Fotos: Abigail Posadas
Eduardo Castilla
Hace poco más de un mes cronicamos la gran acción de los trabajadores de
Cargo-Renault en defensa de su compañero César Aguja Quiñones. Acción que implicaba un desafío, en el marco de muy
difíciles condiciones, a la alianza estratégica entre burocracia sindical y multinacionales
que reina en Córdoba. Este miércoles los trabajadores de VW
tomaron y multiplicaron ese ejemplo, paralizando el funcionamiento de la planta
MQ250 en apoyo a los compañeros que luchan por su reincorporación, resistiendo
el apriete patronal que, incluso, amenazó con utilizar a la Policía provincial
dentro de la fábrica, algo inédito en la historia de las últimas décadas. Estas
dos duras acciones se dan en un marco político y social donde se entrelazan crisis
políticas por arriba, como bien señala Joaquín Ramírez acá, y los primeros ataques de las patronales para
intentar descargar la baja de su rentabilidad sobre la clase trabajadora.
La pregunta que queremos plantearnos es si este conjunto de factores están
permitiendo o no una recuperación subjetiva de las fuerzas del proletariado más
concentrado de la industria. Estas
pequeñas grandes batallas de Cargo y VW ¿muestran una tendencia más profunda
donde la clase obrera más concentrada empieza a reemerger en la escena
provincial?
Una fuerza social objetiva…
En otras ocasiones señalamos que el régimen político provincial y su
derechismo no se corresponden con la relación de fuerzas realmente existente. Hemos
apelado a Gramsci para afirmar que el primer nivel de las relaciones
de fuerzas está dado por el desarrollo de las fuerzas productivas (“relación
de fuerzas sociales estrechamente ligadas a la estructura, objetiva,
independiente de la voluntad de los hombres”) mensurable en cantidad
de fábricas y establecimientos pero, centralmente, en la fuerza social que
tiene la clase obrera en sí, no como clase
consciente de su potencialidad estratégica (clase
para sí).
Podemos evaluar esa fuerza social, por ejemplo, a partir de información suministrada por la Dirección provincial de Estadística y
Censos. Desde que se publicaron estos datos, las variaciones en el mercado
laboral no fueron tan significativas como para alterar la estructura de
conjunto. El relevamiento indica que, en el 1º trimestre del 2012, se
registraban 523.085 asalariados en el sector privado de la provincia. De
ese total, 107.840 se agrupaban en la industria manufacturera. Esta
fracción de la clase obrera, concentrada en la producción fabril, creció exponencialmente entre el 2002 y el
2011, pasando de 58.700 trabajadores a 106.000, casi duplicándose.
En la rama metalmecánica, según
consigna la misma fuente, había 18.029 operarios dentro del rubro “Producción
de vehículos automotores”. Agrupados en ramas afines, había 8.896 trabajadores
en la categoría “Otros productos de metal” y 11.141 en “Maquinaria y equipo”. Esta
estadística no permite más que una aproximación general, pero tiene la utilidad
de dar cuenta del agrupamiento de más de
30mil trabajadores en terminales automotrices y autopartistas. Ese poder se
evidencia en las grandes concentraciones obreras. Sólo en las principales empresas se agrupan casi 10mil trabajadores:
VW con 1900 operarios, Renault con 2700, Fiat con más de 3000, además de Iveco
y Gestamp con cerca de un millar cada una.
Esta franja de la clase
trabajadora, que equivale a poco más del 7% de los asalariados
privados, tiene la capacidad de golpear sobre un sector central de la economía
provincial. Para citar sólo un ejemplo de ese poder, sobre las exportaciones
de 2011, los productos de este sector superaron los $2000millones, equivalente
al 18,2% del total provincial. Una fuerza social impactante.
…con debilidades subjetivas
Pero si esa fuerza social (nivel 1 de la relación de fuerzas) no
tendía a expresarse en el nivel 2 (limitadamente, en el primer escalón de lucha por los
intereses corporativos) se debe, en una proporción enorme, al rol nefasto que
cumplió la burocracia sindical al interior del movimiento obrero. En esta rama,
a través del SMATA y la UOM.
