lunes, 31 de octubre de 2011

Recordando a SiTraC-SiTraM

Hace pocos días se cumplieron 40 años de la derrota, represión brutal mediante, de una de las experiencias más avanzadas del movimiento obrero de los años 70: los sindicatos clasistas de SiTraC-SiTraM. 
Ese proceso cuestionó abiertamente la "Triple Alianza" entre patronal, burocracia sindical y estado. 
Como dijo Gregorio Flores, uno de los dirigentes de esa gran gesta: "Estos sindicatos, retomando la experiencia de la clases obrera desde su albores, lucharon para que las organizaciones obreras se organicen al margen de los patrones, del estado y en ese momento, del gobierno dictatorial. la dirección de los sindicatos clasistas nació ligada  a las bases y asì se mantuvo hasta que fueron disueltos" (SITRAC-SITRAM. Del Cordobazo al clasismo, pág. 108) 

Reivindicar esa gran gesta no significa hacerlo acríticamente. Pero hoy, frente al conformismo reinante y el posibilismo que muchos "izquierdistas" nos señalan como el único camino posible, recordar aquellas grandes batallas que dio la clase obrera es un motivo de orgullo y una fuente de fuerza para seguir dando una batalla cotidiana por la construcción de un partido revolucionario. 

A continuación, unos extractos de la Cronología de este gran pelea, extraído del libro de Natalia Duval, precisamente del día 26 de octubre cuando fueron brutalmente reprimidos.


"Desde las cero horas, acuartelamiento de la policía provincial. Desde las 8 comunicados del III Cuerpo (garantizará la libertad de trabajo); se irradia la Res. 304 del Min.de Trabajo: retira las personerías jurídicas y cancelas las gremiales de SITRAC y SITRAM (...) La policía provincial ocupa las sedes de SITRAC y SITRAM. La Gendarmería, con armas largas se instala dentro de las plantas de CONCORD Y MATERFER y reprime todos los intentos de asamblea con bastonazos, gases tóxicos y perros, 9 operarios heridos o intoxicados son llevados al Hospital Italiano (...) A. Curuchet, asesor legal de los sindicatos de Fiat es detenido en Tribunales". Los sindicatos clasistas. SITRAC (1970-1971. pág. 68-69)

Hace algunos meses escribimos unas líneas recordando una de las principales batallas que los trabajadores de Sitrac-Sitram llevaron adelante. Pueden leerse acá

sábado, 29 de octubre de 2011

Un debate sobre el estado en los gobiernos posneoliberales

En el último número de la revista Nuevo Topo (Nº8 de setiembre/octubre) se presenta un dossier que tiene por eje el debate sobre América Latina. Allí se publica una nota de Pablo Stefanoni que lleva por nombre Izquierda libertaria y “gobiernos populares”: varios puentes, no pocos precipicios. Pensando en Argentina, Bolivia, Ecuador y Venezuela.
La nota aborda las relaciones posibles entre una izquierda anticapitalista y los gobiernos nacidos en América Latina en la última década planteando puntos de convergencia y divergencia. De la descripción y el análisis concluye que “Hoy es claro que si estos gobiernos fracasan lo que vendrá no será “más izquierda” sino tendencias restauracionistas del viejo orden” (Pág. 51).
La conclusión sorprende teniendo en cuenta que a lo largo de la nota, el autor señala los incontables límites de estos gobierno, tanto en el plano de las transformaciones económicas como en el de la democratización del régimen, mostrando la tensión permanente (y creciente) entre las decisiones de los líderes y las demandas de las masas que se expresan a través de sus luchas y organizaciones.
Una explicación marxista implica pensar la dinámica de estos gobiernos y la ubicación política ante los mismos, partiendo del profundo proceso de masas que sacudió la región desde fines de los 90’, como respuesta a los planes neoliberales impuestos por el imperialismo y los organismos de crédito internacional, aplicados por gobiernos completamente cipayos. De ahí la correcta afirmación del autor “la radicalidad de los procesos sudamericanos no depende solamente de las apuestas ideológicas de los gobiernos (…) sino de una serie de trayectorias políticas e institucionales previas, incluyendo los niveles de desconfianza política” (p. 41).

