viernes, 23 de marzo de 2012

Apuntes sobre “Nueve lecciones sobre economía y política en el marxismo” (libro de Aricó recientemente publicado)


Este post surgió de un mail que el amigo Fernando Rosso nos mandó a los cordobeses a propósito de la nota que se publica acá. Allí Diego Tatián, actual decano de la Facultad de Filosofía y Humanidades de la UNC hace una reseña del libro “Nueve lecciones sobre economía y política en el marxismo”, de José María Aricó, editado hace pocos meses por FCE.
En la reseña Tatián escribe sobre Aricó que éste “recupera el concepto leniniano de “formación económico-social” (particularmente agudas las páginas de la lección sexta en las que contrapone esta noción de Lenin a la de “revolución permanente” que Trotsky había acuñado inspirado en Parvus), y promueve un marxismo como estudio de singularidades sociales, a contrapelo del dogmatismo con el que se confronta”.
Tenemos que decir que Tatián se quedó corto en su reseña, porque debería haber agregado que Aricó “recupera” no sólo este concepto, sino que incluso repite, con pequeñas modificaciones, muchos de los viejos argumentos estalinistas dirigidos contra Trotsky y la Teoría de la revolución permanente. En este aspecto el hijo dilecto de los “gramscianos argentinos”, por lo menos en esta Lección, no aporta nada distinto a sus ex camaradas del PC.  En esta misma sección no dejamos de hallar definiciones verdaderamente sorprendentes que bien, hacen gala de un enorme desconocimiento histórico o, por el contrario, se tratan de una falsificación consciente de las cosas. 

Rusia y Europa

Según Aricó “el análisis de Trotsky presuponía una sobrevaloración de la capacidad revolucionaria del proletariado europeo. Subordinar la posibilidad del triunfo del movimiento socialista a la capacidad de extensión del movimiento revolucionario ruso a la socialdemocracia europea (…) era no comprender el nivel, el grado de conciencia, de organización, de consistencia de este proletariado” (pág. 200)
Agrega que esto “establecer sin discusión la dependencia de la revolución con respecto a la situación internacional, estableció un límite fundamental en la medida en que el resultado de la revolución e convertía en un interrogante” (pág. 201)
Aricó quiere mostrar un contrapunto entre Trotsky y a Lenin. A tal extremo llega que acerca de Lenin escribe “nunca confió en que una revolución externa pudiera determinar la suerte de la revolución interna. Este pensamiento siempre estuvo ausente del horizonte mental de Lenin” (pág. 203). Esta afirmación se choca contra la tradición histórica del marxismo revolucionario ruso. Repite el viejo argumento, un tanto modificado, de que Trotsky no confiaba en las fuerzas internas del proletariado ruso para edificar el socialismo. Argumento que el estalinismo va a reiterar constantemente a partir de 1924, cuando surge la teoría del socialismo en un solo país, aunque tenemos dudas sobre si los “teóricos” del estalinismo llegaron tan lejos en su negación del pensamiento de Lenin como lo hizo Aricó.
En Lenin, hay una continuidad entre la revolución rusa y la revolución europea. En el Informe sobre la revolución de 1905, Lenin escribía “la revolución rusa sigue siendo un prólogo de la futura revolución europea. Es indudable que esta futura revolución solo puede ser una revolución proletaria (…) no nos debe engañar el silencio sepulcral que ahora reina en Europa. Europa está preñada de revolución” (A propósito de las consignas. Ed. Anteo, Pág. 36). El resaltado del propio Lenin, intenta mostrar la continuidad entre ambos procesos.
Pero al mismo tiempo, establecía una dependencia entre la revolución rusa triunfante y sus posibilidades de sostenerse frente a la presión del imperialismo mundial. A principios de 1918, decía “El hecho de que estemos atrasados nos ha empujado hacia adelante, y pereceremos sino sabemos resistir hasta el momento en que encontremos el poderoso apoyo de los obreros insurrectos de los otros países” (Lenin, Obras Escogidas. Ed. Cartago)
Como relata, E.H. Carr, durante las negociaciones de Brest-Litovsk, ante el aval de Zinoviev y Stalin a su posición, “Lenin rechazó el apoyo que le viniese basado en cualquiera de esos dos argumentos. Existía “un movimiento de masas en “Occidente”, aunque la revolución no había comenzado aún y si los bolcheviques cambiaban su táctica contando con ella “traicionarían al socialismo internacional”. Por otro lado, si Zinoviev tenía razón y si “el movimiento germánico es capaz de desarrollarse inmediatamente en el caso de una ruptura de las negociaciones de paz, habremos de sacrificarnos, puesto que la revolución alemana será mucho más poderosa que la nuestra” (citado en Cómo se armó la revolución, pág. 30-31, resaltado propio).
Contraponer a Lenin y Trotsky en este aspecto es la falsificación más lisa y llana de la historia. El profundo realismo político de Lenin que lo lleva a insistir en la firma inmediata de la paz, no se puede confundir con un pensamiento socialista nacional, que considerara que la revolución rusa era pasible de triunfar y desarrollarse en los marcos del retroceso de la revolución mundial.

