Leonardo Nesta y
Javier Musso
El pasado 7 de mayo, se
presentó en sociedad el Partido de la Cultura, la Educación y el Trabajo
(PECT). Lejos de mostrarse como la molécula de un nuevo laborismo de los ‘40 o
incluso un PT a la brasilera, el PCET moyanista salió al ruedo con más
características de colateral burocrática del peronismo disidente, que de
engendro político al servicio de la casta sindical. Aun así, tanto el acto de
lanzamiento, como el hecho en sí, quizás un nuevo momento en la ruptura de la
CGT con el gobierno, contienen elementos para ser analizados y respondidos
desde la izquierda revolucionaria.
Lo queremos analizar
porque dentro del proceso de recomposición subjetiva que recorre al movimiento
obrero de distintos países del mundo, con su expresión en
argentina, en el
inicio de ruptura de amplias franjas de trabajadores con el gobierno k, Moyano
es una "versión" distorsionada de este proceso. A su vez, dentro de
este fenómeno político extendido en Latinoamérica, queremos aportar para el
análisis, una comparación con el proceso que se está desarrollando en Bolivia
sobre todo de ruptura de la clase obrera con el gobierno de Evo, y donde, con
una dinámica opuesta se está desarrollando la fundación de un
Instrumento Político de los Trabajadores.
Camperas blancas,
camperas negras, y Juan Domingo en tu corazón.
Desde aquel recordado
acto en River, donde Moyano lanzo la consigna "un obrero a la Rosada"
como forma digerible de decir un “burócrata al poder”, al cual Cristina
respondió, con un inicio de hostilidades, en el 2011 "no hay lugar en las listas
para morochos", la pelea de Moyano con el gobierno tomo el carácter de
un divorcio político. Dicha disputa se desarrolló atravesada por la crisis de
sucesión k, su
agotamiento como modelo y en el marco de un proceso, el genuino, de un
sector de
la clase obrera que puja por mantener las conquistas adquiridas durante los años
de desvío K. Esto tuvo expresiones de masas en el paro de camionero,
que puso al día la centralidad de la clase obrera desabasteciendo
parcialmente la capital y, con el parazo del 20N donde sectores de masas del
proletariado mostraron la disposición a pelear por sus
reivindicaciones contra el gobierno.
En este marco, el
lanzamiento del PCET da por cerrada, al menos mientras dura la coyuntura
electoral, una etapa inicial de enfrentamiento donde el aspecto reivindicativo
del Impuesto al salario levantado por la burocracia moyanista, que
entusiasmo a más de uno, era el eje. La política ahora es de desvío abierto
y circunscrito al peronismo, donde el cálculo electoral y las movidas
“por arriba”, darán el contenido a la contienda. La soledad
de Micheli, y el acto del 1º de mayo en la alianza con de la Sota,
Lavagna, de Narváez muestran que la dinámica sigue este curso.
Efectivamente en esta
primer etapa, entusiasmados por la capacidad de daño del sindicato camionero,
muchos analistas comenzaron a tratar a Moyano como “la esperanza negra de la
argentina blanca” y se dedicaron a especular con la génesis que
llevaría, o no, al camionero al sillón de la Rosada. El propio acto en sí,
llamado en una
fecha patria para la liturgia peronista, como el escenario, con un fuerte
componente de cuero y gamuza y el conjunto de los oradores
(Laburu, Schmidt, Facundito y Plaini) e invitados (Lavagna, de Narváez y
Buzzi, entre otros), demostraban que se trataba de un acto político de la
burocracia más rancia, con un alto contenido doctrinario.
La fundación de este
partido tiene como premisa ser la base de maniobras para aportarle una
estructura al peronismo disidente. Lejos está de alguna formulación cercana a
un PT de Lula, en sus inicios un partido obrero-burgués, ni tampoco
del laborismo de
Cipriano Reyes, en principio, por su composición esencialmente de
burócratas de todo tipo, a pesar del componente camionero, como así
también por la ausencia de un programa y estatutos claros. El PCET
de Moyano no clasifica ni siquiera como partido obrero burgués. Sólo cabe
catalogarlo como colateral burocrática del peronismo disidente. Una de las tres B que
necesita todo proyecto peronista para funcionar en términos “normales”. De ahí
la incomodidad de Schmidt cuando en su discurso planteó la extrañeza de tener
que fundar un partido nuevo. Parafraseando a la propia burocracia, Moyano
renuncio al PJ pero no al peronismo, por eso la continua referencia, en cada
uno de los discursos, al general, al movimiento obrero y a la militancia
política, combina la intención, por un lado, de aportarle una estructura
militante a la aún invertebrada oposición y, por el otro, de responder,
desviando y conteniendo, a la politización de masas en el MO y el proceso de
ruptura que mencionamos arriba. Los trabajadores y los jóvenes que son llamados
a militar, a poner la política como fundamento de la vida, son convocados, en
definitiva, para mantener el orden capitalista en todos sus aspectos, desde el
dominio y la explotación del burgués, hasta la existencia de una casta gusana
que vive de nuestra sangre, sobre la precarización, el trabajo en negro y la
terrible vida del joven trabajador, nada dicen.