Neoliberalismo y crisis de representación

Las décadas que transcurrieron desde la derrota del último gran ascenso revolucionario, (período que hemos denominado de “restauración burguesa”) significaron un agravamiento de las penurias para las masas mientras las elites políticas entregaban el conjunto del patrimonio nacional. Como consecuencia de esto, y con diversos matices y ritmos, el proceso de “separación entre representantes y representados” (al decir de Gramsci) fue común a todos estos países, implicando un quiebre profundo con los viejos partidos administradores del capitalismo neoliberal. Bajo aquella forma de dominio, no sólo quedaban fuera de toda decisión las masas (como ocurre en todo estado capitalista) sino incluso fracciones de las burguesías que ligaban su producción al mercado interno.
La profundidad de ese cuestionamiento llevó a los levantamientos revolucionarios de masas de Diciembre del 2001 en Argentina, Octubre de 2003 en Bolivia y mayo-junio del 2005 en ese mismo país, que pusieron de manifiesto las profundas grietas entre las masas y los viejos partidos.
En Argentina, las “Jornadas revolucionarias” del 19 y 20 de diciembre del 2001 pusieron a cientos de miles en las calles con un potente grito: “Que se vayan todos”. En Bolivia, la crisis del 2005 implicó el llamado a elecciones a fines de ese año, donde los partidos del viejo régimen fueron completamente destrozados y emergió el MAS como partido de gobierno. En el caso de Argentina, las formas que adquirió el desvío de las jornadas revolucionarias se vienen debatiendo, entre otros lugares, en el blog de Fernando Rosso señalando el carácter restauracionista del kirchnerismo y su función “normalizadora” del estado burgués.
De manera análoga y salvando las importantes diferencias entre los distintos países, el arribo al poder de sectores de origen radicalmente distinto al personal político que gobernó durante los 80’ y 90’, expresan esa ruptura. Son además la mecánica política que halló la clase dominante para apuntar a la restauración de un poder que corría serios riesgos ante la emergencia revolucionaria de las masas. Sobre Bolivia dijimos acá “el ascenso 2000-2005 cambió la relación de fuerzas en el país, demolió el régimen de la democracia pactada, derrotó los intentos de profundizar el plan neoliberal y arrancó, como subproducto de su fuerza y como precio a pagar por la burguesía para detener su empuje, algunas concesiones parciales de carácter democrático (…) la remoción de los rasgos más escandalosamente racistas de la opresión estatal sobre aymaras, quechuas y demás pueblos originarios que constituyen la amplia mayoría de la población trabajadora rural y urbana”

La burguesía domina, pero no gobierna

Es evidente que estos gobiernos no son los representantes políticos directos de la gran burguesía. El personal político que gobernó los destinos de estas naciones durante los años 90 fue golpeado por las acciones de masas y los gobiernos posneoliberales fueron “soportados” por las clases dominantes ante la imposibilidad de dirigir el estado por medio de sus propios representantes.
Precisamente de esta contradicción surgen las profundas tensiones que han enfrentando estos gobiernos ante los ataques de una derecha golpista en Venezuela, separatista en Bolivia y “destituyente” en Argentina. El golpe militar de abril del 2002 y el lock out petrolero posterior contra Chávez, las acciones separatistas de la burguesía del Oriente petrolero en el caso de Bolivia, la movilización ofensiva de las patronales del campo en Argentina, expresaron los profundos límites que impone la burguesía latinoamericana, como socia menor del imperialismo, a cualquier medida que afecte sus intereses más o menos directamente.
Sin embargo, estos gobiernos, en vez de profundizar en el ataque a las bases de sustentación de ese poder real, intentaron llegar a acuerdos y negociaciones que les permitieran sostenerse en el poder, garantizando la continuidad de los aspectos más conservadores de esas formas de dominio, sin afectar profundamente la estructura económica de esos países, manteniendo en lo esencial la dependencia a los vaivenes de la economía internacional.

