Lo político y lo militar en el Navarrazo
Desde el punto de vista de la derecha, el Navarrazo,
presenta un alto nivel de preparación en el terreno militar y en el político. Leemos “A las cero horas del 28 de febrero
de 1974 comienza la asonada golpista cuando la policía asalta la Casa de
Gobierno, tomando como rehenes a varios funcionarios. El jefe de la sedición,
Navarro, permanecía mientras tanto en la Central de Policía ubicada en la Plaza
San Martín, cuyos accesos habían sido cortados por efectivos policiales
colocando coches de pasajeros aportados por sus propietarios (…) la policía
ocupa dos radios de la ciudad y sabotea otras dos, dejándolas fuera de
servicio. Emite además un comunicado informando que Obregón Cano había sido
detenido en el mismo momento en que estaba proveyendo de armas a civiles de
“conocida militancia marxista”, y que era “un infiltrado, un hombre de Cámpora,
un criptomarxista” (…) se colocan bombas contra el local de SMATA, en la
vivienda del ministro de Gobierno y de un juez que investigaba la participación
policial en el asesinato de cinco dirigentes agrarios en Laguna Larga. El golpe
continúa con el asalto policial al local del diario La Voz del Interior y con
la puesta bajo custodia policial y de civiles armados de la sede del Sindicato
de Luz y Fuerza. Avanzada la mañana, las 62 Organizaciones deciden un paro en
apoyo al movimiento golpista e informan que, no obstante la situación que se
vivía, realizarían un plenario normalizador de la CGT”.
En esta breve crónica pueden verse los elementos de
preparación político-militar: la toma de la sede de gobierno, el copamiento de
los medios de comunicación y su utilización para intentar legitimar el golpe,
la utilización de la ideología peronista en sus aspectos más reaccionarios y
macartistas. Al mismo tiempo, su reivindicación del “peronismo auténtico”,
permitía encontrar un cierto punto de apoyo en las ilusiones de sectores de
masas que todavía confiaban políticamente en Perón.
La relación de fuerzas a la que aludía Tosco se había preparado políticamente.
No había caído del cielo, sino que era el fruto de meses de ataques políticos y
físicos por parte de la derecha peronista que no tuvieron respuesta por parte
del movimiento obrero combativo y la izquierda. En octubre del 73, un comunicado de Luz y Fuerza describía “los atentados a las organizaciones
sindicales combativas, a otros locales e instituciones, la “toma” de la
legislatura provincial, el Banco Social, el explosivo colocado en el domicilio
del diputado Fausto Rodríguez y el criminal ametrallamiento de una asamblea de
trabajadores de la construcción en el local de la CGT regional son la dramática
y trágica evidencia del claro objetivo de crear un clima de intimidación y
terror”.
A los golpes de la derecha, desde el
movimiento obrero combativo se respondía con declaraciones y la defensa del
gobierno provincial. El 8 de febrero del ‘74, un comunicado del MSC declaraba
la “Defensa institucional del
gobierno de Córdoba”. En octubre del '73, Luz y Fuerza había afirmado que
se perseguía “la intervención
al gobierno de Córdoba”. Esto no iba de la mano con una preparación para
dicho escenario. Así, la derecha avanzó casi sin obstáculos en la provincia, lo
que fue inclinando la relación de fuerzas a favor del golpe.
De las barricadas a la autodefensa
Lo que ponía en
escena esta situación era la ausencia de una política para desarrollar las
tendencias autónomas que se habían expresado en el Cordobazo y que habían
creado una relación de fuerzas a favor de las masas. Esto no era el resultado
“natural” de la conciencia de las masas mismas sino la ausencia de una
perspectiva estratégica de las corrientes que dirigían. La clase obrera es
potencialmente revolucionaria, pero es la acción de determinadas corrientes
(con sus estrategias) la que impulsa qué elementos pueden potenciarse en su
actividad y cuáles no.
