miércoles, 29 de agosto de 2012

Ya salió Estrategia Internacional nº28



Presentación
Economía y política internacional

Lucha de clases y nuevos fenómenos políticos en el quinto año de la crisis capitalista

:: Economía y geopolítica de la crisis capitalista
El fin de las "soluciones milagrosas" de 2008/9 y el aumento de las rivalidades en el sistema mundial
:: Polémica con Paul Krugman y su último libro ¡Acabad ya con esta crisis!
Economía, política y guerra: Ese oscuro objeto (neo)keynesiano

A un año y medio de la "primavera árabe"

Teoría marxista

Trotsky y Gramsci: debates de estrategia sobre la revolución en "occidente"

Argentina
:: Desaceleración económica, disputas por arriba y crisis de la burocracia sindical
Los límites del "bonapartismo" cristinista y los desafíos de la izquierda revolucionaria

Apuntes del PTS sobre la construcción de un partido revolucionario en Argentina

Emergencia de la juventud

Chile. Entre la irrupción abrupta de la lucha de clases y la crisis de régimen neopinochetista


Estado español. La agudización de la crisis económica y política, y la emergencia de la lucha de clases


México. Las elecciones y el surgimiento de un nuevo fenómeno juvenil

Reseñas

Sobre el último libro de Andrew Kliman y las raíces de la crisis capitalista


China de Henry Kissinger

:: Lanzamiento de las Obras Escogidas de León Trotsky
Un aporte a la revolución socialista del siglo XXI

viernes, 24 de agosto de 2012

Represión en Córdoba: política burocrática y relación de fuerzas



Por Eduardo Castilla

Las fotos de Córdoba volvieron a recorrer el país. La imagen de una provincia “que se incendia” cruzó por medios oficialistas y opositores. Los primeros interesados en mostrar al flamante candidato opositor al kirchnerismo desatando una feroz represión, los segundos mostrando una provincia en crisis por culpa de un gobierno nacional que no envía los fondos adeudados.
Como sea, una nueva expresión de la crisis fiscal que acompaña a la pelea nación-provincias, volvió a hacer emerger la lucha de los trabajadores, como ya había ocurrido en Santa Cruz, Capital y Buenos Aires entre otros lugares.
Pero las imágenes no dan cuenta de todo lo que ocurre tras las cámaras. La política transcurre por dos andariveles, por un lado en las disputas políticas entre las conducciones gremiales afines a los gobiernos, y por otro por las necesidades de un régimen que tiene que ponerle límites a las luchas sindicales en un marco de creciente desaceleración económica.

Entre la alineación y la tensión

El ajuste de De la Sota lanzó a los gremios estatales a la lucha, con paros y dos importantes movilizaciones, donde marcharon 5mil y 10mil trabajadores aproximadamente, mostrando disposición a pelear. Las conducciones sindicales estatales, como definimos acá, son parte del mecanismo de control del régimen sobre las masas y, al mismo tiempo, tienen sus propias alineaciones políticas ligadas al delasotismo y al kirchnerismo.
El gobierno provincial logró unificarlas con su ataque a la Caja de Jubilaciones, incluyendo al mismo Pihen, diputado del PJ provincial que tuvo que elegir entre no votar el ajuste que imponía su jefe político y su “deber” como dirigente sindical. Al mismo tiempo, la política del gobierno nacional de exigir la armonización del régimen de jubilaciones, en su lucha contra los “privilegios” también obligó a los dirigentes afines a cruzarse con el kirchnerismo. De conjunto, la pelea entre gobierno nacional y provincial, que comparten un programa de ataque hacia los trabajadores, obligó a los dirigentes sindicales a estar “a la izquierda” de donde hubieran querido, mostrando distancia de ambos bandos y llamando a las movilizaciones.
En este marco las distintas alineaciones políticas de los gremios jugaron un papel en los choques de hoy, centralmente de los que responden al kirchnerismo que aportaron a mostrar una provincia en crisis. Todo esto no hace más que demostrar una vez más la necesidad de pelear por independizar a los sindicatos de los gobiernos de turno y de todo partido patronal.

¿Y el ministro?

Pero detrás de la represión se esconden algunos problemas políticos centrales que el régimen debe enfrentar para cambiar una relación de fuerzas que no está basada en triunfos sobre las masas trabajadoras. Como señalamos hace un tiempo el derechismo gubernamental “a diferencia del delasotismo del primero gobierno, no se sostiene sobre derrotas de las masas, sino sobre el conservadurismo social que impusieron años de crecimiento económico que están llegando a su fin”. Desde ese punto de vista, la acción de hoy, la represión posterior y el paro de este viernes, son nuevos golpes a la política del ministro-sindicalista Dragún como garante de que las luchas sindicales no rompieran la “paz social”. Precisamente el gran ausente en todas estas discusiones es el ministro de trabajo.
Aún De la Sota no está en guerra con los sindicatos, pero va calibrando los cañones y empieza a golpear para cambiar la relación de fuerzas con el movimiento obrero, que como ya señalamos, no está basada en triunfos claros sobre las masas en la lucha de clases. Precisamente esto sólo se puede cambiar mediante una serie sucesiva de golpes sobre los trabajadores que vayan inclinando la relación de fuerzas en su contra. Si como señala Trotsky“no es posible esquivar las dificultades fundamentales por medio de una maniobra” (Pág. 174), la artimaña de hacer votar el ajuste a cualquier hora de la noche, luego de engaños, no puede evitar los choques en las calles contra una clase trabajadora no derrotada. De ahí que, con tiempos que habrá que precisar, el escenario es de mayor confrontación.
Así, la política real tiende a ser cada vez de menos “pacto social” y de mayor enfrentamiento. Esto responde por un lado a los problemas de la Caja (de Jubilaciones y del conjunto del estado), pero también a la necesidad de establecer una relación de fuerzas que ponga mayores límites a la clase obrera al luchar. Hace pocos días, paraba una línea entera de la UTA por 36 horas mostrando que, en Córdoba, los gremios "hacen lo que quieren" y no hay ministro de trabajo que lo impida ni diálogo con el gobierno que lo evite.

Una pelea por una política independiente

Como se señala acá la represión policial vino como anillo al dedo a la política de una burocracia que pretende desmontar esta lucha contra el ajuste, enfriando las medidas de fuerza y llamando a acciones por gremio. Si bien este viernes están convocadas acciones de repudio a la represión, sólo tres sindicatos paran y el resto hace asambleas de 3 horas. Una clara muestra de que se mantiene una división por arriba para impedir que los trabajadores puedan encontrarse en las calles y unir fuerzas. Al mismo tiempo, el llamado a un paro para condenar la represión se hace desligado de cualquier plan de lucha que implique enfrentar el ajuste hasta derrotarlo.
En este marco, el alineamiento político de las conducciones burocráticas es un enorme obstáculo para una pelea que derrote el ajuste. Precisamente por eso la urgencia de darle organización a las tendencias que surgen entre los mismos trabajadores hace necesaria una política como la que venimos señalando de Plenario de delegados de base de todos los gremios, mandatados en asambleas, para imponer una conducción distinta a esta lucha.
Sólo una política independiente de los sectores patronales y sus aliados entre la burocracia puede aportar a desarrollar una amplio fracción clasista entre los trabajadores estatales que prepare una alternativa real a los dirigentes actuales ante las luchas que la crisis internacional y los ataques del gobierno impondrán en el futuro.

miércoles, 22 de agosto de 2012

Una vez más sobre la polarización social y política en Europa y sus posibles perspectivas.



