sábado, 24 de noviembre de 2012

Apuntes sobre el 20N: disidencia por izquierda y emergencia de la izquierda trotskista

Eduardo Castilla

El 20N fue una gran acción del movimiento obrero que abre tendencias al desarrollo de una nueva situación donde sea creciente la intervención de diversas capas del pueblo trabajador. Las decenas de ejemplos que se pueden leer aquí ponen de manifiesto la enorme fuerza de las demandas no resueltas entre las masas trabajadoras, bajo el gobierno del “Nunca menos” que ahora, como dice el amigo Esteban, es directamente el gobierno del “menos”.
En este sentido, la huelga superó en potencia a la dirección que había convocado de manera timorata. Fue la contracara del 8N en cuanto a composición social y demandas, pero aquella jornada (al igual que el 13S) fue su antesala al adelantar y evidenciar que se podía golpear al gobierno. Si la clase media recurrió a aquello que tiene en su arsenal de medidas de lucha (la movilización masiva) la clase obrera recurrió a la huelga general como muestra de su poder social, paralizando al país. La fuerza social expresada hizo renacer la historia de las huelgas generales y múltiples debates sobre la fuerza de los trabajadores. Si bajo el kirchnerismo parecía que la imagen predominante del movimiento obrero eran los dirigentes sindicales burocráticos en actos con el gobierno, el 20N inaugura una nueva tradición. Las imágenes del momento son las calles vacías, los piquetes con banderas obreras y la cara de estupor de CFK.
El paro evidenció una gran oposición política al kirchnerismo, cuestionando aspectos importantes de su programa social, atacando el discurso mítico del “gobierno que más hizo por los trabajadores”, pero sin ser aún el neto pasaje de la estructura a la esfera de las superestructuras complejas (...) en la cual las ideologías ya existentes se transforman en "partido" (Gramsci). Esto ni por izquierda ni por derecha. Lo que se abre es un período de transición y, como dice FR está en construcción una nueva coalición que le permita a los "grupos dirigentes"  garantizar la continuidad en el ejercicio de su hegemonía”. Los tiempos y los caminos de esta construcción no son precisamente un rosedal, aunque espinas hay de sobra.
La crisis entre el gobierno y la clase que fue parte esencial de su base social en estos años, abre un terreno de disputa que puede cuajar en un reciclaje de las viejas formaciones políticas burguesas (acordado con el kirchnerismo o en franca oposición al mismo) pero al mismo tiempo abre el camino a la construcción de una corriente de izquierda de peso en franjas extendidas del movimiento obrero, superando los límites de estos años y retomando la tradición que fue rota por la dictadura del 76. Contra todo “esencialismo peronista”, las actuales condiciones la abren la puerta a la izquierda revolucionaria que ya tiene en su haber posiciones conquistadas, como quedó en evidencia en el mismo 20N.

Gobernabilidad, régimen político y giros coyunturales

El 20N fue la segunda gran acción contra el gobierno protagonizada por sectores de masas en menos de dos semanas, abriendo una nueva situación política y contribuyendo a agudizar los problemas de gobernabilidad que ya arrastraba CFK. Si ante el 8N, Cristina reivindicaba el país de los “excluidos”, frente al 20N no puede más que agitar un discurso rabioso como dice FR acá, por sus propios límites para dar respuesta a las demandas de las masas pobres y el pueblo trabajador, como se señala en este artículo. La “extorsión de los piquetes” es el “argumento” multiuso frente a la fuerza de la acción obrera, ante la imposibilidad de dar resolución a las demandas.  
Estas acciones ponen un nuevo límite a la gobernabilidad del kirchnerismo, pero por izquierda. No estamos ante la  delaruización de CFK (algo que la Corpo bien podría empezar a agitar en las próximas semanas) pero se abre un período donde, a pesar de mantener mayoría en las cámaras parlamentarias, las tendencias centrífugas crecerán al interior de la coalición de gobierno. ¿Cuáles son las variantes que se abren para evitar la perspectiva del “pato rengo”? ¿Se puede ir a un gobierno de mayor unidad con el peronismo de las provincias, a través de un pacto con gobernadores, como se señala acá? ¿Cambio de ministros para lavar la cara de este gobierno “colonizado” por La Cámpora, como pedía Fidanza y reseñamos acá luego del 8N? Precisamente el angostamiento de la base social obliga al gobierno a variantes de coalición política, lejos del cristinismo cerrado de estos meses.
Ambas hipótesis suenan probables, pero de difícil avance sin que en el medio “corra mucha sangre”, porque la camarilla K lanzó dardos, peleó seriamente y armó todo tipo de trampas (solamente recordar la crisis del pago de aguinaldos con Scioli) contra muchos “gobernas”. Además, existen las escalas en política. Una cosa es subordinar a Fellner y otra a De la Sota que, como si fuera poco, quiere ser presidenciable. Las negociaciones con Scioli tienen el mismo límite. Precisamente por eso, el “giro hacia el peronismo” tiene todos los límites que implica hacerlo en un momento de debilidad, luego de sendos golpes de masas. El cristinismo debe intentar alguna negociación en una situación en que, como dice E. Meler, no hay dirigentes territoriales, no hay masa sindical y popular. No hay plaza, en una palabra que a lo mejor no resume todo lo dicho. Y este gobierno necesita plazas, plazas propias”.
Esa secuencia de pérdida del control de la calle, de crisis al interior del personal político, de respuestas ofensivas con poco terreno bajo los pies, constituye los gérmenes de nuevas crisis futuras, si el gobierno no avanza hacia medidas que amplíen la base política de sustento. Si en todo caso, vamos hacia formas políticas de coalición más claras, donde el kirchnerismo negocie su continuidad, la crisis internacional sigue siendo una espada de Damocles sobre el país que puede amenazar todo compromiso inestable.

Disidencia por abajo y oposición política

Una ventaja para la izquierda revolucionaria en este período es la unidad de objetivos (es decir de programa) entre las alas de la burguesía. La crisis de la oposición patronal (que debe cerrar sus brechas internas) responde en parte a esa unidad de objetivos. A pesar de la demagogia ensayada por De la Sota hace días en relación al impuesto al salario, no hay opción opuesta en las alas de la burguesía. El socialismo en Santa Fe, el mismo De la Sota en Córdoba o Macri en Capital no puede mostrar ninguna gestión cercana a las necesidades de las masas populares. Es por eso que el 8N se corresponde más con ellos que el 20N. Si, como dice el blog K (en crisis) Tinta Limón El gobierno tiene deudas heredadas y deudas producidas” ninguna fracción de la oposición patronal puede mostrar haber saldado esas deudas en su feudo.
Esto es lo que limita la tarea estratégica de las alas opositores de la burocracia sindical, que intentan subordinar la acción obrera a las variantes políticas de oposición. La “guerra de desgaste” de la burocracia opositora golpea al gobierno, hace entrar en crisis a la burocracia oficialista (que tiene que admitir la justeza de los reclamos) pero aún es insuficiente para generar una nueva fuerza política burguesa que pueda reclamar la adhesión de las masas.
Esto no quiere decir que, en las elecciones del 2013, las fuerzas políticas de oposición burguesa no encuentren un terreno para una cierta relegitimación en el camino al 2015. Pero este “campo de batalla” también puede ser utilizado ampliamente por el Frente de Izquierda, a condición de dejar claramente asentada una perspectiva independiente de clase.