La conversión de la burocracia
sindical en policía al interior del
movimiento obrero (ver acá)
alcanzó niveles extremos al interior de
estas organizaciones. Cualquier atisbo de oposición tendió a convertirse, inmediatamente,
en el inicio de una caza de brujas y en persecuciones abiertas que terminaban
en expulsiones, como ocurrió con nuestro compañero Hernán Puddu en Iveco, o
despidos de activistas opositores, como sucede con los compañeros de la Lista 2
de VW.
La profunda integración entre las conducciones de esos gremios y los negocios
de las multinacionales significó un avance
cualitativo de éstas sobre este sector del movimiento obrero. Las
burocracias sindicales se convirtieron en garantes de la rentabilidad
capitalista. La reestructuración de las formas de contrato, que avanzó
cualitativamente post crisis del 98-2002 hacia la tercerización y contratación
masiva, permitió aumentar las ganancias capitalistas. La conformación de un
ejército de trabajadores precarizados no habría podido realizarse sin el aval
abierto de la conducción sindical que, obviamente, recibió pingües beneficios
por esta labor anti-obrera (como “contribuciones empresarias” de este
tipo).
Sobre estas bases estructurales, donde
impera la división de las filas obreras entre contratados, tercerizados y
efectivos, se dieron las principales batallas en la industria automotriz de los
años recientes. El resultado de las mismas es parte de la forma contradictoria en
que se presenta la relación de fuerzas actual.
Derrotas parciales y procesos latentes
En el año 2006 escribíamos con Fernando Rosso que “en el marco de la recuperación
del movimiento obrero que venimos señalando, se potencian las tendencias de los
sectores más precarizados a luchar por mejorar su situación (…) Esto lo
vemos incipientemente en la lucha que llevan adelante los trabajadores de Cargo
(…) el proceso actual en el proletariado automotriz de Córdoba
es el de surgimiento de nuevos delegados y pérdida de posiciones de la
burocracia en los organismos de base de los sindicatos: los cuerpos de
delegados y las comisiones internas (…) es un proceso “híbrido”: los nuevos delegados,
en su mayoría, son opositores
y honestos,
a diferencia de la burocracia corrupta, pero no son combativos, ni mucho menos
clasistas".
De las tendencias señaladas, la primera fue abortada por la
derrota de la lucha de clases. La gran pelea de los trabajadores tercerizados
de Cargo-Renault no pudo triunfar, pero dejó sentada una tradición de lucha.
Tradición que, en cierta medida, expresa el Aguja
Quiñones. Fue precisamente por eso que la burocracia de Camioneros acordó su
despido antes de las elecciones truchas del 27/9.
La gran lucha de los trabajadores contratados de Iveco en el
2009, aunque también dejó sentada una muy importante tradición, no pudo
triunfar. La división entre efectivos y contratados así como el rol
completamente reaccionario de la burocracia del SMATA, dejaron aislados a los
compañeros que luchaban y cerraron la perspectiva de sumar fuerzas para
triunfar. Pero quedaron sentados dos importantes principios para la lucha de
clases futura: la defensa de los trabajadores contratados, a los que la
patronal y la burocracia considera material descartable, y que los delegados no
se venden. Ese fue un gran ejemplo que dieron los dos delegados que se negaron
a firmar el acta que condenaba a los trabajadores a la desocupación. Nuestro
compañero Hernán Puddu sufrió la expulsión del SMATA y el posterior despido
como represalia por no integrarse al mecanismo de control (traición) sobre los
trabajadores y haber peleado, hasta el final, junto a los compañeros
contratados.
Tanto en la lucha de Cargo como en Iveco, quedó en evidencia
la conquista estratégica que
significa, desde el punto de vista capitalista, la división de las filas
obreras. Si ya en el terreno de lo “puramente” económico, esta división implica
un aumento de la rentabilidad capitalista, en el terreno de la lucha de clases
es un factor de división que debilita la fuerza obrera. Precisamente por ello,
la unidad de las filas obreras es un problema estratégico a ser superado para la
lucha de clases.
