Por Eduardo Castilla
Esta mañana empezó el
juicio a Pedraza y muchos de los implicados en el asesinato de Mariano
Ferreyra. En todo el país la izquierda y un amplio
abanico de organizaciones políticas y sociales se movilizó exigiendo la cárcel
a todos los responsables materiales e intelectuales. Como no puede ser de otra
manera, el juicio concita la atención todo el mundo. Se trata de un proceso
donde se pone el ojo sobre una de las instituciones más odiadas de este régimen
político: la podrida burocracia sindical. Para millones, Pedraza es la cara de
una casta que se enriquece a costa de la corrupción y la traición a los
intereses de los trabajadores.
Precisamente esa es la
base que permite al kirchnerismo montarse sobre la legítima demanda de justicia
para sostener la credibilidad de los aspectos progresistas de su (doble) discurso.
En el medio de las internas que golpean sobre su hegemonía política al interior del bloque dominante, estas
operaciones políticas se convierten en una línea de defensa frente a ese
desgaste.
Hoy escuchamos a CFK decir que "Los que llevamos (el aporte) a la jueza de la causa para que
pudiera comenzar el hilo de la investigación fuimos nosotros, fue Néstor
Kirchner". La reivindicación tiene su cuota de
cinismo, producto al que nos hemos acostumbrado a recibir en gran escala en
estos años. ¿Es que podía ser de otra manera? ¿Cristina está diciendo que ellos
podrían haber encubierto a los asesinos y decidieron no hacerlo? El gobierno
eligió la opción menos costosa desde el punto de vista político. Frente un brutal
y aberrante crimen, no podía reaccionar de otra forma a riesgo de romper lanzas
con sectores progresistas de las clases medias y del movimiento obrero. La
alianza estratégica del kirchnerismo con la burocracia sindical tenía (y tiene)
un límite que era imposible traspasar. Pero precisamente porque se trató de una
salida coyuntural para evitar una crisis mayor, es que no se le puede pedir
“peras al olmo”. El juicio a Pedraza es la contracara de una política que
garantiza la continuidad del conjunto de la burocracia sindical. Se podrá
debatir si es una elección abierta o la resignación ante los límites del poder propio
de la camarilla kirchnerista, pero los hechos están a la vista.
La
policía del movimiento obrero
Hace poco más de 70 años, León Trotsky señalaba
que “El capitalismo monopolista cada vez
tiene menos interés en transigir con la independencia de los sindicatos. Exige
que la burocracia reformista y la aristocracia obrera, que picotean las migajas
que caen de su mesa, se transformen en su policía política a los ojos de la
clase obrera”.
La burocracia sindical argentina cumple ese
papel de policía política desde hace casi 70 años. Su estatización bajo el
primer peronismo tuvo el objetivo de jerarquizar el control del movimiento
obrero. Por aquellos años Perón, al cual Milcíades
Peña cita, decía “Los señores que
temen tanto al sindicalismo y a la formación de grandes agrupaciones obreras
bien organizadas dirigidas y unidas, pueden desechar sus temores desde ya. Nada
hay que temer de las organizaciones. Debe temerse de las masas desorganizadas.
Estas son peligrosas (…) Sin temor a equivocarnos, podemos decir que hoy, desde
Jujuy hasta Tierra del Fuego, y desde Buenos Aires a Mendoza, se puede
orientar, dirigir y conducir a las grandes masas de trabajadores argentinos, y
cada día que pasa lo iremos haciendo en forma más perfecta, porque diariamente
se va reforzando la disciplina sindical. Sin disciplina sindical, las masas son
imposibles de manejar”
El kirchnerismo es, en ese sentido, una cabal
continuidad del peronismo. La alianza con Moyano en todos estos años fue parte
central del mecanismo de control de las calles y de freno del movimiento obrero
y el conjunto de los sectores “peligrosos”. La burocracia sindical combinó, en
estos años, contención y uso de patotas. El asesinato de Mariano Ferreyra fue
ejemplo de esto último, sin ser el único. De esta forma colaboró en preservar
las ganancias extraordinarias de la clase capitalista, aceptando los límites en
las paritarias, firmando convenios a la baja y aumentando la productividad,
aceptando la inclusión de cláusulas de polivalencia en casi la mitad de los
acuerdos firmados.
Precisamente por eso, quienes
hoy se rasgan las vestiduras por lo poco que cambió la representación sindical
en estos años, no “comprenden” (es decir, no quieren comprender o son parte del
cinismo oficial) el papel de control que jugó hacia las masas y como la
preservación de la vieja casta sindical fue necesaria para ese propósito. La
política de “renovar y democratizar” el sindicalismo es utópica porque el
kirchnerismo (y el régimen político en su conjunto) no pueden prescindir de
este mecanismo de control de la clase trabajadora. Más aún, en un momento en
que empieza a golpear mucho más abiertamente la crisis internacional.