En el debate sobre la huelga general en Alemania, a
inicios del siglo XX, Parvus señalaba que “El significado de la barricada
debe visualizarse en dos direcciones. En primer lugar era un punto de reunión y
un medio organizativo (…) en segundo lugar, era una construcción de defensa:
protección del lado del pueblo y obstáculo del lado de los militares. El poder
de esta obstrucción sobre los militares no estaba solamente determinado por su
aspecto material sin principalmente por su efecto moral”. Engels había señalado algo similar, escribiendo que “hasta en la época clásica de las
luchas de calles, la barricada tenía más eficacia moral que material. Era un
medio para quebrantar la firmeza de las tropas”.
Las barricadas durante el Cordobazo y el Viborazo habían
aportado a esa cohesión de las masas, golpeando moralmente a las fuerzas
represivas. Esas batallas les habían permitido un reconocimiento de la
potencialidad de sus fuerzas a la vez que “educarse” en el arte del combate
callejero. Pero esto sólo
podía ser el germen de una política de autodefensa
consciente que superara el estadio de la espontaneidad. Esta política fue
la que estuvo ausente en las direcciones combativas del movimiento obrero. En
el caso del peronismo legalista era el resultado “lógico” de su raigambre
peronista. En el caso de Tosco, su política de presión sobre la izquierda
peronista lo llevó a confiar en la existencia de “soluciones por arriba”
dejando limitada la perspectiva de la organización “por abajo” del movimiento
obrero.
Aquí podríamos tomar la definición de Gramsci que señalaba “La crisis crea peligrosas
situaciones inmediatas porque
los diversos estratos de la población no poseen la misma capacidad de
orientarse rápidamente y de reorganizarse con el mismo ritmo. La clase
dirigente tradicional (…) cambia hombres y programas y reasume el control que
se le estaba escapando con una celeridad mayor de cuanto ocurre en las clases
subalternas”. Desde el Cordobazo, la clase dirigente había cambiado a su
personal político (retorno de Perón) pero además había iniciado los
preparativos para enfrentar las tendencias a la guerra civil con el accionar de
las Tres A.
Las “clases subalternas” o, para ser precisos, sus
direcciones, estaban lejos de ver este cambio de escenario. La existencia de
organizaciones contrarrevolucionarias como las Tres A no era nueva. A la
experiencia internacional del fascismo se le podían sumar las conformaciones
locales, de las cuáles la Liga Patriótica pasó a ser una de las más
emblemáticas. Es decir, la
apertura de un ascenso revolucionario, preanunciaba la necesidad de pasar de
los “triunfos morales en las barricadas” a nuevos triunfos político-militares
contra la derecha y esto no
estaba en la perspectiva de las direcciones combativas del movimiento obrero.
Autodefensa y vanguardia obrera
Haciendo un paralelismo con una
situación que contenía elementos similares, citemos a León Trotsky quién
señalaba que “la lucha física
no es sino uno de los “otros medios” de la lucha política (…) es imposible
detener la lucha política cuando se transforma, por la fuerza de su desarrollo
interno, en lucha física” (Adónde
va Francia). Precisamente, frente a esta transformación de la lucha
política en lucha física, la preparación política asume un rol central. El
resultado de los enfrentamientos físicos depende (en sus nueve décimas partes,
según Trotsky) de la preparación política. “¿En
qué consiste la preparación política? En la cohesión revolucionaria de las
masas, en su liberación de las esperanzas serviles en la clemencia, la
generosidad, la lealtad de los esclavistas “democráticos””.
Como ya lo señalamos, en los meses
anteriores al Navarrazo, las organizaciones que influenciaban a la vanguardia
obrera no habían preparado a la clase trabajadora para el enfrentamiento
político el gobierno nacional y al mismo Perón. Frente a cada acción de la
derecha se había respondido con comunicados pero no se habían dado pasos en la
organización concreta de la autodefensa de las organizaciones obreras. De
conjunto, frente a la “guerra
civil de baja intensidad” que
estaba en curso desde el Cordobazo en adelante, las distintas corrientes
políticas que influían a la vanguardia no se habían preparado para una
respuesta a la altura de los ataques. Aquí reside centralmente la explicación
de la “parálisis” de las masas y la vanguardia frente al golpe de Navarro.