Estas derrotas no llevaron a cambios en el terreno objetivo, que pudieran dislocar la
fuerza social antes señalada, lo que había ocurrido en la crisis del 98’cuando
se perdieron decenas de miles de puestos de trabajo y se cerraron importantes
fábricas como Chrysler y General Motors. La relación de fuerzas objetiva se
mantuvo de conjunto.
Por otro lado, el proceso de surgimiento de delegados opositores
no clasistas pero más ligados a la
base se continuó esencialmente en VW, donde los trabajadores le impusieron a la
burocracia una derrota electoral en el 2010. Derrota que ésta pudo revertir,
fraude mediante, hace un año, abriendo el camino para los despidos de enero del
2013 y para el avance de la patronal sobre los ritmos de trabajo. En otras
fábricas esta tendencia se verificó de manera muy parcial, sin lograr
convertirse en un proceso más extendido.
El crecimiento en la rama
automotriz con las exportaciones a Brasil y el desarrollo de un mayor mercado
automotor enmarcaron, desde el 2009, las contradicciones que hemos señalado. Esta conjunción de elementos creó
una situación marcada por la combinación
de un relativo conservadurismo, enraizado en la bonanza económica, con temor y
cierta desmoralización, producto de las derrotas señaladas.
Pero ese conservadurismo no implicó la recomposición política
de la burocracia. El odio hacia ésta se mantuvo y se extendió, pero sin conquistar
nuevos canales. La conducción del SMATA pudo mantener su control a costa de
desprestigiarse, actuando con métodos completamente coercitivos como las
patotas, el amedrentamiento y la amenaza de despidos avalada por las empresas. Ese
odio contra la burocracia y la patronal es la base sobre la cual puede emerger
una nueva subjetividad, en la medida en que empiezan a cambiar las condiciones
que lo mantuvieron en estado latente.
Fin de ciclo,
crisis política y nuevas tendencias en el movimiento obrero
Lo que hemos definido como fin de ciclo a nivel nacional tiene un
sustrato económico, basado en el agotamiento de las condiciones internacionales
que le dieron marco a la “década ganada”. Ese agotamiento se expresa en el
mercado automotriz donde, como se afirma acá,
a pesar del record de ventas, cae la rentabilidad capitalista. De allí el inicio
de ataques parciales sobre sectores de la rama automotriz mediante suspensiones, despidos hormigas y la presión a
retiros voluntarios. Esos ataques parciales son, por el momento, un enorme
operativo de chantaje sobre la clase obrera para aumentar los ritmos de
explotación. Pero, además, buscan preparar el terreno para una ofensiva mayor
en la medida en que la crisis internacional golpee abiertamente sobre este
sector. El dato central, desde el punto de vista de la subjetividad, es que esos
ataques van minando las bases del conservadurismo existente.
Esas tendencias en la “esfera” de
la producción están combinándose con el creciente rechazo a los partidos
patronales que, fraude mediante, se ha ampliado. Lo que definimos como el
embrión de una escisión
política con el bipartidismo se expresa al interior de la clase trabajadora,
donde las votaciones hacia el FIT fueron muy altas en algunos casos.
A su vez, la crisis de la
“Narco-política” que golpea a De la Sota es también una crisis de las
burocracias sindicales afines, entre las que se encuentran las de SMATA y el
SEP. Si el triunfo electoral en el 2011 impulsó a Dragún al Ministerio de
Trabajo de la mano de De la Sota y a Pihen a la Legislatura, el actual declive
del gobierno provincial golpea sobre la burocracia que, precisamente por ello, guarda
un estruendoso silencio ante el fraude o la crisis policial.
En este complejo escenario se dio
la gran acción de los trabajadores de VW de este miércoles, que implicó un desafío
a una de las patronales todopoderosas que intentan digitar la vida social y
política cordobesa. Multinacional que
tiene a su servicio al estado provincial en
su conjunto, como se evidencia en que el gobierno provincial le construirá
una salida propia al camino de Circunvalación pero, más gráficamente, en la
actuación de la Guardia de Infantería que, este miércoles, ingresó a la empresa sin
la orden de un fiscal, sólo a pedido de la empresa, como se informa en esta
entrevista.