Burocracia sindical e izquierda trotskista

El control que mantiene la burocracia peronista sobre la enorme mayoría de las organizaciones sindicales constituye un hándicap para la dominación capitalista. Esta casta es la garantía de los límites a la acción por las demandas obreras. La “policía” al interior de las filas obreras. Como quedó en evidencia en este paro, las burocracias se dividieron entre un carneraje abierto y una convocatoria tibia, como parte de la “estrategia” que señalamos antes.
Pero la continuidad de esa burocracia es un eslabón débil en el control capitalista de las masas. Su brutal desprestigio ante la base obrera, que cuestiona sus privilegios y su forma de vida burguesa, así como su atadura a los intereses de empresarios y el estado, son condiciones para el desarrollo de corrientes de oposición en el seno de la clase trabajadora, abriendo brechas por las cuáles se puede colar la izquierda revolucionaria. La disidencia por izquierda que se potencia con el 20N, puede dar lugar a la ampliación de las tendencias a la intervención del movimiento obrero, no sólo aquellos sectores agrupados en los sindicatos (una fracción menor del conjunto) sino también de los millones que se encuentran fuera de los mismos. La crisis de la vieja representación del movimiento obrero, sumado a las “deudas heredadas y producidas”, abren el espectro para la emergencia de la izquierda que, cómo quedó señalado en todos los medios, fue un factor actuante central en el paro y en los piquetes que ayudaron a garantizarlo.
Si a fines del periodo menemista (que se continuó bajo la Alianza) el factor de contención-control al movimiento de masas estuvo integrado por el tándem MTA-CTA-CCC, hoy las cosas tienen otro cariz. La forma puede parecer similar, pero el contenido es distinto. Aquel MTA contaba con el poder de fuego de la UTA, entonces dirigida por Palacios. LA CTA era una central unificada bajo las órdenes de De Gennaro y hoy hay dos centrales debilitadas. En aquellos años, la variante de izquierda que se ubicaba dentro de este frente de contención era la CCC, una corriente reformista y frentepopulista con peso en el interior del país y una figura de peso como el Perro Santillán, que fue parte orgánica de llevar los reclamos de las masas detrás de variantes patronales, acorde a su estrategia de conciliación de clases.
En este paro del 20N vimos la actuación de la izquierda que se reivindica clasista y en particular de los trotskistas del PTS que estuvimos en los principales piquetes de los accesos a la Capital, así como interviniendo en distintas provincias, planteando claramente una perspectiva independiente de las variantes burocráticas y sus políticas de apoyo a sectores burgueses de oposición. En el marco del bloque que convocó al paro, la delimitación política es esencial para la izquierda revolucionaria. Como escribe Paula Varela La presencia de Sobrero en la mesa de la crema de la burocracia sindical, no aclara, oscurece. Porque impide (o para ser más justos, obstaculiza) la diferenciación entre confluir en la acción y confluir en el proyecto político”. Agreguemos la presencia de Buzzi en la misma conferencia y el cóctel está completo.
Precisamente porque se trata de un momento de emergencia de la lucha de clase obrera que puede tener una dinámica ascendente, es central la batalla por una clara delimitación programática y estratégica que no confunda las banderas de las clases sociales en lucha. Sobre eso debatimos aquí con los compañeros de Izquierda socialista, alrededor de su apoyo a cacerolas y gendarmes. Lo que expresó la fuerza de la clase obrera es la perspectiva del desarrollo de la hegemonía proletaria, es decir de su capacidad de dirección sobre el conjunto de las masas pobres del país, tomando la representación de sus intereses y sus demandas.
Pero la hegemonía no es un a priori, sino una construcción política que depende del accionar de la vanguardia obrera combativa y de la izquierda. Si la izquierda clasista en los años 60’ no pudo conquistar fracciones de peso antes del inicio del ascenso revolucionario que se dio con el Cordobazo, la crisis del gobierno, en el marco de la debilidad de la burocracia sindical, abre una oportunidad para dar pasos en esa perspectiva. Las batallas en el interior del movimiento obrero sindicalizado no pueden estar disociadas de las batallas en la juventud trabajadora, entre los sectores precarizados, en negro, inmigrantes y entre las mujeres trabajadoras. La pelea por la conquista de la hegemonía implica una batalla contra las tendencias “naturalmente” sindicalistas que impone la acción dentro de las organizaciones sindicales.



sábado, 10 de noviembre de 2012

El cristinismo en su debacle. Algunos apuntes sobre el 8-N




Por Eduardo Castilla

No es preciso ahondar en lo que se ha dicho en demasía y constituye la imagen del fenómeno: clases medias medias y altas que se movilizaron más ampliamente que hace casi dos meses. Reclamos más mesurados y una ubicación ideológica menos a la derecha. Pero en el fondo de estas imágenes de revuelven los límites del régimen burgués argentino para canalizar elementos del descontento de masas. En este buen post de FR se analizan algunas de las cuestiones estructurales que hacen la masividad de esta manifestación y las tendencias a la acción directa que son parte de la vida nacional hace años ya.
La situación profundiza una serie de contradicciones en el kirchnerismo que tendrá que verse hacia donde evolucionan. Lo que es seguro es que todos los opositores quieren cobrarse su parte de la deuda y hacen política, o sea declaraciones, en ese sentido. Hay que ver que dinámica toma todo. 

“Escuchar al pueblo”

Casi es la única consigna que levantan los opositores. Acá se pueden leer las declaraciones del Gallego De la Sota, de Macri y muchos más, exigiendo que el gobierno tome nota de los reclamos. Pero este pedido se choca contra la pared. ¿Qué significa exactamente que el gobierno tome nota? ¿Qué levante los cepos al dólar? ¿Qué remueva a Moreno? ¿Dejar la guerra contra Clarín?
Hacer esta exigencia implica pedirle al kirchnerismo que se autoliquide como camarilla que controla el poder del estado. Ignacio Fidanza lo dice claramente La histórica movilización del 8N tomó el Obelisco y pinchó la burbuja del relato en la que se mecían los kirchneristas. La presidenta necesita de manera urgente salir de su zona de confort: tiene que designar gente idónea en el gabinete, que ignore la pavada revolucionaria y trabaje sobre las demandas sin respuesta”. Si bien no hay nada de “revolucionario” (ni siquiera de mínimamente rebelde) dentro de la Cámpora, esta es una clara exigencia de retorno del viejo peronismo que, de la mano de Néstor, supo congraciarse con todo el mundo. Los Larroque, los Recalde y muchos otros serán buenos para alentar sonrisas en las arengas parlamentarias, pero son una estrecha base para gobernar en una Argentina donde el 54% es una imagen tan del pasado como un cuadro de Gardel.
Pero como señalan todos los medios, el gobierno reaccionó minimizando el cacerolazo o “ignorando a donde apuntan” al decir de Aníbal. Precisamente porque la contradicción de fondo es la que señalamos más arriba. El carácter de camarilla del kirchnerismo sólo pudo sostenerse sin grandes crisis y tener continuidad en los años de vacas gordas (o soja alta para ser precisos). Pero cuando la economía internacional tuvo un giro copernicano, fue preciso poner coto a tanto “populismo” con todas las clases y virar en redondo a garantizar (se) divisas. El precio que tuvo que pagar por su primera intentona fue la terrible lucha de la 125. Ahí empezó a verse la debilidad estructural del kirchnerismo. Debilidad que pudo ser paliada en dos ocasiones, pero que ahora tiene algunos problemitas. 