Los límites de las corrientes guerrilleras ante el
Navarrazo
Frente al Navarrazo, las organizaciones armadas de la
izquierda revolucionaria (peronista y marxista) también fueron impotentes.
Citamos una vez más a Bonavena: “Por
la noche se produce un recio intercambio de disparos (…) miembros de Montoneros
atacan con pistolas y fusiles automáticos a militantes peronistas ortodoxos y
comandos civiles nacionalistas” (Pág.
226). Montoneros, a pesar de contar con peso en sectores de masas, fue incapaz
de preparar destacamentos de combate para enfrentar una acción como la de
Febrero del 74’.
Por su parte, el PRT señaló, después del golpe, “Reiteradamente habíamos advertido
que se aproximaba la intervención a nuestra Provincia. Lo señalamos
públicamente y lo planteamos expresamente ante los más importantes funcionarios
provinciales (…) Después de la masacre de Ezeiza, después del autogolpe del 13
de julio, o sea, o sea, a partir de los principales acontecimientos que
marcaban la contraofensiva de la derecha y del continuismo, nadie podía
engañarse-salvo que pecara de ingenuidad política-de que Córdoba (…) podía
escapar a una intentona” (La
Historia del PRT-ERP por sus protagonistas. Daniel De Santis). Precisamente
esto demuestra la falta de orientación estratégica o, como mínimo, la
discordancia entre las definiciones generales y la práctica político-militar de
esta organización que tampoco se preparó para esta perspectiva.
Como señaló Juan Carlos Marín “En el "Navarrazo"
sucedido en Córdoba, la misma ciudad donde meses antes el presidente cubano
Dorticós fuera llevado en andas al palco que recordaba los acontecimientos de
mayo de 1969, se repite en forma ampliada pero con mayor dramatismo político el
mismo "desarme político" y la misma "prescindencia" de las
organizaciones revolucionarias ante hechos que se inscribían en el desarrollo
específico y concreto que tomaba la lucha de clases, y en la que el peronismo
oficial volvía a tener la iniciativa”. Precisamente este conjunto de
elementos demuestra la limitación
estratégica de las organizaciones guerrilleras para aportar a la organización de la
autodefensa de masas.
Marín también señala que “En forma quizás desordenada,
errática y a veces errónea pero permanente, las organizaciones revolucionarias
buscaron generar y mantener las condiciones de desarrollo del armamento del
pueblo”. Creemos que la respuesta ante el Navarrazo evidencia que esto no fue así. Las
organizaciones revolucionarias en lugar de batallar por el desarrollo de formas
de autodefensa (milicias, grupos especiales, etc.) al interior de las
organizaciones obreras de vanguardia, (que se sostuviera sobre los triunfos
morales conquistados en las barricadas del ‘69) desarrollaron una política
alternativista de “guerra de aparatos” contra las fuerzas represivas, dejando
de lado el necesario armamento y preparación de los sectores combativos del
movimiento obrero.
De conjunto, la situación abierta por el Cordobazo,
planteaba la necesidad de la organización de la autodefensa obrera y popular.
En este sentido iba lo que citamos antes de Trotsky. Éste, en el Programa de Transición establece una dinámica de las
tendencias al armamento del proletariado para los momentos de ascenso
revolucionario. Señala que “La
burguesía no se limita en ninguna parte a utilizar solamente la policía y el
ejército oficiales (…) Las bandas fascistas sólo pueden ser contrarrestadas
victoriosamente por los destacamentos de obreros armados que sienten tras de sí
el apoyo de millones de trabajadores. La lucha contra el fascismo no se
inicia en la redacción de una hoja liberal, sino en la fábrica y termina en la
calle. Los elementos
amarillos y los gendarmes privados en las fábricas son las células
fundamentales del ejército del fascismo. Los piquetes de huelgas son las
células fundamentales del ejército del proletariado. Por allí es necesario
empezar” (resaltado
propio).
