martes, 16 de octubre de 2012

Tatián, el "Libro Negro" y el mutismo "independiente"

Por Paula Schaller


En una charla-debate organizada recientemente en la Facultad de Filosofía y Humanidades, el decano ultra-kirchnerista Tatián,  visiblemente incómodo por las interpelaciones de Fernando Aiziczon, se despachó con un recurso más propio del arsenal ideológico de la derecha mestrista o macrista que de los pretendidos "nac & pop" (que, después de todo, para diferenciarse todavía tienen que cuidar las "formas progres"): la cita al nefasto Libro Negro del Comunismo. 
Este pasquín de propaganda contrarrevolucionaria vio la luz allá por el año 97, en plena restauración burguesa, como parte de una operación ideológica de demonización de la Revolución Rusa que por entonces cumplía su 80° aniversario. Lo alentaron los medios más reaccionarios de la Francia imperialista que, cuando se empezaban a expresar las primeras respuestas de las masas a la ofensiva burguesa (la huelga general de los trabajadores estatales franceses en el 95, las "guerras obreras" en Corea del Sur en el 96, el alzamiento obrero y campesino en Ecuador, las puebladas contra el menemismo en Argentina), pretendían borrar de su imaginación política el horizonte de la revolución recurriendo a una campaña de "terror sensacionalista" que, lejos de todo rigor analítico, consistió en igualar la lucha por el comunismo a una masacre sin precedentes en la historia de la humanidad. El "comunismo" fue identificado con el asesinato masivo de más de 100 millones de personas, más que la cantidad global de muertos ocasionados por las dos guerras mundiales imperialistas juntas, y transformado en una monstruosidad especular al nazismo, aunque a escala ampliada. Una especie de versión degradada de la teoría del derechista Ernest Nolte (con su conocida obra La guerra civil europea. 1914-1945. Bolchevismo y nacionalsocialismo), pero llevada al paroxismo: la concepción leninista de la revolución fue señalada como la responsable de los muertos a manos del imperialismo yanki en las guerras de Corea y Vietnam. (!!) 

Una vez más (y van...): contra las falsificaciones históricas 

Ya que Tatián trae a colación los peores argumentos de la reacción ideológica neoliberal, nos obliga una vez más a volver sobre tamañas falsificaciones históricas: el stalinismo no fue la continuación del bolchevismo sino su negación contrarrevolucionaria. Ni las matanzas stalinistas en la URSS (en las que, pareciera necesario aclarar, fueron físicamente exterminados gran parte de los bolcheviques de la vieja guardia y los oposicionistas -trotskystas-), ni los regímenes de partido único y ausencia de organismos democráticos de poder de las masas como los soviets (China, Cuba, Yugoslavia, Vietnam) fueron una continuidad de la perspectiva leninista/trotskysta sino su negación estratégica: aunque expropiaron a la burguesía, precisamente por no contar con organismos de tipo soviéticos ni estar encabezados por direcciones proletarias que impulsaran la revolución a escala internacional, estos regímenes nacieron burocratizados, por lo que muy lejos estuvieron de implicar la liberación de las masas del "reino de la necesidad" (y terminaron, salvo en el caso de Cuba, en el abierto paso de la burocracia al campo de la restauración capitalista). 
Hacer una igualación entre la lucha de los explotados del mundo y los regímenes de tipo "stalinista" que hablaron en nombre del comunismo, en el intento de desprestigiar toda perspectiva de lucha emancipatoria, es una operación más digna de los fukuyamas que allá por los 90 expresaban el triunfalismo burgués con la teoría del fin de la historia, que de aquellos que hoy se reivindican garantes del "retorno de la política" y se declaran enemigos fervorosos de la herencia noventista. 

De operaciones ideológicas ayer y hoy

Pero todo esto Tatián lo sabe, o al menos debería saberlo. Sucede que como intelectual oficialista intenta defenestrar la perspectiva de la izquierda porque tiene la complicada tarea ideológica y política de ensalzar la democracia burguesa como único horizonte posible y convencernos de que "a la izquierda del kirchnerismo está la pared". Algo por lo menos difícil en un país donde, como se analiza acá existe una creciente tendencia a la  emergencia política de la izquierda trotskysta, que desde hace años viene interviniendo como actor en la lucha de clases (Zanón y Brukman, el movimiento piquetero, la organización de sectores clasistas dentro del llamado sindicalismo de base) y que, en particular desde el año pasado, viene consolidándose como actor político en el escenario nacional alrededor de la existencia del Frente de Izquierda y los Trabajadores.
Una izquierda obrera y socialista que interpela (y combate) al kirchnerismo por izquierda, que lo deja incómodo ante sus imposturas, acostumbrado como está a elegir más convenientes "enemigos" (más retóricos que reales, hay que reconocer) para el "modelo" como "Clarín", los "ruralistas", los "monopolios", en un intento de darle algo de "mística" a un gobierno aliado de la burocracia sindical y lo más rancio del pejotismo que mantuvo lo esencial de la herencia noventista. Lo que sí, sorprende que hasta en el terreno de las "formas", (en general, el "arte" que más dominan), los intelectuales K se muestren tan poco cuidadosos, y se despachen sin más abrevando en las más grotescas fuentes del arsenal macartista neoliberal. En momentos de crisis capitalista, con un gobierno que se prepara para frenar toda expectativa de los trabajadores y las masas de obtener más conquistas mediante la lucha (y, si es necesario, a atacar directamente), la virulencia anti-izquierda pareciera ser un discurso más acorde a las necesidades políticas. 

Mutis por el foro

Poco se puede decir de aquellos que deciden no decir nada. O, más bien, que en su silencio lo dicen todo. Los compañeros de Gualicho (de la llamada izquierda independiente), en un charla organizada por ellos mismos, decidieron ser sujetos pasivos de todo debate político. Ni una sola palabra sobre el gobierno, ni sobre las tareas del movimiento estudiantil, sobre el movimiento obrero, sobre cómo organizarnos. Ni Ogando, (dirigente de La Mella), que integraba la mesa como panelista en representación de la izquierda independiente, ni los propios militantes de Gualicho, dijeron una sola palabra ante el debate planteado, ni aún cuando Tatián se despachaba con barbaridades macartistas como la que citamos arriba. Pero su silencio en un panel de debate no es casualidad, es la expresión de su silencio de todos los días ante los principales fenómenos políticos que atraviesan el país y la provincia, de su rotunda negativa a organizar al movimiento estudiantil alrededor de una perspectiva que, para ser verdaderamente de "independencia política", primero tiene que delimitarse claramente de las variantes patronales. 
Su silencio es su negativa a posicionarse claramente frente al kirchnerismo, del que nunca dicen nada. Resulta al menos extraño que organizaciones que nos hablan de la "construcción del poder popular desde abajo" no tengan nada que decir frente a un gobierno aliado de las mafias sindicales que asesinaron a Mariano Ferreyra, que mantiene al 40 % de los trabajadores precarizados y sin derechos, que gobierna con lo más rancio del PJ y sus señores feudales de las provincias (como Insfrán en Formosa, responsable del asesinato de los Quom que luchaban por sus tierras), que abarrotó de Gendarmes las barriadas pobres, y una larga lista de etc. 
Extraño "poder popular" que pareciera pretender construirse haciendo abstracción de los "poderes reales" que tenemos que prepararnos para enfrentar, mostrando que a la izquierda del kirchnerismo no hay ninguna "pared muda": somos miles, hombres y mujeres, los que todos los días nos organizamos en facultades, fábricas, escuelas, lugares de trabajo, barrios, con la perspectiva de construir la poderosa herramienta que nos permita vencer. 










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