sábado, 3 de mayo de 2014

Clasismo, lucha de clases e izquierda. Notas sobre la experiencia de SiTraC-SiTraM (1º parte)


Eduardo Castilla
Las recientes afirmaciones de CFK contra la “intransigencia” del SiTraC-SiTraM son, en gran parte, uno más de los exabruptos que tienen como objetivo atacar la resistencia del movimiento obrero frente a los planes de ajuste que lanzan conjuntamente el gobierno y las patronales.
No es casual la referencia a un sindicato que ocupó el espectro de la extrema izquierda en la historia de los 70’ como una suerte de “hecho maldito” -opuesto a las tradición más “racional” de Tosco, Salamanca y Atilio López- en el marco del creciente peso que toma la relación entre la izquierda trotskista y franjas importantes del movimiento obrero como se vio en el paro nacional del 10A y, especialmente, en el piquete de la Panamericana, donde el PTS tuvo un protagonismo importante.
Este conjunto de elementos, por sí mismos, justificaban volver sobre la tradición del clasismo de los sindicatos de Fiat. Pero a esto debe agregarse un hecho no menor que es el mismo debate al interior de la izquierda trotskista que influencia sobre la vanguardia obrera acerca de qué es el clasismo y como se puede avanzar en el desarrollo de franjas del mismo en la actual situación.  
Precisamente por eso, a lo largo de una serie de posts nos proponemos abordar el proceso del clasismo en la Córdoba de los años 70’, centrándonos esencialmente en el caso de SiTraC-SiTraM. Los mismos pueden ser considerados una de las expresiones más avanzadas de la clase trabajadora desde el punto de vista subjetivo, dentro del conjunto del período que se abre con posterioridad al Cordobazo.
En esta serie de artículos nos propondremos problematizar algunas cuestiones puntuales que van más allá de la reseña histórica. Nos proponemos ligar las mismas a las lecciones más generales para la lucha de la clase trabajadora en la actualidad en función de lo que afirmamos más arriba. Como hemos señalado, no nos anima el simple análisis sino el aprendizaje de la historia en función de la intervención práctica. Lejos de todo conocimiento academicista, nos proponemos el desarrollo de un marxismo militante y revolucionario.

¿Cómo explicar el clasismo?

Las definiciones dadas sobre el movimiento clasista han sido variadas. A grandes rasgos se pueden encontrar tres tendencias o corrientes de pensamiento. Aquella que realiza una reivindicación pero sin señalar las limitaciones de la política desarrollada por las corrientes que tuvieron hegemonía al interior de los sindicatos. Esta corriente, que defiende al clasismo en tanto experiencia revolucionaria de la clase obrera, no se plantea como objetivo analizar en profundidad los límites que tuvo esta experiencia[1].
Contraria a ésta se encuentra la visión que define al conjunto del proceso como, esencialmente, un movimiento “anclado en las bases” cuyo fundamento central reside en la “representación honesta” que desarrollaban los dirigentes clasistas en relación a la base obrera. Esta visión es la que desarrollan más claramente autores como James Brennan y Mónica Gordillo[2] pero a la que también adhiere Daniel James, aunque especificando los elementos más claramente anti-sistémicos del proceso. Podríamos afirmar que esta concepción acentúa los elementos culturales del conjunto del período y tiende a analizar “lo revolucionario” tan sólo en función de definiciones políticas o ideológicas explícitas. Esta concepción implica, claramente, la negación de la teoría de la lucha de clases y tiende a menospreciar el rol subversivo que jugó el clasismo en el escenario nacional.  
Polemizando con esa concepción y más cercana a la primera, existe una tercera visión que se proponer enfocar el clasismo en tanto experiencia avanzada de un proceso revolucionario que se desarrollaba en el conjunto de la clase obrera pero desde una visión crítica de la actuación de las corrientes de izquierda en dicho proceso. Es desde esta perspectiva que trataremos de analizar el período.
En nuestro análisis el clasismo representó un fenómeno revolucionario al interior del movimiento obrero cordobés y nacional en varios sentidos. A lo largo de los diversos posts analizaremos el peso que cobró en el escenario político nacional, convirtiéndose en un actor temido y temible para el conjunto del régimen, la patronal y la burocracia sindical. Es precisamente ese contenido revolucionario el que llevó a su destrucción conjunta por parte de la patronal de la Fiat, de la burocracia sindical y del estado apelando a la represión más brutal.
En este primer artículo reseñaremos los orígenes del proceso. En el segundo artículo nos centraremos en desarrollar el cuestionamiento que implicó la existencia de los sindicatos clasistas para la patronal de la Fiat en el terreno del control de la producción, donde las tomas de fábricas con rehenes se convirtieron en la base de un proceso de poder dual al interior de esas fábricas.

