sábado, 29 de septiembre de 2012

Cacerolas, clases medias y hegemonía obrera (polémica con Izquierda Socialista)




Por Paula Schaller y Eduardo Castilla

Si todo hecho político donde grandes masas entran en escena conmueve al conjunto de los agrupamientos partidarios, no podía ocurrir lo menos al interior de la izquierda. De ahí que no implique mayor sorpresa la continuidad de los debates suscitados por los cacerolazos masivos que se sacudieron a varias ciudades del país hace pocos días. Aquí se pueden leer varios de los posts escritos sobre el tema. En este blog, subimos recientemente esta nota de los amigos Romano y Crivaro que toma esta cuestión en el marco de una polémica de conjunto con Izquierda Socialista (IS).
Precisamente porque el debate sigue, en su último periódico IS vuelve a pronunciarse sobre la cuestión y pone de manifiesto “nuevos argumentos” para intentar convencernos del error de nuestra “política sectaria” hacia un gran movimiento de las clases medias como el que se vio en esas concentraciones de teflón y Chanel. 
Los compañeros señalan que “el PTS quisiera que las marchas de la clase media levanten un programa revolucionario. Si fuera por deseos, a nosotros también nos gustaría que fuese así. Pero si se quiere modificar la realidad, hay que actuar sobre ella tal cual es. Moverse con fantasías y sectarismo lo impide”.
No albergamos ninguna “ilusión” en que la clase media, como tal, pueda levantar un “programa revolucionario”. En primer lugar porque, como marxistas, no creemos que exista la clase media como una unidad. Tal como planteó primero Marx, y luego todos sus continuadores, es un hecho objetivo que los “sectores medios” sencillamente no pueden ser analizados como un “todo indiferenciado”. Si en términos generales ninguna clase actúa de manera homogénea en la realidad social, en particular las capas medias carecen, a diferencia de las clases fundamentales, de un factor que objetivamente las unifique como tales, como sucede con el proletariado y la burguesía.
Ha sido parte de la herencia de años de restauración burguesa el avance de distintas variantes de la sociología burguesa que definen las clases sociales por diversos "atributos" como su status socio-cultural, su nivel de ingresos, etc. Florecieron así las categorías de clase rica, alta, media, baja, pobre, etc., con lo que no sólo se diluye la categoría de clase como realidad objetivamente estructurada desde el lugar ocupado en las relaciones sociales de producción sino que, consecuentemente, se licúa la ubicación estratégica de cada clase en relación al sistema social de conjunto y, por ende, el papel concreto que cada una de ellas puede jugar en relación a la lucha por su superación. 
Como cuestión general, convendría tener esto en cuenta a la hora de pensar los límites que los sectores medios, por sí mismos, tienen a la hora de articular un programa revolucionario, como desearían los compañeros de IS, ya que para eso sería necesaria su alianza estratégica con la clase obrera alrededor de una política independiente.  Pero vamos por partes.

Volviendo a Marx y Trotsky

Hace pocos días citamos a Marx cuando escribía que “el demócrata, como representa a la pequeña burguesía, es decir, a una clase de transición, en la que los intereses de dos clases se embotan el uno contra el otro, cree estar por encima del antagonismo de clases en general (…) ellos representan es el interés del pueblo. Por eso, cuando se prepara una lucha, no necesitan examinar los intereses y las oposiciones de las distintas clases”. Usamos esta cita para ilustrar los vaivenes de las capas medias argentinas durante el período que va del Golpe contra Perón en el 55’ hasta el Cordobazo.
De alguna manera, podemos decir que amplias capas de las clases medias argentinas hicieron un movimiento pendular en un sentido contrario, pasando de apoyar con sus cacerolas a los piqueteros en el 2001 a batir el parche (o, con más precisión,  la Essen) contra el cepo al dólar y la “inseguridad”. Son las mismas clases medias que en estos años han votado por Macri, Lavagna, Carrió entre otros, han participado en las marchas del (falso) ingeniero Blumberg y apoyado el reclamo de las patronales agrarias contra la 125 (que IS también apoyó en el 2008), además de estar fuertemente vinculadas en algunos casos, como ocurre en Córdoba, al negocio de la soja. Los compañeros de Izquierda Socialista deberían analizar estos elementos, tomar nota de este giro y deducir del mismo todas sus implicancias políticas.
Un análisis marxista debe empezar por definir qué contenido social y político concreto tiene cada fenómeno. Retomemos a León Trotsky que señalaba que “La sociedad contemporánea se compone de tres clases: la gran burguesía, el proletariado y las ‘clases medias’ o pequeña burguesía (….) La pequeña burguesía se distingue por su dependencia económica y su heterogeneidad social. Su capa superior toca inmediatamente a la gran burguesía. Su capa inferior se mezcla con el proletariado” (¿Adónde va Francia? Pág. 20 y 21). Y seguidamente planteaba que la pequeño-burguesía “está políticamente atomizada. Por eso no puede tener una política propia.”
Como conjunto heterogéneo de capas, definidas más por su no-pertenencia a las clases fundamentales que por una relación social objetiva que las agrupe o unifique de conjunto, es imposible pretender una unidad política de estos sectores de manera autónoma. El carácter “independiente” con el que aparecen hoy (diferencia entre esencia y apariencia) es más el resultado de la crisis de la oposición política patronal que de su propia unidad. Pero el camino de su “conversión en fuerza política” (como lloran todos los políticos e intelectuales de la oposición) tarde o temprano deberá pasar, para los sectores que se movilizaron, por alguna variante de la oposición patronal, sea más de derecha (Macri) o con ribetes de centroizquierda (Binner).
Precisamente porque la política no es una esfera completamente autónoma de los conflictos  de clase y sus determinaciones, es necesario partir de las mismas para ubicarse y actuar en la realidad. La política del proletariado (y, en primer lugar, de los partidos que peleamos por aportar a su organización independiente) tiene, necesariamente, que apuntar a ganar para sí a aquellas franjas que puedan ser sus potenciales aliadas. Pero esta “alianza”, para ser progresiva, no tiene que pensarse a la manera de una mera “suma algebraica”, donde a los trabajadores les corresponda “sumar el ruido de sus cacerolas” a los de las capas medias derechistas, sino, por el contrario, debe ser una alianza estratégica, hegemonizada por el proletariado, alrededor de un programa independiente.

