Por Eduardo Castilla
En las últimas semanas
volvió a recrudecer la batalla entre el kirchnerismo y el delasotismo a nivel
provincial. Desde el desaire (con silbatina incluida a Giorgi en la Renault
hasta la denuncia de Lorenzino por la “tasa vial”, las peleas de las camarillas
políticas burguesas, se van abriendo en la provincia). Esta pelea se inscribe
dentro de dos grandes problemas que afecta la política nacional.
Por un lado la crisis de
las finanzas del estado nacional que viene ajustando sobre las provincias desde
los inicios del 2012. La “sintonía fina” fue la expresión en fórmula de este
objetivo. Las batallas por las Cajas provinciales tuvieron expresión en
Córdoba, Buenos Aires y Santa Cruz. En todas estas crisis por arriba se coló la
lucha de los trabajadores, golpeando sobre los intentos de ajustes, poniendo
límites a los intentos de reducción del gasto público.
El segundo elemento que
está detrás de esta crisis, ligado íntimamente al primero y que al mismo tiempo
lo agudiza, es la pelea nacional por la emergencia de un polo de sucesión
dentro del PJ para ver quién se hace del mando y la conducción dentro del viejo
partido burgués. En esta guerra, que tiene múltiples frentes de batalla y
algunos pocos candidatos, De la Sota intenta emerger como posible alternativa a
la construcción de un polo del peronismo no kirchnerista. En esta tarea, donde
Clarín le da su apoyo activo, ya cuenta con otros aliados como Barrionuevo.
La crisis dentro del PJ y
los problemas de las finanzas son los elementos que agudizan las brechas por las
cuales puede ampliarse la acción del movimiento de masas. El 20N, donde la
clase obrera entró en la escena nacional con un parazo, aporta a la emergencia de una subjetivad en el
movimiento de masas que pueda, aprovechando estas disputas, orientarse en el
sentido de sus propias demandas.
Calma y “paz social” burocrática
La “ventaja estratégica”
de De la Sota radicó, en estos meses, en el rol de completa subordinación que
tuvo la burocracia sindical. Ésta, en el conflicto de la reforma previsional, se
jugó a una política de negociación entre las alas de la burguesía que, hay que decirlo,
estaba condenada al fracaso desde el inicio. El intento de “convencer” a
Lorenzino y Bossio de que el gobierno nacional “aflojara” una parte de los
fondos que la nación adeudaba a la provincia, tenía el límite de la escasez de
recursos fiscales que señalamos antes, así como la interna del PJ.
La ligazón de la conducción de los gremios a las alas
políticas del peronismo fue el límite a todo plan de lucha serio. La pelea en
las calles y los paros se reemplazaron por las negociaciones de gabinete.
Cuando estas fracasaron, la burocracia mantuvo un plan de lucha “de
copetín” con acciones en el interior y algunas pocas manifestaciones de escasa
(o sea nula) envergadura en la capital provincial.
La política del régimen
cordobés, desde la asunción de De la Sota, intentó incorporar al estado a los sindicatos, por medio de la
designación de Dragún en el ministerio de trabajo y el ingreso a la legislatura
de Pihen. Se trató de un intento de configurar un “estado ampliado” en el cual
los órganos de la “sociedad civil” (en este caso los sindicatos burocratizados)
fuera la extensión de la dominación ejercida por medio de la “sociedad
política”. El doble rol de Ministro de Trabajo y Secretario General de la CGT
que ejerce (o intenta ejercer) Dragún expresa esta dualidad de funciones.
Esta integración de la
burocracia sindical al estado burgués (que es una tendencia general al decir de
Trotsky) cobró mayor peso por el rol de los dirigentes y
es lo que explica, en parte sustancial, la inactividad del movimiento obrero de
los últimos meses, el triunfo de De la Sota en la reforma previsional y la
actitud brutalmente carnera de la misma CGT en el paro del 20N. Después de esta
gran acción del movimiento obrero que, en Córdoba, tuvo menor peso que en
Buenos Aires, pero así y todo se expresó con fuerza, la burocracia de los
gremios estatales se vio obligada a un tibio giro y llevar adelante la medida
de este viernes 30/11 para intentar relegitimarse ante sectores de los
trabajadores.