Por Paula Schaller

En un post anterior analizamos las tendencias a la polarización social y política que ya empiezan a emerger en la Europa jaqueada por la crisis, marcadas por el fortalecimiento de partidos de extrema derecha con peso electoral y social que buscan una salida reaccionaria ante la crisis. Allí planteamos que, ante el todavía bajo nivel de lucha de clases, estas expresiones no son el signo generalizado de la situación -que aún no está atravesada por la dialéctica revolución/contrarrevolución- sino más bien tendencias anticipatorias de una dinámica que tenderá a profundizarse en la medida que avancen los efectos de la crisis y la radicalidad de las respuestas de los explotados. Los años de entreguerras del siglo pasado, abundantes en giros y oscilaciones bruscas de la situación, constituyen una muestra concentrada de este desarrollo, donde la burguesía recurrió a distintas formas excepcionales de gobierno para sostener su dominación ante el ascenso generalizado de la lucha de clases. Del análisis de estas formas transicionales de dominación política burguesa Trotsky extrajo múltiples conclusiones para orientar estratégicamente al proletariado en su lucha por el poder. Queremos retomar aquí algunos de sus aspectos centrales, para aportar a reflexionar sobre las posibles perspectivas de las tendencias que hoy se expresan incipientemente en la situación internacional y la política de los revolucionarios ante éstas. 

Sobre la crisis y las tendencias a la degradación de la democracia burguesa: el bonapartismo. 