De programas e intereses de clase 

Izquierda Socialista se pregunta “¿No tenemos que estar de acuerdo en enfrentar la política kirchnerista de perpetuar a Cristina en el poder? Y la inseguridad, ¿no es un flagelo que afecta a los trabajadores? ¿Le vamos a dejar esas banderas para que las capitalice la derecha o se la vamos a disputar desde la izquierda?”
Nosotros nos preguntamos, ¿A qué clase fortalece tomar la “bandera” de la “inseguridad”? Y por si hiciera falta (lamentablemente, parece que sí), contestamos: ni más ni menos que a la burguesía en su conjunto, porque le termina haciendo el juego a las tendencias al fortalecimiento del Estado burgués y su poder represivo, aplicado sistemáticamente contra la clase obrera, sobretodo sus capas más pobres, como la juventud plebeya que día a día es asesinada en manos de la maldita policía. Esto ya se ha debatido por ejemplo acá. ¿Cómo se puede “solucionar” la cuestión de la “inseguridad” bajo el régimen capitalista? Toda demanda que vaya en ese sentido como exigencia al Estado, levantada además por sectores de las capas medias altas que defienden el derecho a la “propiedad” contra las “intromisiones” del Estado (expresado en los carteles que rezaban que Argentina no sea una nueva Venezuela o Cuba) no puede más que terminar en la exigencia de mayor poder de fuego al aparato represivo. En la medida en que la política para los revolucionarios no es cuestión de “programas quijotescos” sino que apunta a cobrar materialidad para transformar la realidad, nos permitimos preguntarnos ¿qué sería, en concreto, el triunfo de la demanda contra la inseguridad que para IS hay que apoyar? Sería, en concreto, miles de policías más abarrotando las calles. Lo cual, por decir lo menos, bastante lejos está de un programa progresivo que permita sellar una alianza entre la clase obrera y sectores pobres de las capas medias que se oriente en un sentido revolucionario.

