lunes, 27 de febrero de 2012

Del silencio al cinismo absoluto

Hoy, después de 5 días habló CFK. El cinismo del discurso no tiene comparación. Mientras la familia de Lucas repudiadaba el comunicado de Garré, Cristina la ponía a su lado para respaldarla. 
Cristina quiso hoy ser la víctima. Lloró a cada momento. Invocó el dolor. Dijo que sabe lo que es la muerte. Pero no sabe lo que es la muerte por negligencia capitalista. No sabe lo que es la muerte por culpa de empresarios deseosos de obtener más y más ganancias, por culpa de sus amigos, los funcionarios políticos como Schiavi y De Vido. 
Hoy todos sabemos lo que es la muerte en Argentina. Es la muerte de los 51 que se fueron ese día en la Estación de Once. Es la muerte de los 17 que fueron asesinados en protestas sociales en el último año, por las fuerzas represivas del estado nacional y de los estados provinciales, todos aliados al gobierno nacional. Es la muerte de Mariano Ferreyra, asesinado por la patota de Pedraza y Pablo Díaz, que unos días antes estuvo en un estadio aplaudiendo a rabiar a Cristina y Moyano. 
Hace unos días decíamos que el silencio de Cristina era para evitar que las crisis cayeran sobre ella. 
Ahora Cristina se pone al frente. Ordena a la tropa, imparte las órdenes. En resumen, corona un régimen político basado en el cinismo. En todo caso los exabruptos y brutalidades de Garré y Schiavi, encuentran su punto cúlmine en el discurso de Cristina. 
Hoy, una vez más podemos poner un signo igual entre cristinismo y cinismo.

sábado, 25 de febrero de 2012

Proyecto X, la masacre de Once y la “menemización” del cristinismo



Lucas Menghini Rey tenía 20 años y trabajaba en un Call Center. Uno de los empleos que se masificaron en la última década al calor de la recuperación económica. Esas máquinas de triturar el cerebro, la espalda, los oídos y los ojos de cientos de miles de jóvenes en todo el país. Él era uno de esos argentinos que tiene la mala “costumbre” de adelantarse para no hacer cola y esperar. Él y millones más que viajan como ganado para llegar a lugares donde cobran salarios miserables, en el país del crecimiento a tasas chinas y los superávits estrellas.
Lucas fue encontrado sin vida en el cuarto vagón de la formación que se estrelló contra la una estación. Fue el muerto número 51 de la masacre de Once. Masacre. No accidente. Masacre en donde el gobierno quiere evitar toda responsabilidad colocándose en el papel de víctima, como querellante contra la empresa. Masacre en la cual el cinismo capitalista llegó al límite de decir que el “servicio es aceptable”. Masacre que puso, blanco sobre negro, la realidad que viven millones de trabajadores  y pobres en el conurbano y en todo el país. La historia de Argentina es cruel con los habitantes del “subsuelo de la patria”. Lo vimos con los asesinatos en Parque Indoamericano y Ledesma por pedir tierra y vivienda. Lo vemos nuevamente ahora con las vidas que se lleva esta masacre.

Entre dos tiempos

Acá y acá se habló de la menemización del gobierno de CFK. El gobierno se halla, desde la muerte de NK, en un claro giro a derecha que se expresa en un progresivo discurso contra la protesta social y a favor de los negocios de los empresarios. Esto tiene su correlato en la quita de subsidios a transporte y energía. Una política “ortodoxa” como lo definió Morgan Stanley.  Anotemos de paso que, con la masacre de Once, se cae un mito más de la era K: el de los subsidios al servicio del pueblo trabajador. Queda claro que fueron un espectacular negocio para las privatizadas que ganaron sin invertir.
En la entrega de los recursos naturales a las empresas imperialistas que se llevan millones a costa de un enorme deterioro del medio ambiente y en los subsidios a las privatizadas como TBA, responsable de la masacre de Once, tenemos dos símbolos del modelo “Nacional & Popular” del que tanto gustan hablar los “progres” K, o del capitalismo en serio como gusta decir CFK.
En las últimas semanas vimos el avance en toda la línea de formas y políticas que nos recuerdan al menemismo: defensa de la minería a cielo abierto, represión en las protestas contra esa forma de saqueo en las provincias, aparición de la denuncia de Proyecto X que realizamos desde el PTS, la confirmación de Garré en una conferencia de prensa en la que quiso naturalizar el espionaje y definió a la protesta social como un delito. La masacre de Once y la defensa del sistema de transporte actual que realizaron Schiavi y De Vido el jueves pasado, se vinieron a sumar a esta larga cadena de impunidad que es digna del menemismo.
La política del gobierno transcurre entre dos tiempos: el de la “restauración” y el de su claro rol como agente político abierto de la burguesía, como menemismo. Como escribía Gramsci, cuando lo nuevo no termina de nacer y lo viejo no termina de morir, surgen fenómenos aberrantes: el protagonismo de Schiavi y Garré son, por estas horas, fenómenos que van de lo aberrante a lo patético.