Lenta declinación…pero no tan lenta.

Las masivas movilizaciones son un golpe importante al gobierno. Golpe que, por un lado, le da cierto aire al desarrollo de la oposición patronal mientras que, por el otro, le pone límites a una recuperación política del kirchnerismo. El Turco Asís, con la perspicacia que lo caracteriza, dice que “es imposible que Nuestra César, sin ideas y con la calle tomada, pueda encarar, con algún optimismo, auspiciosamente, la Tercera Recuperación”. Y, desde nuestro punto de vista, algo de razón tiene.
Si el 2008 (crisis del campo) y 2009 (derrota electoral con De Narváez en Buenos Aires) fueron episodios sorteados gracias a las endeblez de la oposición patronal y a factores económicos internacionales (como el crecimiento de los precios de los comoditties) en un mundo todavía tironeado por los BRICS, este último elemento empieza a agotarse como se señala acá, aunque algunos datos de Brasil indiquen tendencias a la recuperación en estos últimos meses del 2012 y anuncien crecimiento para el 2013.
En anteriores crisis, dentro del terreno de la política, el kirchnerismo pudo salir a la ofensiva “por izquierda” con la Ley de Medios, la nacionalización de los fondos de las AFJP y la AUH, entre otras medidas. Pero los cartuchos cada vez se agotan más rápido. De aquellas banderas, la única que se hoy se agita con fuerza es la primera. Pero el 7-D, fecha emblema de la batalla contra la “Corpo” puede quedar en la nada misma. Como escribió un cronista estrella de los K hace algunos días, si Clarín no desinvierte o desmonopoliza, “El Estado (…) no confiscará ni expropiará (…) No se suspenderán transmisiones, no habrá apagón informativo, al menos provocado desde el Gobierno”. Es decir, como dice la “Corpo” el 7-D no tiene porque pasar nada. En este sentido, las ilusiones discursivas acerca del cambio en la actitud del gobierno son simétricas a las ilusiones discursivas acerca de la aceptación por parte de Clarín de la nueva ley.
A este panorama de estancamiento, le podemos sumar que la bala de plata de este año (la nacionalización de una fracción menor de YPF) se quemó muy velozmente, dando lugar al ruego por inversiones a Chevron y otras compañías yanquis. Los anuncios acerca del estudio de la re-estatización de los trenes, cumplen el papel de zanahoria para engañar a la llamada izquierda K durante el tiempo por venir. Con los argumentos de la “defensa del modelo” seguramente los “obligarán” a aceptar nuevos sapos en el futuro.
Si el kirchnerismo tuvo capacidad de seducción en estos años se debió más a lo terribles que fueron los noventa que a sus logros reales. Estos son los elementos de desgaste profundo que emergen, preanunciando crisis políticas y realineamientos de todo tipo. Si como dice el refrán, no hay peor ciego que el que no quiere ver, entre las tropas K, hay un festival de ceguera política. Por ejemplo, el bloguero P Abel que escribe “Nada nuevo; en una situación muy distinta, hace 4 años también una gran cantidad de argentinos se movilizaron contra el gobierno. Ni entonces ni ahora alcanzó a cambiar por sí la correlación de fuerzas. Y en esos momentos tenían una conducción, gremial, aceptada: la Mesa de Enlace, y la situación institucional, la derrota del gobierno en el Senado, era más delicada”.
No, nada nuevo. Sólo cientos de miles de personas en las calles. El cómo se desarrolle el movimiento de las cacerolas es algo que está por verse. Aquí se analizan algunas opciones, además de introducir elementos de crisis política en curso. Pero el 2013 será una prueba para ver que sale de todo esto. Si las cacerolas pueden devenir política organizada es algo que no se puede saber aún. Por lo pronto, la oposición trabaja en un armado hacia ese objetivo, pero eso todavía es música del futuro. Como señala M. Wainfield, está lleno de problemas y  “el primero es que ese “colectivo 46” dudosamente exista en cuanto tal, unido y organizado. El segundo, más específico, es que una alternativa político-electoral requiere un esbozo de programa (…) no hay en plaza una oferta de programa económico alternativo al oficialista”.
El 46% antiK no existe aún como entidad. ¿Se puede conformar? Es la pregunta del millón. La otra pregunta, que es por dos millones, es en dónde. Afuera del PJ es un problema enorme como se viene viendo. Adentro del PJ se libra una batalla. Algunos tienen la espada desenvainada, como De la Sota. Otros aguardan, pero pueden ser depositarios de las esperanzas nacidas al calor del 8N, como parece ocurrir con Scioli. De eso habla también Alfonsín en estas horas, como se puede leer aquí

Acción directa, clases medias y movimiento obrero

Aquí se intentó mostrar un abanico social más amplio del que se moviliza, incluyendo al movimiento obrero industrial. Hace casi dos meses, Susana Viau había cumplido el mismo papel, sobredimensionando la amplitud del cacerolazo en ese entonces. Pero es evidente que la acción de las clases medias, su salida a las calles y sus reclamos, influyen entre la clase trabajadora, a distintos niveles pero lo hacen. Y no es para menos, dado que el kirchnerismo tiene ya en su haber inflación, límites a los aumentos salariales, la continuidad de la precarización laboral y la tercerización, el trabajo en negro. Y, sobre todo, tiene casi diez años de gestión con altos índices de crecimiento. Como se ha dicho ya, la clase obrera argentina actual no tiene motivos profundos para “dar la vida por Cristina”. De ahí que los reclamos de sectores medios influyan sobre la clase trabajadora, agudizando el descontento.
La ubicación de Moyano y Micheli es parte de estas tensiones entre franjas de la clase trabajadora y el gobierno. Pero aún esas críticas emergen atadas a los reclamos de sectores patronales. Precisamente el rol de los dirigentes sindicales, tanto aquellos que se oponen como los impotentes dirigentes aliados al gobierno, ponen una traba fundamental a acciones propias de los trabajadores que puedan reclamar por lo suyo. Desde este punto de vista, encontramos otro límite del “proyecto”. La clase obrera no puede hoy ser movilizada a favor del gobierno (contra las acciones “destituyentes”) tanto por la limitada gradación de conquistas obtenidas como por el rol de la conducción burocrática al frente de sus organizaciones. Si la burocracia sindical del primer peronismo fue incapaz de enfrentar el golpe del ‘55, la burocracia actual ni siquiera es capaz de cortar media calzada en “defensa del modelo”. Esa burocracia de los Martínez, de los Lescano y de los Caló, entre otros, tuvo su continuidad y fortalecimiento durante la era K.
Desde este punto de vista, las tendencias que emergen por abajo, se expresan tanto en el plano de la recuperación de las organizaciones sindicales, como se puede ver acá como en la existencia de duras luchas contra las patronales y regímenes brutales, como se ve en el Norte argentino, con la lucha de los Ingenios (ver acá). El desarrollo de una perspectiva clasista extendida en estas organizaciones y el conjunto del movimiento obrero puede ser un motor que ayude a la intervención independiente de la clase trabajadora en esta situación de creciente desgaste del gobierno. A eso es preciso apostar. 