La política hacia el movimiento obrero

Izquierda Socialista da su propia versión de la “alianza obrera y popular” necesaria para enfrentar el poder de los capitalistas. En su periódico, dice “que la CGT Moyano llame a un paro nacional para la convocatoria hecha para el 10 de octubre por la CTA Micheli (…) Para permitir que se unan los reclamos de los trabajadores con la clase media descontenta”.
Ya dijimos que nada tienen de progresivas las reivindicaciones de las capas medias derechistas que cacerolearon recientemente, por lo que el apoyo de la CGT o la CTA a las mismas tendría un carácter reaccionario. Pero, agreguemos que, aún si estos fuesen progresivos, resulta que la lógica de “unir” esos reclamos por arriba tampoco soluciona el problema de la alianza obrera y popular, porque “unirlos” es sólo la punta del ovillo. Hace falta desenredar la madeja para llegar a la articulación de una unidad que no tiene, como dijimos, el carácter de mera suma algebraica. Los mismos límites que le impiden a las capas medias levantar un programa independiente de conjunto, son los que le imponen ir detrás de alguna de las clases fundamentales. Es decir, aquellas que pueden dar una expresión más o menos definida a sus intereses, pasando de la esfera de las reivindicaciones económicas corporativas a “la fase más estrictamente política, que señala el neto pasaje de la estructura a la esfera de las superestructuras complejas; es la fase en la cual las ideologías ya existentes se transforman en "partido", se confrontan y entran en lucha” (Gramsci)
Volvamos nuevamente a Trotsky, quien señala que “para atraer a su lado a la pequeña burguesía, el proletariado debe conquistar su confianza. Y para ello debe comenzar por tener él mismo confianza en sus propias fuerzas. Necesita tener un programa de acción claro y estar dispuesto a luchar por el poder por todos los medios posibles”. (¿Adónde va Francia? Pág. 24)
Esa confianza, que se expresa como independencia política y organización, no se desarrolla como tendencia natural espontánea, sino que sólo puede surgir del resultado de una batalla a brazo partido por superar al conjunto de las direcciones del movimiento obrero que le imponen a éste una subordinación política e ideológica a las distintas variantes patronales, como es el caso Micheli y Moyano.
Y, en esta materia, lamentablemente Izquierda Socialista da pasos en el sentido contrario. Ya lo vimos en el paro del 27/6 donde marcharon, contra el consejo de Trotsky, “confundiendo los estandartes” con Moyano, mientras el PTS marchó junto al bloque clasista y combativo del sindicalismo de base, levantando banderas propias en el marco del más amplio frente único para la movilización. Lo vimos además en las recientes elecciones del Sindicato Ceramista de Neuquén, donde IS formó parte de la lista “Gris”, junto a militantes de la Cámpora, el MPN y el PCR, para enfrentar a la dirección clasista de la Marrón. Política que, en primer lugar, sufrió una apabullante derrota, ya que la lista Marrón, encabezada por Marcelo Morales y Chicho Navarrete se impuso con el 71% de los votos, ganando en todas las fábricas, como se señala acá. Digamos de paso que esta elección terminó de dejar en claro que las modificaciones en los estatutos del SOECN son parte de la forja de una nueva tradición en el movimiento obrero, permitiendo que una lista de oposición integre la directiva a pesar de no llegar al 30% de los votos; lo que por otro lado presenta a IS la “paradoja” de que su propio ingreso a la directiva se convierte en una demostración incontrastable de la vigencia de la amplia tradición democrática forjada por años de la conducción Marrón a la que hoy defenestran. 
Ciertamente, y continuando con la discusión, IS -que proclama la necesidad de “movernos sin sectarismos”-, debería aprender de la tradición de los ceramistas del SOECN, que son un enorme ejemplo de cómo pelear por la hegemonía obrera, uniendo sus reclamos a otros sectores explotados y levantando sus demandas, manteniendo siempre bien altas las banderas de la más absoluta independencia de clase.
La lógica de IS va a contramano de una perspectiva que permita desarrollar la independencia política de la clase obrera y la confianza de ésta en sus propias fuerzas, con lo cual su política “realista” de alianza con la clase media termina en el mero embellecimiento de sus reivindicaciones derechistas, contrarias a los intereses de los explotados. 
Esperamos que los argumentos aquí señalados ayuden a profundizar este debate, arrancándolo de la falsa contraposición entre “sectarios” vs. “realistas”. Precisamente porque los trabajadores necesitan una caracterización realista, para orientarse en una perspectiva revolucionaria. 


viernes, 28 de septiembre de 2012

Reposteamos: Neuquén: elecciones en el Sindicato ceramista. La Lista Marrón se impuso con un Abrumador 71% de los votos a la Lista Gris

CON EL 90% DE PARTICIPACIÓN EN LAS ELECCIONES SE RENOVÓ LA CONDUCCIÓN DEL SINDICATO CERAMISTA DE NEUQUEN


La Lista Marrón se impuso con un Abrumador 71% de los votos a la Lista Gris.
Desde las 4 de la mañana, los obreros ceramistas, dimos otro paso fundamental en nuestra historia. Pusimos en práctica otro aspecto “revolucionario” de nuestro estatuto clasista: la libertad de tendencias y la representatividad de las mismas en la Comisión Directiva. En un hecho inédito en una organización gremial fabril e industrial las minorías pueden formar parte de la conducción con el 27,8% de los votos.
Estamos orgullosos de poder mostrar a los trabajadores y al pueblo nuestra confianza absoluta en nuestra clase obrera y en sus métodos. Desde el inicio de nuestra lucha fue así. Por eso desde la Marrón (Independientes y PTS) dimos una gran pelea para que ingresen a nuestra Gestión Obrera liberada de patrones y burócratas, todas las tendencias. Apostamos, y así fue, a llenar de posiciones, y “de colores” nuestras asambleas. El paso que dimos hoy es tan importante como los anteriores, como la recuperación de la Comisión Interna, del Sindicato, la toma de Zanon, Del Valle y Stefani, la defensa de las conquistas en Cerámica Neuquén. El Sindicato Ceramista sale fortalecido y con renovada militancia en una elección con altísima participación para seguir aportando otro grano de arena a nuestra clase.
Omar Villablanca (sec. Gral Soecn)0299 – 154721962
Andrés Blanco (sec. Adj. Soecn) 0299 – 155226569

miércoles, 26 de septiembre de 2012

Reseña crítica del libro De la Revolución Libertadora al Cordobazo (2º parte. Clases sociales, giros políticos y método de análisis)

