lunes, 13 de mayo de 2013

Algunos apuntes sobre la huelga de la COB: clase obrera: posición estratégica y capacidad hegemónica


Paula Schaller 


La gran huelga que viene protagonizando hace ya una semana la Central Obrera Boliviana (COB) contra la ley de pensiones del gobierno de Evo Morales, vuelve a poner en el centro de la escena la enorme potencialidad de lucha de la clase obrera boliviana. La huelga no sólo desató una dura respuesta de Evo Morales, que fracasado su intento de aislarla y restarle apoyo social tildándola de corporativa pasó a una política abiertamente represiva, encarcelando a casi 400 huelguistas e hiriendo a decenas en dos días, 
sino que permitió (en alguna medida como respuesta a la política gubernamental) la consolidación de un frente único de lucha de distintos sectores del movimiento obrero y estudiantil alrededor de la federación minera (FSTMB). La huelga sigue en curso y habrá que esperar su desenlace para un balance de sus resultados, que se definirán en gran medida a partir de lo que suceda con la nueva mesa de negociación abierta a partir de anoche (domingo) entre el gobierno y la COB para discutir la ley de pensiones. Pero lo que es claro es que por su significación social y política ya marcó un nuevo salto en el proceso de ruptura de amplios sectores del movimiento obrero con el gobierno masista. Apuntamos aquí algunas reflexiones al respecto. 

La "posición estratégica" del sector minero

El sector minero, puntal de la huelga, nuevamente vuelve a mostrar su centralidad social, devenida de su histórica centralidad económica que a lo largo de décadas le permitió ubicarse como vanguardia del movimiento obrero y de masas. Tomando el concepto de Womack (con su correspondiente adaptación al caso, ya que este esencialmente se refiere a "posiciones" al interior de una industria o rama) podríamos plantear que el sector minero ocupa una "posición estratégica", es decir, concentra el poder material que deviene de ocupar una posición técnica o industrial fundamental. Este carácter fundamental está dado tanto por la capacidad de paralizar la actividad de otros sectores como por la capacidad de afectación de las ganancias capitalistas. En este sentido, si toda huelga revela que el trabajo es no sólo fuerza creativa sino al mismo tiempo su contrario, las huelgas en los sectores estratégicos de la economía multiplican esta "fuerza destructiva", lo que Womack sintetiza diciendo "a diferencia de otras, la del trabajo es fuerza no sólo en el sentido positivo, por lo que aporta, por la producción, sino también en sentido negativo, por lo que quita o resta a la producción cuando deja de operar, que es muchísimo en el caso de las posiciones industrial y técnicamente estratégicas." (Womack. Fuerza obrera y posición estratégica). Como se dice acá, el propio gobierno salió a declarar, por intermedio del Ministro de Minería y Metalurgia, que la huelga en la mina estatal Huanuni estaba causando una pérdida de 500 mil dólares por día. Descontando que la cifra pueda estar relativamente inflada por el gobierno en un intento de demonizar la lucha y generalizar el miedo entre los trabajadores por un posible cierre de la mina, no deja de ser relevante la capacidad de afectación de ganancias que produce un paro minero, por la gravitación sobre la economía de una actividad que es la segunda industria extractiva de Bolivia después de la hidrocarburífera. Fue alrededor de esta "posición estratégica" que los mineros bolivianos consolidaron históricamente capacidad de encabezar la lucha económica y política, con su punto más alto en la revolución del '52 en la que este sector actuó como vanguardia tanto política como militar, armando las milicias que sustituyeron al Ejército burgués y desarrollando el programa más avanzado que daría el movimiento obrero boliviano expresado en las Tesis de Pulacayo. 