Un estado que no se repliega

Lógicamente, esta continuidad también se sostuvo en el terreno del estado burgués, donde la vieja maquinaria burocrática sigue funcionando con miles de representantes del poder capitalista en distintos niveles.
Stefanoni se pregunta “¿Qué pasa cuando los soviets se repliegan? Claramente, hoy el MAS es incapaz de construir espacios de debate interno y de posicionar temas en la agenda pública” (pág. 47). Luego señala que “el viejo estado aparece a menudo como una traba para la revolución que se resuelve creando institucionalidades paralelas” (pág. 50-51).
Esta contradicción entre el carácter del estado bajo el gobierno de Chávez y las aspiraciones de las masas ha sido descripta con amplitud por Modesto Guerrero, alguien a quién no se puede acusar de “escuálido” o “agente del imperialismo”. En su libro Venezuela 10 años después, Dilemas de la revolución bolivariana escribe “Venezuela vive un proceso revolucionario sobre conquistas parciales radicales, segmentarias, sectoriales. Vistas en su conjunto empujan a la nación hacia delante, aunque haya retrocesos parciales o sectores en retraso, incluso podridos, que requieren cirugía revolucionaria después de 10 años (…) todo tiende hacia una revolución, pero camina por partes, distorsionada por las perversiones del aparato estatal, la apropiación privada del plus trabajo, el carácter burgués de su funcionamiento, los estados alienatorios y esa contradicción compleja entre el dominio capitalista en las ciudades y el poder creciente de los movimientos de oprimidos y explotados” (pág. 57-58, negritas nuestras)
En otra parte agrega “Si no se da el salto a una completa revolución social, se debe a que el estado sigue siendo una máquina capitalista fagocitadora, con todas sus mañas y vicios, asentado en la tradicional dominación privada y en una burocracia dislocante de más de 800.000 funcionarios. En ellas radica el peligro frente al poder del enemigo. En las transformaciones está su fuerza, en la naturaleza del estado está su vulnerabilidad. (pág. 92, negritas nuestras)
Sobre la base de esta continuidad en el estado, se vienen fortaleciendo las tendencias a regímenes de tipo bonapartista. Stefanoni cita en su nota a Chávez pidiendo “lealtad” hacia su figura: “Exijo lealtad absoluta a mi liderazgo…no soy un individuo, soy un pueblo (…) los que quieran patria vengan con Chávez…Aquí en las filas populares, revolucionarias, exijo máxima lealtad y unidad. Unidad, discusión libre y abierta, pero lealtad…cualquier otra cosa es traición” (pág. 46).
Modesto Guerrero nos ilustra aún más “Chávez potenció al comienzo el desarrollo del poder popular, luego, desde 2004, se acentuó la tendencia a controlarlo y estatizarlo” (pág. 137) para luego agregar que “El gobierno, a pesar del llamado de Chávez a profundizar el poder popular, se sostiene más en viejas instituciones del estado capitalista, entre ellas las fuerzas armadas, que en las organizaciones sociales de barrios, obreros y campesinos” (pág. 213, negritas nuestras)
En este marco se sostienen muchas de las tendencias socialmente reaccionarias. Como lo señala acertadamente Stefanoni, en el caso de Bolivia y Venezuela, “si miramos hacia las sensibilidades ético/morales, no es difícil advertir que estos procesos no sólo carecen de radicalidad sino que pueden (al menos sus fracciones hegemónicas) ser abiertamente conservadores en términos de derechos reproductivos o los derechos para las llamadas minorías sexuales y de género” (pág. 42).

Tendencias a la autoorganización, estrategia y estado obrero

A lo largo de su nota, Pablo Stefanoni no responde a una pregunta que es esencial para plantearse una perspectiva estratégica. La pregunta a la que debería responder el autor es ¿Por qué retroceden los soviets? Precisamente porque los soviets (organismos que no llegaron a desarrollarse en ninguno de los procesos que hemos mencionado en esta nota) no pueden convivir con el estado burgués. La continuidad de las formas del estado burgués, aunque cambien su personal político, implica el intento de anular las tendencias a la autonomía que surgen en el movimiento de masas en el curso de procesos revolucionarios.
Esta cuestión fundamental se ha puesto a prueba a lo largo del siglo XX de manera evidente y en los procesos sobre los cuáles discute la nota. En Argentina vimos como la reconstrucción de la autoridad estatal de la mano del kirchnerismo fue acompañada de intentos de estatizar las asambleas populares, regimentar el movimiento de las empresas recuperadas apostando a su transformación en cooperativas y la integración de los movimientos piqueteros al estado nacional por medio del reparto masivos de subsidios al desempleo. En Bolivia la construcción del “estado plurinacional” fue de la mano de sacar a las masas de la escena, con la convocatoria a la Asamblea Constituyente como gran mecanismo de “refundación” del país. En Venezuela, volvemos a citar a Modesto Guerrero quién afirma que “el obrero y el asalariado urbano (...) debe vérselas con el capitalista,el burócrata del ministerio,los jueces,la policía,los medios del enemigo y sobre todo la nueva burocracia sindical”( Pág.179.)
Esto es el resultante de los límites que tiene, para las clases subalternas, intentar operar en el marco del estado burgués y reafirma la sentencia de Marx y Engels en el prólogo del Manifiesto Comunista de 1872, donde se señala que “la clase obrera no puede limitarse a tomar posesión de la máquina del Estado en bloque, poniéndola en marcha para sus propios fines”. Esto significa, como señala Lenin que “El pensamiento de Marx consiste en que la clase obrera debe destruir, romper la "máquina estatal existente" y no limitarse simplemente a apoderarse de ella” (El estado y la revolución)