La génesis del proceso

El clasismo emergerá a partir del 23 de marzo de 1970, cuando una asamblea general de los trabajadores de SiTraC echó a la conducción pro-patronal de Lozano y dio forma de una nueva comisión directiva provisoria votada masivamente.
Dicha comisión iniciará las gestiones para su reconocimiento legal, lo que conllevará una numerosa cantidad de trámites cuyo objetivo era impedir que la decisión tomada por los trabajadores se convirtiera en la base de una nueva organización estable. Como señaló Gregorio Flores “ninguna autoridad reconoce como válidas la decisión tomada por 2500 obreros” (Flores, p.51).
La burocracia de Lozano contaba con el aval de sectores de la CGT (Labat y otros), de la patronal y del estado. Fue eso lo que obligó a los trabajadores a utilizar métodos de acción directa para imponer sus demandas. Estos métodos se convertirían en fundamentales para la lucha de los clasistas en el conjunto del proceso abierto.

“La respuesta es contundente: exasperados por las maniobras de Lozano y las dilaciones de la Secretaría de Estado de Trabajo, más de 2.500 trabajadores del primero y segundo turno de Fiat Concord disponen, a las 15 horas del día 14 de mayo, una fulminante ocupación de la Fábrica. Quedan retenidos, en calidad de rehenes, 150 ejecutivos y altos empleados de FIAT CONCORD S.A.I.C. entre los que figura Haroldo Ferrero, Director General de Personal de Fiat en todo el país. Llegan fuertes destacamentos policiales y los ocupantes organizan la defensa" (Los Libros, nº21, agosto 1971, resaltado nuestro).

La toma de fábrica con rehenes -aplicada en luchas anteriores, incluso inmediatas como la de Perdriel- se convertirá en un método de lucha central de los sindicatos clasistas. En este método radica un elemento esencial que perfilará el carácter revolucionario de SiTraC-SiTraM.
Sólo esa acción contundente permitió imponer el reconocimiento de la nueva comisión provisoria elegida por los trabajadores. Pocas semanas después, los trabajadores de la planta de MATERFER seguirán el mismo camino, destituyendo al dirigente burocrático Cassanova y poniendo de pie una comisión provisoria. A partir de ese momento se desarrollará, a lo largo de 15 meses, un proceso profundo en las plantas de Fiat que sólo podrá ser derrotado mediante la represión más brutal.