Que se vayan todos

Cuando se conocía la noticia de la aparición del cuerpo de Lucas, en la estación de Once, cientos de personas volvían a cantar “Qué se vayan todos”. El canto retumbaba contra las paredes de la estación mientras la policía montaba guardia. El grito de “asesinos” salía de cada garganta presente, contra los empresarios de TBA. La bronca acumulada tenía que estallar.
Pero la bronca y este canto son sintomáticos. Síntoma de lo que nunca terminó de solucionarse: la crisis profunda de un régimen político ajeno y opuesto a las necesidades del pueblo trabajador. Conformado por una casta de políticos millonarios que gobierna, legisla y gestiona al servicio de los intereses de las grandes patronales. Esa casta que decidió subir sus ingresos entre un 70% y un 100%, mientras se intenta poner techo a las paritarias.
Que se vayan todos es el grito de guerra contra esta casta. Son los ecos de la acción directa en las calles. Es el signo del deterioro político de un proyecto que intentó mostrarse como la negación de  los noventa para recauchutar el estado capitalista y hoy empieza a mostrar nuevamente su verdadero rostro.

¿Y dónde está Cris?

Como dijimos acá, ante la represión en Tinogasta “En esa debilidad del régimen político (…) radica la necesidad de “preservar y de preservarse” a (de) Cristina. El bonapartismo como régimen de dominio tiene implícita esta contradicción. Elevar a una figura por sobre el conjunto de las clases y los sectores sociales, transformarla en el árbitro(a) de la nación, significa ponerla en el centro de la escena y, permanentemente, tratar de sacarla de allí”.
Esto último es lo que estamos presenciando en escala aumentada. Frente a crisis que atacan dos pilares de la mitología K, Cristina está en el sur. La semana pasada había tenido una alta tarea de estado: sacar a pasear el perro de Florencia. Este fin de semana, dejó atrás la capital y se refugió en el sur. Dejó atrás la masacre de Once y sus cientos de heridos, dejó atrás las denuncias por Proyecto X y se fue al sur.
Pero el intento de preservar a CFK tiene límites. En el marco de un régimen semi bonapartista como el actual, las crisis "caen" sobre Cristina, aunque busquen evitarlo, poniendo a Garré y a Schiavi en el centro del ring a recibir golpes. Su silencio y su prescindencia molestan, ofuscan, hacen ruido. En la “batalla cultural” la “comandante en jefe” brilla por su ausencia, desorienta a la tropa y genera peleas en el campamento K. Muy posiblemente veremos en los próximos meses aún mayores tendencias centrífugas dentro de la coalición cristinista. 

Oposición social y oposición política

Esta crisis política intenta ser aprovechada por la oposición burguesa. La denuncia de Proyecto X y la masacre de Once, son utilizadas por la oposición para retomar algún tipo de iniciativa, luego de que algunos de sus referentes aplaudieran a CFK en su discurso por la soberanía de Malvinas. Quiénes avalaron las privatizaciones en los 90’ y no cuestionaron una coma de esos acuerdos en las dos décadas posteriores, se horrorizan hoy, ante lo que todo el mundo ya sabe. Quiénes firmaron la Obediencia debida y el Punto Final, o estuvieron en el gobierno de De la Rúa que asesinó decenas de personas en el 2001, se rasgan las vestiduras ante el espionaje. El cinismo de los políticos de la burguesía no tiene límites.
Pero el cinismo tiene una función política: la reconstrucción de la oposición burguesa. Operación en la que confluyen Clarín, La Nación y todo el arco burgués, buscando trasladar la disputa política al interior del Congreso nacional, con la táctica de citar a los ministros o pedir su indagatoria. Como dijimos acá, la crisis del régimen de partidos también es parte de los problemas que se acumulan en el momento político actual.
Frente a ello, la oposición real claramente está en las calles y en la izquierda. Como se vio en las luchas contra la mega-minería a cielo abierto, fue la población la que tomó en sus manos el bloqueo de las rutas, la campaña política y la lucha contra la represión. Por otra parte, en estos momentos, en medio de una tensa negociación, los docentes de 8 provincias argentinas parecen no iniciar las clases, ante la falta de acuerdo en la negociación salarial, lo que preanuncia, por lo menos, un mayor nivel de discusión política entre amplios sectores y de oposición al gobierno nacional y sus aliados provinciales. 
Fue la izquierda partidaria, en particular el PTS, la que hizo la denuncia del espionaje ilegal de la Gendarmería. No es casualidad. Es aquella que es perseguida por el gobierno por su participación en las luchas del movimiento obrero y la juventud. Es el sector que claramente denuncia desde hace años la ausencia total de mantenimiento en trenes, subtes y colectivos. Es la izquierda la que pelea abiertamente contra la tercerización laboral como se vio en el caso del asesinato de Mariano Ferreyra por la patota de Pedraza y la lucha por el pase a planta permanente de miles de tercerizados.
Precisamente esta izquierda es la que tiene hoy una gran responsabilidad, frente a la crisis creciente del kirchnerismo y la posibilidad de la reemergencia de tendencias “desde abajo”. Responsabilidad en desarrollar las tendencias a la ruptura con el kirchnerismo alentando la organización independiente de la clase trabajadora y peleando por recuperar las organizaciones sindicales de manos de la burocracia sindical. Al mismo tiempo es preciso impulsar las batallas para enfrentar al estado burgués y sus mecanismos de represión y control de la protesta social. Estas tareas son centrales en el próximo período.

