Publicado
en La Verdad Obrera
El
tema Malvinas es parte de las discusiones políticas centrales de actualidad por
qué guarda relación directa con la cuestión de la opresión sobre el país
ejercida por las potencias capitalistas centrales. El marxismo ha debatido
desde sus orígenes la llamada “cuestión nacional”. Pero en la época de
dominación mundial del capital financiero, la opresión y el saqueo
imperialistas afectan a la gran mayoría de la humanidad. Por ese motivo, esta
cuestión se convierte en un aspecto central de la estrategia revolucionaria en
las naciones semi-coloniales.
La
discusión sobre Malvinas obliga a una toma de posición a las distintas clases
sociales y sus corrientes políticas. Para hacer más preciso el análisis, hay
que partir de la relación de la clase dominante autóctona con el imperialismo.
Eso permite entender los límites de su actual política, impotente para
recuperar Malvinas. Política que, por otra parte, es compartida por el
gobierno, la oposición y el conjunto del arco burgués, sumando a la burocracia
sindical a pesar de sus recientes anuncios [1].
Soberanía
sin soberanía
Cristina,
en su discurso del 7 de febrero, dijo “creo que estos dos conceptos: el de
democracia y soberanía dan el exacto lugar que para nosotros tiene la causa de
Malvinas”. Pero la soberanía no es sólo un hecho político y jurídico, sino ante
todo una realidad social y económica. La configuración económica que se
construyó desde el Golpe del ’76, no fue revertida bajo el kirchnerismo.
Cristina lo admitió señalando las “empresas del Reino Unido que trabajan en
Argentina como la
British Petroleum (…) la Royal, la
Easy, ex Duperial, todas las mineras, como Río Tinto,
Alexander Mins, Patagonia Gold, HSBC, Standar Gold, Glaxo, Unilever, British
Telecom (…) desde el año 2003 (…) ha habido adquisiciones totales o parciales
por parte de 18 empresas argentinas por parte de empresas británicas también”.
Esta
“confesión” revela el control que ejercen las multinacionales, no sólo las
británicas, sobre la economía argentina. De las 500 mayores empresas del país,
sólo 176 son de capital nacional. Esas empresas producen el 22% del PBI. En el 2009
tuvieron utilidades por casi $60mil millones, cuatro veces más que las empresas
locales [2]. A fines del 2011, los bancos extranjeros tenían el 37% de los
depósitos privados, el 33% de los préstamos y el 42% de las tarjetas de
crédito. Entre los diez bancos más importantes del país, la mitad son de
capital imperialista [3]. Son esas razones estructurales las que limitan la
capacidad de acción de la burguesía autóctona frente al capital internacional.
Lenin
y Trotsky sobre la cuestión nacional
La
política marxista parte de esa realidad social. La burguesía autóctona es
incapaz de llevar adelante una política de verdadera liberación nacional. Una
estrategia para superar la opresión imperialista tiene que tener como sujeto
dirigente a la clase trabajadora. Esto obliga al proletariado a ser parte
activa de la lucha por la liberación nacional, manteniendo su independencia de
la dirección burguesa.
En
1914, Lenin escribía en El derecho de las naciones a la autodeterminación que
“la política del proletariado en el problema nacional (…) sólo apoya a la
burguesía en una dirección determinada, pero nunca coincide con su política (…)
los proletarios propugnan una política de principios en el problema nacional,
prestando a la burguesía siempre un apoyo sólo condicional”. En 1938, León
Trotsky señalaba “La clase obrera de México participa y no puede más que
participar en el movimiento, en la lucha por la independencia del país” [4].
Pero
esta visión estaba enlazada con la lucha revolucionaria a escala internacional.
En condiciones de dominación mundial del capital financiero, para los
marxistas, la lucha contra la opresión imperialista es una batalla dentro de la
gran guerra por la revolución socialista a escala planetaria. En 1914 Lenin
escribía “Si, por ejemplo, mañana Marruecos declarase la guerra a Francia, la India a Inglaterra, Persia o
China a Rusia, etcétera, esas guerras serían guerras “justas”, “defensivas”,
independientemente de quien atacara primero, y todo socialista simpatizaría con
la victoria de los Estados oprimidos, dependientes, menoscabados en sus
derechos, sobre las “grandes” potencias opresoras, esclavistas y expoliadoras”
[5].
Análogamente
Trotsky, tomando el ejemplo de una posible guerra entre el Brasil “fascista” de
Vargas y la Inglaterra
“democrática”, decía “Si Inglaterra ganara, pondría a otro fascista en Río de
Janeiro y ataría al Brasil con dobles cadenas. Si (…) saliera triunfante
Brasil, la conciencia nacional y democrática de este país cobraría un poderoso
impulso que llevaría al derrocamiento de la dictadura de Vargas (…) la derrota
de Inglaterra asestaría un buen golpe al imperialismo británico y daría un
impulso al movimiento revolucionario del proletariado inglés” [6].
Frente
al debate sobre Malvinas la clase dominante argentina vuelva a evidenciar sus
límites para luchar por una verdadera emancipación nacional. Pero esto es
expresión de las enormes ataduras que tiene a las fracciones del imperialismo.
Ataduras que son económicas, financieras, políticas y culturales.
1
Sindicatos lanzan boicot contra los barcos británicos y buscan sumar a los
países de la región. Cronista.com
2
Informe Grandes Empresas. Indec, año 2009 en http://www.indec.gov.ar/
3
Informe Asociación de Bancos de Argentina. Setiembre-Diciembre 2011 en www.aba-argentina.com
4
Discusión sobre América Latina. 4 de noviembre de 1938. Escritos
Latinoamericanos. Ed. CEIP.
5
El Socialismo y la
Guerra. V.Lenin. 1915
6
La lucha antiimperialista es la clave de la liberación. Una entrevista con
Mateo Fossa. 23/9/1938
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