Con gas, sin gas,
mineros en La Paz
Así cantaban miles
de mineros que se enfrentaban a la represión con balas y gases en
Bolivia. En Argentina, como en distintos países de Latinoamérica, se demuestra
una experiencia del movimiento obrero con los gobiernos posneoliberales. La
fundación del PCTE es una expresión distorsionada de este proceso en Argentina,
pero como colateral burocrática del peronismo disidente. Radicalmente distinto
es el proceso que se viene dando en Bolivia respecto al Instrumento Político de
los Trabajadores impulsado desde la COB. El punto de comparación, si
hubiera alguno, está en la base del proceso (la ruptura con los gobiernos
posneoliberales) y no en la dinámica, que va por senderos distintos.
La experiencia del movimiento obrero boliviano con el gobierno de Evo Morales
es previa: la rebelión de los fabriles en el 2010, las luchas salariales en el
2011 y 2012, la lucha de los salubristas en el 2012 contra la reforma de tinte
neoliberal del MAS. Sin embargo, las "jornadas de mayo" son un salto
en calidad. Durante dos semanas la clase obrera estuvo en el centro de la
escena con sus destacamentos de vanguardia: los mineros de Huanuni, fabriles y
magisterios.
Pero esta jornada de
lucha está atravesada por una importante discusión en la vanguardia obrera, que
es la fundación de una herramienta política propia de la clase obrera. A
diferencia del PCTE, fundado desde arriba para que los trabajadores vayan
detrás de algún proyecto burgués, en el proceso de fundación del IPT se
desarrollan tendencias contradictorias. Por un lado la burocracia que dirige la
COB (que tiene divisiones en su interior), cuyo objetivo es fundar un PT
que sea una colateral del MAS o de máxima una oposición que haga
"presión" sobre el gobierno. Con un programa de independencia
política pero que en los hechos era papel mojado. Al igual que en Argentina,
podríamos decir que este proyecto de la burocracia de Trujillo es una expresión
distorsionada del proceso de ruptura de la clase obrera con Evo que se empezó a
dar desde el 2010. Pero la burocracia sindical en Bolivia mantiene una
diferencia respecto a la burocracia sindical peronista en Argentina, que
responde a otra "tradición" o a otra forma de estar integrada al
Estado. Históricamente las distintas burocracias que dirigieron la COB no se
integraron a ningún partido de gobierno (aunque sí hubo burócratas como Lechín
que ocuparon cargos en el Estado). Más bien actuaron corporativamente como
"partido sindical" integrados al régimen, actuando como sector de
presión.
Pero la diferencia
central con el proyecto del moyanismo radica en la otra tendencia que se
desarrolla al interior del IPT y es que en Bolivia existe una vanguardia
organizada al interior del movimiento obrero que ocupa un lugar estratégico
como son los mineros de Huanuni. Esta vanguardia no pudo ser desconocida por la
burocracia si tenía el objetivo de fundar un Partido de los Trabajadores desde
la COB. La participación de estos sectores, junto con los magisterios, fabriles
y salubristas le dan otro contenido al IPT. Un partido que puede surgir
orgánicamente en la clase trabajadora.
Estas tendencias opuestas
se expresaron en la intervención en las Jornadas de Mayo y deben ser parte de
las lecciones centrales de cara al II Congreso del IPT en Oruro: o se conforma
un partido obrero burgués que actúe como presión al gobierno de Evo, golpeando
para negociar, actuando corporativamente como "partido sindical" sin
el objetivo de que los trabajadores se hagan del mando, o la vanguardia obrera
que demostró en toda Bolivia una gran disposición a la lucha se impone sobre la
burocracia y los sectores masistas al interior de la COB, pudiendo ser el
embrión de un Partido Revolucionario en Bolivia. Esto también depende
la influencia que consigamos los revolucionarios en dicho proceso.
Para ir en ese camino,
tanto estas jornadas como la gran historia de lucha de clases del proletariado
boliviano tienen que servir de experiencia para esta clase trabajadora que se
empieza a recomponer subjetivamente desde la gran derrota de mediados de los
‘80. En primer lugar se demostró la posición estratégica de la clase obrera
respecto a los "movimientos sociales", con capacidad para paralizar
los principales engranajes de la economía haciéndoles perder millones a los
capitalistas. Así también lo demostró el parazo del 20N en Argentina. Pero esa
enorme potencia pierde profundidad si se queda en demandas reivindicativas como
quiere la burocracia de la COB. El IPT se debe dotar de un programa y una
estrategia que haga carne la alianza de los trabajadores con los campesinos,
pobres urbanos y estudiantes, un gran límite de la dirección de la lucha y por
ende de la propia dirección provisoria del IPT que en esta pelea brilló por su
ausencia.
