamericanización” (entrevista en Pág. 215)

La crisis internacional en curso puede acelerar el conjunto de estas tendencias y llevar a mayores choques entre la burocracia del estado, las patronales imperialistas y el nuevo y poderoso proletariado. Esas nuevas convulsiones seguramente serán un factor actuante de la lucha de clases internacional.