En los años 30 del siglo pasado, la crisis capitalista desatada en Estados Unidos afectó particularmente a una Europa atravesada por múltiples antagonismos inter-estatales que la Primera Guerra Mundial, lejos de resolver, había profundizado. En Alemania la crisis resultó catastrófica en una economía ya muy debilitada y constreñida por las imposiciones que los imperialismos francés e inglés habían asentado con el Tratado de Versalles a la salida de la guerra. Los trabajadores se agitaban en huelgas y movilizaciones masivas ante el desempleo generalizado, la hiperinflación y la caída del marco. Salvo excepciones, esta fue la dinámica social que atravesó gran parte del continente, donde para defender sus condiciones de vida el proletariado protagonizó grandes combates que plantearon una carrera de velocidades con la burguesía por ver qué clase imponía su salida, como sucedió centralmente en Alemania, Francia, Austria, Polonia, Hungría, Holanda, España (aunque esta con una dinámica más propia, donde las aspiraciones democráticas de las masas actuaron como un gran motor revolucionario en el marco de una estructura social profundamente regresiva). En esos países, como repuesta reaccionaria ante la crisis social y el ascenso de la lucha proletaria se fortalecieron tanto partidos y facciones de extrema derecha como bandas para-militares fascistas -Acción Francesa, La Cruz de Fuego o el Partido Social de la Rocque en Francia, las SA en Alemania (bandas de asalto del nacionalsocialismo), el movimiento Sanacja que sostuvo el régimen bonapartista de Pilsudski en Polonia, etc.-; que intervenían en la lucha de clases promoviendo intentos de golpe, impulsando movilizaciones y mitines reaccionarios, chovinistas y pro-guerreristas; yendo a quebrar las movilizaciones dirigidas por comunistas y socialdemócratas, organizando atentados contra las organizaciones obreras y de izquierda; asesinando activistas, etc. En este marco, Trotsky analizó muy lúcidamente que, ante la catástrofe económica y la ascendiente lucha de clases, las democracias burguesas europeas tendían a degradar su carácter "parlamentario", recurriendo a diversas formas excepcionales de dominación con gobiernos fuertes apoyados sobre el aparato policial-militar que intentaban una suerte de "arbitraje" de las clases en pugna. Analizando por ejemplo el caso de Holanda en 1936 -donde el régimen político profundizó su carácter represivo ante el crecimiento de las bandas fascistas, por un lado, y el fortalecimiento de la organización obrera, por el otro, planteó que-: “Dado que la democracia burguesa se encuentra en bancarrota histórica, ya no puede defenderse en su propio terreno contra sus enemigos de derecha e izquierda. Es decir que para ‘mantenerse’ el régimen democrático debe autoliquidarse progresivamente mediante leyes de emergencia y arbitrariedad administrativa. Esta autoliquidación de la democracia en la lucha contra la derecha y la izquierda coloca en primer plano al bonapartismo de la degeneración, cuya exis­tencia incierta necesita el peligro de derecha e izquier­da para oponerlos entre sí y elevarse gradualmente por encima de la sociedad y de su parlamentarismo.” (Trotsky, La democracia burguesa y la lucha contra el fascismo)
Este análisis es interesante porque desnuda no sólo que la democracia no está ni puede estar por encima del sistema social que la engendró, tendiendo a “autolimitarse” –e incluso volverse su contrario, negando su forma con la dictadura abierta- cuando la clase dominante lo necesita para preservar su dominación social y política, sino que muestra que el fascismo no surge como reacción automática, como primera salida orquestada por la burguesía para contener la lucha de clases, sino que se impone como solución de fuerza final luego de un ciclo previo en el cual el régimen democrático-parlamentario avanza progresivamente en su bonapartización: “es inevitable que entre la demo­cracia parlamentaria y el régimen fascista se interpongan, una después de otra, ya sea "pacíficamente" o a través de la guerra civil, una serie de formas transicionales.” (Trotsky, bonapartismo y fascismo) Precisamente, contra el stalinismo que en su "tercer período" tendía a emparentar casi toda forma de gobierno burgués al fascismo mismo, Trotsky puso el acento en que el bonapartismo, a diferencia de aquel, era una forma política transitoria, profundamente inestable, en la cual la pulseada entre las clases todavía no había llegado a una cristalización política definitiva como expresión del asentamiento de una relación de fuerzas más o menos estable. 
En 1934, analizando el caso de Francia planteaba “... nos vemos obligados a repetir lo que ya una vez dijeron los bolcheviques leninistas respecto a Alemania: las posibilidades políticas del actual bonapartismo francés no son muchas; su estabilidad está determinada por el momentáneo y, en última instancia, inestable equilibrio entre el proletariado y el fascismo. La relación de fuerzas entre estos dos bandos tiene que cambiar rápidamente, en parte por influencia de la coyuntura económica, pero fundamentalmente según la política que se dé la vanguardia proletaria. La colisión entre ambos bandos es inevitable. El proceso se medirá en meses, no en años. Sólo después del choque, y de acuerdo a sus resultados, podrá implantarse un régimen estable.” (Bonapartismo y Fascismo) 
Allí, ante la creciente polarización de clase entre las demostraciones de fuerza de los fascistas y la ascendiente combatividad del movimiento obrero, planteó que “… precisamente en Francia el paso del parlamentarismo al bonapartismo -o más exactamente la primera etapa de este paso- se dio de manera particularmente notoria y ejemplar. Basta con recordar que el gobierno Doumergue apareció en escena entre el ensayo de guerra civil de los fascistas (6 de febrero) y la huelga general del proletariado (12 de febrero). Tan pronto como los bandos irreconciliables asumieron sus posiciones de lucha en los polos de la sociedad capitalista, quedó claro que el aparato conexo del parlamen­tarismo perdía toda importancia. Es cierto que el gabinete Doumergue, (…) parece, a primera vista, gobernar con consenso del Parlamento. Pero se trata de un Parlamento que abdicó, que sabe que en caso de resistencia el gobierno se desharía de él. Debido al relativo equilibrio entre el campo de la contrarrevolución que ataca y el de la revolución que se defiende, debido a su temporaria neutralización mutua, el eje del poder se elevó por encima de las clases y de su representación parlamentaria. Fue necesario buscar una cabeza de gobierno fuera del Parlamento y "fuera de los parti­dos”. Este jefe de gobierno llamó en su ayuda a dos generales. Esta trinidad se apoyó en huestes parla­mentarias simétricas tanto por la derecha como por la izquierda. El gobierno no aparece como un orga­nismo ejecutivo de la mayoría parlamentaria, sino como un juez-árbitro entre dos bandos en lucha. Sin embargo, un gobierno que se eleva por encima de la nación no está suspendido en el aire. El verdadero eje del gobierno actual pasa por la policía, la burocracia y la camarilla militar. Estamos enfrentados a una dicta­dura militar-policial apenas disimulada tras el decorado del parlamentarismo. Un gobierno del sable como juez-árbitro de la nación: precisamente eso se llama bonapartismo”. (Bonapartismo y fascismo, 1934)                                                                                                 
El caso francés, donde la continuidad de la lucha de clases signó la imposibilidad de consolidar un régimen de dominación estable –después de la caída de Doumergue se sucedieron cinco gabinetes ministeriales en menos de 2 años-; o el alemán, donde la crisis de la República de Weimar se expresó en el surgimiento de múltiples gobiernos bonapartistas (Brüning, Papen, Schleicher) que antecedieron al triunfo de Hitler, mostraron palmariamente hasta qué punto la estabilidad de la institucionalidad política burguesa depende en gran medida de la ausencia de irrupción política independiente de las masas explotadas : “la reciente experiencia histórica tanto como el análisis teórico testimonian que el nivel de desarrollo de una democracia y su estabilidad, están en proporción inversa a la tensión de las contradicciones de clase", plantea Trotsky en "El marxismo y nuestra época". 
Si en la dinámica de la situación internacional actual no son las tendencias al bonapartismo político las que priman, ya que de conjunto la burguesía sigue apoyándose, gracias a la todavía baja intensidad de la lucha de clases, en la legitimidad parlamentaria para promover su política de ajuste -ayudada por la complicidad de las direcciones sindicales-; ya empiezan a surgir tendencias anticipatorias de este fenómeno, que muestran una vez más la relación orgánica entre crisis capitalista, desarrollo de la lucha de clases y tendencias al surgimiento de formas excepcionales de dominación burguesa. Tal es el caso de Italia, donde a la caída de Berlusconi la gran patronal, el capital financiero, la UE y el FMI se convirtieron en el principal sostén del gobierno “técnico” de Monti, puesto a dedo por el presidente Napolitano, expresando la tendencia a gobernar bajo métodos crecientemente bonapartistas en el marco de la crisis. Un gobierno  que no fue elegido democráticamente por el pueblo italiano sino puesto por arriba por los sectores más concentrados del capital financiero y la gran industria para administrar los planes de ajuste y promover una política de ataque masivo contra los inmigrantes. El breve repaso anterior sobre las definiciones de Trotsky ante los regímenes políticos bonapartistas de los años ´30, en todo caso, muestra que ninguna pulseada entre las clases se consuma "en un acto", sino que la burguesía avanza progresivamente en la bonapartización de la democracia parlamentaria en la medida en que avanza la lucha de clases, por lo que hay que tomar nota de los primeros signos de éstos fenómenos para pensarlos en su posible dinámica.                                                              
Por su parte, el ascenso del movimiento nazi Amanecer Dorado en Grecia expresa una tendencia que tenderá a profundizarse y a generalizarse con el desarrollo de la lucha de clases en el país heleno, mostrando desde hoy las reacciones que tendrá que enfrentar la vanguardia del movimiento obrero en el camino de abrirse paso en la lucha por una salida propia ante la crisis capitalista.  

Sobre cómo luchar contra el ascenso de los fascistas. El caso de Amanecer Dorado en Grecia y la política de los revolucionarios.  

