viernes, 23 de mayo de 2014

Carta de repuesta para Raúl “Coco” Luna


Compañero Coco:
Me llenó de orgullo y satisfacción la respuesta a la señora presidenta, con firmeza y altura. Ella habla en nombre de un régimen burgués cada día más parasitario y decadente. Por lo tanto es una enemiga de nosotros los explotados. Escucharla hablar y prometer, da la impresión de estar en el país de las maravillas. Siempre rodeada de una jauría de perros falderos para aplaudir promesas que llegan tarde y la mayoría de las veces se pierden en el camino. Yo soy un jubilado que ganó la mínima y abrigo ciertos temores que un día menos pensado, la señora presidenta salga a decir que nos alimentamos con arenque ahumado de Noruega y que tres veces a la semana saboreamos faisán traído de la India. Y como disponemos de tiempo, cada fin de mes disfrutamos de los aires caribeños de Cancún o en islas Margaritas de Venezuela.
¡Pero la señora presidenta va más lejos! Trata de borrar de la mente de la clase obrera y el pueblo esas grandiosas gestas que fueron el Cordobazo, el Rosariazo y tantas otras luchas y combates que dieron esos obreros avanzados, de los cuales me siento orgulloso que fuimos parte. El clasismo entró pisando fuerte la arena nacional y desplegando mucha autoridad, con ocupaciones de fábrica y toma de rehenes y entró a cuestionar la propiedad privada y a controlar la producción. Esto a la gran patronal la llenó de espanto. Coco, el golpe de estado del ‘76 no cayó del cielo, tiene nombre y apellido y lo tengo bien grabado en la memoria. Cuando el Doctor Balbín, gran radical, lo expresó en un diario de tirada legal y fue muy claro. Dijo “hay que terminar con las guerrillas fabriles”. Y corrió desesperado a golpear la puerta de los cuarteles. La repuesta no se hizo esperar y en poco tiempo fueron treinta mil los desaparecidos. Yo les advierto siempre a mis camaradas que a lo largo de mi vida como militante jamás encontré un animal más salvaje y cruel que un burgués asustado. Cuando olfatea que peligran sus bienes materiales robados a los que no comen, para protegerlos va y le echa mano a cualquier recurso. Compañero Coco, nosotros tenemos la obligación de hacer conocer estas verdades a esa hermosa juventud que hoy se acerca a la política, quiénes masacraron a la generación gloriosa de la cual fuimos parte. Te comento, el 10 de abril a las 5 de la mañana nos dimos cita en Panamericana y Ford. Yo viajé en un micro que en mayoría eran docentes, todos convencidos de apoyar el paro. A poco de andar el aire se pobló con voces de estudiantes con los obreros que llegaban de diferentes fábricas formando un grupo compacto y muy numeroso. Flameaban al aire un revuelo de banderas rojas y cartelones. Estaba aclarando el día cuando esa fuerza pujante que éramos nos topamos con la Gendarmería y los carros hidrantes dirigidos por ese elemento llamado Berni, tratando de impedir el corte. En ese encontronazo no faltaron bastones, chorros de agua y balas de goma. De poco le sirvió todo ese despliegue policial ante ese empuje de obreros y estudiantes pegando todos con un sólo puño. Para muchos jóvenes era su bautismo de lucha y vieron el poder de la clase obrera cuando tensa sus músculos para entrar en combate. En esos momentos me parecía ver las coordinadoras del ‘70 y durante varias horas fuimos los dueños de la ruta. Vos nos recordás al “Cuqui” Curutchet por el cual siento un profundo respeto que hoy lo tomaron muchos profesionales. En el fango del combate estaban los diputados Del Caño y Christian Castillo cumpliendo con la palabra empeñada de estar al servicio de la clase obrera y sus luchas. Quien escribe estas líneas al otro día cumplió 81 años. Qué hermoso regalo me brindó mi clase a este viejo revolucionario que sigue levantando bien alto las banderas de la revolución. Coco, espero poder estrechar tu mano y poder sacar las conclusiones de esas jornadas de los años setenta.
 
Un abrazo a la distancia.
Martín Ruta 8, militante del PTS

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