Por Eduardo Castilla


En un post anterior decíamos que el punto débil de la visión de Tcach residía en su análisis del período estudiado más en términos de pujas políticas que de lucha de clases, lo que implicaba subvaluar el peso de las contradicciones sociales, quitando profundidad al estudio del período. Esto además implicaba, desde el punto de vista político, la defensa de la democracia burguesa de manera cuasi utópica.
Evaluar los años que preceden al Cordobazo, enorme estallido de masas con centralidad de la clase trabajadora, sin tomar un método de análisis que parta de la lucha entre clases sociales con intereses antagónicos, implica limitar la visión a los fenómenos de superficie sin apreciar las fuerzas motoras que llevan a los actores de la realidad a protagonizar lo que Tcach considera “desbordes” o “excesos”. Precisamente si, como afirma Karl Marx, toda lucha de clases “es una lucha política”, las contradicciones en el régimen y entre las distintas fracciones de la clase dominante (como vimos en la primera parte de este post) no podían menos que expresar los profundos antagonismos de clase.
Si bien, a lo largo del libro, Tcach hace una descripción de aspectos de la reconfiguración de clases provincial, con las inversiones de capital imperialista en el final del gobierno de Perón y los primeros años del régimen Libertador (que aportan a la modernización de la provincia) en el libro la dinámica de las distintas clases sociales queda devaluada por el énfasis puesto en las disputas políticas.
En este período se pueden identificar diversas dinámicas entre las clases sociales que son el subproducto de los intentos de modificar el patrón de acumulación capitalista heredado del período peronista. Por un lado se asiste al desarrollo social y la maduración subjetiva de un proletariado que “se educa” bajo el régimen de la Libertadora. Por otro, al giro de las clases medias desde una ubicación abiertamente gorila hacia posiciones progresistas e incluso radicalizadas en sectores del movimiento estudiantil. En Córdoba este giro encuentra una expresión nítida. Las clases medias pasarán del rol activo jugado en el golpe del ’55 a ser protagonistas del inicio del ascenso revolucionario que conmueve al país hasta el Golpe genocida de marzo del ‘76. 

La “Fusiladora” y el movimiento obrero

El proletariado “madura” para la lucha de clases bajo un brutal régimen político que intenta derrotarlo como movimiento obrero. Esto implicaba cambiar la relación de fuerzas entre las clases para imponer mayores condiciones de explotación y extracción de plusvalor. Marchando hacia ese objetivo, la burguesía debía lograr una doble victoria sobre las masas laboriosas. Por un lado, aumentar la productividad del trabajo al mismo tiempo que la debilitaba en el plano estructural.
No está de más recordar que, bajo el peronismo, la clase obrera había tenido un desarrollo extensivo, mientras se estancaba la productividad del trabajo. Como señalara Milcíades Peña “En 1959 la inversión en equipos durables fue apenas 5% mayor que 20 años antes (...) registra un aumento anual insignificante de 2% que contrasta con un incremento de casi 100% en el número de obreros ocupados por la industria (488.000 en 1937 y 956.000 en 1949)” (Revista Fichas nº1, abril 1964). 
Junto a esto, en el terreno político, como ya señalamos, la proscripción del peronismo buscaba liquidar los avances de la clase obrera como actor de la vida política nacional. La combinación de estos objetivos implicaba una “radicalización reaccionaria” contra las condiciones de vida de la clase trabajadora que sólo podía agudizar la lucha de clases.
Precisamente los intereses de la fracción económica más poderosa del país (el capital extranjero en alianza con la oligarquía local) eran los que estaban detrás de esta ofensiva anti obrera. En Córdoba se expresaba, de manera exacerbada, la situación que Juan Carlos Portantiero definió como de “empate hegemónico” donde la clase dominante en lo económico (que se consolida en el período que describe Tcach) no era hegemónica en el sentido político. El intelectual de Pasado y Presente escribía “especificando una definición política de la etapa actual, agregamos ahora que las líneas generales del proceso desde 1955 se encuadran dentro de lo que llamaríamos fase de no correspondencia entre nueva dominación económica y nueva hegemonía política” (resaltado en el original). Este “empate” llevará a la salida del Onganiato como régimen “superior” del período de la Libertadora. Proyecto de tipo bonapartista que también fracasará ante el ascenso de masas abierto con el Cordobazo.