Grecia, el eslabón más débil del capitalismo europeo, es hoy uno de los epicentros de desarrollo de la polarización social y política. De hecho, los dos fenómenos políticos más dinámicos que cobraron impulso al calor de la crisis son el crecimiento de la coalición reformista de izquierda Syriza y el ascenso de la variante neo-nazi Amanecer Dorado. Muchos sectores de izquierda apoyan a Syriza no sólo como la supuesta expresión de una salida popular frente a la crisis capitalista, sino como un reaseguro de la democracia frente al ascenso de las variantes de extrema derecha. Si bien este es un debate que abordaremos de lleno en un próximo post, queremos empezar a formular aquí cuales son las vías y la política que debe darse la clase obrera para combatir este ascenso. 
En Grecia, la crisis tuvo efectos tan devastadores que hay analistas que ya hablan de Grecia como "la primer colonia de la eurozona", en referencia al salto en la subordinación helena al capital financiero alemán (ver acá). Sectores de las masas vienen tensando sus músculos con huelgas generales, movilizaciones masivas, enfrentamientos callejeros con la policía; y aunque todavía no dieron una respuesta a la altura del ataque histórico que el capitalismo está descargando sobre sus condiciones de vida, ya comienzan a crecer tendencias neonazis que pugnan por el paso a la acción directa para imponer una solución de fuerza contra los oprimidos. Amanecer Dorado sorprendió en las elecciones de mayo y junio, en las cuales mantuvo un 7 % de los votos y logró meter 18 diputados al parlamento (en las elecciones de 2009 había sacado 18 mil votos, mientras que este año obtuvo 430 mil, mostrando la simpatía que logra su discurso en franjas cada vez más amplias). Pero no sólo se ubica como una tendencia superestructural que ocupa un espacio electoral, sino como una tendencia militante que, aunque por ahora poco numerosa, actúa en las calles a la manera de bandas de asalto contra los inmigrantes: “Somos un movimiento nacionalista en el Parlamento y en la calle con la misión de proteger los derechos de los griegos (…), la inmigración ilegal es una plaga para Grecia”, declaró su líder Mihaloliakos luego de las pasadas elecciones, mientras que el diputado Illias Panagiotaros directamente prometió antes de las elecciones "Si Amanecer Dorado consigue entrar al Parlamento, llevará a cabo redadas en hospitales y guarderías y expulsará a los inmigrantes y a sus hijos a la calle para que los griegos puedan ocupar su lugar".
De hecho, los nazis de Amanecer Dorado ya recorren los barrios más humildes de Atenas reprimiendo salvajemente a los inmigrantes y hasta tomaron el control del barrio Agios Panteleimonas, que fue uno de los más populosos del centro de Atenas y hoy es un bastión nazi, libre de inmigrantes a los que  directamente expulsaron. En ese barrio Amanecer Dorado actúa como la fuerza represiva, en absoluta complicidad con la policía que deja actuar libremente al movimiento y le libera zonas  para desplegar la represión "ilegal" sobre los inmigrantes. Esto de ninguna manera es casual: hay encuestas que afirman que 4 de cada 10 policías votaron por este grupo neonazi en las elecciones, por lo que es de prever que cuando la situación se radicalice y se impongan tendencias a la desarticulación social los nazis pueden avanzar y nutrirse rápidamente de las fuerzas represivas actuales.
Al respecto, en el año 1939, Trotsky planteaba que "Cuando se dan crisis serias, la policía invariablemente adopta respecto a las bandas contrarrevolucionarias una amistosa neutralidad, cuando no colabora con ellas directamente." (Trotsky, Sobre la cuestión de la autodefensa obrera, 1939) De hecho, Amanecer Dorado empezó un "trabajo sucio" que después generalizaron las fuerzas de seguridad, cuando en agosto de este año lanzaron una brutal razia en los barrios populares atenienses con más de 4500 afectivos que detuvieron a miles de inmigrantes para luego deportarlos.                
Por lo tanto, aunque todavía no sea una variante de masas, Amanecer Dorado es una tendencia actuante en la realidad a la que hay que prepararse para combatir desde hoy, ya que su desarrollo implicará inevitablemente el fortalecimiento de las fuerzas contrarrevolucionarias a las que  mañana puede acudir generalizadamente la propia burguesía en su guerra contra el proletariado.  Analizando el fortalecimiento de organizaciones para-militares burguesas, Trotsky planteó en 1939: "es la reacción capitalista la que comienza primero a formar organizaciones de lucha especiales, que coexisten paralelamente con la policía y el ejército del estado burgués. Esto se explica por el hecho de que la burguesía es más previsora y despiadada que el proletariado. Bajo la presión de las contradicciones de clase ya no descansa totalmente en su propio estado, puesto que éste tiene todavía las manos atadas, en cierta medida, por normas “democráticas”. La aparición de organizaciones comba­tientes “voluntarias” cuyo objetivo es la supresión física del proletariado constituye un síntoma inequívoco de que comenzó la desintegración de la democracia, debido a que ya no es posible controlar las contradicciones de clase por los viejos métodos." (Trotsky, Sobre la cuestión de la autodefensa obrera, 1939)
Si por su escaso peso social como fuerza militante, Amanecer Dorado no se ubica todavía como la expresión de la tendencia que emerge en tiempos de crisis, a la ruptura del monopolio de la violencia del Estado burgués y la proliferación de milicias para-militares con peso de masas; nos interesa resaltar que aunque hoy es una tendencia minoritaria es significativa en la medida en que es un fenómeno orgánico, que expresa el estado de ánimo de capas sociales arruinadas o de la pequeño-burguesía que adopta una perspectiva ultra-nacionalista y xenofóbica, por lo que su desarrollo puede cobrar mucha dinámica en el marco de la crisis en curso.