viernes, 17 de febrero de 2012

Malvinas, el marxismo y la cuestión nacional



Publicado en La Verdad Obrera

El tema Malvinas es parte de las discusiones políticas centrales de actualidad por qué guarda relación directa con la cuestión de la opresión sobre el país ejercida por las potencias capitalistas centrales. El marxismo ha debatido desde sus orígenes la llamada “cuestión nacional”. Pero en la época de dominación mundial del capital financiero, la opresión y el saqueo imperialistas afectan a la gran mayoría de la humanidad. Por ese motivo, esta cuestión se convierte en un aspecto central de la estrategia revolucionaria en las naciones semi-coloniales.
La discusión sobre Malvinas obliga a una toma de posición a las distintas clases sociales y sus corrientes políticas. Para hacer más preciso el análisis, hay que partir de la relación de la clase dominante autóctona con el imperialismo. Eso permite entender los límites de su actual política, impotente para recuperar Malvinas. Política que, por otra parte, es compartida por el gobierno, la oposición y el conjunto del arco burgués, sumando a la burocracia sindical a pesar de sus recientes anuncios [1].

Soberanía sin soberanía

Cristina, en su discurso del 7 de febrero, dijo “creo que estos dos conceptos: el de democracia y soberanía dan el exacto lugar que para nosotros tiene la causa de Malvinas”. Pero la soberanía no es sólo un hecho político y jurídico, sino ante todo una realidad social y económica. La configuración económica que se construyó desde el Golpe del ’76, no fue revertida bajo el kirchnerismo. Cristina lo admitió señalando las “empresas del Reino Unido que trabajan en Argentina como la British Petroleum (…) la Royal, la Easy, ex Duperial, todas las mineras, como Río Tinto, Alexander Mins, Patagonia Gold, HSBC, Standar Gold, Glaxo, Unilever, British Telecom (…) desde el año 2003 (…) ha habido adquisiciones totales o parciales por parte de 18 empresas argentinas por parte de empresas británicas también”.
Esta “confesión” revela el control que ejercen las multinacionales, no sólo las británicas, sobre la economía argentina. De las 500 mayores empresas del país, sólo 176 son de capital nacional. Esas empresas producen el 22% del PBI. En el 2009 tuvieron utilidades por casi $60mil millones, cuatro veces más que las empresas locales [2]. A fines del 2011, los bancos extranjeros tenían el 37% de los depósitos privados, el 33% de los préstamos y el 42% de las tarjetas de crédito. Entre los diez bancos más importantes del país, la mitad son de capital imperialista [3]. Son esas razones estructurales las que limitan la capacidad de acción de la burguesía autóctona frente al capital internacional.

Lenin y Trotsky sobre la cuestión nacional

La política marxista parte de esa realidad social. La burguesía autóctona es incapaz de llevar adelante una política de verdadera liberación nacional. Una estrategia para superar la opresión imperialista tiene que tener como sujeto dirigente a la clase trabajadora. Esto obliga al proletariado a ser parte activa de la lucha por la liberación nacional, manteniendo su independencia de la dirección burguesa.
En 1914, Lenin escribía en El derecho de las naciones a la autodeterminación que “la política del proletariado en el problema nacional (…) sólo apoya a la burguesía en una dirección determinada, pero nunca coincide con su política (…) los proletarios propugnan una política de principios en el problema nacional, prestando a la burguesía siempre un apoyo sólo condicional”. En 1938, León Trotsky señalaba “La clase obrera de México participa y no puede más que participar en el movimiento, en la lucha por la independencia del país” [4].
Pero esta visión estaba enlazada con la lucha revolucionaria a escala internacional. En condiciones de dominación mundial del capital financiero, para los marxistas, la lucha contra la opresión imperialista es una batalla dentro de la gran guerra por la revolución socialista a escala planetaria. En 1914 Lenin escribía “Si, por ejemplo, mañana Marruecos declarase la guerra a Francia, la India a Inglaterra, Persia o China a Rusia, etcétera, esas guerras serían guerras “justas”, “defensivas”, independientemente de quien atacara primero, y todo socialista simpatizaría con la victoria de los Estados oprimidos, dependientes, menoscabados en sus derechos, sobre las “grandes” potencias opresoras, esclavistas y expoliadoras” [5].
Análogamente Trotsky, tomando el ejemplo de una posible guerra entre el Brasil “fascista” de Vargas y la Inglaterra “democrática”, decía “Si Inglaterra ganara, pondría a otro fascista en Río de Janeiro y ataría al Brasil con dobles cadenas. Si (…) saliera triunfante Brasil, la conciencia nacional y democrática de este país cobraría un poderoso impulso que llevaría al derrocamiento de la dictadura de Vargas (…) la derrota de Inglaterra asestaría un buen golpe al imperialismo británico y daría un impulso al movimiento revolucionario del proletariado inglés” [6].
Frente al debate sobre Malvinas la clase dominante argentina vuelva a evidenciar sus límites para luchar por una verdadera emancipación nacional. Pero esto es expresión de las enormes ataduras que tiene a las fracciones del imperialismo. Ataduras que son económicas, financieras, políticas y culturales.