Las tendencias al surgimiento de organismos de doble poder se dan casi “naturalmente” en todo proceso de lucha de clases agudo. Incluso en luchas parciales la existencia de asambleas, coordinadoras u otras formas de auto-organización son comunes. Pero en cada lucha parcial y, aún más en los procesos revolucionarios, intervinieren corrientes políticas que postulan salidas estratégicas opuestas. Por eso mismo es fundamental la batalla constante contra las corrientes políticas que se proponen limitar la movilización de las masas a reformas que no cuestionen la propiedad privada capitalista ni al estado que protege sus intereses.
Esas corrientes limitan el desarrollo de esas tendencias al doble poder. A lo largo del siglo XX, este accionar se vio en reiteradas ocasiones. Tomemos sólo el ejemplo de la revolución alemana de 1918. Escribe Víctor Serge “Los consejos obreros eran la única autoridad verdadera que había en el país; pero la socialdemocracia disponía en ellos de abrumadoras mayorías. El congreso de los consejos de Alemania (…) rechazó por 344 votos contra 98 una moción (…) en la que se afirmaba el principio del poder de los Soviets, e hizo entrega del poder a los Mandatarios del Pueblo, encargados de reunir la Asamblea Constituyente. Después de esta abdicación formal de las organizaciones dirigentes de la clase obrera, ya no podía el proletariado revolucionario esperar una tentativa de insurrección” (El año I de la Revolución Rusa, Víctor Serge. Pág. 539-540).
Sobre la base de esas tendencias de doble poder, los soviets pueden convertirse en los órganos de la insurrección y abrir el camino de la construcción de un estado obrero. El marxismo ha señalado hace tiempo que el estado surgido de la revolución social es un estado transitorio que tiende a su desaparición. Dice Lenin en El estado y la revolución “La Comuna sustituye la máquina estatal destruida, aparentemente "sólo" por una democracia más completa: supresión del ejército permanente y completa elegibilidad y amovilidad de todos los funcionarios. Pero, en realidad, este "sólo" representa un cambio gigantesco de unas instituciones por otras de un tipo distinto por principio (…) En vez de instituciones especiales de una minoría privilegiada (la burocracia privilegiada, los jefes del ejército permanente), puede llevar a efecto esto directamente la mayoría, y cuanto más intervenga todo el pueblo en la ejecución de las funciones propias del Poder del Estado tanto menor es la necesidad de dicho Poder (…) La cultura capitalista ha creado la gran producción, fábricas, ferrocarriles, el correo y el teléfono, etc., y sobre esta base, una enorme mayoría de las funciones del antiguo "Poder del Estado" se han simplificado tanto y pueden reducirse a operaciones tan sencillísimas de registro, contabilidad y control, que estas funciones son totalmente asequibles a todos los que saben leer y escribir, que pueden ejecutarse en absoluto por el "salario corriente de un obrero", que se las puede (y se las debe) despojar de toda sombra de algo privilegiado y "jerárquico" (negritas nuestras).