Esto pone a la orden del día para las organizaciones del proletariado heleno la necesidad de articular un programa político y de acción que plantee la alianza obrero-popular contra la avanzada de las bandas fascistas que, si hoy se dirigen contra los inmigrantes, mañana lo harán contra el conjunto de las organizaciones del movimiento obrero. Este programa tiene que partir de la más incondicional defensa de la unidad de las filas de la clase obrera, nativa y extranjera, impulsando activas campañas frente al racismo y la xenofobia crecientes; pero en perspectiva tiene que dar una respuesta para frenar los ataques fascistas que ya sufren los inmigrantes. Por lo tanto, ante el avance de los neonazis está planteada la exigencia a los sindicatos de que impulsen y organicen la autodefensa obrera.  Es de fundamental importancia frenar el desarrollo de las bandas que ya pasaron a la acción contra los sectores más débiles de las masas explotadas como son los inmigrantes, por lo que es parte del programa que tiene que levantar la vanguardia del movimiento obrero en su lucha contra los capitalistas. Incluso, allí donde existieran sectores de vanguardia independientes de las direcciones sindicales reformistas ligadas al PASOK (Partido Socialdemócrata) y al KKE (Partido Comunista) que hayan conquistado trincheras significativas en el movimiento obrero, éstos deberían impulsar, -como parte de la lucha por el desarrollo de organismos de autoorganización que expresen el frente único de las masas en lucha y peleen por un programa común-, no sólo una línea de exigencia a los sindicatos de la autodefensa sino una política para organizarla, tratando de ligar los lugares de influencia conquistados en el movimiento obrero a la organización de los sectores más atrasados de la clase como son los inmigrantes para combatir los ataques de los fascistas que ya están en curso.                                                                                                            
Claro que la autodefensa como consigna  de agitación amplia sobre el movimiento obrero está directamente ligada al desarrollo de la lucha de clases y la envergadura de los propios ataques fascistas, como plantea Trotsky: "El proceso del cual surgen los destacamentos obreros de autodefensa está inseparablemente ligado al curso de la lucha de clases en cada país y refleja, por lo tanto, sus inevitables avances y retrocesos, sus flujos y reflujos. La revolución no estalla en una sociedad a través de un tranquilo proceso ininterrumpido sino a través de una serie de convulsiones separadas por intervalos bien definidos, a veces prolongados, durante los cuales se modifican tanto las relaciones políticas que la idea misma de revolución parece perder toda conexión con la realidad. Por eso la consigna de unidades de autodefensa encon­trará eco una vez, y en otra oportunidad sonará como una voz clamando en el desierto, y luego, después de un tiempo, se popularizará nuevamente". (Trotsky, Sobre la cuestión de la autodefensa obrera, 1939). Esto último es lo que sucedió, por ejemplo, en la Francia del año '34, donde  "como conse­cuencia de la crisis económica en aumento, (...) la reacción salió abiertamente a la ofensiva. Las organizaciones fascistas crecieron rápidamente. Por otra parte, se hizo popular en las filas de la clase obrera la idea de la autodefensa. Hasta el reformista Partido Socialista se vio obligado a formar en París algo similar a un aparato de autodefensa." (Trotsky, Sobre la cuestión de la autodefensa obrera, 1939)  
Como política, Trotsky planteaba, polemizando contra el stalinismo que se negaba a levantar la consigna de armamento obrero: "'Pero, el armamento de los obreros no es oportuno más que en una situación revolucionaria que aún no existe'. Este profundo argumento significa que los obreros deben dejarse golpear hasta que la situación se vuelva revolucionaria. Los que ayer predicaban el 'tercer periodo' no quieren ver lo que pasa ante sus ojos. La propia cuestión del armamento no ha surgido prácticamente, más que porque la situación 'pacifica', normal, democrática´ ha dejado el lugar a una situación agitada, crítica, inestable, que puede tan fácilmente transformarse en una situación revolucionaria como contrarrevolucionaria. Esa alternativa depende, ante todo, de esto: ¿Se dejarán golpear los obreros de vanguardia, impunemente, sector por sector o, a cada golpe responderán con dos golpes, elevando el coraje de los oprimidos y uniéndolos a su alrededor? Una situación revolucionaria no cae del cielo. Se forma con la participación activa de la clase revolucionaria y de su partido." (Trotsky, ¿A Dónde va Francia?, 1934)
Si, como señalamos en el apartado anterior, la situación griega no presenta la dinámica de derrumbe de la democracia burguesa que caracterizó a la Francia de los años '30, signada por el creciente enfrentamiento entre las bandas fascistas y las organizaciones del proletariado y la izquierda; la enorme crisis económica y social que recorre al continente en general y al país heleno en particular, donde las masas protagonizaron 17 huelgas generales desde el comienzo de los planes de ajuste, hace prever que es una dinámica que rápidamente puede cobrar la situación. Por otra parte, en coyunturas profundamente dinámicas como la actual, donde la histórica ofensiva capitalista puede desatar una perspectiva de ascenso revolucionario para las masas griegas, impedir el avance de las bandas fascistas es una tarea de importancia en el camino de fortalecer la relación de fuerzas de la vanguardia proletaria y la alianza obrero-popular.                                       
De profundizarse la lucha de clases, y conforme la tendencia que hoy expresa incipientemente Amanecer Dorado se generalice, estará planteado impulsar el mayor frente único obrero, pero no en el terreno de los acuerdos parlamentarios para defender la "democracia" sino el frente único obrero que prepare el combate abierto contra los fascistas y fortalezca las posiciones del los revolucionarios entre las masas. Así lo formulaba Trotsky en el año 1931 con relación a Alemania -en donde el stalinismo, entregado a su política ultraizquierdista de caracterizar a la socialdemocracia como fascista, se negaba a un frente único con ésta para enfrentar al fascismo-: "El destino quiere que haya en el comité central del partido comunista numerosos oportunistas aterrorizados. Han oído decir que el oportunismo es el amor a los bloques. Es por lo que están contra los bloques. No comprenden la diferencia que puede existir entre un arreglo a nivel parlamentario y un acuerdo de combate, incluso el más modesto, a propósito de una huelga o de la protección de los obreros tipógrafos contra las bandas fascistas. Los acuerdos electorales, los regateos parlamentarios concluidos entre el partido revolucionario y la socialdemocracia suelen servir, por regla general, a la segunda. Un acuerdo práctico de cara a acciones de masas, por objetivos de lucha, se hace siempre, en provecho del partido revolucionario." (Trotsky, "Por un frente único obrero contra el fascismo", 1931)