Como
queda en evidencia en las descripciones que hemos realizado, ni la perspectiva
de las direcciones combativas del movimiento obrero (Tosco, Salamanca, etc.) ni
la estrategia de las organizaciones guerrilleras pudo desarrollar las
tendencias que se habían expresado en el Cordobazo para convertirlas en
organización para la autodefensa consciente. Éste fue uno de los límites
centrales a la hora de enfrentar la asonada golpista de Febrero del 74’.
Esta bueno, me gusta esta interpretación de la historia. Siempre pensé esta historia del lado de la organización y planificación de la derecha peronista, pero nunca me detuve a pensar en los principios tácticos que debían aplicar los dirigentes de masas para defenderse del golpe de estado. Encuentro el análisis justo y aleccionador. Yo he vivido esa epoca pero no tenia mucha conciencia de lo que estaba sucediendo. Simplemente me chocaba que se voltearan a gobiernos que habian llegado contando con las simpatia y el voto popular. Que paradoja el nombre adoptado por La Campora. Supuesta-mente reivindica a Campora y a por lo tanto a otros gobernadores que ganaron en las listas del FREJULI y por lo tanto debieran repudiar a Peron que concibio y pacto con sus aliados de derecha el golpe contra Obregon Cano, y después siguio con Bidegain, Vaca Narvaja, el De Santa Cruz, hasta lograr que el movimiento pasara ya golpeado, a la clandestinidad. Carlos DEl Frade, por ejemplo, en su libro sobre la Triple A, Peron y el terrorismo de estado, se ocupa mucho mas del análisis de los movimientos de la derecha, que de la política de masas con sus dirigentes de entonces. O, en otras palabras, no habla ni analiza las causas de esa pasividad de la gente para aceptar esos atropellos y represión sangrienta, a las propias instituciones que votaron. No he leído la Parte I de este articulo pero esta esta muy buena.
ResponderEliminarCoincido con el tero, y me parece muy interesante el análisis de la táctica -o de la ausencia de táctica- de la izq. peronista. Pero todo ese problema está naturalmente subordinado a la vacilación, subordinación y confusión polìtica-estratégica que transmitían los Montos, que se ve con transparente claridad en las portadas del diario Noticias de aquellos días. El 1º de marzo titula "Hay nuevo gobierno en Córdoba" (!!!); el 2 de marzo: "Anunció Obregón que reasume en Córdoba"; el 3 de marzo: "Obregòn reasumiò en las sierras"; el 4: "Obregòn estarìa en Buenos Aires"; el 5: "Còrdoba espera al interventor"; el 6: "La intervención pasa a Diputados"; el 7: "Hoy deciden -diputados no tuvo quorum para intervenir Còrdoba"; el 8: "Renunció Obregón".
ResponderEliminarDesde el primer título espantoso, que podría haber sido del diario La Prensa o de la Associated Press antes que de una organización política popular, pasando por el èpico "Obregòn reasumiò en las sierras"; para ràpidamente entregarse al Parlamento y terminar sin pena ni gloria: "Renunció Obregón". ¡Todo en 8 dìas! Tristìsimo.
Y todo eso sin conexión con todas las otras cosas grossas que pasaban en esos días, como la ocupación de Acindar por sus 2500 trabajadores. En cambio, el diario ponía todo el énfasis, apostaba todas sus fichas a la liberación de Quieto, que un tiempo antes había sido encarcelado en Rosario. En fin, los invito a pegarle una ojeada detenida a ese material, que es muy gráfico en el más amplio sentido de la palabra: http://www.ruinasdigitales.com/noticias/diario-noticias-marzo-1974/