Las perspectivas para la izquierda anticapitalista

Paradójicamente, Stefanoni que se ubica desde la posición de una izquierda libertaria termina fundamentando una política ambigua frente a los gobiernos posneoliberales. Afirma que “Obviamente el apoyo crítico no es sencillo en la práctica donde a menudo es difícil posicionarse entre el oficialismo y la oposición “destituyente” sin aparentar neutralidad o dar la imagen de un purismo intelectual” (pág. 52)
Un sector importante de la llamada izquierda independiente (es decir no partidaria) se ha venido ubicando en los últimos años en una posición ambivalente, donde no ha tenido una ubicación claramente opositora a los gobiernos latinoamericanos, sino que por el contrario han reivindicado los “aspectos progresivos” de los mismos. Stefanoni parece ubicarse en esta posición al decirnos que “Indudablemente, la vuelta del estado, niveles más consistentes de independencia nacional y voluntad de integración latinoamericana son parte del haber de los nuevos gobiernos y las izquierdas deberían escapar a las lecturas “antipopulistas”: la política ha vuelto a la escena y eso es positivo” (Pág. 51).
Pero a la luz del desarrollo político que hemos descripto más arriba, estos gobiernos progresivamente han girado hacia posiciones de mayor compromiso con el gran capital nativo e imperialista. Su génesis, al calor de procesos agudos de lucha de clases y crisis profunda de los regímenes políticos, es lo que está en la raíz de su discurso político anti-neoliberal. Pero esa ubicación ha sido funcional al fortalecimiento de los mecanismos del estado burgués.
En el marco de una crisis internacional profunda, la mayor desde la década del 30, es probable que esta situación pegue un salto hacia uno u otro lado. O estos gobiernos giran hacia la derecha y se convierten en los administradores abiertos de los planes del gran capital cuando este deba descargar las crisis sobre el movimiento de masas o, por el contrario, giran hacia medidas claramente nacionalistas que implique mayores tensiones y crisis con las potencias imperialistas. Mientras la crisis se desarrolle de manera “evolutiva”, sin grandes saltos, podemos asistir a movimientos “pendulares” a izquierda y derecha que permitan seguir administrando estos capitalismos semicoloniales, con el menor costo político y social posible.
Pero la perspectiva de saltos en la lucha de clases, como producto de esa crisis, fenómenos que ya vimos en el norte de África con los procesos revolucionarios de Túnez y Egipto, necesariamente implica un debate sobre las estrategias a seguir para construir un verdadero poder “popular” en el camino de la liquidación del sistema capitalista.
La “estrategia” de no marcar a fuego las características de estos gobiernos, el rol que cumplen sus “promesas demagógicas”, lo limitado de las medidas que llevan a cabo y la continuidad de los mecanismos de control del estado burgués, implica generar confianza en que estos gobiernos puedan ser empujados a una ruptura con el sistema capitalista o, por el contrario generar la expectativa de que la izquierda, siendo parte de esos gobiernos, pueda ir progresivamente imponiendo su agenda más libertaria. Algo así parece desprenderse de la afirmación “una agenda de izquierda puede poner en debate temas que ni el nacionalismo ni el indigenismo van a propiciar, en pos de una democratización radical de la sociedad” (pág. 42-43)
Pero las tendencias que estos gobiernos imponen implican una creciente limitación de las corrientes y sectores que se proponen imponer una agenda a su izquierda. En el caso de Argentina, la restrictiva Reforma política que imponía un piso en las PASO se combina con la persecución a los sectores de vanguardia del movimiento obrero y la juventud, como vimos recientemente en la detención al “Pollo” Sobrero. En Venezuela, el régimen político viene avanzando en los ataques a los luchadores obreros, combinando el uso de bandas civiles con la persecución judicial a los sectores combativos. En Bolivia, a mediados del 2010, intentaron avanzar con un nuevo Código de Trabajo que limitaba el derecho de huelga.
Es decir, la única perspectiva posible para que la izquierda desarrolle las tendencias más avanzadas que tienden a chocar con estos gobiernos pasa por una ubicación claramente independiente que apueste al desarrollo de nuevas corrientes militantes entre los trabajadores y la juventud en la perspectiva de construir partidos revolucionarios de vanguardia, con capacidad para dirigir a las masas en los momentos en que el capitalismo impulse a las mismas a la lucha revolucionaria. 

viernes, 28 de octubre de 2011

Mexico: Ante el brutal asesinato de Carlos Cuevas ¡Alto a los asesinatos y la represión a los luchadores sociales!


Reposteamos al Diablo se llama Trotsky. 