martes, 21 de agosto de 2012

Pequeño homenaje a León Trotsky en el 72º aniversario de su asesinato

Este lunes 20 de agosto se cumplieron 72 años del asesinato del gran dirigente de la revolución rusa. Acá y acá se subieron dos muy buenos posts que dan cuenta de la enorme importancia política y social de Trotsky y del profundo impacto que tuvo en el momento en que le tocó vivir. Aquí, a modo de humilde y pequeño homenaje queríamos traer algo que que Trotsky escribe en las últimas páginas de Mi Vida 

Al terminar la Guerra de los Treinta años, es posible que el movimiento alemán de la Reforma tuviese todo el aspecto de una baraúnda desencadenada por hombres escapados del manicomio. Y en cierto modo, así era, pues Europa acababa de salir de los claustros de la Edad Media. Y, sin embargo, ¿cómo concebir la existencia de esta Alemania moderna, de Inglaterra, de los Estados Unidos y de toda la humanidad actual, sin aquel movimiento de la Reforma, con las víctimas innumerables que devoró? Si está justificado que haya víctimas-y no sabemos de quién habría que obtener, realmente, el permiso-, nunca lo está tanto como cuando las víctimas sirven para imprimir un avance a la humanidad.
Y lo mismo cabe decir de la Revolución francesa. Aquel reaccionario y pedante de Taine se imaginaba haber descubierto una gran cosa cuando decía que, a la vuelta de algunos años después de haber decapitado, a Luis XVI, el pueblo francés vivía más pobre y menos feliz que bajo el antiguo régimen. Sucesos como el de la gran Revolución francesa no pueden medirse por el rasero de "algunos años". Sin la Gran Revolución sería inconcebible la Francia de hoy, y el propio Taine hubiera acabado sus días de escriba de algún gran señor del viejo régimen, en vez de dedicarse a denostar la revolución a la que debe su carrera.
Pues bien: a la revolución de Octubre hay que juzgarla a una distancia histórica aún mayor. Sólo gentes necias o de mala fe pueden acusarla de que en doce años no haya traído la paz y el bienestar para todos. Contemplada con el criterio de la Reforma o de la Revolución francesa, que representan, en una distancia de unos tres siglos, dos etapas en el camino de la sociedad burguesa, no puede uno por menos de admirarse que en un pueblo tan atrasado y solitario como Rusia se haya podido asegurar a la masa del pueblo, doce años después de la sacudida, un promedio de vida que, por lo menos, no es inferior al que se les brindaba en vísperas de la guerra. Ya esto, por sí solo, es un milagro. Pero, claro está que el sentido y la razón de ser de la revolución rusa no es ahí donde hay que buscarlos. Estamos ante el intento de un nuevo orden social. Es posible que este intento cambie y se transforme, fundamentalmente tal vez. Es seguro que habrá de adoptar un carácter totalmente distinto sobre la base de la nueva técnica. Pero, pasarán unas cuantas docenas de años, pasarán unos cuantos siglos, y el orden social que rija remontará la mirada a la revolución de Octubre como el régimen burgués de hoy hace con la Revolución francesa y la Reforma. Y esto es tan claro, tan evidente, tan indiscutible, que hasta los profesores de Historia lo comprenderán; claro está que pasados unos cuantos años...
Bien, ¿y de la suerte que en todo esto ha corrido su persona, qué me dice usted? Ya me parece estar oyendo esta pregunta, en la que la ironía se mezcla con la curiosidad. A ella, no puedo contestar con mucho más de lo que ya dejo dicho en las páginas del presente libro. Yo no sé que es eso de medir un proceso histórico con el rasero de las vicisitudes individuales de una persona. Mi sistema es el contrario: no sólo valoro objetivamente el destino personal que me ha cabido en suerte, sino que, aun subjetivamente, no acierto a vivirlo si no es unido de un modo inseparable a los derroteros que sigue la evolución social.
¡Cuántas veces, desde mi expulsión, he tenido que oír a los periódicos hablar y discurrir acerca de mi "tragedia" personal! Aquí no hay tragedia personal de ninguna especie. Hay, sencillamente, un cambio de etapas en la revolución. Un periódico norteamericano publicó un artículo mío, acompañándolo de la ingeniosa observación de que el autor, a pesar de todos los reveses sufridos, no había perdido, como el artículo demostraba, el equilibrio de la razón. No puede uno por menos de reírse ante esa pobre gente para quien, por lo visto, la claridad de juicio guarda relación con un cargo en el Gobierno y el equilibrio de la razón depende de los vaivenes del día. Yo no he conocido jamás, ni conozco, semejante relación de causalidad. En las cárceles, con un libro delante o una pluma en la mano, he vivido horas de gozo tan radiante como las que pude disfrutar en aquellos mítines grandiosos de la revolución. Y en cuanto a la mecánica del Poder, me pareció siempre que tenía más de carga inevitable que de satisfacción espiritual. Pero, mejor será que acerca de esto oigamos palabras muy discretas, dichas ya por otros:
El día 26 de enero de 1917, Rosa Luxemburgo escribía a una amiga, desde la cárcel: "Eso de entregarse, por entero a las miserias de cada día que pasa, es cosa para mí inconcebible e intolerable. Fíjate, por ejemplo, con qué fría serenidad se remonta un Goethe por encima de las cosas. Y sin embargo, no creas que no hubo de pasar por amargas experiencias: piensa tan sólo en la gran Revolución francesa, que, vista de cerca, seguramente tendría todo el aspecto de una mascarada sangrienta y perfectamente estéril, y en la cadena ininterrumpida de guerras que van desde 1793 a 1815... Yo no te pido que hagas poesías como Goethe, pero su modo de abrazar la vida-aquel universalismo de intereses, aquella armonía interior-está al alcance de cualquiera, aunque sólo sea en cuanto aspiración. Y si me dices, acaso, que Goethe podía hacerlo porque no era un luchador político, te replicaré que precisamente un luchador es quien más tiene que esforzarse en mirar las cosas desde arriba, si no quiere dar de bruces a cada paso contra todas las pequeñeces y miserias... siempre y cuando, naturalmente, que se trate de un luchador de verdad..."
¡Magníficas palabras! Las leí por vez primera no hace muchos días y ellas me han hecho cobrar nuevo afecto y devoción por la figura de Rosa Luxemburgo.
En cuanto a doctrinas, carácter e ideología, no hay en Proudhon, esa especie de Robinsón Crusoe del socialismo, nada que me simpatice. Pero Proudhon era, por naturaleza, un luchador; era, intelectualmente, generoso; sentía un gran desdén hacia la opinión pública oficial y en él ardía esa llama inextinguible del afán acuciante y universal de saber. Esto le permitía estar por encima de los vaivenes de la vida personal y por encima de la realidad circundante.
El día 26 de abril de 1852, Proudhon escribía a un amigo desde la prisión: "El movimiento, indudablemente, no es normal ni sigue una línea recta; pero la tendencia se mantiene constante. Todo lo que los Gobiernos hagan, primero unos y luego otros, en provecho de la revolución, es cosa que ya no se puede desarraigar; en cambio, lo que contra ella se intenta, se evapora como una nube. Yo disfruto de este espectáculo, cada uno de cuyos cuadros sé interpretar; asisto a esta evolución de la vida en el universo como si desde lo alto descendiese sobre mí su explicación; lo que a otros destruye, a mí me exalta, me enardece y me conforta; ¿cómo, pues, puede usted pretender que me lamente de mi suerte, que me queje de los hombres y los maldiga? ¿La suerte? Me río de ella. Y en cuanto a los hombres, son demasiado necios y están demasiado enservilecidos, para que yo pueda reprocharles nada."
Pese al regusto de patetismo eclesiástico que hay en ellas, también éstas son palabras muy bien dichas, y yo las suscribo.

jueves, 16 de agosto de 2012

Gobierno, régimen y clases sociales en Córdoba. Apuntes I




Por Eduardo Castilla y Joaquín Ramírez

Hace pocas semanas decíamos que la fortaleza de De la Sota, expresada en su capacidad de alinear a todo el régimen político provincial detrás del “reclamo federal”, tenía sus puntos de falla. Entre ellos señalamos especialmente la crisis de las finanzas provinciales, ligadas a la desaceleración del crecimiento económico y a una estructura fiscal atada a los intereses de las grandes patronales. En este post queremos abordar algunas discusiones que van más allá de la coyuntura y dan cuenta de las características estructurales del régimen político provincial y sus fortalezas y debilidades para enfrentar la emergencia de sectores de la clase trabajadora.  

El fantasma de las crisis pasadas

Como habíamos señalado, las finanzas provinciales son un “eslabón débil” de la estructura de la provincia. Frente a la exigencia impotente al gobierno nacional y partiendo de la negativa absoluta a tocar una estructura fiscal al servicio de las patronales, el Gallego finalmente dio un golpe de mano, usando las “peores formas”, “rompiendo códigos” con la oposición, dejándola a paso cambiado cuando todos se sentían ya parte del dichoso “cordobesismo”. Radicales y juecistas, con la boca abierta, no podían creer lo que veían cuando el PJ aprobaba, con mayoría automática y veloz, policías mediante, rodeando la desprevenida legislatura, el primer ajuste contra los jubilados cordobeses.
Más allá de los dimes y diretes sobre los manejos previos a la votación, la sanción de la ley y las posteriores movilizaciones, abren un escenario distinto en la política provincial. Un aspecto que queremos analizar acá son las fortalezas y los límites de un régimen marcado por crecientes tendencias bonapartistas, ante un escenario de potencial incremento de la lucha de clases. El choque con los gremios trae de vuelta los fantasmas de las pasadas crisis políticas. Crisis donde la clase trabajadora cordobesa tuvo un lugar protagónico, a pesar de la traición de sus direcciones sindicales.