El movimiento obrero cordobés en la Resistencia

Tcach pone en evidencia la contraposición entre el peronismo de las “capas blandas” (como lo bautizó Cooke) y la resistencia de la clase obrera frente a la avanzada Libertadora. En el año 1956 reseña 14 atentados contra distintas instituciones, llegando a su máximo nivel con el intento de asesinato del interventor militar de la CGT. En julio de 1957, un paro nacional convocado por la Comisión Nacional Intersindical es “acatado masivamente por los trabajadores (…) en Córdoba no hubo diarios ni transportes. En el sector industrial el ausentismo alcanzó el 100%” (Pág. 78). Ese 12 de julio, por primera vez, luego de una década, la FUC se solidarizará con una acción del movimiento obrero. En Noviembre de ese año, se vota el Programa de La Falda que “proponía el control obrero de la producción, el control popular de los precios y la reforma agraria sustentada en expropiaciones a los terratenientes y en el cooperativismo agrario” (pág. 80)
Esta recomposición social y subjetiva del proletariado obliga a la burguesía a ensayar variantes no sólo represivas sino también de contención. Al respecto señala Tcach que la CGT Córdoba es la primera en ser “normalizada” por la dictadura y esto responde a dos factores clave “el imperativo de armonizar las relaciones laborales en un contexto de expansión del sector industrial” y a los efectos del Decreto Ley 14190 que permitía que las segundas líneas sindicales asumieran, “sobre todo en el interior del país” (pág.77)
Estos intentos de “integración corporativa” que serán parte de una política nacional hacia las burocracias sindicales (como bien lo reseña Daniel James en Resistencia e Integración) chocarán constantemente contra el límite que impone la proscripción política del peronismo. La clase obrera seguirá identificando al movimiento fundado por el líder exiliado con la defensa de sus conquistas, como se expresará en las elecciones a intendente de 1962 y las legislativas de 1965 que “mostrarán la vitalidad del peronismo cordobés” (pág. 197) donde los partidos legales que se presentan como “neoperonistas” lograrán importantes votaciones, ganando la Capital provincial en el primer caso y el 38% de los votos en el segundo, volviendo a la cámara legislativa luego de 10 años de proscripción.
Esta dinámica de enfrentamiento agudo y represión sobre el movimiento obrero, prepara las condiciones que darán un salto en mayo del ’69 con el Cordobazo.

La UCR y las clases medias

El autor da cuenta de los giros bruscos que protagonizó el radicalismo en estos años. Lo hace de una manera clara y exhaustiva, mostrando crisis, cambios de frente constantes y los relevos que se dan al interior de las dos fracciones centrales de la UCR. Aquí hace explícito su rechazo a un análisis que parta desde categorías marxistas. Señala que “los radicales de Córdoba cuestionaron por oligárquico y antipopular el conjunto de la políticas económicas implementadas desde 1955, por eso es tan difícil, y a la postre simplificador, explicar el golpismo-más precisamente un tipo de oposición de un sector partidario-en términos de clivajes de clase” (pág. 157)
Pero precisamente, los vaivenes de la UCR expresan la inconsistencia social de las clases medias, sobre las que se asentaba el radicalismo. Tcach intenta “dejar a salvo” a las clases medias, indicando que no siguieron la política de la oligarquía, lo cual se choca de bruces contra la historia por él narrada. La UCR fue parte de la infantería del Golpe del 55’, conformando los comandos civiles que actuaron en aquellas jornadas, atacando sindicatos y unidades básicas. Pero además, entró a participar de los gobiernos golpistas. Citemos al mismo autor: “durante la presidencia de Aramburu-oriundo de la meridional ciudad de Río Cuarto- la dirigencia política cordobesa ocupó un lugar relevante: el radical unionista Mauricio Yadarola fue designado embajador en los Estados Unidos; el radical sabattinista Antonio Medina Allende ejerció la presidencia del banco Central” (Pág. 34) además de que “en la composición del gabinete provincial, la UCR obtuvo dos ministerios claves, los de Gobierno y Hacienda” (pág. 35)
Como señalara Marx el demócrata, como representa a la pequeña burguesía, es decir, a una clase de transición, en la que los intereses de dos clases se embotan el uno contra el otro, cree estar por encima del antagonismo de clases en general (…) ellos representan es el interés del pueblo. Por eso, cuando se prepara una lucha, no necesitan examinar los intereses y las oposiciones de las distintas clases. No necesitan ponderar con demasiada escrupulosidad sus propios medios. No tienen más que dar la señal, para que el pueblo, con todos sus recursos inagotables, caiga sobre los opresores. Y si, al poner en práctica la cosa, sus intereses resultan no interesar y su poder ser impotencia, la culpa la tienen los sofistas perniciosos, que escinden al pueblo indivisible en varios campos enemigos” (Marx, el 18 Brumario, resaltado en original)
Más allá del cuestionamiento discursivo al golpe militar y su programa, de la defensa formal de las instituciones democráticas y el mecanismo del voto, del intento parcial de integrar a la clase obrera al régimen, fue la garantía política, entre las clases medias, del régimen Libertador. La lucha contra el “tirano” le llevó a entregarse en brazos de la oligarquía y su régimen, aceptando la proscripción de la clase trabajadora.
El posterior “giro radical” será el resultado de la creciente decepción de las clases medias con el régimen Libertador, donde se combinarán las enormes limitaciones a las reglas de la democracia burguesa con la misma ofensiva del régimen contra el conjunto de las masas, no sólo de la clase trabajadora, ya bajo el régimen de Onganía como señalamos aquí.

