Por Eduardo Castilla
Las fotos de Córdoba volvieron a
recorrer el país. La imagen de una provincia “que se incendia” cruzó por medios
oficialistas y opositores. Los primeros interesados en mostrar al flamante
candidato opositor al kirchnerismo desatando una feroz represión, los segundos
mostrando una provincia en crisis por culpa de un gobierno nacional que no envía
los fondos adeudados.
Como sea, una nueva expresión de
la crisis fiscal que acompaña a la pelea nación-provincias, volvió a hacer
emerger la lucha de los trabajadores, como ya había ocurrido en Santa Cruz,
Capital y Buenos Aires entre otros lugares.
Pero las imágenes no dan cuenta
de todo lo que ocurre tras las cámaras. La política transcurre por dos andariveles,
por un lado en las disputas políticas entre las conducciones gremiales afines a
los gobiernos, y por otro por las necesidades de un régimen que tiene que ponerle
límites a las luchas sindicales en un marco de creciente desaceleración económica.
Entre la alineación y la tensión
El ajuste de De la Sota lanzó a los gremios
estatales a la lucha, con paros y dos importantes movilizaciones, donde
marcharon 5mil y 10mil trabajadores aproximadamente, mostrando disposición a
pelear. Las conducciones sindicales estatales, como definimos acá,
son parte del mecanismo de control del régimen sobre las masas y, al mismo
tiempo, tienen sus propias alineaciones políticas ligadas al delasotismo y al
kirchnerismo.
El gobierno provincial logró
unificarlas con su ataque a la
Caja de Jubilaciones, incluyendo al mismo Pihen, diputado del
PJ provincial que tuvo que elegir entre no votar el ajuste que imponía su jefe
político y su “deber” como dirigente sindical. Al mismo tiempo, la política del
gobierno nacional de exigir la armonización del régimen de jubilaciones, en su
lucha contra los “privilegios” también obligó a los dirigentes afines a cruzarse
con el kirchnerismo. De conjunto, la pelea entre gobierno nacional y
provincial, que comparten un programa de ataque hacia los trabajadores, obligó
a los dirigentes sindicales a estar “a la izquierda” de donde hubieran querido,
mostrando distancia de ambos bandos y llamando a las movilizaciones.
En este marco las distintas
alineaciones políticas de los gremios jugaron un papel en los choques de hoy, centralmente
de los que responden al kirchnerismo que aportaron a mostrar una provincia en
crisis. Todo esto no hace más que demostrar una vez más la necesidad de pelear
por independizar a los sindicatos de los gobiernos de turno y de todo partido
patronal.
¿Y el ministro?
Pero detrás de la represión se
esconden algunos problemas políticos centrales que el régimen debe enfrentar
para cambiar una relación de fuerzas que no está basada en triunfos sobre las
masas trabajadoras. Como señalamos
hace un tiempo el derechismo gubernamental “a
diferencia del delasotismo del primero gobierno, no se sostiene sobre derrotas
de las masas, sino sobre el conservadurismo social que impusieron años de
crecimiento económico que están llegando a su fin”. Desde ese punto de
vista, la acción de hoy, la represión posterior y el paro de este viernes, son nuevos
golpes a la política del ministro-sindicalista Dragún como garante de que las
luchas sindicales no rompieran la “paz social”. Precisamente el gran ausente en
todas estas discusiones es el ministro de trabajo.
Aún De la Sota no está en guerra con
los sindicatos, pero va calibrando los cañones y empieza a golpear para cambiar
la relación de fuerzas con el movimiento obrero, que como ya señalamos,
no está basada en triunfos claros sobre las masas en la lucha de clases. Precisamente
esto sólo se puede cambiar mediante una serie sucesiva de golpes sobre los
trabajadores que vayan inclinando la relación de fuerzas en su contra. Si como
señala Trotsky“no es posible esquivar las dificultades
fundamentales por medio de una maniobra” (Pág. 174), la artimaña de hacer
votar el ajuste a cualquier hora de la noche, luego de engaños, no puede evitar
los choques en las calles contra una clase trabajadora no derrotada. De ahí
que, con tiempos que habrá que precisar, el escenario es de mayor confrontación.
Así, la política real tiende a
ser cada vez de menos “pacto social” y de mayor enfrentamiento. Esto responde
por un lado a los problemas de la
Caja (de Jubilaciones y del conjunto del estado), pero
también a la necesidad de establecer una relación de fuerzas que ponga mayores
límites a la clase obrera al luchar. Hace pocos días, paraba una línea entera
de la UTA por 36
horas mostrando que, en Córdoba, los gremios "hacen lo que quieren" y
no hay ministro de trabajo que lo impida ni diálogo con el gobierno que lo evite.
Una pelea por una política independiente
Como se señala acá la represión
policial vino como anillo al dedo a la política de una burocracia que pretende
desmontar esta lucha contra el ajuste, enfriando las medidas de fuerza y
llamando a acciones por gremio. Si bien este viernes están convocadas acciones
de repudio a la represión, sólo tres sindicatos paran y el resto hace asambleas
de 3 horas. Una clara muestra de que se mantiene una división por arriba para
impedir que los trabajadores puedan encontrarse en las calles y unir fuerzas. Al
mismo tiempo, el llamado a un paro para condenar la represión se hace desligado
de cualquier plan de lucha que implique enfrentar el ajuste hasta derrotarlo.
En este marco, el alineamiento
político de las conducciones burocráticas es un enorme obstáculo para una pelea
que derrote el ajuste. Precisamente por eso la urgencia de darle organización a
las tendencias que surgen entre los mismos trabajadores hace necesaria una política
como la que venimos señalando
de Plenario de delegados de base de
todos los gremios, mandatados en asambleas, para imponer una conducción
distinta a esta lucha.
Sólo una política independiente de
los sectores patronales y sus aliados entre la burocracia puede aportar a desarrollar
una amplio fracción clasista entre los trabajadores estatales que prepare una
alternativa real a los dirigentes actuales ante las luchas que la crisis
internacional y los ataques del gobierno impondrán en el futuro.
Muy bueno. Se ve que las fuerzas para enfrentar el ajuste delasotista estan. Las burocracias sindicales han maniobrado para descomprimir y sacar la lucha de las calles. DBR
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