miércoles, 7 de noviembre de 2012

Apuntes sobre el triunfo de Obama. Bases, contradicciones y algo sobre las perspectivas



Eduardo Castilla

Hace pocas horas terminó la incertidumbre que reinaba en la principal potencia del mundo. Muchos dicen respirar aliviados. Entre ellos se encuentran la mayoría de los países de la UE y China que consideran favorable la victoria del ala moderada dentro de la burguesía imperialista de EEUU, frente al ala más declaradamente “americanista”, aunque en el fondo, como bien se ilustra acá, haya pocas diferencias entre ambas.
En el interior del gran país del norte millones de latinos festejan que no ganó el multimillonario al cual el 47% de los estadounidenses no le importan. El huracán Sandy pasó hace apenas una semana y, según muchos analistas, ayudó al triunfo de Obama. Pero no todo es alegría. El 7,5% de desocupación actual puede volver a elevarse y golpear a millones. El problema de la vivienda sigue siendo una crisis social profunda.  A pesar del triunfo, la luz al final del túnel, más que la esperanza, es la locomotora de la crisis internacional que sigue avanzando sobre la tierra donde Obama acaba de ser reelegido. Acá algunos apuntes sobre la elección y las perspectivas abiertas.

Rommey, el enemigo de los latinos y los pobres

Un elemento central en el triunfo de Obama estuvo dado por el voto de latinos y jóvenes. Como dice este diario español “Romney venció anoche por 18 puntos entre los blancos y entre los jubilados. Pero perdió por goleada entre los jóvenes y entre las minorías, que se engancharon a la política con Obama hace cuatro años y que esta vez volvieron a votar por él. El resultado confirma que los republicanos se enfrentan a una trampa demográfica de la que tienen que liberarse cuanto antes si no quieren permanecer varios años apartados del poder. Ningún conservador logrará llegar a la Casa Blanca si no suaviza la retórica contra los hispanos”
El voto hispano se inclinó masivamente hacia el candidato demócrata. Según algunas encuestas, entre el 71 y el 75% de los votos de ese origen fueron a Obama y entre los jóvenes de entre 18 y 29 años, esa votación fue la mayor. Y este es un dato central porque Se calcula que 12,2 millones de hispanos podrían haber acudido a las urnas el martes, según datos de la Asociación Nacional de Funcionarios Latinos Electos y Designados con sede en Washington, lo que representa un aumento del 26% en comparación con los 9,7 millones que lo hicieron en las elecciones presidenciales de 2008” (ver acá). Ese voto latino tuvo importancia fundamental en estados como Ohio que estaban en el centro de la disputa. Avanzó recortando incluso las distancias en feudos tradicionalmente republicanos como en la comunidad cubana del sur de Florida”.
A esto hay que agregar, por lo menos, tres razones más. Por un lado El Huracán Sandy ayudó a Obama de otra manera. Le permitió mostrar su capacidad para liderar en crisis de una manera muy contundente y puso en evidencia su capacidad para trabajar con criterio bipartidista. Según una encuesta a boca de urnas, 15% dijo que ello fue un factor en su decisión de votar por Obama”. La actitud de “líder nacional” durante el huracán le permitió a Obama lograr la felicitación del gobernador del estado de New York, un republicano que había sido terriblemente crítico en los meses previos.
Por otro lado, Rommey era realmente un mal candidato. Tanto por su origen social como por las brutalidades que evidenció a lo largo de la campaña, le permitió a Obama mostrarlo como el candidato rico al que no le importa la población y sus problemas. El ejemplo paradigmático de esto se mostró cuando fue filmado en secreto y apareció despreciando al 47% que no pagaba impuestos a la renta.
El tercer elemento es el peso de la “herencia recibida”. La cronista de Clarín en EEUU apunta sobre Obama Durante su presidencia, tres millones de estadounidenses más quedaron sin trabajo. El déficit presupuestario aumentó 4.000 millones de dólares. El dólar como moneda de reserva en el mundo fue cuestionado. La pobreza y la desigualdad fueron en aumento” y al mismo tiempo señala que “Una encuesta de la agencia AP indicó ayer que el 60% de los norteamericanos culpa a George Bush por los problemas económicos que padecen”.
Millones se hicieron eco del pedido de “esperanza” de Obama y de continuidad para terminar lo que no había podido hacer. El enorme fracaso de la presidencia Bush, tanto a nivel nacional como mundial, tuvo un peso importante a la hora de darle otra oportunidad a Obama. Como sostiene el columnista de NYT, Thomas Friedman “La mayoría parecía estar diciendo a Obama: "No lo entendí muy bien la primera vez, pero vamos a darle una segunda oportunidad." Se trata entonces de un voto “Esperanza y cambio: Part 2” señala el periodista.

“Precipicio fiscal” y crisis políticas anunciadas

El triunfo presidencial no alteró el esquema de poder anterior, ya que los republicanos mantuvieron el control de la cámara baja. Esto quiere decir que el presidente demócrata está obligado a negociar en el futuro para llevar adelante su gestión, que no precisamente es un camino de rosas.
Según se señala acá y acá, lo que se asoma en el futuro inmediato es impedir el “precipicio fiscal”, es decir la negociación para evitar llevar adelante o moderar los duros recortes por 600.000 millones de dólares que implica el final de la prórroga de exenciones fiscales para la mayoría de estadounidenses. Ese programa fue el resultado de un compromiso inestable entre demócratas y republicanos, en un congreso controlado por los segundos.  
Precisamente, este sigue siendo uno de los talones de Aquiles de la administración Obama, lo que implica un límite enorme a las “esperanzas” reseñadas por Friedman. Si bien, desde las elecciones del 2008 Obama perdió sólo dos estados (Indiana y Carolina del Norte), como señala el NYTSu margen en el Colegio Electoral fue más fuerte, pero incluso si gana Florida, que se mantuvo muy reñida, será el primer presidente desde Franklin D. Roosevelt en ganar un segundo mandato con un menor número de votos electorales que su primera elección, lo que sugiere la estrechamiento de su coalición”. El mismo diario cita el jefe de la bancada republicana, quién afirmó que "El pueblo estadounidense reelegido el presidente y ha reelegido nuestra mayoría en la Cámara" (…) Si hay un mandato, es un mandato para las dos partes a encontrar un terreno común y tomar medidas en conjunto para ayudar a nuestra economía a crecer y crear empleo".
Este “empate” en el régimen político es que el plantea que están abiertas todas las tendencias a una mayor lucha entre ambos partidos a futuro, lo que implica crisis políticas como la que vimos en estos años. Obama, en su discurso post triunfo, ha querido mostrarse por sobre los partidos, llamando al trabajo en común para solucionar el problema fiscal y el conjunto de los problemas de las masas. Está obligado a hacerlo. Así lo afirma el Financial Times Obama hará un nuevo esfuerzo bipartidista para atraer a un Partido Republicano que le causó mucho daño en su primer mandato. En la parte superior de su lista figuran la reducción del déficit y la reforma fiscal- ambos temas diseñados para atraer a una inclinación más pragmática al Partido Republicano”.

