miércoles, 25 de octubre de 2017

14 Apuntes contra el escepticismo pos-electoral (o sobre los límites del triunfo de Cambiemos)

Fotografia/ Matias Baglietto-EnfoqueRojo



1)   Después de la elección de este domingo, el escenario político queda corrido hacia la derecha. Sin embargo, como se dice hace mucho tiempo, el impresionismo suele ser mal consejero. 

2)   La relación de fuerzas social y política se expresó tanto en la campaña como de manera inmediatamente posterior. En el momento pos electoral se expresa como el llamado a un “acuerdo nacional” con el objetivo de imponer un ajuste consensuado con el conjunto del poder político. A partir de un triunfo determinado, se trata de alinear a todos los factores del poder político (la representación en sus diversas formas) como garantes del plan de ajuste del capital.

3)   La lógica política (y ahí se evidencia en que saben hacer política) en “anti-triunfalista”. Lejos de subirse al pony y avanzar por los caminos del decisionismo se trata de una línea destinada a comprometer a todos los sectores políticos en una agenda que, de fondo, es antipopular.

4)   La ventaja del oficialismo radica en que la lógica de la oposición reproduce una especie de movimiento de Cinta de Moebius, donde la fortaleza del gobierno deviene de las concesiones de la oposición y estas concesiones se explican por la fortaleza del gobierno. Un círculo vicioso que el resultado electoral seguramente reforzará.

5)   Los factores de poder sufren de una debilidad estructural que es resabio de las décadas pasadas: el enorme peso del poder central a la hora de otorgar recursos. Provincias, municipios y burocracias sindicales tiene una relación estrecha con los fondos que llegan desde la Nación. De ahí deviene su intensa “vocación” negociadora.

6)   El poder político logrado por Cambiemos no debe ser confundido con la hegemonía en el sentido propio del término. No se trata de una discusión conceptual o abstracta. La campaña de Cambiemos combinó la apelación genérica al “futuro” con el rechazo recurrente al “pasado” -expresado en figuras altamente cuestionadas a escala social. Sería bueno preguntarse por la “repentina” reapertura de la (infundada) causa creada a partir de la denuncia de Nisman. Sería bueno analizar el rol de la casta judicial operando en un furibundo accionar de citaciones a declarar a ex funcionarios nacionales.

Es imposible entender la “hegemonía” de Cambiemos sin esa evidente unidad de propósito entre el accionar del Partido Judicial, la gran corporación mediática y el discurso vacío del gobierno. Un reparto de tareas entre los que hacen el trabajo sucio y los que hablan bonito. En ese marco, las apelaciones al “progreso individual” son los suficientemente abstractas y genéricas como para dialogar trasversalmente con diversas capas y clases sociales.

Que esto puede tener una base más firme en un nivel de clase media alta es innegable. Pero en los sectores populares la votación de Cambiemos no puede separarse de dos cosas: la parcial estabilización en la situación económica (que no logra frenar la inflación sin embargo) y el uso generalizado de lo que el neoliberalismo clásico llamó “gasto público” en pos de sostener la agenda social. A eso hay que agregarle un regadero de obras públicas que tienen por base el endeudamiento creciente.

7)   El “kirchnerismo ordenado” de Cambiemos le saca fuerza al “kirchnerismo real” de Cristina. Por dos razones. La primera es que evidencia que el programa de la gestión “nac&pop” en relación la pobreza resultó tan moderado que hasta la actual CEOcracia gobernante puede ejecutarlo sin grandes tensiones. Al mismo tiempo, se evidencia el “aprendizaje” por parte de la nueva gestión estatal sobre la necesidad de esa contención sobre los sectores más humildes en aras de sostener la estabilidad política. En ese marco, las buenas votaciones “cambiemitas” en sectores empobrecidos no deberían sorprender.