1 Sindicatos lanzan boicot contra los barcos británicos y buscan sumar a los países de la región. Cronista.com
2 Informe Grandes Empresas. Indec, año 2009 en http://www.indec.gov.ar/
3 Informe Asociación de Bancos de Argentina. Setiembre-Diciembre 2011 en www.aba-argentina.com
4 Discusión sobre América Latina. 4 de noviembre de 1938. Escritos Latinoamericanos. Ed. CEIP.
5 El Socialismo y la Guerra. V.Lenin. 1915
6 La lucha antiimperialista es la clave de la liberación. Una entrevista con Mateo Fossa. 23/9/1938


sábado, 11 de febrero de 2012

Tinogasta: entre el silencio de Cristina y las tendencias a la acción directa


Las imágenes de la represión en Tinogasta son brutales. Mujeres con niños llevados por la policía, personas golpeadas en el piso, muletas que ocupan el centro de la pantalla, las caras cubiertas para que la “identidad” represora quede a salvo.
Imágenes del menemismo se dijo acá. No es para menos. Decenas de presos entre ayer y hoy para defender los negocios de grandes pulpos imperialistas que destruyen el medio ambiente mientras envenenan las aguas y la tierra. Represión al servicio del saqueo imperialista.
Pero mientras la represión es condenada de manera unánime, incluso por algunos de los funcionarios del gobierno nacional como Aníbal Fernández, (que “olvida” la represión en el Indoamericano) CFK aturde con su silencio. Una vez más, el silencio es la política predilecta frente a estos hechos. Ya lo vimos cuando los hermanos Qom fueron asesinados por el gobernador aliado de Cristina, Gildo Insfrán. Ya lo vimos en Ledesma cuando el pueblo trabajador, que exigía vivienda en el país del crecimiento a tasas chinas fue reprimido, asesinatos incluidos, por la policía provincial del gobernador (también K) Walter Barrionuevo.
¿Casualidad? ¿Azar? Nada de eso. Frío cálculo político. Lógica implacable de los hechos.
Como se ha señalado acá, el kirchnerismo y el cristinismo constituyen un movimiento político ligado estrechamente en sus orígenes a la crisis política y social de diciembre del 2001. Su carácter es el resultado del intento de recomponer la autoridad política estatal luego de las jornadas revolucionarias de aquel diciembre caliente.
Pero ese proceso implicó un movimiento contradictorio. Para verse forzados a restaurar la confianza en las instituciones, tuvieron que tomar aspectos de ese lenguaje que se expresó en las calles, tuvieron que ser “agentes” de algunas de esas demandas. Agentes de su perversión, de su aggiornamento, de la pasivización, de su negación, pero agentes al fin.
Sobre esa base creada por años de doble discurso, de defensa de los derechos humanos, de juzgar a los genocidas, de repudiar los 90, de recuperar la soberanía, de muchos etcéteras de ese tipo, se opera el actual giro político. Por lo tanto no es gratuito. Tiene su costo, sobre todo ante aquellos que en estos años confiaron, creyeron, se ilusionaron con el cambio de paradigma político.
Pero la defensa de CFK de las mineras tiene una lógica de hierro. Cristina y Néstor fueron grandes abogados de las petroleras en los 90, época del inicio indiscriminado del saqueo  a la nación ¿Cómo no iban a serlo de las mineras en estas épocas de esplendor?

Un régimen que no termina de ser

¿Llegó el kirchnerismo-cristinismo a recomponer la autoridad del estado burgués? Sí y no. Sí porqué logró que amplios sectores de la población vuelvan a creer en el voto como mecanismo de decisión, como señaló el amigo Juan Dal Maso acá hace unos meses.
No, por qué no logró la reconstrucción de un sistema de partidos y de figuras políticas capaces de actuar con fuerza en momentos de crisis social aguda. Salvo la figura de Cristina, todos los demás son reemplazables en el elenco oficial y eso constituye una debilidad central a la hora de pensar las respuestas burguesas ante la crisis en curso.  
En esa debilidad del régimen político de la burguesía argentina, radica la necesidad de “preservar y de preservarse” a (de) Cristina. El bonapartismo como régimen de dominio tiene implícita esta contradicción. Elevar a una figura por sobre el conjunto de las clases y los sectores sociales, transformarla en el árbitro(a) de la nación, significa ponerla en el centro de la escena y, permanentemente, tratar de sacarla de allí.
Cristina juega el papel de decir quién “puede” y quién no “puede” hablar. Qué discurso es legítimo y cuál atenta contra la nación. Quién está a favor del progreso del país y quiénes son “dogmáticos” que lo retrasan. Pero al mismo tiempo carga con el peso de esas decisiones. Es la responsable de los gestos políticos por ella avalados. La represión en Tinogasta y en Belén es un legítimo producto de los enfervorizados discursos de CFK contra la acción directa y a favor de la minería.

