Paula Schaller
La "posición estratégica" del sector minero
El sector minero, puntal de la huelga, nuevamente vuelve a mostrar su centralidad social, devenida de su histórica centralidad
económica que a lo largo de décadas le permitió ubicarse como
vanguardia del movimiento obrero y de masas. Tomando el concepto de
Womack (con su correspondiente adaptación al caso, ya que este
esencialmente se refiere a "posiciones" al interior de una industria o
rama) podríamos plantear que el sector minero ocupa una "posición estratégica",
es decir, concentra el poder material que deviene de ocupar una
posición técnica o industrial fundamental. Este carácter fundamental
está dado tanto por la capacidad de paralizar la actividad de otros sectores como por la capacidad de afectación de las ganancias capitalistas. En este sentido, si
toda huelga revela que el trabajo es no sólo fuerza creativa sino al
mismo tiempo su contrario, las huelgas en los sectores estratégicos de
la economía multiplican esta "fuerza destructiva", lo que Womack sintetiza diciendo "a
diferencia de otras, la del trabajo es fuerza no sólo en el sentido
positivo, por lo que aporta, por la producción, sino también en sentido
negativo, por lo que quita o resta a la producción cuando deja de
operar, que es muchísimo en el caso de las posiciones industrial y
técnicamente estratégicas." (Womack. Fuerza obrera y posición estratégica). Como se dice acá, el
propio gobierno salió a declarar, por intermedio del Ministro de
Minería y Metalurgia, que la huelga en la mina estatal Huanuni estaba
causando una pérdida de 500 mil dólares por día. Descontando que la
cifra pueda estar relativamente inflada por el gobierno en un intento de
demonizar la lucha y generalizar el miedo entre los trabajadores por un
posible cierre de la mina, no deja de ser relevante la capacidad de
afectación de ganancias que produce un paro minero, por la gravitación
sobre la economía de una actividad que es la segunda industria
extractiva de Bolivia después de la hidrocarburífera. Fue
alrededor de esta "posición estratégica" que los mineros bolivianos
consolidaron históricamente capacidad de encabezar la lucha económica y
política, con su punto más alto en la revolución del '52 en la que este
sector actuó como vanguardia tanto política como militar, armando las
milicias que sustituyeron al Ejército burgués y desarrollando el
programa más avanzado que daría el movimiento obrero boliviano expresado
en las Tesis de Pulacayo.
Capacidad hegemónica
La
huelga demostró la capacidad del sector minero de motorizar tras de sí
la acción de otros sectores del movimiento obrero. Desde el inicio de la
huelga el gobierno de Evo Morales intentó aislar a los
mineros mostrándolos como una suerte de "aristocracia obrera", como
declaró el Ministro de Trabajo "El
85 por ciento de nuestros trabajadores están ganando hoy menos de seis
mil bolivianos y ellos son los beneficiarios de este Fondo Solidario.
¿Entonces, por favorecer al otro 15 por ciento vamos a poner en riesgo
la jubilación de estos?", intentando ganar base social para la ley
de pensiones y tirar al resto del movimiento obrero contra los mineros.
Pero la dinámica de la huelga fue la contraria: con el correr de los
días, se sumaron al paro los fabriles de Cochabamba (que desde el primer
día realizaron bloqueos en distintos puntos), los maestros cruceños,
cochabambinos y paceños, los salubristas, los empleados de
las universidades, entre otros. Se consolidó un frente único del
movimiento obrero con los mineros como vanguardia. Lo que explica la
incapacidad del gobierno de aislar las demandas mineras del resto del
movimiento obrero es precisamente la autoridad conquistada por un sector
que a lo largo de décadas fue un participante activo de la lucha
social, siendo parte del frente único que, con los cocaleros y la FEJUVE
de El Alto a la cabeza, protagonizó los combates que terminaron con la
caída de los gobiernos neoliberales de Sánchez de Lozada y Mesa. Esta
tradición de lucha, sumada a (y en parte debido a) su "posición estratégica", le
da al sector minero "capacidad hegemónica", es decir capacidad de
universalizar sus demandas y acaudillar al resto de los sectores tomando
las suyas, en este caso la demanda de una jubilación de 8 mil
bolivianos para el sector minero y de 5 mil bolivianos para el resto de
los trabajadores. El sector minero, vanguardia del movimiento obrero,
tiene a Huanuni como sector de avanzada. En los últimos años, el
sindicato de Mineros de Huanuni se ubicó como puntal de la lucha contra
la política minera de Evo de colaboración con el capital privado y
extranjero, defendiendo la nacionalización y luchando por el control
social de la Empresa Minera Huanuni, desarrollando una política no
corporativa (expresada por ejemplo en que pelearon por la incorporación
de mineros cooperativistas como asalariados a la estatal Huanuni) cuestión
que lo llevó a ser el foco de la represión del gobierno en varias
oportunidades. No es casualidad que Evo saliera durante la huelga a
atacar abiertamente a este sector, aprovechando la oportunidad para tirarse en contra de la nacionalización "Quiero
decir con mucha sinceridad a mi me desmoraliza seguir estatizando o
nacionalizando otros centros mineros o hacer nuevas empresas del Estado
para que los trabajadores después lleven a la quiebra, se distribuyan
todas las utilidades, empresas en déficit o finalmente trabajadores como
ya ven destrozando caminos”. Es que para Evo es una necesidad
estratégica derrotar a un sector que plantea una perspectiva
independiente y que hoy, a diferencia de los alzamientos de 2003 y 2005,
claramente se ubica como cabeza del movimiento de masas.