Crisis de la burocracia y oportunidades para la izquierda
En este marco, las dos
semanas que pasaron dejaron la huella de algunas peleas sintomáticas de las
posibilidades que se empiezan a abrir para la izquierda revolucionaria en el movimiento
obrero. Evidentemente el 20N puso en escena para millones la relación entre la
izquierda y franjas del movimiento obrero, como se vio en los piquetes que se
transmitieron por todo el país. El rol de los partidos ligados al sindicalismo
de base fue central para la existencia misma de los cortes que le dieron parte
de la fisonomía al paro. Además, la izquierda empalmó con el sentimiento de
millones que querían parar y no lo pudieron hacer por el rol de las burocracias
ligadas al oficialismo.
Esto abre una nueva
situación en el país, donde la izquierda puede seguir desarrollando su influencia.
Córdoba empieza a ser parte de esta situación y la ubicación oficialista de las
burocracias centrales colabora a que las peleas de la izquierda, como oposición
dentro del movimiento obrero, ganen notoriedad.
Así lo vemos claramente
en el SMATA, donde el PTS es parte de la pelea que se libra contra el fraude
que llevó a cabo la burocracia de Dragún. Este fraude intenta barrer a los
sectores de oposición que existen en el gremio metalmecánico y que,
tendencialmente, pueden ser alternativa a la conducción en momentos de crisis que
conlleven ataques sobre los trabajadores. La historia tiene sus repeticiones
parciales y en este caso, se repite el ataque que se hizo contra nuestro
compañero Hernán Puddu en el 2009 cuando se lo expulsó del SMATA por haber
apoyado activamente la lucha de los trabajadores contratados de Iveco. El
fraude en VW sigue el mismo patrón de combate por parte de la burocracia.
Pero esta campaña tiene ya
una importante repercusión en los medios de comunicación y en el interior de la
planta como se señala en esta entrevista, poniendo a la defensiva a la burocracia sindical y generando
un enorme apoyo que llega a sectores del arco progresista provincial.
Por otro lado, la
importante repercusión que tuvo el corte que llevaron adelante los docentes
agrupados en Docentes D-Base, logró una enorme simpatía de sectores de la
oposición docente. Ese corte, que fue ampliamente reflejado en los medios (ver acá, acá y acá entre otros) evidenció la gran disposición que
había entre los docentes cordobeses a parar el 20N contra el gobierno nacional,
a pesar del rol carnero de la conducción K. Esta bronca contra la burocracia
empujó a una menor adhesión al pero, pero al mismo tiempo, le dio aire político
al corte señalado.
Es evidente que la ubicación
a la derecha de las burocracias sindicales que no toman las demandas de grandes
franjar de trabajadores, amplifica un espacio para la acción ofensiva de la
izquierda, a condición de superar todo rutinarismo en la práctica cotidiana,
escapando a actuar sólo en los escenarios que monta el régimen. El corte que
llevamos adelante, así como la enorme campaña de denuncia a VW, ponen en
evidencia la posibilidad de la izquierda clasista de emerger en esta situación
en el terreno político, ampliando las posibilidades de construcción de
corrientes militantes.
Pero además, en la
Córdoba del trabajo precario y las muertes obreras en la construcción, hay que
superar la división que impone, de hecho, la actuación en las organizaciones
sindicales. Éstas, por sus
características, “no abarcan más
del veinte al veinticinco por ciento de la clase obrera, y esto
con predominio de sus capas más calificadas y mejor pagadas” (acá).
De ahí la pelea, también central, de la Juventud del PTS por los derechos de la juventud trabajadora, denunciando a
Dragún como el ministro del Trabajo en Negro, cómplice de las diez muertes de trabajadores en
la construcción en el 2012, cuya última víctima, Franco Fraciolo, despertó el
odio y la indignación de sus compañeros que enfrentaron con palos y golpes a la podrida burocracia
sindical de la UOCRA.
La unidad de estas
batallas es parte de la tarea de hacer emerger una izquierda en el movimiento
obrero cordobés que, en la medida en que la situación se desarrolle a izquierda
se vuelva un factor de desequilibrio y peso, cuya importancia deberá ser
evaluada, como bien señala Gramsci, por la “eficiencia real del
partido, en su fuerza determinante, positiva y negativa, en haber contribuido a
crear un acontecimiento y también en haber impedido que otros se produjesen”.
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