Reproducimos el comunicado de nuestros hermanos de la LTS y la agrupación ContraCorriente de México.
TODOS A LA MARCHA: VIERNES 28 DE OCTUBRE, 2 PM EN FILOSOFIA Y LETRAS
Ante el brutal asesinato de Carlos Cuevas
¡Alto a los asesinatos y la represión a los luchadores sociales!
En la noche del 26 de octubre, el estudiante y activista de la Facultad de Filosofía y Letras, Carlos Sinuhé Cuevas fue asesinado con 16 balazos por la espalda en la cercanías de su casa y posteriormente su cuerpo fue arrojado en la carretea de Topilejo al Sur del Distrito Federal. Este asesinato es el desenlace de una serie de amenazas que el compañero recibía desde el 2009 cuando fuera parte de la solidaridad con la lucha del SME; en la lucha por la gratuidad de la educación; o siendo parte del impulso de asambleas por las demandas de comedor y copias subsidiadas y, más recientemente, como parte de la lucha contra la militarización y la represión en la UNAM.
Desde la LTS y la Agrupación ContraCorriente nos solidarizamos con el dolor que embarga a la familia del compañero, repudiamos este brutal asesinato y exigimos su esclarecimiento, juicio y castigo a quienes resulten responsables. Junto a ello, nos sentimos hermanados con sus compañeros y la comunidad universitaria, ya que hemos perdido a un compañero que fuera parte de la Huelga de la UNAM que defendió la gratuidad de la universidad y un ser humano comprometido y solidario con las luchas populares.
Hoy es necesario salir a las calles a gritar con determinación que ¡si tocan a uno nos tocan a todos! Debemos multiplicar las acciones de lucha (como el bloqueo de Insurgentes y el paro de Filosofía y Letras que se realizaron el jueves 27), y movilizarnos para que este asesinato no quede impune y no vaya a parar al archivo y conteo rutinario de víctimas de la militarización y la barbarie capitalista.
Hay que recalcar que este brutal asesinato se inscribe en el marco de la “guerra contra el narco” de Calderón que, a través de la militarización del país y el fortalecimiento e impunidad de los cuerpos represivos, ha propiciado la desaparición forzada de 25 mil personas, la cárcel y asesinato de cientos de luchadores sociales, los impunes feminicidios y juvenicidios, las 120 mil personas desplazadas y las ya 60 mil muertes. Es fundamental que la reacción frente a este asesinato se oriente a fortalecer la lucha por un movimiento estudiantil que sea parte de un gran movimiento nacional contra la militarización, junto a los trabajadores y demás sectores populares, que se de el objetivo de sacar al ejército de las calles, la disolución de los cuerpos represivos y grupos paramilitares y ponga en pie comites de autodefensa.
A la par de esto, hay que recalcar que en el contexto del clima represivo y reaccionario contra los trabajadores y el pueblo, de violaciones a derechos humanos y de recorte a libertades democráticas que impera en el país, este asesinato muestra que la violencia contra los activistas ya permea también al interior de la UNAM. Los casos de estudiantes desaparecidos, los ataques a investigadores universitarios, el hostigamiento policíaco a los activistas, cuentan con la complicidad de la rectoría. Por ello los estudiantes, trabajadores y académicos debemos rechazar los “Convenios de Asesoría y los manuales de protección y seguridad universitaria” que Narro, las autoridades y hasta la dirección sindical del STUNAM aprobaron junto a las instituciones que son responsables de la militarización y las muertes de esta “guerra”. Ya que con el pretexto de garantizar la “seguridad”, se están profundizando las medidas antidemocráticas y represivas contra la comunidad universitaria y contra la organización estudiantil independiente. Los estudiantes y trabajadores de la UNAM somos rigurosamente vigilados y atemorizados por un sistema de cámaras que, lejos de servir a la “seguridad”, tiene como objetivo el control de la comunidad universitaria.
Es necesario impulsar una gran lucha unificada contra estas medidas, que buscan amedrentar y desarticular la lucha estudiantil, y la resistencia de los trabajadores y académicos. Esta pelea hay que ligarla a la lucha contra la militarización del país, el recorte a las libertades democráticas y violaciones a derechos humanos producto de la antidemocracia del régimen; así como a la lucha por la defensa de la educación pública y la transformación de la universidad al servicio de los que menos tienen, y contra el ataques a las conquistas de los trabajadores. Pongamos en pie un movimiento estudiantil combativo que colabore en la conformación de un gran movimiento nacional contra la militarización que exija la vuelta de los militares a sus cuarteles, la salida de los cuerpos policíacos de la UNAM y que tome en sus manos la organización de la autodefensa de las organizaciones y activistas.
¡Si tocan a uno tocan a todos!
¡Esclarecimiento, juicio y castigo a los responsables materiales e intelectuales del asesinato de Carlos!
¡Impulsemos acciones de lucha y un movimiento contra la militarización del país y contra la represión a los luchadores sociales!
LIGA DE TRABAJADORES POR EL SOCIALISMO
AGRUPACION ESTUDIANTIL CONTRACORRIENTE
28/10/2011

