martes, 29 de noviembre de 2011

Tosco y el sindicalismo de liberación (Apuntes para el debate III)

Por el pequeño intercambio que se dio aquí, es preciso aclarar que Tosco se definirá públicamente como marxista desde 1973, lo que está ligado a la cuestión de cómo evaluar su pensamiento, y las discusiones que se abren alrededor del mismo.
Desde esa visión es que Tosco definirá a la clase obrera como el “factor fundamental de la lucha por la liberación nacional y la justicia social”. Dirá que el sindicalismo de liberación “es el que atiende tanto a la defensa de los derechos y reivindicaciones de carácter inmediato de los compañeros y que plantea la lucha contra el imperialismo internacional del dinero, su manifestación concreta de monopolios de la producción, de la distribución, de los servicios, de las finanzas internacionales (…) que plantea la transformación revolucionaria de las estructuras y que reclama en lo inmediato que los grandes medios de producción y las palancas fundamentales de la economía sean de propiedad estatal-social y no privada”
Criticó abiertamente el sindicalismo apolítico. Estuvo en el vértice opuesto a quienes  reivindicaban ir “de la casa al trabajo y del trabajo a la casa”. Pero también en este aspecto, su visión estuvo limitada por una concepción de colaboración de clases. De ahí que se negó a ser parte de una  corriente obrera política independiente y privilegió los acuerdos con sectores de la izquierda peronista en el camino de un movimiento policlasista.  
Ya vimos en el anterior post como esto se expresó en el rechazó de las postulaciones a presidente en marzo y octubre del 73. Allí desarrollamos la crítica a su abstención y cómo esto colaboró a fortalecer la figura de Perón. Pero su concepción etapista y reformista lo llevó a la construcción de proyectos en el movimiento obrero que terminaron subordinados a la política de conciliación de clases que impulsaba el PC y que Tosco tomaba como propia.
La experiencia de la CGT de los Argentinos (CGTA) será una temprana confirmación en el tiempo de los límites de este tipo de proyectos.

Primera experiencia frustrada: la CGT de los Argentinos.

La CGTA surge en marzo del 68’ en el marco de las disputas dentro del movimiento obrero, entre los sectores participacionistas de la burocracia sindical y los enfrentados a la dictadura de Onganía. Estos últimos se identificarán bajo un discurso antiimperialista y confluirán con los Sacerdotes del Tercer Mundo, corrientes del movimiento estudiantil e intelectuales, expresando la radicalización creciente de fracciones amplias de vanguardia.
Josefina Luzuriaga en un trabajo en elaboración señala: “En la CGTA van a confluir dirigentes “duros” de la burocracia peronista, con una corriente de izquierda peronista político y sindical, junto a personalidades como Rodolfo Walsh, el artista plástico Carpani o el grupo de artistas de vanguardia “Tucumán Arde” (…) se establece una relación fluida, por primera vez, entre sindicatos y sectores del movimiento estudiantil, como durante las jornadas del Rosariazo y el Cordobazo (…) puede considerarse a la CGTA como una expresión de lo “previo”, pero también de lo “nuevo” que comenzaba a emerger.
Tosco será, junto con Ongaro, una de las figuras centrales de la CGTA. Allí verá la herramienta para forjar un movimiento obrero combativo, plural y  antiimperialista. Pero este proyecto iba a estrellarse contra las decisiones de su propio impulsor. Desde Madrid las órdenes cambiarán. Perón y Vandor estrecharan lazos.
“Perón que anteriormente había convocado a Ongaro para dar su apoyo al nacimiento de la CGTA, comienza las conversaciones con el Lobo. Desde junio de 1968 hasta principios de 1969 ambos trabajan un plan para unificar la CGT y acometer la reorganización de las 62. Entonces, muchos dirigentes piensan que es tiempo de volver al redil” (Agustín Tosco 1930-1975…Pág. 110). 
Para Tosco esta derrota lo llevó a recluirse en el trabajo en el movimiento obrero de Córdoba. Citamos nuevamente a Licht “Ya con la CGTA en franco descenso-debido principalmente al apoyo que Perón otorga a la CGT ortodoxa-, el lucifuercista entiende que será mejor defender la central local, su autonomía, su amplitud ideológica y con los peronistas combativos que allí se aglutinan” (ídem, pág. 153)
El fracaso de la CGTA fue producto de la subordinación a Perón, que impuso los ritmos y los límites. Una anécdota relatada por Licht pinta de cuerpo entero (y destila un machismo exacerbado) el uso que hacía Perón de los sectores combativos del movimiento obrero . Señala la autora que “…en 1970 Atilio López viajó a Madrid para entrevistarse con Perón. Allí el líder le muestra los jardines y los perritos. Lo lleva abrazado y en un momento, sin soltar el brazo, le dice: “Che, Atilio, me dijeron que estás en maridaje con Tosco”. López contestó: Sí, general, pero le explico…” Perón lo interrumpió: “No, no está mal, pero que el marido seas vos”. (Pág. 180)