Clases sociales y representación política

El libro de Tcach permite conocer grosso modo un período de tiempo central en la historia reciente del país. En tanto etapa preliminar del ascenso revolucionario de los años 70 es central para entender la dinámica subsecuente.
Pero un análisis basado centralmente en el estudio de las disputas partidarias, impide entender cómo y porqué el proceso devino lo que el autor llama la “creciente militarización de la política”.  Ya habíamos citado a Tcach cuando habla acerca de “la inconsecuencia de las clases dominantes argentinas con el ideario democrático” (pág. 207)
Pero no se trata de “inconsecuencia”, sino de “absoluta coherencia” desde el punto de vista de los intereses económicos de la clase o fracción de clase dominante. Si bien la lucha de clases no puede ser reducida, de manera mecánica, a la caída tendencial de la tasa de ganancia, aquella no puede comprenderse plenamente sin bucear en los fenómenos de los que da cuenta ésta última contradicción. Al decir de León Trotsky cuando las tareas, intereses y procesos económicos adquieren un carácter consciente y generalizado (es decir, "concentrado"), entran, en virtud de este mismo hecho, en la esfera de la política, y constituyen su esencia”
La necesidad política de la alianza de clases dominante en Argentina (que en Córdoba implicaba la fusión con la “aristocracia de la toga”) estribaba en cambiar la relación de fuerzas con la clase obrera para imponer condiciones más favorables a la acumulación capitalista. Si bien esto es tomado en el final del libro de Tcach, queda desjerarquizado en relación al conjunto de los planteos, quedando ubicado como un elemento más de los que gravitan en la definición de la situación y su dinámica.
Contra toda linealidad, el marxismo no ve una determinación absoluta de la esfera política por parte de las luchas en el terreno económico. Por el contrario, como escribe Daniel Bensaïd, “El conjunto de las determinaciones-no solamente económicas sino también políticas-se juntan, más allá de la ‘apariencia superficial que vela la lucha de clases’. El enfrentamiento de los partidos políticos manifiesta su realidad al mismo tiempo que la disimula”. (pág. 176). La política como terreno específico de la lucha de clases tiene su propio dinámica “irreductible al antagonismo bipolar que sin embargo las determina” (ídem). Pero esta dinámica no puede ser autonomizada de manera absoluta.
Esta operación, desde el punto de vista teórico, como hemos intentado señalar, limita los resultados y conclusiones de la investigación histórica. Desde el punto de vista político-ideológico sólo puede facilitar la aceptación acrítica de las normas de juego de la democracia burguesa, evitando prepararse para la perspectiva de la emergencia de grandes conflictos entre las clases sociales como surgieron en los años 70. 

miércoles, 19 de septiembre de 2012

¿La deserción de Izquierda Socialista del programa del FIT? Una capitulación ante Pedraza, boicot a Zanon y cacerolas de teflón.