Los “aliados” del modelo y las tendencias a la acción directa

Precisamente porque hay que evitar de alguna manera que CFK cargue con todo el peso de las decisiones tomadas en este giro, el papel de los gobernadores es fundamental. Como señalamos acá hace poco más de un mes “El aparato peronista es central en el esquema de dominación capitalista en Argentina. En todo caso la pelea del cristinismo, con sus múltiples corrientes, es una pelea por apropiarse de “su” parte del aparato y dirigir (negociando, cooptando y extorsionando) al conjunto del mismo”. Es en este contexto que el gobierno nacional no puede prescindir de los Insfrán, Barrionuevo, Corpacci. No sólo se terceriza al ajuste sino también la represión.
 Y el silencio es fundamental. Tiene un alto significado político. Cristina no puede condenar lo que avala en cada aparición pública. Pero tampoco puede avalar lo que muestra la continuidad con la vieja política de los 90’. En esos silencios se expresan los límites de la recuperación del régimen político burgués en la Argentina.
Y ese es un hándicap para las masas trabajadoras del país. A ello se suma una “herencia” que el kirchnerismo-cristinismo no pudo borrar: las tendencias a la acción directa que se sostienen desde el 2001  y son un elemento actuante a futuro, cuando el movimiento de masas desarrolle una resistencia a los planes de ajuste y sus consecuencias.
Como dijimos acá, fueron “las tendencias asamblearias y a la acción directa. Las asambleas populares surgidas al calor de las jornadas de diciembre sentaron una tradición que se continuó en distintos sectores del movimiento de masas. Tradición que se enlazó y combinó con las tendencias a la acción directa como medio de solución a diversos reclamos”
Esto es lo que se viene expresando en la lucha contra la contaminación ambiental y la minería a cielo abierto. Esa es una de las tareas “inconclusas” del kirchnerismo. De ahí su necesidad de avalar, con su silencio, cada hecho represivo.  

miércoles, 8 de febrero de 2012

Pequeño homenaje al Flaco



Se fue uno de los grandes del rock nacional. Más allá de los usos y abusos que se harán, (mientras escribo esto, Julián Dominguez habla en 678 de Spinetta, esos tipos no dejan de sorprenderme para mal) acá va un pequeño homenaje al Flaco. Para los que fuimos adolescentes en los años 90 y tuvimos la suerte de conocer su música fue una especie de apertura mental enorme. 
Descubrimos que frente a tanta basura musicla, existía la poesía. Y eso nos llevó a conocer los 60 y los 70, a abrir la cabeza y darse cuenta que la única salida en la vida no es hacer la tuya. De esa experiencia, entre muchas otras, nacieron la ganas de transformar una realidad que era, verdaderamente una porquería. 
Yo tuve la suerte de conocerlo gracias a mi amiga la China. Hoy nos mensajeamos. Ella estaba entristecida. Yo no llegué a tanto pero algo de nostalgia me vino a la mente y al cuerpo. 
 

jueves, 2 de febrero de 2012

Apuntes sobre China, el trotskismo y la revolución política (2º Parte)


Decíamos ayer que el programa de la revolución política desarrollado por Trotsky era la única alternativa posible para frenar la burocratización del estado obrero ruso e impedir que eso se transformara en la base del proceso de restauración capitalista. En los orígenes del estado obrero chino, éste surge directamente como una forma social deformada y degenerada, en la cual el control político es ejercido por una burocracia independiente del movimiento de masas, la misma que inicia el camino de la restauración capitalista.
Sin embargo, la misma contradicción que se hallaba presente en la URSS entre las bases sociales del estado (donde no existía la clase capitalista) y la burocracia estatal que defendía sus privilegios, también se podía detectar en China.

Dirección, estrategia y restauración

Dado que “el socialismo no se construye mecánicamente, sino conscientemente”, la estrategia que tenga la dirección de una revolución es fundamental para determinar los pasos en la “construcción socialista”. En el caso chino, fueron los mismos dirigentes de la revolución de 1949, los que impulsaron, luego del fracaso del Gran Salto Adelante y la crisis de la Revolución Cultural, las reformas pro-mercado y la política de convivencia con el imperialismo como parte del proceso de modernización.
Perry Anderson señala que “a la puerta de las reformas, quizá la más decisiva de todas las diferencias entre Rusia y China se encontraba en el carácter de su dirección política. Al mando de la RPCh no estaba un funcionariado aislado e inexperto, rodeado de asesores y publicistas infundidos de un ingenuo Schwärmerei (entusiasmo) por todo lo que fuera occidental, sino unos curtidos veteranos de la Revolución original, dirigentes que habían sido colegas de Mao y que habían sufrido con él, pero que no habían perdido ninguna de sus habilidades estratégicas”.
En esto hay una diferencia abismal con la revolución rusa. En el caso de la gran gesta del ‘17, la dirección que había tomado el poder fue perseguida y aniquilada por la burocracia estalinista. En agosto de 1937, contra aquellos que querían ver en el estalinismo la continuidad del bolchevismo, León Trotsky escribía “La exterminación de toda la vieja generación bolchevique, de una gran parte de la generación intermedia que había participado en la guerra civil, y también de una parte de la juventud que había tomado más en serio las tradiciones bolcheviques, demuestra la incompatibilidad no solamente política, sino directamente física, entre el bolchevismo y el estalinismo” (Bolchevismo y stalinismo, Pág. 19. Ed. El Yunque)
Como puede verse, la estrategia de la dirección no es un problema secundario (como opinaba Sartelli en nuestro debate) sino central en la perspectiva de la construcción del sistema socialista a escala internacional.