Córdoba: los límites del “pluralismo sindical”

Córdoba aparecerá entonces como el reducto de un movimiento obrero pluralista donde convivían los diversos sectores en los estaba dividida la estructura sindical. Pero esa unidad era una excepcionalidad. El ataque de la dictadura contra el movimiento de masas, sectores de la burguesía y pequeña burguesía, la proscripción del peronismo, la persecución y encarcelamiento de militantes obreros, estudiantiles y populares, eran factores que unificaban. Además Córdoba vivía un proceso agudo de lucha de clases a partir del Cordobazo: en los años 70-71, mientras a nivel nacional se declararon sólo 4 paros generales, en la provincia mediterránea se realizaron 19.
Pero cuando el peronismo vuelve al poder, en mayo del ‘73, reemergieron las tensiones al interior del movimiento obrero cordobés. Esto se expresó en la presión a la que se vio sometida la alianza sindical “plural”. Desde la asunción de Obregón Cano y López se desató una feroz presión para obligar a la reorganización de la CGT Córdoba expulsando a los gremios independientes y de izquierda de la mesa directiva, intentando imponer una conducción completamente peronista y verticalista.
Brennan señala que “El viraje decisivo se produjo en la convención nacional de las 62 Organizaciones, realizada en julio (del 73. NDR) (…) López fue obligado a dar su acuerdo a una reunificación de los campos beligerantes del movimiento obrero peronista de Córdoba a través de unas 62 organizaciones reunidas (…) la decisión de López dejó anonadados a los sindicatos de izquierda. Los independientes en particular contemplaban incrédulos la capitulación de último momento del vicegobernador (…) cuando López, unos días después, criticó ásperamente a sus ex compañeros, diciendo que la unificación de la CGT de las 62 organizaciones era cosa juzgada y que Tosco y Salamanca, en todo caso, no tenían voz en los asuntos peronistas, resultó claro que la estrecha relación se rompía bajo el peso de la restauración peronista(El Cordobazo…Págs. 320-321. Negritas propias)
De ahí en más, Tosco buscaría la unidad con otros sectores combativos, como Salamanca, pero su proyecto de unificarse con el ala izquierda del peronismo entraba en declive. Bajo el peso de la “restauración peronista”, no había alineamiento intermedio posible. O se estaba con Perón o se era un “apátrida marxista”.

El Contra-cordobazo: impotencia para responder.

La ofensiva desatada por Perón y la burguesía desde el poder central se reforzó durante los últimos meses del 73 y los primeros del 74. El peso  y la fuerza de la vanguardia combativa del movimiento obrero eran muy importantes en Córdoba. Había que “hacer tronar el escarmiento” para dar un ejemplo a todo el país. Había que echar a Obregón Cano y Atilio López para, desde el poder del estado, dirigir una ofensiva abierta contra el movimiento obrero. Este objetivo estará detrás del Navarrazo.
Los golpistas enarbolarán la bandera del “auténtico peronismo”, para garantizarse el apoyo, o por lo menos la pasividad, de sectores amplios del movimiento obrero. Es que la negativa de la izquierda peronista de enfrentar abiertamente a Perón, permitía que esa “relativa confianza” se sostuviera. A esta política se adaptaban los dirigentes del sector combativo del movimiento obrero. Días antes del golpe policial, el Movimiento Sindical Clasista criticaba las modificaciones de la Ley de Asociaciones Profesionales y la reforma al Código penal, pero “no se colocaba en una línea de oposición total al presidente Perón, sino a sus sectores burocráticos y de derecha”