Por Octavio Crivaro y Manolo Romano

A juzgar por los hechos, Izquierda Socialista (IS) está arrepentida de la formación del Frente de Izquierda y de los Trabajadores. Es claro que les resulta completamente incómodo sostener un programa de independencia de clase, lo que quizá explique la andanada de “atentados” contra el programa del FIT.
Pasemos revista. En la fábrica que es un emblema internacional del control obrero, Zanon, armaron una lista contra el clasismo junto a partidarios de La Cámpora, la izquierda sojera del PCR y amigos de la vieja y corrupta burocracia sindical de ceramistas. Raro: más teniendo en cuenta que lo hacen después de haber sido parte de las candidaturas del FIT encabezadas por dos referentes de la conducción ceramista que hoy opinan que hay que desplazar, Alejandro López y Raúl Godoy.
También en Neuquén, Angelica Lagunas, la docente electa diputada en esa ocasión, rompió el gran frente opositor en ATEN, que incluye a las restantes fuerzas del FIT y a todas las agrupaciones del gremio que lo apoyaron, algo completamente funcional a la burocracia sindical y al MPN que ataca sistemáticamente a los docentes y estatales. Resultaría extraño, sino fuera que en el único lugar donde encabezaron el FIT, en Córdoba, también le dan la espalda al frente de la izquierda en el gremio docente para ir en una lista con partidarios de Luis Juez y burócratas reciclados.
Pero lo más lamentable: en el único lugar donde tienen alguna fuerza sindical, el FF.CC. Sarmiento, capitularon ante el asesino Pedraza al negarse a presentar una lista nacional de oposición antiburocrática que estaba llamada a encabezar el “Pollo” Sobrero.
Con este prontuario, cabe preguntarse si el “giro oportunista” de IS es el actual o si, en realidad, fue el que dieron en el 2011 cuando aceptaron la conformación del FIT y su programa, que era tajante en su delimitación “ni K ni campo”, contra la burocracia sindical de todo pelaje, en defensa del clasismo y de la gestión obrera de las fábricas. Como sea, vamos a los crudos hechos.

Terreno libre al pedracismo y la burocracia sindical

La “unidad de la izquierda” de la que habla IS es un verso: lo suyo es “divisionismo de derecha”. Se negaron a impulsar una lista unitaria en ferroviarios, teniendo la enorme responsabilidad de unir a la oposición del Roca con el Cuerpo de Delegados del Sarmiento que dirige Pollo Sobrero. Los compañeros hicieron esta concesión (capitulación) a una burocracia debilitada, e inéditamente (sin presentarse en el Roca) se negaron a que podamos utilizar nuestro nombre Bordó (del cual son apoderados a nivel nacional) en esta Línea. Esto le vino como anillo al dedo a la burocracia que mató a Mariano.
Nosotros, contrariamente, criticamos al MST y al PO por presentarse en el Sarmiento contra IS y el Pollo, siendo la única seccional con posibilidad de ganarse. Este divisionismo en el Sarmiento, no impidió que en tres seccionales, vayan todos juntos… Increíble. Sin embargo ya IS se negó a ser parte de la columna del sindicalismo clasista y antiburocrático en la marcha de Moyano el 27 de junio, prefiriendo participar disuelto, sin hacer diferenciación alguna con la burocracia.
Otro capítulo de este “derechismo sectario” de IS fue la separación de Angélica Lagunas, su dirigente docente neuquina, de la inédita e importante lista unitaria para enfrentar a la burocracia kirchnerista. Curiosamente, los compañeros de IS critican el supuesto divisionismo del PTS, pero omiten mencionar su separación de una lista que disputa la conducción de ATEN provincial y Capital, por una mera cuestión de cargos. El nerviosismo de Sapag y el MPN ante la posibilidad de que el gremio docente provincial del que era parte Carlos Fuentealba lo dirija un reagrupamiento combativo, no fue suficiente para que IS renuncie a ser la UNICA agrupación que se abrió de este importante acuerdo unitario. Muy funcional al kirchnerista Yasky.