Polarización social y fenómenos en los extremos

Pero la tendencia al esfuerzo bipartidista, que tiene su raíz en la división política y en la necesidad de avanzar en la crisis fiscal, tiene su límite en la profunda polarización política y social, que es la que se ha expresado en el voto. En la nota que reseñamos más arriba de Friedman se encuentra un elemento central de la misma. El analista señala que “El Partido Republicano ha perdido dos elecciones presidenciales consecutivas porque obligó a su candidato a correrse tan lejos a la derecha para pasar las primarias, dominado por su base ultraconservadora, que luego no pudo acercarse lo suficiente al centro para avanzar en la elección nacional (…) tienen que tener su propia reforma. La centro-derecha tiene que aclarar las cosas con la extrema-derecha, o va a ser un partido de minoría durante mucho tiempo”.
Otro ejemplo de estos problemas de Rommey, se señala aquí: su peor adversario no fue el presidente sino el fuego amigo de un partido republicano escorado en unas posiciones demasiado conservadoras en asuntos como los anticonceptivos, el aborto o la inmigración. Tampoco fueron una ayuda para el candidato las posiciones maximalistas del Tea Party en asuntos fiscales, que le obligaron a trazar un programa incoherente que proponía el imposible de reducir el déficit sin subir los impuestos ni rebajar el gasto militar”.
Aquí se ha señalado que En Estados Unidos, la polarización política y la crisis del bipartidismo se expresó primero por derecha en la emergencia del Tea Party y luego por izquierda en el surgimiento del movimiento Occupy Wall Street que (…) puso de relieve con su consigna del “99% contra el 1%” un cierto avance ideológico con respecto a su antecesor más inmediato, el movimiento “no global”, al ubicar en el centro del conflicto el enfrentamiento a los ricos, aunque sin que esto signifique haber adoptado una perspectiva claramente anticapitalista, y muchos terminen votando por Obama como mal menor”.
Seguramente una parte importante de esta subjetividad ha sido un componente del voto a Obama. Precisamente aquí radica otra contradicción. El voto al “mal menor” frente a Rommey, está cruzado por la necesidad del mismo estado norteamericano de poner límites a los problemas fiscales, ante la crisis capitalista en curso, lo que implica profundizar los recortes a las prestaciones sociales. Los ritmos y la profundidad de los mismos seguramente estarán determinados por el nivel de tensión y los choques entre ambos partidos. Esta parece ser la tarea central a enfrentar, con todas las contradicciones antes señaladas. En este marco, las “esperanzas” pueden tender a desvanecerse más o menos pronto, dando lugar a nuevos fenómenos políticos de todo tipo. 


sábado, 3 de noviembre de 2012

Apuntes sobre la coyuntura política de Jujuy y las tareas de la izquierda revolucionaria.

Posteamos en este caso a los compañeros del PTS de Jujuy y estos apuntes sobre la situación política en esa provincia. 
 
 
Por Gaston Ramírez
 
Desde el lanzamiento electoral de la Tupac Amaru , a “cancha llena” junto a los funcionarios de la colisión kirchnerista, “Unidos y Organizados”, se agitó todo el arco de los partidos patronales. El primer grito lo pegó, “Don” Gerardo Morales, que al “tin tin” de su cacerola, volvió a exigirle a Fellner “orden en las calles”. El gobierno no se tardó, y ordenó una feroz represión, el mismo día en que el PJ festejaba la lealtad al peronismo. Nada más contrario aquella gesta histórica que supieron dar miles de trabajadores y pobres urbanos contra la proscripción del régimen infame. En el Barrio Malvinas fueron 16 hs de “palos y balas” de la policía, más de 100 los detenidos y decenas los vecinos heridos por oponerse a las instalaciones de la empresa de energía EJESA que causa terribles daños a la salud. Al otro día, el gobierno ratificó la represión y lanzó un grito de guerra a todos los vecinos que calificó de “inadaptados”. Hace dos meses, en el suplemento N°2 de LVO – Jujuy, advertíamos que “Fellner avanza en la judicialización de los que lucha. La UCR la pide”. A decir verdad, nos quedamos cortos…
Pero aquellos que más bien, se mostraban preocupados por los “costos electorales” para el PJ que le puede implicar la Tupac , fueron superados por los mismos acontecimientos, que irrumpieron en un supuesto apacible escenario pre electoral hacia el 2013. Por un lado, la brutal represión policial; y por el otro, la firme decisión de resistir de cientos de jóvenes, mujeres y trabajadores de Malvinas que pusieron el cuerpo en las calles cansados de los atropellos y el desprecio por sus vidas de las empresas y el gobierno.
 
El gobierno K en Jujuy asume el mandato de orden y represión contra los que luchan
 
La mano dura de Fellner, sorprende a algunos que venían acostumbrados a sus mandatos anteriores donde privilegió el diálogo y el consenso, (aunque cuando tuvo que reprimir no dudo en hacerlo y su policía mató en 2003 a los compañeros Cuellar e Ibañez en Ledesma). Veamos un breve repaso de sus mandatos: durante el primero junto al alicaído menemismo asumió como piloto de tormentas conteniendo a los desocupados con planes. Luego devenido duhaldista acompañó la devaluación del salario y esperó la llegada de Kirchner, para asumir como uno de sus brazos derechos, llegando a ser el jefe de la Cámara de Diputados durante su gobierno y el primero de Cristina. Ahora, en su tercer mandato, se ajusta a las exigencias del momento. Ante las tendencias al agotamiento del modelo K y el “fin del nunca menos”, pretende mediante la represión y el hostigamiento de la Justicia , poner un freno a las aspiraciones y a la acción directa de los sectores más postergados y que menos se beneficiaron durante los años de fuerte crecimiento económico. Estos sectores en la provincia son enormes, más del 50% tiene empleo precario y son miles los desocupados que viven de changas  y 73 mil los que tienen problemas de vivienda. El casi nulo avance del tan anunciado plan “un lote para cada jujeño que lo necesite”, junto a las amenazas de judicializar a todos aquellos que tomen tierras, es un claro ejemplo de concesiones y más de cómo se van terminado los tiempos promesas del FPV jujeño. Pero también de cómo el gobierno pasa a utilizar, cada vez más, el aparato de Estado para imponer su voluntad a favor de grandes empresas como EJESA, las mineras o grandes terratenientes, como sucedió el año pasado cuando la policía mató a tres jóvenes trabajadores -Ariel, Felix y Juan- solidarios con los sin techo, para defender la propiedad del empresario genocida Blaquier.
 