Clase(s) dominante(s) y tendencias políticas

Si bien no puede hacerse abstracción del régimen político nacional, es evidente que las particularidades provinciales existen como producto del desarrollo político y económico, así como de los resultados de la lucha de clases. Haciendo estas salvedades, podemos hablar de un régimen político “cordobés”, democrático burgués con tendencias bonapartistas.
Podemos hablar de un régimen donde tiende a perfilarse la concentración de poderes en la dirección del estado (…) Todas las decisiones políticas importantes están centralizadas en un único individuo dotado de extraordinarios poderes de emergencia. Habla y actúa no como servidor del parlamento, como el premier, sino en su propio derecho, como el «hombre del destino» que ha sido llamado a rescatar a la nación en su hora de peligro mortal” (ver acá)
Si bien no estamos ante la presencia de “poderes excepcionales” y queremos ser claros en que los niveles de bonapartización del régimen pueden ser categóricamente mayores que el actual, podemos decir que De la Sota se ubica por sobre el conjunto de los “queridos cordobeses”, tratando de mostrarse como el cabal representante de los intereses de la población. Su “cruzada” por los fondos de la provincia y su defensa del “cordobesismo” son la expresión en el discurso político de ese intento de abarcar al conjunto de la representación política local anulando a la oposición. Un elemento de este intento de construcción de un bloque ideológico, es el desarrollo del “Cordobesismo” como una suerte de pseudo-ideología regionalista, federalista, opuesta por el vértice a los intereses de Buenos Aires.
En Córdoba, la figura del gobernador es central y los mecanismos de división de poderes quedan diluidos frente a este fortalecimiento del ejecutivo, como se expresa en el papel semidecorativo de la legislatura, lo que no implica que no juegue ningún rol. Por el contrario, cumple el papel de legitimar las decisiones del ejecutivo. Sin embargo, en este último caso el golpe de mano de De la Sota haciendo votar el ajuste a los jubilados, tuvo que hacerse sin el consenso de la oposición, rompiendo las formas de agrupamiento de todo el régimen político que intentaba el la política delasotista.
Para garantizar que no haya cortocircuitos en este mecanismo, la reforma constitucional del 2001 modificó la anterior composición, estableciendo la Unicameral e imponiendo un sistema donde cada departamento tiene un legislador. Así, los departamentos tienen 26 legisladores propios que, junto a los 44 elegidos por distrito único, le dan mayoría automática al partido que tenga peso en el interior provincial. De esta manera, el PJ extendió la hegemonía que tenía en el interior provincial a la legislatura, mostrando un régimen más democrático en las formas, pero antidemocrático en el contenido.
En 1931, alrededor de las discusiones sobre Alemania, Trotsky escribía Todo régimen pretende estar por encima de las clases, salvaguardando los intereses del conjunto. Pero los efectos de las fuerzas sociales no pueden determinarse tan fácilmente como los del terreno de la mecánica. El gobierno mismo es de carne y hueso. Es inseparable de ciertas clases y de sus intereses”. Tomando esta definición, podemos decir que la figura de De la Sota es inseparable de las grandes patronales del campo y los monopolios imperialistas asentados en la región, entre los que se encuentran las automotrices o grandes empresas locales como Arcor.  La política de este gobierno y la de los anteriores, está estructurada bajo las directivas de esos sectores económicos.
Algunos de los grandes grupos (automotrices y Arcor entre otros) que dominan la provincia remontan su historia a los años ‘50 y ’60, atraviesan el conjunto de los regímenes políticos, incluyendo las dictaduras militares y continúan reinando bajo los gobiernos radicales y peronistas tras el retorno de la democracia. Tanto en uno como en otro régimen, siguen obteniendo todo tipo de beneficios. De esta ligazón a los grandes monopolios surgen precisamente las tendencias bonapartistas.

Dominación y dirección

Para agregar elementos a este análisis, tomemos a Gramsci que señalaba que La supremacía de un grupo social asume dos formas: «dominación»» y «dirección moral e intelectual». Un grupo social es dominante sobre grupos enemigos a los que tiende a «liquidar» o someter con la fuerza armada, y es dirigente sobre grupos afines y aliados”. Si bien como ha señalado Perry Anderson, las definiciones del marxista italiano tienden a una visión dualista y ambivalente, que puede dar lugar a una gama de interpretaciones (muy) amplia, creemos que algunos aspectos de esta definición pueden sernos útiles para analizar ciertos rasgos de la forma de dominio burguesa en la provincia.
Podríamos decir que el PJ ejerce una “función dirigente” en tanto se basa en un sector de las masas del interior provincial, ligadas a los intereses del agro, esencialmente de la producción de soja y los negocios ligados. Decíamos hace poco que “A la producción a gran escala del poroto, del cual Córdoba es la segunda productora nacional, se proponen ahora, sumarle un plus de “industrialización”, que le dé “valor agregado” a la producción agrícola, profundizando un esquema de acumulación capitalista con fuerte peso en el campo” de la mano de Monsanto y las inversiones del polo biotecnológico.
En ese sentido y siguiendo nuevamente a Gramsci El hecho de la hegemonía presupone que se tienen en cuenta los intereses y tendencias de los grupos sobre los cuales se va a ejercer la hegemonía (…) que aunque la hegemonía es ético-política, también debe ser económica”. De allí podríamos afirmar que De la Sota garantiza los intereses materiales de estos sectores, basando en ellos su hegemonía en el interior provincial. La continuidad de los altos precios internacionales de la soja, ayuda a la construcción de ese bloque político y social.
Pero De la Sota no puede gobernar sólo con estos sectores y tiene una política de afianzarse sobre fracciones de la pequeña burguesía urbana y franjas más atrasadas de la propia clase obrera. Sobre esos sectores, su discurso de defensa de la “familia”, haciendo honor al peso histórico de la Iglesia Católica en la provincia, se combina con un discurso contra la juventud y la libre sexualidad. Esto garantiza el alejamiento de cualquier sector que pudiera haber tenido alguna ilusión con sus gestos “progresistas” de hace unos meses. 
Pero además, el PJ ejerce una “función dominante” sobre las masas a través de dos mecanismos centralmente. Por un lado, a través del crecimiento constante del aparato represivo que viene en ascenso en estos años, duplicando la cantidad de efectivos y aumentando de manera exponencial sus recursos, como muy correctamente denuncia Leticia Celli en este programa de Giro a la Izquierda.
Parte de esa política, fue la elevación a rango ministerial de la Secretaría de Seguridad y la designación de Paredes. Esta política se refuerza con las modificaciones que viene imponiendo la legislatura, donde crece el poder de fuego de una institución que cumple y ha cumplido un papel central en el dominio provincial.
Por otro lado, como veremos, se apoya en una fuerte burocracia sindical que ejerce un control al interior de los gremios de la industria, cómo el caso de SMATA de manera policial, frenando la emergencia de sectores de oposición que se consoliden y, al mismo tiempo junto con la burocracia estatal, integrándose al gobierno, en el caso del primero con Dragún como Ministro de Trabajo y en el segundo la UEPC con el ministro de educación Walter Grahovac así como con el SEP con Pihen como legislador delasotista. En el caso de los estatales hay que señalar que una obligada legalidad de las oposiciones políticas permite que se exprese mayor disidencia incluyendo a sectores combativos y clasistas. Pero con estos sectores, la crisis de las finanzas provinciales, implica abandonar en gran medida la perspectiva de lograr el apoyo de la clase trabajadora del Estado al gobierno. 