Pero el golpe en curso se preparaba “bajo las órdenes del General”. Como señala Pablo Bonavena “La escalada golpista contra el gobierno de Córdoba asomó con evidencia en los días posteriores a la masacre de Ezeiza, cuando los rumores de una posible intervención comenzaron a circular con gran intensidad” (Lucha de clases, guerra civil y genocidio en la Argentina. Pág. 219). La secuencia de hechos que se desencadenan preanuncian el golpe de la derecha peronista: toma de la sede de la CGT, “custodia” de la misma por las fuerzas policiales, represión brutal a la huelga de San Francisco, incluso contra la política del gobierno provincial, enfrentamiento con el clero y los productores de carne, choque con la patronal del trasporte urbano.
La derecha “avisaba” que se preparaba abiertamente para enfrentar a la vanguardia obrera y juvenil. La izquierda peronista y la vanguardia obrera de Córdoba veían los hechos desarrollarse pero eran impotentes para formular una política de verdadera independencia de la clase obrera, requisito necesario para la preparación de una autodefensa que pudiera golpear a la derecha.
En octubre de 1973, un comunicado de prensa de Luz y Fuerza señalaba “los atentados a las organizaciones sindicales combativas, a otros locales e instituciones, la “toma” de la legislatura provincial, el Banco Social, el explosivo colocado en el domicilio del diputado Fausto Rodríguez y el criminal ametrallamiento de una asamblea de trabajadores de la construcción en el local de la CGT regional son la dramática y trágica evidencia del claro objetivo de crear un clima de intimidación y terror”  (Textos reunidos, pág. 237)
Frente a esta ofensiva, se postulaba “la defensa institucional del gobierno provincial” (Bonavena, Pág. 223). Tosco, a pesar de que producidos los hechos planteará críticamente la falta de preparación para resistir, durante meses apoyó a Obregón Cano y López, reservando sus críticas sólo al Pacto Social, dejando de lado a Perón.
Como ya señalamos “Ante esta ofensiva, la respuesta del movimiento obrero combativo aparece completamente impotente. En una entrevista realizada a Tosco, dirigente de Luz y Fuerza, se podía leer lo siguiente: 
“Pregunta: ¿Y cómo es que no se ha producido ninguna reacción de tipo masivo?
Tosco: Se están haciendo actos relámpagos, algunas asambleas de fábrica, etc. (…), pero hay una relación de fuerzas básica que está dada por el teniente coronel Navarro y su policía con las armas en la mano. Centenares de fascistas armados y entrenados bajo la conducción de organismos policiales y parapoliciales”
Un comunicado del Movimiento Sindical Combativo, del 8 de marzo proclamaba “la continuidad de la lucha (…) se resuelve una intensa campaña de información, volantes, pintadas y comunicados (…) se organizaran actos relámpagos de protesta en la zona céntrica y reuniones masivas en los lugares de trabajo y en los barrios” (Textos Reunidos II. Pág. 280) 
Es evidente que las corrientes que tenían peso de dirección en el movimiento obrero, en los sectores del sindicalismo combativo, no estaban preparadas para dar una respuesta a la altura del ataque planteado. Y esto tenía que ver con una concepción política y estratégica. La búsqueda de una alianza con la izquierda peronista limitaba la capacidad de acción de las corrientes independientes. El mismo Atilio López se retiró de su cargo de vicegobernador sin dar ninguna batalla seria, apostando a que Perón, como líder del movimiento, fallara a su favor, cosa que no ocurrió.

Pero ayudar a procesar la experiencia política con el gobierno de Perón, y derrotar a las tendencias más reaccionarias en curso, era necesaria la existencia un polo político a la izquierda del peronismo que lo enfrentara abiertamente, denunciando su rol contrarrevolucionario y su papel de verdadero responsable de las 3A y de cada medida tendiente a debilitar las tendencias combativas en el seno de las masas. Precisamente esta es la perspectiva que estuvo ausente en la visión y en la política de Tosco. 

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