Una oposición reaccionaria en Zanon

La actuación de IS en Zanon se ha ganado la reprobación de amplios sectores que apoyan o simpatizan con el FIT. No es para menos, integrar una lista con una militante orgánica de La Cámpora y candidata a concejal del FPV con el peronista Kogan…¡que votó contra la expropiación de Zanon en la Legislatura!...¿No es demasiado? En las versiones edulcoradas que IS publica en el etéreo mundo de su prensa, estas perlitas son convenientemente ocultadas.
IS se intenta cubrir diciendo que ellos no están por la “reprivatización” de la fábrica. Pero la política de los gobiernos (sean K o de la oposición derechista) no es esa sino que las “fábricas sin patrones” sean cooperativas que no sean combativas ni hagan “política” de la clase obrera sino se dediquen exclusivamente a autoexplotarse y hacer “buena letra”. Podríamos decir, tomando a Trotsky y la burocratización del estado obrero soviético, que si bien su posición no es “restauracionista” plena es, al menos, “thermidoriana”. Esto es: pretenden que el sindicato se subordine a una gestión de una cooperativa que prometen “exitosa”, colaborando con los gobiernos, y abandonando el rol de independencia y de lucha del SOECN, sin lo cual nada se hubiera conseguido. Pero, ¿los K no llevaron al empantanamiento a todo el movimiento de fábricas recuperadas, “no combativas”? ¿Fueron operaciones políticas mágicas o 10 años de lucha los que hicieron que Zanon consiga la venta del stock de Luiggi Zanon, la expropiación, etc.? Estas preguntas quedan en un terreno “gris”, que oscurece cuando miembros de su lista (del PCR) interpelan a obreros preguntándoles si saben cuánta plata se pierde por ir a cada movilización.
La verdadera naturaleza de qué significa el ataque de IS a un sindicato combativo, se pudo ver hace pocos días en la huelga que los obreros de Cerámica Neuquén derrotaron a la patronal. En ese conflicto, Zubbrigen, candidato a Sec. Gremial de Obrero Gris, conocido por haber sido miembro 8 años de la burocracia de los Montes desplazada por la Marrón, pidió franco a la patronal, justo cuando había sido votada la huelga. Una política “gris”, tirando a “amarilla”. En Zanon se negaron a discutir en asambleas generales, yendo solo tres a mirar la asamblea que discutió Memoria y Balance del último período.
Lo que pasa es que IS y la Obrero Gris se basan en los peores prejuicios de una minoría que dice que “el sindicato tiene que dejar de hacer política”. Es decir que quieren dar por tierra con toda una tradición gloriosa que fue, en todos estos años, un aspecto distintivo, que le valió respeto y admiración a nivel mundial. Zanon no es corporativo, no es un movimiento obrero egoísta: desde los piquetes de Tartagal al Indoamericano, desde los hospitales inundados en Santa Fe al triunfo de la huelga de Kraft, cada fondo de huelga, activista amenazado, en cada represión, en cada lucha estudiantil o reclamo de los mapuches, siempre se vieron grafas marrones ceramistas, desinteresadamente. Esta experiencia es la que defienden intelectuales y miembros de la Asamblea del FIT como Hernán Camarero, Fernando Aiziczon entre muchos otros.
Es justamente esto lo que fue elogiado por compañeros y personalidades tan distantes del PTS como Naomi Klein, Osvaldo Bayer, y por decenas de artistas consagrados como Manu Chao, Ska-P, Attaque, La Bersuit y bandas que tocaron mayoritariamente gratis. Desde ya que esta fue solo la consecuencia de lo que Zanon ganó con una moral obrera de lucha, con costos de años y de compañeros que quedaron en el camino (como Daniel Ferrás y Boquita) y con una dirección clasista, de la cual el PTS fue una parte destacada. Pero solo una parte: a Zanon no lo hizo solo una persona o un partido. Es un genuino producto de un movimiento obrero autoorganizado y antiburocrático, junto a un partido que no impone ni manijea, sino que es parte orgánica de ese activismo, que da la pelea, que a veces gana y a veces pierde. Esa experiencia y esa tradición se concentran en la Marrón, que conformamos el PTS y muchos compañeros independientes.
A la vieja usanza macartista, IS quiere generar discordia diciendo que la Marrón es el PTS, pero omiten decir (ups, nuevamente) que la lista Marrón presenta 26 candidatos de los cuales 4 (un 15%) son militantes del PTS. Con los compañeros independientes de la Marrón tenemos diferencias, por ello no militamos en un partido común hoy. Sin embargo lo que la inusual amalgama entre IS, el PCR, ex burócratas del viejo sindicato, junto a La Cámpora, quiere desplazar, son los grandes principios clasistas, antiburocráticos y de independencia política que la Marrón de conjunto levantó.

Cacerola mata piquete

IS acaba de darnos, una vez mas, una lección de política oportunista, dando apoyo a los cacerolazos y manifestaciones hegemonizadas por las clases medias y altas.
Ciertamente: presentar una oposición en el Sindicato Ceramista, no de izquierda, sino con sectores burocráticos y con kirchneristas, y simultáneamente sacar elogiosos comunicados por los caceroleros chic de Recoleta y Barrio Norte, claramente funcionales a la derecha, es una opción poco propia de una “izquierda socialista”. Al conformar el Frente de Izquierda, IS positivamente retrocedió de la oprobiosa posición de apoyar al lock out agrario y a la primera movilización de la Mesa de Enlace. Contra todo purismo o sectarismo, vimos como necesario lanzar un frente que levantó con fuerza la bandera de “ni K, ni oposición sojera”.
Frente a las posiciones como la del PO, que sostuvo la idea de una “unificación más o menos rápida” en un partido unificado, defendimos abrir una amplia discusión sobre el programa y la estrategia de ese eventual partido unificado, pero a sabiendas de que existen muchas (e importantes) diferencias. En ese momento, sin ir más lejos, IS festejó la “liberación” de Libia encabezada por EEUU y la OTAN.
El actual “estadio” de la política de IS, es un retroceso abismal de los escasos pasos dados por los compañeros hacia una posición de independencia de clase. El saludo a las protestas de sectores acomodados de las clases medias, y la política divisionista y funcional a la burocracia y el kirchnerismo en Zanon, ATEN y ferroviarios, expresa una tentación de los compañeros hacia posiciones más propias del MST que de un partido socialista de los trabajadores. ¿Seguirán por ese camino?
https://mail.google.com/mail/u/0/images/cleardot.gif