Capacidad hegemónica

La huelga demostró la capacidad del sector minero de motorizar tras de sí la acción de otros sectores del movimiento obrero. Desde el inicio de la huelga el gobierno de Evo Morales intentó aislar a los mineros mostrándolos como una suerte de "aristocracia obrera", como declaró el Ministro de Trabajo "El 85 por ciento de nuestros trabajadores están ganando hoy menos de seis mil bolivianos y ellos son los beneficiarios de este Fondo Solidario. ¿Entonces, por favorecer al otro 15 por ciento vamos a poner en riesgo la jubilación de estos?", intentando ganar base social para la ley de pensiones y tirar al resto del movimiento obrero contra los mineros. Pero la dinámica de la huelga fue la contraria: con el correr de los días, se sumaron al paro los fabriles de Cochabamba (que desde el primer día realizaron bloqueos en distintos puntos), los maestros cruceños, cochabambinos y paceños, los salubristas, los empleados de las universidades, entre otros. Se consolidó un frente único del movimiento obrero con los mineros como vanguardia. Lo que explica la incapacidad del gobierno de aislar las demandas mineras del resto del movimiento obrero es precisamente la autoridad conquistada por un sector que a lo largo de décadas fue un participante activo de la lucha social, siendo parte del frente único que, con los cocaleros y la FEJUVE de El Alto a la cabeza,  protagonizó los combates que terminaron con la caída de los gobiernos neoliberales de Sánchez de Lozada y Mesa. Esta tradición de lucha, sumada a (y en parte debido a) su "posición estratégica", le da al sector minero "capacidad hegemónica", es decir capacidad de universalizar sus demandas y acaudillar al resto de los sectores tomando las suyas, en este caso la demanda de una jubilación de 8 mil bolivianos para el sector minero y de 5 mil bolivianos para el resto de los trabajadores. El sector minero, vanguardia del movimiento obrero, tiene a Huanuni como sector de avanzada. En los últimos años, el sindicato de Mineros de Huanuni se ubicó como puntal de la lucha contra la política minera de Evo de colaboración con el capital privado y extranjero, defendiendo la nacionalización y luchando por el control social de la Empresa Minera Huanuni, desarrollando una política no corporativa (expresada por ejemplo en que pelearon por la incorporación de mineros cooperativistas como asalariados a la estatal Huanuni) cuestión que lo llevó a ser el foco de la represión del gobierno en varias oportunidades. No es casualidad que Evo saliera durante la huelga a atacar abiertamente a este sector, aprovechando la oportunidad para tirarse en contra de la nacionalización "Quiero decir con mucha sinceridad a mi me desmoraliza seguir estatizando o nacionalizando otros centros mineros o hacer nuevas empresas del Estado para que los trabajadores después lleven a la quiebra, se distribuyan todas las utilidades, empresas en déficit o finalmente trabajadores como ya ven destrozando caminos”. Es que para Evo es una necesidad estratégica derrotar a un sector que plantea una perspectiva independiente y que hoy, a diferencia de los alzamientos de 2003 y 2005, claramente se ubica como cabeza del movimiento de masas. 
De hecho, el protagonismo actual de la COB muestra un proceso de recomposición obrera en Bolivia, expresado en un movimiento obrero que pasa a la ofensiva: la COB no salió a la huelga respondiendo a algún ataque directo como despidos, rebaja salarial, etc. sino que en última instancia está disputando con el gobierno de Evo Morales la distribución de la renta interna. Este hecho, además de hacer que la negociación abierta sea difícil por la dura postura que ha mostrado en estos días el gobierno negándose a ceder a las demandas (cuestión por la que no podemos descartar que la negociación fracase y se vuelvan a generalizar las acciones); marca la profundidad de la brecha abierta entre el movimiento obrero y el gobierno, precisamente porque en todos estos años Evo Morales no le dio a la clase obrera ninguna conquista importante, le impuso techos salariales por debajo de la inflación e intentó avanzar sobre sus condiciones de vida, como cuando intentó imponer el aumento sideral de la gasolina en 2010 (el gasolinazo). 

Hegemonía social y hegemonía política: el Partido de Trabajadores y la lucha política al interior de la COB

En Bolivia estamos ante la histórica posibilidad de que la oposición social al gobierno de Evo, que comienza a generalizarse en capas más amplias del movimiento obrero, se convierta en una fuerte oposición política de clase alrededor de la formación del Partido de Trabajadores impulsada por la COB. Operar ese paso es el principal desafío de la hora, logrando poner en pié un partido obrero militante con una política independiente de toda variante patronal.  La huelga permite mostrar parcialmente la enorme potencialidad de un Partido de Trabajadores si se desarrolla como un partido de combate capaz de organizar y dirigir la acción de cientos de miles en la lucha de clases y no como un como un mero instrumento electoral para la negociación por arriba.  En este sentido, la ubicación de lucha de la COB, en parte radicalizada por la respuesta represiva del gobierno, deja a la defensiva a los sectores masistas de la central, que intentan evitar que el Partido de Trabajadores adopte un programa independiente y una estrategia basada en la lucha de clases para convertirlo en una herramienta electoral subordinada al MAS. Pero la dirección de la COB desaprovechó la oportunidad de utilizar la huelga para afianzar la idea del Partido de Trabajadores, desplegando un programa que ligue las reivindicaciones económicas a las políticas y eleve la lucha social al planteo del problema del poder en Bolivia. El propio Evo Morales hizo más referencias al Partido de Trabajadores durante la huelga que la misma COB, en un intento de quitarle legitimidad  por estar motorizada por "intereses políticos". Esta es una lucha  política que hasta el momento la COB ha omitido dar en la huelga, perdiendo la oportunidad de afianzar la idea del Partido de Trabajadores no sólo ante las amplias franjas del movimiento obrero en lucha sino ante los sectores pasivos como el campesinado, mostrando la necesidad de un partido que organice la lucha en las calles contra la política antiobrera de Evo Morales. Ese es el desafío y la discusión política planteada al interior de la COB, donde es clave el rol que puedan jugar los sectores de vanguardia de Huanuni , que defienden la perspectiva de un partido organizado democráticamente desde las bases e independiente de toda variante burguesa. Los revolucionarios de la LOR-CI pelean activamente al interior de la COB junto con los mineros de Huanuni por un Partido de Trabajadores ligado a la lucha de clases, en la perspectiva del desarrollo de un fuerte partido revolucionario en Bolivia.  

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