8)   Las ventajas del oficialismo radican, como se ha abundado, en la crisis del peronismo. Una crisis que debe verse en el plano de un período que abarca los últimos años, pero también en términos más históricos. El “techo bajo” de CFK, la candidata más votada, evidencia que su construcción discursiva de “todo tiempo pasado fue mejor” no es compartida por amplias franjas de la población. La polarización política del macrismo encuentra ahí parte de su éxito.

Pero ese techo también expresa los límites históricos del kirchnerismo en cuanto avatar del peronismo. Su impotencia objetivo/subjetiva de revertir la degradación de las condiciones de vida de la clase trabajadora y el pueblo pobre legada por el neoliberalismo. Su imposibilidad de establecer un nuevo “piso” de ciudadanía social para la clase trabajadora. Todo ello es una muestra de la degradación histórica de ese movimiento. El debate sobre la “muerte del peronismo”, que parece hacer gozar orgásmicamente al pseudo-periodismo gorila, al elenco oficial y cierta intelectualidad afín, no puede analizarse separadamente de esas limitaciones estructurales.

9)   Si el kirchnerismo en el poder, con los resortes del Estado a su favor por más de una décadas, en un contexto altamente favorable a escala internacional, fue incapaz de transformar profundamente la estructura nacional enfrentado seriamente a los grandes poderes ¿Por qué ahora, desde el llano, podría oponer una resistencia seria al ajuste por venir? No debe olvidarse, además, que muchos de los “traidores” que dieron gobernabilidad a Cambiemos fueron parte de ese oficialismo hasta diciembre de 2015. En ese sentido, la “verdadera herencia kirchnerista” es la troupe de garantes de la gobernabilidad macrista.

10)El límite estratégico del kirchnerismo, como ya lo señalamos, radicó en su carácter de clase burgués. Su administración del Estado, más allá de los roces con sectores del gran empresariado, fue garantía de una gestión relativamente exitosa de las ganancias del capital. De allí que, contra todo el relato construido, nunca hubo acciones “destituyentes” serias sino batallas parciales destinadas a negociar tajadas de la riqueza nacional. Nadie debería olvidar que pocos meses antes de la elección de 2015, en el Council de las América, el candidato más aplaudido por el gran capital imperialista era Daniel Scioli. Nadie en ese lugar parecía ver en el ex motonauta a un potencial expropiador de sus riquezas.

11)Ese fracaso implica volver a plantear la cuestión estratégica de como enfrentar a la derecha que, recordemos para evitar los lugares comunes, es el gran capital concentrado, los grandes medios de comunicación, la casta judicial, los servicios de Inteligencia del Estado y, como no podía ser de otra manera, sus fuerzas represivas. Entre éstas, la Gendarmería que desapareció de manera forzada  a Santiago Maldonado.

12)El único poder social capaz se oponerse realmente se encuentra en la clase trabajadora. Esos cerca de 13 millones de asalariados y asalariadas, junto a sus familias, son la inmensa mayoría de la nación. Agreguemos, para los desmemoriados, que son la palanca que hace funcionar el conjunto de la sociedad y, por ende, tiene la capacidad de paralizarla. Se trata entonces de construir una fuerza política que exprese ese poder social, hoy enormemente limitado por el accionar de la dirigencia sindical burocrática.

13)La izquierda trotskista realizó una gran elección a nivel nacional. En lugares como Jujuy o Mendoza evidenció una fuerte y permanente presencia en amplias capas de los trabajadores y la juventud. Se trata, como dijo ayer Christian Castillo, de usar ese capital político conquistado para avanzar en el camino de construir una organización que verdaderamente sirva a los explotados para enfrentar y derrotar a la derecha.


14)Volvamos al principio. El impresionismo puede ser mal consejero. Ver la “ola amarilla” más grande y potente de lo que es, puede despertar un escepticismo innecesariamente infundado. En el mundo académico de las ciencias sociales las “novedades” que se sostienen suelen pegar duro. No está de más recordar que allí se repitió por años la absurda idea del “fin del proletariado” y “el triunfo completo del capitalismo”. En esas dos le erraron bastante. 

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