“El estado soy yo”

En La Revolución Traicionada, Trotsky también señaló que La burocracia, considerada en su conjunto, se preocupa menos de la función que del tributo que ésta le proporciona. La casta gobernante trata de perpetuar y de fortalecer los órganos de coerción; no respeta nada ni a nadie para mantenerse en el poder y conservar sus ingresos”.
La burocracia defiende las raíces sociales del estado obrero “con sus propios métodos”. Es decir que la defiende en cuanto sostiene la fuente de sus privilegios. Pero empujada por la necesidad de asegurar estos, avanza en el intento de hacer sus formas de dominio más estables y duraderas. Intenta convertir su control sobre los resortes del estado en control efectivo y legitimado sobre los medios de producción. De esta contradicción surgen las tendencias a la restauración capitalista.
Bajo este régimen “Los medios de producción pertenecen al Estado. El Estado "pertenece", en cierto modo, a la burocracia. Si estas relaciones completamente nuevas se estabilizaran, se legalizaran, se hicieran normales, sin resistencia o contra la resistencia de los trabajadores, concluirían por liquidar completamente las conquistas de la revolución proletaria” (Trotsky)
Estas tendencias estuvieron presentes desde el principio en el estado obrero chino. Hoy, a pesar de los años transcurridos desde el inicio de las reformas pro-mercado, la burocracia estatal no termina de reciclarse en nueva clase dominante. Al lado de la burguesía imperialista y de los nuevos millonarios chinos, todavía subsisten millones de funcionarios que tienen en el control del estado su razón de ser.
El libro La actualidad de China tiene la virtud de evidenciar de manera constante ese interés de casta. Por ejemplo, el autor español recuerda que a principios de los noventa “la industria farmacéutica necesitaba sangre, y la campaña llegó a ser muy popular entre los campesinos pobres, que encontraron una inesperada fuente suplementaria de ingresos. También fue popular entre los funcionarios, que enseguida vieron sabrosos negocios, y se llevaron la parte del león. Errores garrafales en la higiene y los procedimientos, como la mezcla de la sangre y la inoculación a los donantes de los glóbulos desde contenedores no esterilizados, produjeron una masiva difusión de enfermedades como el SIDA y la Hepatitis B y C” (Pág. 174)
Aparte de un elemento de anarquización de la economía como decíamos ayer, los privilegios de la burocracia y su desprecio por la vida de las masas, son un elemento latente que anuncia nuevas convulsiones de la lucha de clases.

La revolución política

Frente a la combinación de creciente caotización de la economía planificada y las tensiones que generaban los privilegios de los que gozaba la burocracia del estado, Trotsky planteó en 1936, el programa de la Revolución política: La revolución que la burocracia prepara en contra de sí misma no será social como la de octubre de 1917, pues no tratará de cambiar las bases económicas de la sociedad ni de reemplazar una forma de propiedad por otra. La historia ha conocido, además de las revoluciones sociales que sustituyeron al régimen feudal por el burgués, revoluciones políticas que, sin tocar los fundamentos económicos de la sociedad, derriban las viejas formaciones dirigentes (1830 y 1848 en Francia; febrero de 1917, en Rusia). La subversión de la casta bonapartista tendrá, naturalmente, profundas consecuencias sociales; pero no saldrá del marco de una revolución política.”. La Revolución Traicionada.
Del derrocamiento político revolucionario de esa casta que preparaba las condiciones de la restauración capitalista, dependía la posibilidad de regenerar el estado obrero ruso. Asimismo, si en los años posteriores a la revolución china, hubiera podido forjarse un partido revolucionario con la estrategia del trotskismo, podría haber sido un factor actuante frente a las diversas crisis que sacudieron el país hasta el inicio de las reformas en 1978. Contra esto, conspiró el papel jugado por algunas de las principales corrientes del centrismo trotskista internacional que se hicieron apologistas de la figura de Mao Tse-tung.  