De
hecho, el protagonismo actual de la COB muestra un proceso de
recomposición obrera en Bolivia, expresado en un movimiento obrero que
pasa a la ofensiva: la COB
no salió a la huelga respondiendo a algún ataque directo como despidos,
rebaja salarial, etc. sino que en última instancia está disputando con
el gobierno de Evo Morales la distribución de la renta interna. Este hecho, además de hacer que la negociación abierta sea difícil por la dura postura que ha mostrado en estos días el gobierno negándose a
ceder a las demandas (cuestión por la que no podemos descartar que la
negociación fracase y se vuelvan a generalizar las acciones); marca
la profundidad de la brecha abierta entre el movimiento obrero y el
gobierno, precisamente porque en todos estos años Evo Morales no le dio a
la clase obrera ninguna conquista importante, le impuso techos
salariales por debajo de la inflación e intentó avanzar sobre sus
condiciones de vida, como cuando intentó imponer el aumento sideral de
la gasolina en 2010 (el gasolinazo).
Hegemonía social y hegemonía política: el Partido de Trabajadores y la lucha política al interior de la COB
En
Bolivia estamos ante la histórica posibilidad de que la oposición
social al gobierno de Evo, que comienza a generalizarse en capas más
amplias del movimiento obrero, se convierta en una fuerte oposición
política de clase alrededor de la formación del Partido de Trabajadores
impulsada por la COB. Operar ese paso es el principal desafío de la
hora, logrando poner en pié un partido obrero militante con una política
independiente de toda variante patronal. La
huelga permite mostrar parcialmente la enorme potencialidad de un
Partido de Trabajadores si se desarrolla como un partido de combate
capaz de organizar y dirigir la acción de cientos de miles en la lucha
de clases y no como un como un mero instrumento electoral para la
negociación por arriba. En este sentido, la ubicación de lucha de la
COB, en parte radicalizada por la respuesta represiva del gobierno, deja
a la defensiva a los sectores masistas de la central, que intentan
evitar que el Partido de Trabajadores adopte un programa independiente y
una estrategia basada en la lucha de clases para convertirlo en una
herramienta electoral subordinada al MAS. Pero la dirección de la COB
desaprovechó la oportunidad de utilizar la huelga para afianzar la idea
del Partido de Trabajadores, desplegando un programa que ligue las
reivindicaciones económicas a las políticas y eleve la lucha social al
planteo del problema del poder en Bolivia. El propio Evo Morales hizo
más referencias al Partido de Trabajadores durante la huelga que la
misma COB, en un intento de quitarle legitimidad por estar motorizada
por "intereses políticos". Esta es una lucha política que hasta el
momento la COB ha omitido dar en la huelga, perdiendo la oportunidad de
afianzar la idea del Partido de Trabajadores no sólo ante las amplias
franjas del movimiento obrero en lucha sino ante los sectores pasivos
como el campesinado, mostrando la necesidad de un partido que organice
la lucha en las calles contra la política antiobrera de Evo Morales. Ese
es el desafío y la discusión política planteada al interior de la COB,
donde es clave el rol que puedan jugar los sectores de vanguardia de
Huanuni , que defienden la perspectiva de un partido organizado democráticamente desde las bases e independiente de toda variante burguesa. Los
revolucionarios de la LOR-CI pelean activamente al interior de la COB
junto con los mineros de Huanuni por un Partido de Trabajadores ligado a
la lucha de clases, en la perspectiva del desarrollo de un fuerte
partido revolucionario en Bolivia.
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