El rol estratégico de la burocracia
sindical en la historia nacional tiene su antecedente más cercano en las
jornadas revolucionarias de diciembre del 2001, cuando fue el freno para la entrada
en la escena del movimiento obrero para enfrentar a De la Rúa. Si marchamos aún
más atrás en el tiempo, veremos ese mismo papel atando a la clase obrera al
Pacto Social bajo el gobierno de Perón, mientas integraba la Triple A para
reventar a la extendida vanguardia antiburocrática existente entre los
trabajadores y la juventud.
Demagogia
y “poder real”
Precisamente por todo esto, es imposible que
el gobierno avance en romper lanzas con el conjunto de la burocracia sindical. Si
el tiro
que mató a Mariano pasó muy cerca del corazón de Néstor, el dedo que apretó el
gatillo bien podría estar muy cerca de las manos de Cristina. Si Pedraza no
estuviera preso, no habría ningún problema en que se sentara en la misma mesa de burócratas aliados a
CFK. No habrá “renovación sindical” por el sencillo motivo de que, detrás de
los discursos floridos, está la fuerza material de esa burocracia, uno de los poderes reales en los cuales se apoya
la dominación capitalista.
Si la “disciplina sindical” no se pudo extender más en estos años, fue
producto de las transformaciones del movimiento obrero argentino post dictadura
y bajo el menemismo. En primer lugar, con la enorme
división al interior de sus filas. Según señala este estudio “persiste una importante cantidad de
trabajadores asalariados no registrados, que pasaron del 48,9% en el cuarto trimestre
de 2004 al 34,2% en el mismo período de 2011, situación que plantea un límite a
la cobertura de los acuerdos y convenios colectivos de trabajo”. Esta fue una de las
grandes “conquistas” de la burguesía en los 90, que se ampliaron bajo la década
del período de pos-convertibilidad, siendo la raíz de las ganancias
extraordinarias de la clase capitalista. Como se explica en esta entrevista, la clave del
ataque que mató a Mariano estuvo en garantizar el fenomenal negocio de las
tercerizaciones, extendido en el conjunto del movimiento obrero. Precisamente
porque esa es una de claves de las altas ganancias capitalistas de la última
década, es que el juicio contra Pedraza debe ser el límite. El viejo aliado,
representante de un modelo sindical “ejemplar” al decir de CFK, es la cabeza
que debe ser sacrificada para dejar todo igual.
De ahí que la
justa pelea por la cárcel a Pedraza y todos los responsables materiales e intelectuales
del crimen, tiene que ser parte de una estrategia para vencer al conjunto de la
clase capitalista, luchando para revertir las derrotas que ésta impuso, por
unir al conjunto de la clase trabajadora. En este camino, una dimensión central
de esa tarea es la de echar a la burocracia de los sindicatos y transformarlos
en organizaciones democráticas de lucha que organicen al conjunto de los trabajadores.
El primero que planteó que la bala que mató a Mariano había tocado el corazón de Néstor no fue Máximo, ni CFK... fue el PO cuando este murió: http://po.org.ar/blog/2010/10/28/ante-la-muerte-de-nestor-kirchner/
ResponderEliminarPero podemos decir que lo conmovió una empatía con Mariano cuando hablamos de un sujeto que mandaba a apalear sin asco las asambleas del 2001? De un tipo que aceptó el "daño colateral" que era inevitable del afanarse hasta la de frenos y barreras? Y tantos etc. No.. a Kirchner la muerte de Mariano lo afectó porque temió que saltara toda la mugre corrupta que había debajo de su fachada progresista. Igual que con los problemas cardíacos que le surgieron a Schiavi con la masacre de Once. Pero si nadie se hubiera movilizado, si nadie se hubiera movido por Mariano y todo quedaba en un "enfrentamiento" como sostuvo el gobierno y sus medios al principio, entonces quizás no habría sentido el cagazo que se lo terminó llevando.
Por eso opino que detrás de lo que dice CFK hay algo cierto, y es que a Néstor lo mató la movilización popular.
Del amigo Cucha, que no quiere comentar, así que lo subimos nosotros:
ResponderEliminarEstá bueno el análisis, pero me parece que falta la clave. Que existía (y en menor medida sigue existiendo) la posibilidad de que no fuera preso Pedraza, sino el barra Favale, si las organizaciones obreras influidas por la izquierda, junto a ella, no hubieran salido a la calle a protestar por el asesinato.
Kraft cortando la Pana, Pepsico parando y el Subte creo que también, junto a las movilizaciones de la izquierda y, creo, la CTA también. Y que de no mantenerse la movilizacion, serán liberados los cabecillas.
Y por otro lado, de aquí se desprende que hoy esté juzgado y en la cárcel es un claro TRIUNFO de la movilizacion popular.
saludos