Paz interior y comercio exterior: la fórmula ganadora

La estrategia del “socialismo con características chinas” se expresó además en la ausencia de una perspectiva revolucionaria internacionalista.
En la polémica con Sartelli citábamos a Ted Grant “China –al igual que con el acuerdo diplomático con Pakistán y la gira del Primer Ministro Chou en Lai por África– imita el comportamiento de la burocracia rusa para intentar encontrar amigos. En Zanzíbar llegaron a un acuerdo con el sultán antes de que éste fuera derrocado; no hicieron ninguna crítica a los gobiernos de Tanganica, Uganda y Kenia cuando éstos recurrieron a las tropas británicas contra sus propias tropas amotinadas”.
Esto coincide con lo que escribe Anderson “Una cautelosa amistad, en vez de un antagonismo calculado, había creado las condiciones para que los cuarteles generales del capital mundial, y su variado surtido de afiliados regionales, ya estuvieran preparados para ampliar el apoyo  financiero al menor signo de un movimiento en China hacia el mercado”.
Los avances del capitalismo, la política de convertir a China en la gran ensambladora del mundo, se sostuvieron sobre el exceso de mano de obra barata, compuesto por un gigantesco ejército de reserva de millones de campesino. De ahí el “milagro chino”.
Pero en esta transición se mantienen infinidad de contradicciones, hoy reforzadas por la crisis internacional en curso que afecta a China, limitando su crecimiento. Señalemos algunas que se desprenden de la lectura del libro de Poch-de-Feliu.
Contra lo que parece sostener Perry Anderson, el problema campesino se reformula bajo la presión del avance capitalista. Hay varios factores que “actualizan” el problema campesino: la presión de los gobiernos locales y las empresas por la tierra para instalar nuevas empresas y hacer autopistas, la contaminación surgida de las mismas que afecta la salud de millones, las relocalizaciones que implican pérdidas de tierra y vivienda, además de estafas por parte de funcionarios, la miseria en la que viven que obliga a emigrar a los jóvenes y a sus familias a depender de las remesas que envían aquellos desde las ciudades. A raíz de esto, el proletariado chino emigrante (entre 150 y 200 millones de trabajadores y trabajadoras) mantiene profundos vínculos con ese enorme campesinado. Esta relación puede expresarse en la lucha de clases en el futuro como un factor progresivo.
La burocracia que aún mantiene un peso central en el poder del estado, hace sus propios negocios, mientras avanza en su reconversión como clase dominante. Pero la crisis internacional en curso impone límites a este “florecimiento” de los negocios chinos y por ende al surgimiento de nuevos sectores burgueses, en el marco de un peso central de los monopolios imperialistas. Parece ser que precisamente por ello, el saqueo y el pillaje de las burocracias locales se exacerban. En esto se expresa la contradicción entre el aparato del estado, aún dominado por la burocracia y las formas capitalistas extendidas por todo el tejido social.
Los avances de la restauración, como se explica acá y acá, aceleran esas contradicciones. Han generado un enorme desarrollo desigual y combinado, con muchos elementos potencialmente explosivos, como el mayor proletariado del mundo, trabajando en condiciones de extrema explotación, un enorme campesino viviendo en condiciones de pobreza y siendo atacado por los avances capitalistas y el saqueo de los funcionarios estatales.
A causa de ello, hoy la burocracia es la más interesada en sostener la estabilidad política del país. En una entrevista al Director de desarrollo urbano de Pekín, éste respondía “cualquier acción que perjudique la estabilidad social, ya sea de parte de funcionarios o de parte de los ciudadanos, será tratada con firmeza (…) China es un país muy grande y atravesamos un período crítico, así que la prioridad del gobierno es el desarrollo. La estabilidad es la premisa (…) o resolvemos bien todos esos problemas de calentamiento económico, urbanización, contaminación y desigualdad social, de tal forma que el desarrollo económico y social sea parejo, o bien nos mantenemos en una época de crisis y latinoamericanización” (entrevista en Pág. 215)

La crisis internacional en curso puede acelerar el conjunto de estas tendencias y llevar a mayores choques entre la burocracia del estado, las patronales imperialistas y el nuevo y poderoso proletariado. Esas nuevas convulsiones seguramente serán un factor actuante de la lucha de clases internacional.


miércoles, 1 de febrero de 2012

Apuntes sobre China, el trotskismo y la revolución política (1º Parte)


Hace unos años junto al amigo Jonatan Ros, escribíamos acá y acá, en polémica con Eduardo Sartelli, de Razón y Revolución, sobre la “eficiencia” revolucionaria que este autor le otorgaba a los bolcheviques. Decíamos concluir que lo que distingue a un revolucionario es la eficiencia hay un paso grande que lleva a Sartelli a igualar a Lenin y Trotsky con Mao, Castro y Ho Chi Min, ya que todos tomaron el poder (…) borra de un plumazo la enorme lucha de tendencias que existió a lo largo del siglo XX, que dividió y enfrentó a las distintas corrientes que se reivindicaban revolucionarias.”
En estos días, leyendo este libro del periodista español Rafael Poch-de-Feliu, que no se reivindica marxista ni de izquierda,  me vino a la mente aquel debate. El libro contiene una riqueza descriptiva enorme que permita sondear en la China actual y, al mismo tiempo, pensar algunos aspectos de la "herencia maoísta". 
Aquella discusión con Sartelli tuvo como un eje explicar los problemas que se derivaban de la estrategia revolucionaria (o de la ausencia de ella) en los dirigentes de la revolución china y cubana. Frente al eclecticismo de Sartelli, señalábamos que, en condiciones de dominación mundial del capital imperialista, la lucha por la revolución socialista no puede escindirse en esferas separadas. Precisamente la Teoría de la revolución permanente, daba una unidad dialéctica al proceso de la revolución socialista en su conjunto. Esta perspectiva era que la que estaba negada en las estrategias de Mao y de los dirigentes del M-26.
En ambos casos, esto se expresaba en la búsqueda de una alianza con sectores de la burguesía nacional, liquidar las tendencias a la autoorganización en el movimiento obrero y limitar la revolución al plano estrictamente nacional, buscando les mejores condiciones de negociación con alas de la burguesía imperialista.
Como ya señalamos en esa nota, esta estrategia se vio “desbordada” por la misma dinámica de la lucha de clases, donde la acción revolucionaria de las masas y la presión contrarrevolucionaria del imperialismo y las burguesías locales, empujó a estas direcciones más allá de sus objetivos iniciales.