El relato “progresista” que nunca asumió
 
Así, lejos parece quedar el discurso de derechos humanos que desde Nación y La Cámpora , pretendían que asuma el gobierno provincial hace unos meses cuando iniciaron los juicios contra los genocidas. Nuestras advertencias a muchos que se mostraban optimistas, luego del retraso por años de los juicios, no eran solo por los vínculos estrechos entre genocidas como Blaquier. Es savido que Fellner junto a funcionarios del gobierno como el ex Secretario de Turismo y Cultura, Nocetti, que fueron parte de los asesores legales de la empresa. Ni hablar por la defensa de Fellner al ex gobernador Barrionuevo que ordenó la represión del año pasado en Ledesma para salvar las tierras del ingenio. Sino tambien, porque con el objetivo de contener y desviar el proceso abierto con la rebelión de 2011, como planteamos en el reciente número 28 de la revista “Estrategia Internacional”:“… el kirchnerismo desarrolla un “poder formal” por arriba, con un relato progresista “nacional y popular”, pro derechos humanos y a favor de los trabajadores y el pueblo, pero basado en un “poder real” conformado por los “barones” del peronismo (intendentes y gobernadores), la burocracia sindical y las policías bravas, como la Bonaerese como “modelo”.”  
 
El Gobierno, la Tupac y el régimen de dominio
 
En este marco el lanzamiento de la Tupac abre toda una serie de interrogantes electorales. Por un lado, en un escenario de relativa calma de la economía, y cuando el cristinismo no tiene garantizada la sucesión, aparece la especulación sobre el caudal de votos en disputa y los espacios de poder entre el Fellnerismo y otras alas del PJ como la del vice gobernador, Jenefes, y como arreglarían con la Tupac hacia el 2013. El peso y la fuerza de las más de 50 mil personas organizadas a través de la asistencia del Estado Nacional mediante las cooperativas de vivienda, planes sociales, escuelas, colegios, hospitales, fábricas textiles, etc. le permite a los dirigentes de la Tupac tener un fuerte poder propio para disputar “mano a mano” espacios de poder, cargos, legisladores, concejales, etc. y abrirse paso frente al PJ y concertar alianzas electorales. De todo esto, teje y maneje, no podemos descartar duras fricciones y hasta episodios de ajustes de cuentas como acostumbran.
 
Pero por fuera del mero cálculo de los votos, la entrada al sistema electoral de la Tupac implica un cambio importante entre en su relación con el Estado. El presupuesto millonario que todos los meses gira la Nación a esta organización, ya definimos, no es por su denodado oficialismo; en realidad, es al revés. Su adhesión al kirchnerismo es el resultado del financiamiento público. Esta decisión de los K, fue tomada como parte de los mecanismos de contención de miles de pobres y desocupados a través de un proyecto asistencialista a escala que tuvieron que implementar para desviar la lucha por el trabajo genuino y por demandas democráticas elementales como la vivienda, la salud y la educación. A la vez, que su dirección jugó a desgastar, cooptar, expropiar y llegó hasta amedrentar a todos aquellos que luchaban cuestionando los sueldos miserables del gobierno, como fueron los docentes y múltiples reclamos en los barrios pobres. Un importante despliegue a modo de bombero para apaciguar la lucha de clases, lo jugó la Tupac , y en Ledesma actuando junto a la CCC , para desactivar las tomas de tierras a la espera del plan del gobierno a cambio del manejo de tierras y cooperativas.
 
De esta manera, establecieron en los hechos un régimen de gobierno fundado en un pacto entre el PJ y la Tupac , aunque en más de una oportunidad tuvieron roces propios del poder y seguramente los sigan teniendo. Un acuerdo en el cual, la UCR de Morales, entró como socia menor del PJ, quedando luego al mando de la ciudad de San Salvador, a cambio de actuar como una oposición “responsable”. Sólo así de conjunto pudieron garantizar los negocios capitalistas en la provincia posteriormente al 2001 y que los empresarios amasen fortunas durante los años de la recuperación económica.
 
La presentación electoral de la Tupac tiende a integrar aún más a esta organización al Estado, reforzando los mecanismos de control y contención de sus bases, apelando a formas democráticas como es la posibilidad de contar con candidatos propios, aunque en sus propias bases sea muy resistido el manejo verticalista de la dirección. Es así que el régimen de hecho montado por los K en Jujuy, más allá de las tensiones entre la Tupac, Feller y Morales, con la Tupac totalmente integrada como “pata izquierda” del régimen bonapartista conservador de Fellner y Jenefes, va a intentar perfeccionar los mecanismos de control y desvío de la lucha de clases de los más desposeídos. Aunque, esta maniobra de la Tupac, se da hacia el fin del modelo y cuando sectores populares pierden las expectativas y comienzan a emerger a la acción directa, superando muchas veces a las mediaciones reformistas como sucedió en la toma de tierras o en otros casos directamente rechazando su presencia como sucedió con los vecinos de Malvinas frente a la Tupac.
 
Los límites de la mano dura y la contención frente al emerger obrero y popular
 
El intento de Fellner de constituir un gobierno de orden, más “clásicamente feudal” como los de muchas provincias del interior, choca con las aspiraciones de amplios sectores del pueblo trabajador que ven en su acción directa, la única, manera de resolver reclamos como el de vivienda, salud, educación o la cuestión ambiental en los barrios. Pero también, los límites a la mano dura están en los sectores ocupados, como vimos en Salta con la crisis política que se le abrió al gobernador Urtubey luego de la brutal represión sobre los azucareros de El Tabacal. En los ingenios de Jujuy la mano dura difícilmente sea aceptada sin resistencia, porque nos encontramos con un fuerte espíritu combativo y antiburocrático que se expresa en el despertar de los obreros, las mujeres y familias, tal como vimos en la huelga de 16 días en La Esperanza, y posteriormente en la recuperación del sindicato, contra el intento de la patronal que contó con el aval de Fellner para que vuelva la burocracia. Pero es en los cientos de jóvenes y mujeres precarizados, cansados de la prepotencia, los aprietes y la discriminación de la policía de todos los días en los barrios donde se encuentran enormes reservas de combatividad. No es casual, que son quienes vienen jugando un rol de vanguardia en los enfrentamientos con la policía, por eso, la mayoría de los detenidos y lamentablemente, muertos, son menores de 30 años. Estos sectores, también expresan un rechazo a toda forma de regimentación y control clientelar, por eso, el plan de la Tupac de desviar cada lucha que “se les va de las manos” al regimen y contener a traves de cierta espectativa electoral hacia sus candidatos electorales.
 