Tan sólo 48hs antes de la medida
de los trabajadores de VW, los obreros de la autopartista Valeo
habían tomado la planta de esa empresa, exigiendo un aumento salarial y
rechazando el despido de algunos de sus compañeros. Este jueves otra
autopartista se hallaba en estado de asamblea, paralizando la producción, en
rechazo al despido de un trabajador.
En pocos días se vieron
tendencias nuevas entre la clase obrera de la rama metalmecánica. Tanto la
acción de los trabajadores de Cargo como la de los trabajadores de VW, combinan
un conjunto de factores que pueden empezar a delinear una nueva subjetividad: la paralización de la producción
afectando el normal funcionamiento del mecanismo capitalista, el apoyo
consciente a los compañeros que luchan por su reincorporación, el repudio a la
burocracia sindical que traiciona abiertamente la pelea. Se trata de elementos incipientes o embrionarios de una nueva subjetividad donde los métodos de la
lucha de clases pueden empezar a imponerse sobre las negociaciones
entreguistas de la burocracia sindical. Pero esta tendencia sólo puede
ampliarse y desarrollarse en la medida en que la izquierda obrera y socialista
sea parte actuante del proceso.
Izquierda, movimiento obrero y lucha de clases
La gran elección de la izquierda
en todo el país y la gran pelea contra el fraude en Córdoba actúan
(molecularmente) sobre la conciencia de millones. La burocracia sindical
peronista, que hizo de “los zurdos” el fantasma con que asustar a los
trabajadores, se encuentra a contramano de una franja importante de la clase
obrera. Este sentimiento, que en última instancia expresa las limitaciones estructurales
del peronismo,
constituye un punto de partida esencial para el avance de la izquierda
revolucionaria.
En este marco, es posible formular
la hipótesis de que en Córdoba, empezamos a presenciar la reversión de las derrotas que sectores de la clase obrera sufrieron
en los últimos años Tanto la condición de posibilidad de esta reversión, como
su dinámica futura, están estrechamente ligadas a la acción de la izquierda revolucionaria
y sectores combativos del movimiento obrero.
¿A qué nos referimos? Las peleas
que llevamos adelante desde el PTS actuando en primera fila en la lucha de
Cargo del 2006 y la de Iveco en el 2009, además de un trabajo persistente en VW
durante toda la década, permitieron la continuidad de algunas de esas
tradiciones. Nuestra acción, peleando junto a los tercerizados y contratados
aportó a construir algunos elementos fundantes
de una nueva subjetividad. Esas tradiciones se mantuvieron en el tiempo,
expresadas tanto en el programa como encarnadas
en individuos. Ya hemos hecho mención al Aguja Quiñones y no podemos dejar
de referirnos a la continuidad de la pelea de Hernán “Bocha” Puddu, lucha que
luego se trasladó al terreno de de la denuncia política en su condición de
candidato obrero que enfrentó a la burocracia y las patronales.
La posibilidad de participar desde adentro en esas batallas fue el fruto de una opción estratégica: la de apostar por el
trabajo “gris y cotidiano” al interior de las fábricas, mientras otras
corrientes de izquierda trotskista, entre ellas el PO, apostaban a otros procesos como el movimiento piquetero, hoy ausente de la escena.
Ahora el FIT se presenta como una
alternativa “atrayente”. Pero es preciso no perder de vista que la clave, para
poder golpear sobre el poder burgués y sobre las grandes multinacionales como
VW, Iveco o Renault, está en la organización real de la fuerza de los
trabajadores. Eso implica la batalla por la construcción de agrupaciones
antiburocráticas militantes que se propongan sentar las bases para conquistar
cuerpos de delegados y comisiones internas, en la perspectiva de luchar por
recuperar los sindicatos.
Las nuevas tendencias que hemos
intentado reseñar son una base y un aliciente para esa pelea estratégica que,
de desarrollarse, puede aportar a la emergencia de una nueva subjetividad en la
clase obrera, más cercana a la de aquella generación que protagonizó el
Cordobazo y el Viborazo, poniendo en pie los sindicatos clasistas de SiTraC-SiTraM
y la Mesa de Gremios en lucha, entre otras fuertes instancias de organización. Se
trata de una tarea más que urgente y más que apasionante.
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