Lenin fue, junto a
León Trotsky, uno de los dirigentes de
la enorme Revolución Rusa de 1917. Revolución que llevó al poder, por primera
vez de manera permanente a la clase trabajadora en toda la historia de la humanidad.
Esa revolución sacó a millones de campesinos de la miseria más absoluta,
terminó con un régimen político completamente reaccionario como era el zarismo
ruso, logró imponer la paz después de una brutal guerra que dejó millones de
muertos y se convirtió en un gigantesco ejemplo para toda la clase obrera
mundial. No por nada, Europa se llenó de procesos revolucionarios y los ecos de
Rusia llegaron incluso a nuestro país, como se vio en esas enormes gestas de la
clase obrera que pasaron a la historia bajo los nombres de la Semana Trágica y
la Patagonia Rebelde.
Pero el triunfo de esa
gran revolución, que mostró al mundo que la clase obrera podía tomar el destino
de un país en sus manos, no surgió espontáneamente, sino que fue el resultado
de una larga preparación, en la cual el papel de Lenin y de sus ideas fue
fundamental. Su preparación sistemática y consciente para ese objetivo y la
construcción de una organización que tuviera ese fin fueron los motores de la
actividad de Lenin durante más de 20 años. De ahí la importancia fundamental de
estudiar seriamente y conocer esa preparación que se llevó a cabo con
discusiones y debates de toda índole.
Pero una vez que la clase
obrera conquistó el poder, Lenin fue asimismo el más convenido luchador de la
necesidad de expandir esa revolución a escala internacional y luchar contra
toda posible transformación burocrática de ese estado. Por eso, como lo
demuestran muchos de los escritos que están en el segundo tomo de estas obras,
es imposible asociar a Lenin al estalinismo y menos aún, hacer derivar de sus
ideas y su práctica, la burocratización que surgió posteriormente a su muerte.
Burocratización que fue combatida por León Trotsky y los revolucionarios y
revolucionarias que fueron conocidos como Oposición de Izquierda. Como queda
expresado en muchos de sus escritos, Lenin fue un ferviente enemigo del
desarrollo de una burocracia como la que encarnaría Stalin posteriormente.
Como dicen los editores
de este libro, retornar a Lenin tiene el objetivo de intervenir y actuar sobre
la crisis capitalista en curso, sobre los procesos políticos que están a la
vista. Sus ideas son un poderoso arsenal del cual nutrirse para los combates
que ya estamos viviendo. En Europa, los enormes paros y movilizaciones contra
los ajustes que llevan adelante los gobiernos de todo signo políticos; en el
norte de África el creciente protagonismo de la clase obrera y las luchas
contra los regímenes despóticos que muestran que la idea de la revolución
vuelve a emerger; en América Latina la enorme huelga que la COB protagonizó
contra el gobierno de Evo Morales hace poco días, peleando contra una Ley de
Pensiones que conservaba su matriz neoliberal, en Argentina el enorme paro
nacional del 20N del 2012 y las muchas luchas obreras que estamos viendo, enfrentando
a un gobierno que, a diez años de haber asumido, muestra todos los límites de
su modelo “nacional y popular”.
“El marxismo es una guía
para la acción, no un dogma” repetirá infatigablemente Lenin a principios de
1917. Pocos meses después, el Partido Bolchevique, bajo su conducción y la de
Trotsky tomarán el poder en Rusia. Hoy, como hace casi 100 años, el marxismo
puede ser una guía para la acción, a condición de conocerlo, estudiarlo
seriamente y tratar de intervenir activamente sobre la realidad para
transformarla.
Esa desde este punto de vista que los invitamos a
participar en la presentación de la Obras selectas de Lenin, que llevaremos a
cabo este jueves 6 de junio, a las 20hs en el Aula 1 de Casa Verde, Facultad de
Filosofía y Humanidades, en Ciudad Universitaria.
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