La burocracia y el control de las clases peligrosas

La integración de las organizaciones obreras al estado ha sido la política del peronismo desde siempre. En ese sentido, el delasotismo no tiene nada de novedoso. Pero es peculiarmente importante el papel de esta burocracia estrechamente ligada al estado en función del poder social de la clase trabajadora de la provincia. Poder que se no solo ha sido históricamente muy fuerte como se puede concluir de su tradición de lucha, sino que se mantiene hoy como una enorme fuerza social que es dejada de lado en la mayoría de los análisis de la provincia.  
En ese sentido, y volviendo a Gramsci podemos decir que en Córdoba hay una “relación de fuerzas sociales estrechamente ligadas a la estructura, objetiva, independiente de la voluntad de los hombres, que puede ser medida con los sistemas de las ciencias exactas o físicas. Sobre la base del grado de desarrollo de las fuerzas materiales de producción se dan los grupos sociales, cada uno de los cuales representan una función y tiene una posición determinada en la misma producción. Esta relación es lo que es, una realidad rebelde: nadie puede modificar el número de las empresas y de sus empleados, el número de las ciudades y de la población urbana” (resaltado propio).
En la industria metalmecánica se agrupan alrededor de 25 a 30 mil trabajadores que tienen en sus manos el poder de paralizar una de las principales fuentes de ingresos de la provincia. En la industria alimenticia se concentran sólo en Arcor, cerca de 5000 trabajadores en las cuatros plantas que posee en la provincia. Los trabajadores de Luz y Fuerza, además de ser más de 2000 mil, tienen en sus manos el potencial para paralizar la energía de la provincia, dejando por ejemplo sin luz a las enormes monopolios imperialistas. Los trabajadores de la UTA ya mostraron su potencial estratégico hace pocos meses como dijimos acá y esta semana lo hicieron nuevamente con un impresionante paro de la empresa Ciudad de Córdoba de características antiburocráticas, contra tres despidos que sólo pudo ser levantado con la intimidación de un imponente operativo policial. A eso debemos sumarle las decenas de miles de estatales que son poderoso factor político en la provincia y que, a diferencia de los gremios de la industria, más allá de los avances y retrocesos, mantienen una gimnasia de lucha en las calles que es un hándicap a la hora de enfrentar ataques. En ese sentido, tomando la cita de Gramsci, esa relación de fuerzas estructural es altamente favorable a la clase trabajadora después de años de crecimiento económico.
Pero además, “la relación de las fuerzas políticas; es decir, la valoración del grado de homogeneidad, autoconciencia y organización alcanzado por los diferentes grupos sociales” también es favorable a las masas trabajadoras. El derechismo político del régimen no está basado en grandes derrotas como las que se vivieron a fines de los 90 con la crisis económica que dejó a decenas de miles en la calle. Si bien ha habido retrocesos y fracasos en luchas parciales de los últimos años, sobre todo entre los estatales y en menor medida en la industria, no estamos frente a un retroceso a gran escala. Es esta relación de fuerzas la que se expresó en la necesidad de una “maniobra” de De la Sota, haciendo votar en la legislatura sin previo aviso. El Gallego montó un escenario que evitara la acción preventiva de los gremios, la movilización y posible represión, algo que hubiera traído a la memoria las imágenes de una Córdoba ardiendo, como en el 2008, algo que sería un traspié en la carrera presidencial pero además mostraría nuevamente la fuerza de miles de trabajadores en las calles, alentando las tendencias a la acción directa. Pero contradictoriamente, colocando a la burocracia ante “los hechos consumados”, no le dejó más opción que la movilización como respuesta. Esto pone en escena la debilidad de sus formas bonapartistas para enfrentar al poderoso movimiento obrero de la provincia. En definitiva decimos que Córdoba no escapa de una relación de fuerzas más general conquistada en estos años por el movimiento obrero a nivel nacional que hay que enmarcar en el post 2001.

Crisis del “pacto social” en el gobierno

Ese poder de la clase obrera y esa relación de fuerzas están en la base del poder político que acapara la burocracia. En ese sentido, desde el punto de vista burgués, tiene “derecho” a  un ministerio como parte del aparato de control de las masas, con el cual pretende ejercer el rol de “policía política” a escala provincial. De la Sota es consciente de esto, de allí la creación del Ministerio de Trabajo y la asunción de Dragún en el mismo. Pero esto puede llevarla a pagar un gran costo político en la medida que estallen conflictos en la clase trabajadora.
En esta marco, y volviendo a la coyuntura, el ataque del gobierno por la Caja obliga a las conducciones a responder, incluso a las que son parte del oficialismo como Pihen del SEP. En esta respuesta se combinan varias cosas. Por un lado, la necesidad de dar una respuesta a un ataque  que si bien, es el “mínimo” como señalan los medios, afecta uno de los sostenes de la burocracia al interior de las propias organizaciones sindicales. En algunos gremios, entre los afiliados hay más jubilados que trabajadores activos. En segundo lugar, un sector de las conducciones está alineado con el gobierno nacional, por lo que pueden usar este ataque para una estrategia de “desgaste” contra el delasotismo. El límite a esto radica en que el programa del kirchnerismo ante la crisis de la Caja es avanzar en un mayor ataque, imponiendo la “armonización” con la Nación, bajando estrepitosamente las jubilaciones. En tercer lugar, se trata de conducciones fuertemente cuestionadas entre sus bases, por lo que se ven obligadas a responder para evitar un mayor prestigio, en la encrucijada de o perder mas prestigio bajándose de la lucha y el peligro de dar aire a la oposición combativa que se encuentra en su terreno que es la lucha.
De conjunto, parecen abrirse tendencias a mayores choques entre las clases, donde la cuestión de la estrategia necesaria para forjar una corriente clasista y antiburocrática de peso, será central en el próximo período. A este tema dedicaremos otro post.
En apretada síntesis, lo que queremos plantear es que el régimen político de Córdoba sostiene un poder ejecutivo de características bonapartistas pero que mantienen las formas parlamentarias. Que este poder político concentrado se asienta en una estrecha vinculación con una estructura económica basada en fuertes grupos económicos ligados a la producción agrícola como industrial y que es esa concentración la que le da una fisonomía particular. También buscamos analizar que parte de esta concentración es la integración de la burocracia sindical al gobierno, tanto en su forma ejecutiva como legislativa, y la política policial de esta al interior del movimiento obrero industrial. Sin embargo también aludimos a una relación de fuerzas más general entre las clases fundamentales que no es de derrota de la clase obrera, lo que le pone límites al mencionado bonapartismo de De la Sota dándole un carácter de equilibrio inestable.