El Cordobazo y el clasismo

Nuestro análisis debe necesariamente partir de una sucinta apreciación del período que enmarca al clasismo en Fiat. Las tendencias que emergerán a partir de las jornadas de Mayo del 69’ encontrarán una expresión abierta en el clasismo.
El Cordobazo representó una verdadera semi-insurrección de masas que abrió en Argentina un período revolucionario, como expresión local del proceso abierto a nivel internacional por el Mayo Francés y las luchas antiimperialistas, entre las cuales la del pueblo vietnamita contra la invasión norteamericana, tuvo una importancia fundamental.
Un análisis marxista supone periodizar en función de una complejidad de factores que incluyan tanto los procesos políticos y económicos como los elementos de la lucha de clases. En ese sentido, el Cordobazo es una respuesta de masas al intento de reconfiguración de la estructura nacional en función de imponer la hegemonía social y política del sector dominante en el terreno económico.
Esa dualidad en la estructura del país (dominación económica y ausencia de hegemonía política) fue definida por Juan Carlos Portantiero como empate hegemónico[3]. La necesidad de resolver dicho empate empujaba al ataque sobre el movimiento de masas, como hemos señalado aquí. En ese marco, el peso social y la fortaleza subjetiva de la clase trabajadora le dio un lugar central en el proceso abierto a partir de esa gran acción de masas.
El desarrollo del clasismo es un producto directo -aunque retardado en el tiempo- de esa gran acción de masas. Sus rasgos centrales evidencian el desarrollo de elementos revolucionarios en la conciencia de franjas de masas que tienden a “tomar en sus manos el gobierno de sus propios destinos” (Trotsky) lo cual implica el quiebre de la legalidad burguesa en diversos niveles.
Estos elementos globales se expresarán de manera concreta en el clasismo. Al respecto resulta útil la definición que esbozaran los integrantes del grupo de Pasado y Presente. Ellos señalarán que “La aparición del sindicalismo clasista en Córdoba se inscribe en un estado de movilización ininterrumpida que sacude a la provincia desde mayo de 1969. Pensamos que SiTraC SiTraM expresan no solamente la particular evolución de los trabajadores de Fiat sino que son el emergente de una profunda crisis que afecta a todo el movimiento obrero cordobés. Crisis de las instituciones obreras y movilización de los trabajadores de las grandes empresas monopolistas son dos aspectos interrelacionados que contribuyen  a la definición de un nuevo conflicto social. Así como el sentido del Cordobazo no se agota en el proyecto político de los dirigentes que lo desencadenaron, la lucha obrera que lo continúa tiende a replantear la actividad sindical[4].
La crisis de la “institucionalidad obrera” es, en realidad, una crisis del modelo verticalista impuesto por la burocracia sindical peronista. Lo que pone en cuestión dicha estructura es la tendencia creciente a la emergencia de franjas amplias de activismo obrero al calor de la lucha por sus demandas. Esto se potencia claramente a partir del Cordobazo.
Desde ese punto de vista, el clasismo hace emerger un “modelo sindical” opuesto por el vértice al de la burocracia peronista. Esto, como bien señala James[5] tendrá su expresión más clara alrededor de la reivindicación de la figura del dirigente "honesto" que no traiciona a las bases. La irrupción del movimiento obrero concentrado de las grandes automotrices -sector que se encuentra en un nudo central de la economía provincial- debe verse como parte de este proceso.
Es esto lo que colabora a configurar un conflicto de nuevo tipo donde los métodos de lucha y de toma de decisiones superarán claramente las formas de lucha establecidas por el conjunto de las alas de la burocracia sindical y por los sindicatos combativos tradicionales como la UTA y Luz y Fuerza.    
En este marco, un elemento central que permitirá la emergencia del clasismo en Fiat está dado por la experiencia de los trabajadores de SiTraC-SiTraM. Nos referimos a la continuidad de un ciclo de derrotas y traiciones por parte de la burocracia sindical de la UOM y, posteriormente, de las direcciones amarillas de los sindicatos de planta. Ese factor generó un profundo rechazo a los métodos de la vieja burocracia y expresa, de manera concentrada, la crisis que hemos señalado de la burocracia antes descripta. Así, la experiencia acumulada, en el marco del enorme cambio que significó el Cordobazo, permitió la configuración particular de esa subjetividad entre los trabajadores de Fiat.
En el siguiente post nos centraremos en el análisis de las formas de control obrero que puso de pie el clasismo al interior de Fiat Concord y Materfer. Control obrero que significó un desafío abierto a la patronal y la emergencia de un poder dual en la industria cordobesa.  




[1] Un trabajo pionero en el estudio de los sindicatos clasistas es Los sindicatos clasistas: SiTraC (1970-1971) de Natalia Duval. Este trabajo, que realiza una cronología de los hechos acontecidos entre 1970 y 1971, agrega además documentación del período. Creemos que este trabajo puede ser incluido dentro de esta primera corriente de pensamiento.

[2] Córdoba rebelde y El Cordobazo, las guerras obreras en Córdoba.

[3] Portantiero, Pasado y Presente nº1, segunda época.

[4] El obrerismo de Pasado y Presente. P84, negritas propias.
[5] Resistencia e integración. p.304-305

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