Organizar ampliamente la bronca y la combatividad de los de abajo contra el gobierno
 
En las acciones y luchas de los más postergados como en el despertar de los azucareros se expresan tendencias profundas que muestran la potencialidad del pueblo trabajador para hacer frente a los gobiernos que reprimen al servicio de los empresarios. De aquí, que una de las tareas de primer orden de la izquierda es preparar un trabajo paciente y sistemático en las organizaciones obreras y estudiantiles que permita ganar fuerza a través de campañas y movimientos amplios de jóvenes y trabajadores contra la represión, la precarización laboral, los derechos de las mujeres trabajadoras y por la cárcel a Blaquier y todos los genocidas, desplegando amplias banderas democráticas y por los derechos de los trabajadores. Las recientes elecciones en la Facultad de Humanidades por fuera de todo el clientelismo del PJ, muestran que también existe un sector de alrededor de 300 estudiantes que votan a la izquierda, que va desde la izquierda reformista-populista hasta la izquierda trotskista del PTS. El año pasado fueron casi 10 mil los votos en toda la provincia para el Frente de Izquierda que presentó la única alternativa independiente y de lucha contra el gobierno y los patronales. Desde allí contamos con un punto de apoyo para desplegar la organización democrática y de bases de decenas de jóvenes que se preparen para confluir con los trabajadores y sectores populares, mostrando así, una alternativa política y de lucha en las calles que entusiasme a cientos y miles. Si se puede. Desde los sectores de vanguardia de la clase trabajadora y la juventud, levantando un programa de exigencia a las directivas gremiales que le dan tregua al gobierno o aquellas que sólo levantan demandas para sus afiliados, para que articulen el frente único, y un programa que de respuestas a todos los reclamos obreros y populares, ganando base en los barrios, para enfrentar al gobierno y a las patronales. El PTS y su juventud en el NOA se proponen encarar este desafío con todas sus fuerzas.

jueves, 1 de noviembre de 2012

Entre las “disputas por el peronismo” y el conformismo “nac&pop”



Por Eduardo Castilla

Hace pocos días Juan Carlos Torre, uno de los principales estudiosos del movimiento obrero argentino escribió acerca de las pujas al interior del peronismo, como expresión de la lucha por “la hegemonía sobre el principal partido nacional del país y, en ese carácter, un recurso estratégico para definir el derrotero del futuro político de la Argentina”. Dada la crisis que atraviesa el conjunto de la oposición patronal (cómo se evidencia por ejemplo acá) se puede decir que esta afirmación tiene validez, en tanto y en cuanto se concretice el carácter de ese “recurso estratégico”.
Pocos días después, Edgardo Mocca, desde el extremo opuesto del arco político y cultural, señalaba en la revista Debate que hoy Perón sigue siendo, casi cuatro décadas después de su muerte, protagonista de la batalla política” y que “de la tradición peronista provino la dirección del proceso de transición que sucedió a la catástrofe de fines de 2001 y los gobiernos elegidos con posterioridad (…) tanto el gobierno de Cristina Kirchner como sus principales desafiantes actuales abrevan en esa historia o procuran establecer sólidas alianzas con sus portadores (…) no es extraño que la batalla sucesoria ponga la invocación peronista en el centro de la escena”
La “invocación peronista” se extiende a través de la geografía política argentina, desde el mismo gobierno hasta Moyano y De la Sota que, hace pocos días, se despachó con una versión “novedosa” (por no decir absurda) de un Perón “antiautoritario” allá por el año 74. Sí, 74, leyeron bien. El año del Navarrazo, del despliegue abierto del accionar de las Tres A, de la reforma del Código Penal y del ataque a los “estúpidos imberbes” en Plaza de Mayo. Los afiches que convocaban a este acto del día de la Lealtad, mostraban una foto de Rucci junto a Perón, reivindicando, como ya lo viene haciendo, a la histórica derecha peronista.
Si quienes disputan el movimiento “desde la derecha” acuden a una figura central del período como fue el burocrático dirigente de la UOM y la CGT, quiénes pretenden hacerlo “desde la izquierda” apelan al Perón “nacional y popular”. En su intento de justificar al gobierno toman, degradadas, parte de las banderas del peronismo histórico, pero aggiornado, para acomodarlo al momento actual. De lo contrario, se corre el riesgo de terminar chocando con su propio gobierno. 

La “teoría” de la “contradicción principal”

En estos días de discusión acerca del peronismo, la misma se agudizó por la reciente votación de la modificación del régimen de las ART. Allí el gobierno puso de manifiesto su claro carácter pro-patronal, despertando el rechazo de propios y extraños, como se vio en las columnas de periodistas de Página12 y en las protestas de muchos blogueros K.
La ley Mendiguren obligó nuevamente a hacer malabares para seguir justificando el apoyo al gobierno. Frente a eso, en este blog se resucitó la “teoría” de la “contradicción principal” que impone el apoyo al gobierno, más allá de las contradicciones “secundarias”. Esta definición es tan vieja como el peronismo mismo y fue utilizada para justificar el apoyo al nacionalismo burgués en sus orígenes por muchas corrientes políticas de izquierda. Carlos Altamirano relata que la ruptura de Rodolfo Puiggrós con el PC significó, en lo teórico-político, la utilización de “los mismos términos y los mismos enunciados de base respecto del proletariado, el imperialismo, la independencia económica, la burguesía nacional (…) para formular una definición diferente del peronismo y de los dos campos antagónicos-la contradicción principal-(…) el gobierno peronista representaba a la burguesía nacional y la táctica justa era aliarse e incluso colaborar con él en la lucha contra el imperialismo”. (pág. 31)
Abel Fernández, a pesar de su rechazo a la aprobación de la reforma de las ART retoma esta discusión para afirmar que “Las grandes empresas son mucho más hostiles que el sindicalismo al control del Estado; además, la mayoría de ellas, las más poderosas, son extranjeras, lo que agudiza el conflicto. Y si considero que éste es el enfrentamiento estratégico, es porque estoy convencido que el Estado argentino necesita desarrollar más, no menos, poder”.
Si la contradicción principal para Puiggrós, y el conjunto de la llamada “izquierda nacional”, fue entre “imperialismo y nación”, para el kirchnerismo la actual contradicción supone la aceptación de la dominación imperialista, pero con “control” por parte del estado nacional. Si el peronismo de los orígenes no pudo resolver las contradicciones profundas que implicaba superar la tutela imperial sobre el estado nacional, menos aún lo podrá hacer el kirchnerismo.