Independencia de clase
y hegemonía proletaria
El contrapunto
desarrollado en este post plantea como conclusión que los procesos en
curso en el MO mundial necesitan de una política revolucionaria para
desarrollarse y triunfar. A distintos niveles, tanto el planteo de
independencia de clase, como
el de hegemonía política tienen el fundamento en el curso de la lucha
de clases mismas, en otro nivel, la unidad de las filas obreras, sobre todo en
Argentina, y con la juventud trabajadora (ampliaremos), juega un rol vital para
organizar a los trabajadores, pero queríamos concentrarnos en estos
dos primeros, para dar cuenta de, que la imperiosa necesidad de
hacer política orgánica en el movimiento obrero,
aunque difícil y contra la corriente, es la tarea central para todo
partido que se proclame por la revolución socialista.
En Bolivia, el
Pacto militar-campesino fue la base de la dictadura de Barrientos en 1965, que
posibilitó la derrota definitiva de las conquistas de la Revolución del ‘52. La
vanguardia obrera estaba dotada del programa más avanzado que dio el
proletariado latinoamericano, las Tesis de Pulacayo. Pero no contó con una
herramienta política, un partido revolucionario, que tuviera una estrategia de
ligar a los poderosos mineros con la mayoría campesina e indígena. Una política
hegemónica para unir a la nación oprimida, levantando las reivindicaciones
propias de cada sector y tirar abajo el gobierno del MNR imponiendo un Gobierno
obrero. Que la vanguardia obrera boliviana logre imponerse sobre la burocracia
de Trujillo implica desarrollar esta alianza, como uno de los puntos centrales
de la estrategia revolucionaria en Bolivia.
La solidaridad que
brindaron los indígenas y campesinos del TIPNIS en las Jornadas de Mayo, puede
ser un embrión de esta alianza expresada en la conformación del propio IPT con
espacio para estos sectores. Que distinto hubiese sido si la dirección
provisoria del IPT hubiese impulsado acciones de solidaridad en el movimiento
estudiantil, en sectores campesinos y originarios, llevando adelante bloqueos
en toda Bolivia para que la lucha triunfe. Desarrollar esta alianza estratégica
es una tarea fundamental que debe pelear la vanguardia obrera contra la
dirección provisoria del IPT.
En Argentina no está
descartado, hipotéticamente que en el proceso de ruptura de sectores
importantes de la clase obrera con el gobierno, puedan surgir intentos de PT
por parte de la burocracia peronista, que a diferencia del PCTE de Moyano, se
dé como un proceso orgánico, aunque no vemos en el horizonte esta tendencia, es
necesario reflexionarla como ejercicio político Otra posibilidad es
que, pos elecciones, la relación de estas franjas del movimiento obrero con el
gobierno, y junto con ello Moyano, pueda tomar una nueva dinámica beligerante,
pero sin dudas que cualquiera de las opciones de la burocracia dejara afuera a
un sector enorme de la clase, los precarizados, de sus reivindicaciones, y
llevara a otro, los sindicalizados en blanco, tras una variante burguesa, entre
las tareas inmediatas la unidad de las filas y la independencia de clase toma
un rol preponderante.
Desde una perspectiva
político/ideológica, estas variantes políticas, plantean la necesidad de
una clarificación político-ideológica del peronismo como una herramienta al
servicio de la burguesía, por la conciliación de clases. En este sentido
estaremos entregando una serie de posts, a modo de apuntes generales, donde
desarrollemos a grandes rasgos, la génesis del movimiento obrero argentino que
cuenta con una de las tradiciones de lucha y organización más importantes de
Latinoamérica y lejos está de la caricatura que ofrece el peronismo y sus
ideólogos, endilgándoles al Movimiento Obrero no ya su nacimiento
ligado a la figura de Perón, sino incluso una naturaleza peronista a su
conciencia.
Por otro lado, como decía
Trotsky, la clave de la organización independiente del proletariado en partido
político, está en la intervención que tengan los revolucionarios en los
sindicatos y el peso de esta fuerza subjetiva en ellos. Entonces, sea la
variante, poco probable en esta coyuntura, de un PT surgido de la clase, u
otra, más probable de desarrollo político del proceso de ruptura política con
los K, la clave para los revolucionarios es como desde hoy empezamos a
desarrollar células y agrupaciones por fábricas que estén preparadas para dar
esta batalla de manera orgánica. Los triunfos en Lear, Latin Grafica, la lucha
dada en Pepsico, las
listas opositoras en el Suteba, el FURA de Neuquén, el Sindicato Ceramista
de esa provincia, la lucha por la democracia sindical en VW Córdoba y las
decenas de agrupaciones de jóvenes precarizadxs que impulsamos desde el PTS son
un punto de apoyo inicial, pero importante, para esta tarea de enorme
envergadura que nos toca como marxistas.
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