Democracia soviética y construcción socialista

Pero como señalamos en ese entonces, la democracia soviética, ausente en la estrategia maoísta, implicaba el freno del desarrollo de los elementos socialistas al interior del estado obrero.
En La Actualidad de China, el autor señala que “la alianza de los poderes locales con empresas para exprimir a los campesinos, monopolizando los mercados o expropiando tierras de cultivo en aras del beneficio privado es un clásico en China. El 20 de febrero de 2004, doscientos vecinos de la aldea de Dazhu (…) estaban eligiendo a las autoridades cuando la policía irrumpió en el local, rompió las urnas y dispersó a los congregados (…) en un distrito de la provincia de Hubei, se rebeló que las autoridades de nivel superior habían destituido a 187 jefes de aldea legítimamente electos, y se estimaba que sólo en una quincena de los 354 pueblos, las elecciones locales podían considerarse democráticas.” (págs. 135-136)
La cuestión democrática está ligada indisolublemente a las necesidades del desarrollo socialista. León Trotsky en La Revolución Traicionada, escribíaEl papel progresista de la burocracia soviética coincide con el periodo dedicado a introducir en la Unión Soviética los elementos más importantes de la técnica capitalista (…) cuanto más lejos se vaya, más se tropezará con el problema de la calidad, que escapa a la burocracia como una sombra (…) En la economía nacionalizada, la calidad supone la democracia de los productores y de los consumidores, la libertad de crítica y de iniciativa, cosas incompatibles con el régimen totalitario del miedo, de la mentira y de la adulación (…) La democracia soviética no es una reivindicación política abstracta o moral. Ha llegado a ser un asunto de vida o muerte para el país”.
La ausencia de esta democracia de los productores fue uno de los elementos centrales en los límites a la planificación ejercida por la dirección maoísta. La burocracia, lejos de aportar al desarrollo armónico del conjunto de las fuerzas productivas, impulsó una modernización “desde arriba”, que tuvo consecuencias terribles para el nivel de vida de las masas y preparó las condiciones para la restauración capitalista.
Poch-de-Feliu escribe que “Kueh sugiere respecto al Gran Salto Adelante  que sin la estúpida política maoísta de reducir la superficie de cultivo para dedicar las energías a producir más acero que Gran Bretaña, sin las incautaciones de grano de 1959-1960 y sin el mantenimiento durante tres años de esa mala política, que incluía mantener en secreto sus consecuencias, el desastre no habría sido tan grave” (Pág. 167)
El mismo autor señala antes que “En 1955 se realiza la colectivización forzada; dos años después, la represión de los intelectuales con el movimiento de las “cien flores”. A partir de otoño de 1957 se lanza el desastre del Gran Salto Adelante con entre veinte y treinta millones de muertos entre 1959 1961, por una mezcla de errores políticos y catástrofes naturales”
Otro ejemplo, bajo los avances de la restauración capitalista, es el siguiente: “Casi todas las 699 grandes ciudades chinas tienen proyectos de grandes “parques industriales” y “zonas de desarrollo y negocios” cuyo único sentido es glorificar a las ciudades y a sus funcionarios” dice el viceministro de construcción (…) de los seis mil parques industriales construidos en los últimos siete años, la mitad eran “innecesarios” dice Qiu. La mitad de estos innecesarios parques han sido cerrados y los que no habían sido concluidos se han detenido hasta un examen de su viabilidad” (Págs. 154-155)  
La planificación burocrática realizada desde arriba, lejos de permitir un desarrollo lo más armonioso posible, implicó profundas crisis. Se produce un proceso de “anarquización” dentro de la planificación, donde las tendencias de los distintos sectores de la burocracia tienden a intentar hacer primar sus propios intereses.
Precisamente, contra esta tendencia a la “modernización” por fuera de las necesidades y las decisiones de las masas, en La revolución permanente, Trotsky advertía que “El ritmo máximo, es decir, el mejor, el más ventajoso, es no sólo el que imprime un rápido desarrollo a la industria y a la colectivización en un momento dado, sino el que garantiza asimismo la consistencia necesaria del régimen social de la dictadura proletaria, lo cual quiere decir, ante todo, el robustecimiento de la alianza de los obreros y campesinos, preparando de este modo la posibilidad de triunfos ulteriores”.


Choque de intereses burocráticos

Las tensiones entre la burocracia central y las burocracias locales son un elemento constante, presente desde hace décadas y reforzado en los últimos años. Perry Anderson señala que la planificación china siempre había sido mucho más relajada que su modelo soviético. Mao había reconocido pronto la imposibilidad de imponer las omnipresentes directivas del Gosplan en una economía china mucho menos articulada, con tradiciones regionales mucho más profundas e infraestructuras más pobres. Desde el principio, las autoridades provinciales y municipales habían disfrutado de una autonomía mayor que la del sistema soviético en cualquier momento de su historia. Deliberadamente, la Revolución Cultural había debilitado aún más los poderes del centro, dejando a los gobiernos locales más espacio para iniciativas”
En el libro de Poch-de-Feliu puede verse como estas tensiones regionales, se sostienen en los marcos de los avances de la restauración capitalista: “En mayo de 2005, una directiva de Pekín instó a las provincias a solucionar in situ las quejas de la población para evitar la avalancha de pleitos que se acumulan en la capital (…) En respuesta, 17 provincias replicaron con una carta colectiva de sus respectivos departamentos de propaganda pidiendo al gobierno central que pusiera en cintura las denuncias de la prensa, responsable, decían, de echar leña al fuego con sus esporádicos informes sobre injusticias” (pág. 323)

En la segunda parte de este post abordaremos la relación entre la dirección política del proceso de la revolución china y sus consecuencias en la consolidación de una burocracia que preparó el camino a una “restauración lenta del capitalismo” y como muchas de las contradicciones de ese proceso se mantienen abiertas. 
Precisamente la Teoría de la revolución permanente, formulada por Trotsky, así como  la estrategia de la revolución política como expresión de esa teoría ofrecía el único camino alternativo para evitar esta degeneración y la caída de los estados obreros.