martes, 25 de octubre de 2011

Millones de votos, crisis internacional y tendencias cesaristas


Los 11,5 millones de votos conquistados, la mejor performance desde la vuelta a la democracia, la crisis de los candidatos opositores, la diferencia abismal con el segundo, el hundimiento de la UCR y del candidato del peronismo “jurásico”. Todo da una imagen de imbatibilidad que el gobierno nacional podrá usufructuar a su favor durante un tiempo. Pero como dice el amigo Fernando Rosso, detrás de los números esta la política y todo el capital conquistado se pondrá a prueba frente a la crisis internacional en curso, que ya empezó a golpear afectando, entre otros, a la producción automotriz y las alimenticias.
Uno de los elementos que trae aparejado este triunfo es la continuidad de la crisis del régimen de partidos, cuestión que frente a las consecuencias político-sociales de la crisis internacional se puede volver un factor central. Por eso diferimos parcialmente con Juan Dal Maso cuando dice que “el kirchnerismo resolvió provisionalmente la crisis del sistema de partidos”.
Hoy esa crisis es un límite a la hora de “volver a utilizar el voto” para relegitimar una alternativa dentro de los partidos patronales que actúe como contención del movimiento de masas en caso de crisis políticas agudas. En el marco de años de crecimiento económico y una recuperación parcial (y lenta) de la lucha de clases, sólo con aspectos de radicalización (y elementos de guerra civil) en los márgenes, la ausencia de un régimen de tipo bipartidista fue una cuestión menor para el conjunto de la burguesía. No fue necesario poner a prueba la consistencia del mismo porque las “clases peligrosas” no estuvieron ante la posibilidad de “tomar la historia en sus manos”.
El problema de la construcción de una alternativa burguesa se traslada entonces al interior del peronismo. Problema que entronca con la cuestión de la “sucesión” de Cristina, en la cual su rol de árbitro será central. Precisamente ahí radican los elementos de mayor inestabilidad política del régimen en los próximos años (¿o meses?). Como bien señala Fernando Rosso en este post “la actual “coalición cristinista” se apoya hoy esencialmente en un pejotismo de intendentes y gobernadores que nunca pretendieron ser parte del relato (aunque supieron tragarse disciplinadamente el “sapo progresista” y el ninguneo de los primeros años) y están siempre dispuestos a la “traición con aviso”, típica del peronismo, que desde el mismo 24 empezó a discutir la sucesión”.
Pero los millones de votos logrados le dan a CFK la posibilidad de ser quien arbitre en el camino de elegir su sucesor e ir poniéndole límites a las distintas alas del peronismo. Como bien dice Ezequiel Meler, a partir no ahora no hay peronismo kirchnerista sino que el peronismo es el cristinismo. Las tendencias alternativas que intentaron licuar parte de su poder (Duhalde y R. Saa) pasaron a mejor vida después del domingo.
Todo esto configura un mapa donde el peronismo y el conjunto del régimen político se vuelven “Cris-dependientes”, es decir un panorama de gran fragilidad cuando la crisis internacional lleve a lucha de clases más abierta que cuestione la “autoridad presidencial”.

Los límites de las “tendencias cesaristas” de CFK

El voto a CFK logró unir un variopinto conjunto de intereses que abarca a todos los sectores sociales: trabajadores, pobres de la ciudad, sectores de las clases medias (progresistas y reaccionarias), patronales de distinto orden y poder económico. En cierta medida, como decía Milcíades Peña del radicalismo del “Peludo” Yrigoyen, podría afirmarse que la candidatura de Cristina fue como una “gran cero” que todo lo abarcó.
Todo este conjunto de elementos fortalecen las tendencias “cesaristas” que se discutieron acá. Pero CFK y el kirchnerismo tienen un “vicio de origen” para poder jugar con fuerza ese rol, relacionado con los límites de las “conquistas” obtenidas bajo los dos gobiernos kirchneristas.
Si en el 73-74, Perón pudo sostenerse en el poder arbitrando entre las alas del peronismo (golpeando sobre la izquierda, apoyando a la derecha) y entre el movimiento obrero en ascenso, la burguesía nacional y el imperialismo, esto se debió a su enorme peso en el imaginario del movimiento obrero.
Lejos de las conquistas que se vio obligado a otorgar el primer peronismo (vacaciones pagas, aguinaldo, licencia por enfermedad, por maternidad, etc.) bajo los dos gobiernos kirchneristas se sostuvo la estructura del mercado laboral heredada de los años 90. A pesar del enorme descenso en la desocupación, cerca de la mitad de los puestos de trabajo creados fueron en negro.
Como bien señala el historiador Daniel James, recientemente entrevistado por “El diario de Cristina”: “ser reformista en una economía de pleno empleo como fue este país entre los ’40 y los ’70 no es lo mismo que en la situación post 2001. El espacio de maniobra de este gobierno ha sido, en parte, generado por la exportación de la soja, y los altos precios de otras materias primas. Ahora, esto sólo le da para mantener alejados los fantasmas del 2001, y el gobierno lo ha dicho con sensatez pero, ¿podrá superarse eso?, ¿es posible llegar a un tipo de reformismo que implique no un ataque fundamental a la injusticia social, pero al menos alguna reforma como la del sistema impositivo, un repensar la distribución de la renta en Argentina? Es un peronismo reformista en contraste con el de Menem, sí, pero lo es, para mí, en otro sentido.”.
El historiador inglés pone el dedo en la llaga. El cristinismo, a pesar del gran caudal de votos, no representa en la conciencia de millones importantes conquistas. Para un sector de masas es evidentemente un paso adelante en relación a los años 90, pero está lejos de ser un motivo para “dar la vida por Cristina”. Esto le confiere una relativa debilidad estructural a la hora de actuar como árbitro tanto al interior del peronismo como en la relación entre el movimiento obrero y la burguesía. Como dijo el Gallego De la Sota, que algo de experiencia tiene en el peronismo, “El único que podía ponerle la mano en la cabeza a alguien y lo hacía salir campeón era Perón”
Una de esas tensiones es que la que se expresa con Moyano que proclama apoyo a CFK, pero no de “manera servil”. Como lo señala el editorialista de La Nación “El Día de la Lealtad, Cristina Kirchner y Hugo Moyano escenificaron muy bien el problema en que se encuentran. Moyano pidió "viviendas para los que trabajan". El sabe que el "modelo" dio para plasmas, acondicionadores de aire y autos, pero, por la inflación, no admite el crédito hipotecario. La Presidenta no atinó a mentir, como se hace en las campañas. Fue sincera: en adelante los beneficiarios de su gobierno no deben pedir más, sino defender lo que recibieron hasta ahora.”
La crisis internacional anuncia ataques sobre el movimiento obrero y el conjunto de las masas pobres. De ahí los llamados recurrentes de Cristina a la “unidad nacional” y de las patronales a un Pacto Social. Los pedidos de la UIA de “lograr la reindustrialización definitiva”, pasando por las necesidades de poner un límite a las paritarias, requieren un poder político fuerte estableciendo límites a la protesta obrera. Esto puede abrir un camino de erosión del capital político de CFK más bien veloz, en función de los tiempos de la crisis, donde la ausencia de conquistas fundamentales sea un factor de peso a la hora de que la clase obrera le “dé tiempo” al gobierno.