Campesinado y proletariado

Como si no hubiera pasado la historia, Aricó repetirá los argumentos estalinianos cuando escribe “Otra cosa que preocupaba a Lenin, y que no percibía Trotsky, era la falsedad del argumento según el cual el campesinado no podía conformar su partido político, pues existía en Rusia un partido que expresaba las pasiones del campesinado: el partido socialista revolucionario” (pág. 204).
La "falsedad" de la afirmación de Aricó reside en que Trotsky planteaba “que los partidos pequeño burgueses con una base campesina pueden acaso asumir una apariencia de política independiente en los días pacíficos de la historia (…) cuando la crisis revolucionaria de la sociedad pone a la orden del día los problemas fundamentales de la propiedad, el partido pequeño burgués campesino se convierte en un instrumento de la burguesía contra el proletariado” (La Revolución Permanente)
Pero además, la historia enseña que, en la cuestión relativa al problema campesino, Trotsky “tuvo razón” contra Lenin. En el pensamiento de éste, hay un giro importante tras la revolución de Febrero. Todo aquel que haya leído la historia de la revolución rusa, conoce este cambio que se expresará en las Tesis de Abril y que implicará una dura pelea política contra los “viejos bolcheviques” que defendían la fórmula de “dictadura democrática de obreros y campesinos”.
Que Lenin revisó su propia visión no es un secreto. Si Aricó no lo sabía (algo realmente dudoso) Tatián debería saberlo. En las Tesis de Abril se señala “La peculiaridad del momento actual en Rusia consiste en el paso de la primera etapa de la revolución, que ha dado el poder a la burguesía por carecer el proletariado del grado necesario de conciencia y de organización, a su segunda etapa, que debe poner el poder en manos del proletariado y de las capas pobres del campesinado (…) Reconocer que, en la mayor parte de los Soviets de diputados obreros, nuestro partido está en minoría y, por el momento, en una minoría reducida, frente al bloque de todos los elementos pequeñoburgueses y oportunistas -sometidos a la influencia de la burguesía y que llevan dicha influencia al seno del proletariado-, desde los socialistas populares y los socialistas revolucionarios hasta el Comité de Organización”(resaltado propio). La formulación de Lenin es “permanentista” y señala claramente que los partidos que expresan “las pasiones” del movimiento campesino están subordinados a los que expresan los intereses de la burguesía en plena revolución.

De Lenin a Mao

La contraposición entre Lenin y Trotsky sobre el problema campesino (que por otro lado Trotsky contesta en La Revolución Permanente, libro que Tatián y Aricó deberían haber leído) sirve al fundador de Pasado y Presente para justificar su apoyo al maoísmo. Afirma “Lenin reconsidera el problema del movimiento campesino y se ubica ante las puertas de un tema cuyo reconocimiento habrá que esperar hasta la Revolución china. Sólo entonces se verá con claridad que no es verdad que el movimiento campesino no tenga potencialidades propias, que necesite imprescindiblemente de la presencia física del proletariado” (pág. 206)
Sobre la estrategia del maoísmo hemos escrito recientemente acá y acá marcando los límites de la conquista del poder por parte de una guerrilla con base campesina, tanto en el plano de la revolución socialista como tal como en el plano del internacionalismo proletario. Sobre el marxismo de Aricó (y el de la corriente Pasado y Presente) se pueden consultar estos dos muy buenos artículos de Juan Dal Maso y Ariane Díaz.
En otro post discutiremos el “uso político” que Tatián hace de esta falsa contraposición entre Trotsky que Aricó establece entre Trotsky y el análisis más concreto de Lenin de la formación social rusa. En este post volcamos las primeras impresiones surgidas al leer el capítulo. 


3 comentarios:

  1. Buen post, Eduardo. Esperamos el (o los) próximo(s).

    saludos,
    DP

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  2. Hola fiera, me parece bien la crítica del "stalinismo" de Aricó. Yo estoy leyendo el libro a paso de tortuga como Bujarin y la primera parte me pareció bastante buena en cuanto a las cuestiones de teoría marxista más alejadas del problema estratégico. Me parece que los PyP, más allá de que hayan sido expulsados del PC y de que tuvieron un momento consejista (incluidos los apuntes sobre Sitrac-Sitram), nunca rompieron con la estrategia frentepopulista (reivindicada por Aricó en la intro de Mariátegui y los orígenes...) además de que nunca se tomaron el trabajo de estudiar bien a Trotsky (Portantiero nombra solamente los escritos sobre el fascismo en Alemania). De todos modos, para hacerle justicia a Aricó, debo decir que mi artículo que linkeás agarraba principalmente la cuestión político-estratégica debatiendo con los argumentos de La Cola del Diablo y con Los Usos de Portantiero y no los aspectos teóricos más generales. Capaz cuando termine de leer el libro, puedo meter bocado al respecto. Un abrazo.

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  3. Juan: estaría bueno que puedas aportar en esta discusión. A mí me llamó poderosamente la atención que Aricó usara los mismos argumentos que Trotsky contesta en La Revolución Permanente. Esto va en el sentido de que decís vos. No se tomaron el trabajo de estudiar a Trotsky, pero ni siquiera parecen haber leído un libro central como la Permanente.
    Yo sólo leí la lección sexta para ver esa contrapunto entre Trotsky y Lenin, pero me parece que el libro puede ayudar a clarificar una visión de lo que fue el "marxismo de Aricó". Horacio Crespo dice algo en este sentido en el prólogo.
    un abrazo

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