Ascenso y límites históricos del nacionalismo burgués

Un desarrollo mayor de esta discusión se puede leer acá, pero nos parecía central volver sobre los límites de las experiencias nacionalistas-burguesas, porque ponen al desnudo que “la contradicción principal” no pudo ser resuelta por las mismas, ni siquiera en su momento de mayor independencia del imperialismo.
Los nacionalismos burgueses que irrumpieron en la escena latinoamericana en los años 50 y 60 fueron, entre otros motivos, subproducto de los límites de la hegemonía imperialista en la región con el “todavía no” de un pleno dominio de EEUU y el “ya no más” del dominio británico. Tanto Vargas en su último período, como Perón, Arbenz y Paz Estensoro (MNR) en Bolivia expresaron esta tendencia. Pero los mismos mostraron toda su impotencia social y política para enfrentar el dominio imperialista.
Liborio Justo cita a uno de los intelectuales que justificaban al MNR, quien escribía “En nuestros países, que aún tienen pendiente su problema nacional, las fuerzas sociales, como resultado de su evolución ‘desigual’, se han debilitado de tal manera que ya no pueden expresarse mediante partidos políticos únicos y sólo lo hacen a través de frentes nacionales de clase, con intereses coincidentes en el momento de las insurrecciones decisivas (…) con este carácter, embrionariamente policlasista se han impuesto -aunque con diferentes matices-entre nosotros, el “Frente de Liberación Nacional” en Guatemala, el “Peronismo” en Argentina, y el Movimiento Nacionalista Revolucionario” en Bolivia”.
Pero en la Revolución Boliviana de 1952, el MNR enfrentó el ascenso de las masas, intentando liquidar las tendencias abiertas con la insurrección del 9 de abril del 52, donde la clase obrera había conquistado sus milicias y derrotado al ejército, dando origen a un “doble poder” expresado, por un lado en el “camarada presidente” y, por otro, en las organizaciones sindicales y en la COB en particular. Paz Estensoro oponía la realización de la “revolución nacional” a la de la “revolución social” como freno al desarrollo de la lucha de clases, lo que llevó al retroceso del ascenso y a un giro creciente a la derecha en los años posteriores (ver acá).
Para ilustrar la impotencia política frente al avance de la hegemonía imperialista en la región, Milcíades Peña, en sus textos sobre el peronismo, afirma que “En junio de 1954, Castillo Armas  y sus bandoleros ocupan Guatemala. En Agosto, tras una campaña de escándalo bien orquestada, los generales brasileños suicidan a Getulio Vargas, quien molesta al capital brasileño-norteamericano con proyectos de salario mínimo, introducidos “como criminal fermento de agitación en el seno de la clase trabajadora” (…) Más de un antiperonista pensó, en Buenos Aires, que había llegado el momento de merecer el tercero” (Pág. 521)
Del conjunto de estos procesos, el mismo Che Guevara, en abril de 1961 extraía la conclusión de que “En muchos países de América existen contradicciones objetivas en las burguesías nacionales que luchan por desarrollarse y el imperialismo (…) no obstante estas contradicciones, las burguesías nacionales no son capaces, por lo general, de mantener una actitud consecuente de lucha frente al imperialismo. Demuestran que temen más a la revolución popular que los sufrimientos bajo la opresión y el dominio despótico del imperialismo” (Cuba: ¿Caso excepcional o vanguardia en la lucha contra el colonialismo?)
En Argentina, el golpe contra el peronismo puso de manifiesto que la “representación política de la burguesía nacional” era “inconsecuente” (y absolutamente cobarde añadamos) en la pelea frente al imperialismo. Alejandro Horowicz afirma que “más que en las dotes militares de Lonardi, más que el arrojo de sus oficiales, más que en su capacidad de nuclear en su torno, la victoria se alienta en un solo punto: la decisión de Perón de no combatir(pág. 164). Por su parte Peña, detallará: “el único éxito importante de la “Revolución Libertadora” fue la captura del gobierno en la provincia de Córdoba, con la activa colaboración armada de la pequeño-burguesía, la burguesía y el clero locales” (pág. 528). Como ya hemos señalado en este blog, en Córdoba, el 55’ evidenció un carácter verdaderamente masivo que revistió el apoyo al golpe de la Libertadora por parte de amplias franjas de la población cordobesa, incluidos sectores del movimiento obrero”.
Si el peronismo de los orígenes no fue capaz de enfrentar al imperialismo seriamente, como no lo hizo el conjunto de los nacionalismos burgueses, el kirchnerismo, como versión ultra-degradada sólo puede esbozar un discurso vacío. Ya no se “combate” por la “liberación nacional” ni contra el dominio imperialista en el país aunque éste, en choque directo con todos los discursos, se haya profundizado como hemos reseñado acá.

1946, 1952 y 2012

En su explicación de los límites del gobierno, Abel se ve obligado a aclarar que “Este gobierno no es el del Perón que inicia su mandato en 1946: no cuenta con la adhesión política de la gran mayoría de las Fuerzas Armadas y de Seguridad, ni con una estructura militante del sindicalismo (ni tampoco con el apoyo de la Iglesia, dicho sea de paso). Está respaldado por la legitimidad de los votos y la Constitución. No es el gobierno de Perón, porque la Argentina de hoy dista mucho de la del ´46”.
En realidad se parece (y mucho) al gobierno que se inicia en el 52. Por esos años, Perón afirmó que los trabajadores “han estado sumergidos, pobrecitos, durante cincuenta años: por eso yo los he dejado que gastaran y que comieran y que derrocharan durante cinco años todo lo que quisieran (…); pero indudablemente, ahora empezamos a reordenar para no derrochar más”
Si el Congreso de la Productividad y los límites a los pedidos salariales en ese momento fueron funcionales a las necesidades de una clase capitalista que había visto degradarse sus ganancias y a la necesidad de obtener la entrada de capitales extranjeros que aportaran a la modernización de la estructura industrial, la Ley de reforma sobre las ART viene a tomar uno de los principales reclamos del conjunto de la patronal desde hace años. De allí el alborozo empresarial.   
La “nacionalización” de YPF no se distancia del convenio con la Standard Oil. Lejos de cualquier épica antiimperialista, la “ofensiva” es hacia la captación de capitales como se reseña acá. Incluso el mismo gobierno tiene que poner “paños fríos” como lo ilustra esta nota del Cronista que indica que “El propio Kicillof (…) admitió que en 2013 habrá que importar crecientes cantidades de hidrocarburos, debido a que la nacionalización de YPF no alcanza para "solucionar el problema energético en 15 minutos".
Si el peronismo del 46 fue capaz de conquistar al movimiento de masas y cautivar a sectores nacionalistas y de izquierda con su retórica antiimperialista y algunas medidas contra sectores del capital extranjero, el peronismo que gobierna desde 1952 “tendía aceleradamente a adecuarse a las necesidades y exigencias de sus enemigos” (Peña, 519).
Desde esa óptica, el gobierno de CFK, ley de las ART mediante, tiende a cumplir, a pie juntillas, las exigencias de los enemigos de los trabajadores. Sin tapujos, prefiere girar a su derecha claramente. El reciente movimiento de “inflar el presupuesto” para garantizar un pago mayor de intereses a los fondos buitres (que no “respetan” ni a la Fragata Libertad) va en ese sentido. Si el primer peronismo logró atraer a sectores de la intelectualidad y la izquierda por su discurso antiimperialista, la actual retórica vacía “nac&pop” sólo puede justificarse a la luz del más brutal conformismo.