Eduardo Castilla
Dicen que Marx criticaba al comunista utópico
Wilhelm Weitling cuando se quejaba de que
tanto él como Federico Engels escribían sobre temas “oscuros” que a nadie
interesaban. La historia reseña que, en el medio de una discusión acalorada, Marx
llegó a gritarle “la ignorancia nunca ha servido para nada”.
Hoy podríamos “corregir” a Marx y decir que la
ignorancia sirve, por lo menos, para revelarnos a aquellos que deberían
estudiar más y escribir menos. La era digital y las redes sociales permiten posibilidades
fenomenales pero, al mismo tiempo, dejan el terreno libre para que cierta gente
diga cuanto quiere sin más control que el teclado.
La periodista y conductora Belén Marty (“porteña de
nacimiento” y “ferviente defensora de la libertad”) en este post se "animó" a hacer una “crítica” de la importante
repercusión que está teniendo Marx ha vuelto, la miniserie que Contraimagen y TvPTS están difundiendo masivamente
por las redes sociales.
La
ferviente defensora de la libertad no tuvo ningún dilema en repetir los lugares
más comunes de la crítica al comunismo, sin tomarse ni siquiera el trabajo de
investigar el origen político del PTS que es quién está detrás de esta
importante producción. Repasemos algunas de sus “críticas”.
Los precios y el cálculo económico
Belén Marty nos informa que “la imposibilidad del
cálculo económico del comunismo no hace otra cosa que eliminar los
precios, y sin eso el sistema económico no existe”.
No
sabemos qué ha leído Belén sobre el comunismo pero seguro que no leyó a Marx, Lenin
o Trotsky que, en más de una ocasión, escribieron que la sociedad socialista
salida de las entrañas del capitalismo no podía prescindir de los métodos de
cálculo económico heredados de ese sistema. Marx lo señalaba en la crítica del Programa de
Gotha y León Trotsky, además de múltiples artículos, dedicó todo un apartado
de su gran libro La Revolución
Traicionada a explicar los mecanismos de regulación de la producción
mediante el sistema de precios y la necesidad de una moneda estable, atacando a
la burocracia estalinista por la absoluta falta de previsión y la estampida
inflacionaria. Muy lejos de la “eliminación” de los precios, sólo una moneda
estable permitía medir la productividad del trabajo y avanzar hacia evitar el
derroche de trabajo humano. En el primer estadio del socialismo, el mercado seguirá
actuando como medio de revisión y control de la producción de determinadas
mercancías, coexistiendo con una creciente planificación económica.
Que
la burocracia estalinista haya vendido espejitos de colores y que en la Universidad
Austral no enseñen la diferencia entre estalinismo y trotskismo no sirve de
excusa. Siempre es mejor preguntar antes de postear.
La planificación y la democracia soviética
Belén
se pone a “imaginar a un grupo de funcionarios comunistas” decidiendo qué y cuánto
se produce de patatas, chocolates o zapatos. Pero el comunismo por el que peleaban
Marx, Engels, Lenin y Trotsky entre otros, está años luz alejado de cualquier
forma de planificación burocrática de la economía. Eso fue el estalinismo (o
sus variantes maoístas y castristas).
Lejos
de eso, el comunismo y la transición hacia dicho sistema no pueden basarse más
que en la democracia más amplia, en la posibilidad del conjunto de la población
de tomar las decisiones que hacen a la producción y el funcionamiento de la
economía. Un verdadero autogobierno de masas basado en la extensión de diversos
mecanismos democráticos de decisión y control. Lenin escribió que, bajo el
sistema soviético, hasta una cocinera tenía en sus manos la posibilidad de
dirigir el estado (esperemos que Belén no tenga ningún prejuicio contra las
cocineras).
La
idea de una planificación democrática es hoy muchísimo más tangible que hace
décadas. Las nuevas tecnologías, extendidas globalmente, que dan origen a las
redes sociales y la existencia de altísimas velocidades de conexión de internet,
permitirían hoy a millones de personas participar activamente en la toma de
decisiones sobre cientos de problemas. La posibilidad real de consultar o decidir
online está al alcance de la mano
haciendo click para miles de personas de manera simultánea. Un escenario que,
evidentemente, la periodista liberal no puede imaginar.
“Yo
gano porque vos también ganás…”
…afirma
Belén. Así funciona el capitalismo según ella nos dice y, al mismo tiempo
afirma que el “comunismo fracasó”. ¿En qué planeta vive?
Cuando
van 7 años de la crisis internacional nos venimos a enterar que el “acceso
irrestricto a la propiedad privada” puede crear condiciones para la creación de
riqueza y eso nos puede ayudar a ganar a “todos”. Esto se escribe cuando la
desocupación no deja de crecer y el estancamiento económico mundial es una
realidad patente, cuando la crisis social hunde a franjas amplias de la
población en una situación de enorme precariedad y miseria.
Como
lo señalaba Marx, en el mismo Manifiesto Comunista, la propiedad privada capitalista se basa en privar de toda propiedad a
las nueve décimas partes de la población. Lejos del “todos ganan” (una especie de “teoría del derrame” venida a
menos) y como afirmó Marx, “la acumulación de la riqueza en un polo es,
en consecuencia, al mismo tiempo de acumulación de miseria, sufrimiento en el
trabajo, esclavitud, ignorancia, brutalidad, degradación mental en el polo
opuesto, es decir, en el lado de la clase que produce su producto en la forma
de capital”. Los datos de la realidad social confirman la hipótesis teórica de
Marx, no los deseos piadosos de Belén.
La vida no es justa (y la sociedad de
clases tampoco)
Belén
se queja de que la miniserie Marx ha
vuelto establece una relación “injusta” entre el explotado y el explotador.
Pero, lo que a la periodista liberal le parece un “cliché” es la realidad de
millones de trabajadores en todo el mundo. La crisis internacional, con su
secuela de desocupación y pobreza pone en evidencia que el “contrato libre”
entre empleador y trabajadores encubre una relación estructuralmente desigual,
donde el obrero sólo encuentra trabajo “a condición de que permita acrecentar
el capital”. Esto es lo que empuja a la lucha de clases.
La
enorme repercusión de Marx ha vuelto
se basa precisamente en esta realidad incontrastable. El capitalismo sigue
produciendo una brutal desigualdad y sigue siendo un sistema social cuyas
crisis significan privaciones enormes para las masas. Significan pobreza,
desocupación y las más degradantes condiciones de vida.
Para los cientos de
miles que ya han visto la miniserie es una explicación precisa (y sencilla a la vez) del porqué de esa realidad y de los medios
para subvertirla. Ahí radica la razón de su éxito actual.
A
pesar de los temores de los liberales y de los “argumentos” de Belén, Marx ha vuelto.
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