Juventud, divino tesoro (medido en $$$)

Las conquistas del primer peronismo, que “vivían en la conciencia” del movimiento obrero de los ’70, fueron reapropiadas y resignificadas por una parte de la juventud. En ello jugó un papel central la izquierda peronista. Como dice FR “Su ala izquierda sólo pudo encontrar "fuerza moral" intentando superar los mezquinos objetivos políticos de su propio movimiento, imprimiéndole un mítico carácter revolucionario y hasta socialista al peronismo”.
La juventud K no sólo carece de esa mística, sino que está basada en un aparato de dirigentes en cargos ministeriales o en empresas, que están lejos de expresar “el abajo”. Esta es una juventud construida desde arriba, a través de millones de pesos del estado nacional. Si la juventud de la “Tendencia” se caracterizó por su ceguera estratégica como ya hemos señalado, la actual se caracteriza por la ciega obsecuencia. El bloque de la Cámpora que irá al Congreso no tendrá nada que ver con el grupo de los Ocho  que renunció a su banca en contra del aumento del poder represivo bajo Perón.
Por el contrario, la Cámpora y las agrupaciones de jóvenes K acompañan al gobierno en su giro político a la derecha. Los muchachos del Cuervo Larroque, lejos de expresar a una generación que se propone luchar por terminar con las injusticias del sistema, son un (mini) grupo de choque del gobierno nacional, como ya se vio con la “ayudita” que dieron en el desalojo que hicieron de la Comunidad QOM en Capital Federal.

El voto a la izquierda

Contrariamente a esto, la votación del Frente de Izquierda expresó la simpatía de cientos de miles de jóvenes, trabajadores y trabajadoras que vieron en nuestra pelea una denuncia clara contra los enormes límites del discurso K. Este domingo se consolidó un espacio que ya se había expresado en las elecciones primarias del 14 de agosto y, con desigualdades, había surgido en distintas elecciones provinciales como las de Córdoba o Neuquén.
Como se describió acá y acá, las muestras de simpatía recogidas en amplios sectores de la clase trabajadora y de la juventud fueron un elemento central de esta campaña. Estas elecciones mostraron el crecimiento de una izquierda que levanta claramente las banderas de la independencia de clase y que representa a sectores de vanguardia que han venido haciendo una experiencia con el gobierno y la burocracia sindical peronista aliada.
Sobre esa base es posible dar pasos en la construcción de una alternativa política revolucionaria de la clase trabajadora y de la juventud que se proponga ser un factor actuante en el momento en que la crisis internacional descargue abiertamente sus golpes sobre el país y se produzca “la irrupción violenta de las masas en el gobierno de sus propios destinos”.