Posteamos esta nota del amigo Jonatan Ros publicada en La Verdad Obrera 497 donde seguimos el debate alrededor del reclamos de gendarmes y prefectos con Izquierda socialista
La continuación del pacifismo por otros medios
La “lucha” de gendarmes y prefectos dejó un amontonamiento en la
izquierda, que casi en su totalidad, se ubicó del lado “verde”. En el
caso de Izquierda Socialista (IS), su fervor llega al punto, que en su
web aparece una foto de los “uniformados”, como si se tratara de nuevos
líderes proletarios. La misma foto tiene el MST y ambos debaten con el
PTS con argumentos y citas idénticas, como si esta “lucha” hubiera
suturado las heridas que los separaron, hace algunos años.
El dirigente de IS, Miguel Sorans (MS), se despacha con un artículo
titulado “Sobre las huelgas policiales, la sindicalización, las FF.AA. y
los socialistas revolucionarios” con más pretensiones que seriedad.
Plantea apoyar las huelgas de los miembros de cualquier institución
represiva del Estado burgués. Para justificarlo hace una comparación con
la política bolchevique en la Revolución de 1905 y las “21 condiciones”
de la III Internacional para el ingreso de los nuevos Partidos
Comunistas luego de la Revolución Rusa, donde se les exige realizar
agitación sobre las tropas. Nada tienen que ver esos ejemplos con la
actual “lucha” de gendarmes y prefectos.
Sostenemos con claridad que, al igual que la policía, se trata de
instituciones profesionalizadas cuyo objetivo es la represión interna.
El fortalecimiento de su “tropa” no puede más que perjudicar la lucha de
los trabajadores y el pueblo, que cada vez que pelean con seriedad
tienen que enfrentarlas, como se vio durante su propio conflicto cuando
reprimieron a trabajadores en Ezeiza. No se puede igualar a estas
instituciones con un ejército de conscriptos donde los trabajadores y
sectores populares son alistados de forma obligatoria. Se trata de una
guardia pretoriana a la que no se puede ganar para el campo de la lucha
obrera sólo con agitación y propaganda y mucho menos a partir del apoyo
de sus demandas corporativas. Por otro lado, miles de gendarmes (más de
17.000) “conquistaron” ya, mediante cautelares, jugosos reajustes, que
incluyeron no sólo a la oficialidad sino a gran parte de la
suboficialidad, por lo que nada tienen de parecido a los campesinos y
obreros despojados de todo y alistados para ir a la guerra.
La idea de que si ganaban los gendarmes se debilitaba Cristina y
estaríamos mejor los trabajadores, es un razonamiento que no distingue
izquierda de derecha. Se trataría de un fortalecimiento de los
integrantes de uno de los pilares del Estado burgués, por lo cual la
alegría podría ser de la oposición patronal, pero no de la izquierda.
Pero además, es la institución elegida por el kirchnerismo para
suplantar a las FF.AA., luego de que su derrumbe moral pos-dictadura
limitara su papel y para tareas de “seguridad” ante la crisis de las
policías. Es dudoso que un fortalecimiento de los gendarmes vaya contra
el proyecto del gobierno que los ubicó como “fuerza estrella” de la
“seguridad democrática”. El kirchnerismo invirtió millones de dólares en
equipos de última generación para Gendarmería, incluyendo pertrechos de
alta calidad, helicópteros y hasta tanquetas antimotines de tecnología
israelí. Los efectivos aumentaron casi un 100%, y durante el gobierno de
Néstor volvieron los “adicionales” y otros rubros en negro para superar
“por izquierda” los aumentos salariales de los trabajadores estatales.
Que un problema fiscal lleve al gobierno a roces y choques con los
gendarmes no convierte a esta “lucha” en un enfrentamiento de clase, ni
de aliados de la clase obrera. El desalojo de la Panamericana contra los
compañeros de la 60, encabezado por Berni -apenas terminado el primer
round de esta “lucha”- y la denuncia penal que el Secretario de
Seguridad hizo contra los choferes muestra que la unidad entre el
gobierno y los gendarmes es más estrecha de lo que desean quienes buscan
ver en los uniformados un aliado. Esto lo entienden los trabajadores
combativos, como los de Kraft, que rechazan todo apoyo a los gendarmes,
ya que cada vez que subieron a la Panamericana se encontraron con la
visita del “aliado” de IS que los infiltró con el “Proyecto X”. Quizá en
forma tragicómica lo entiendan los familiares de los gendarmes que al
final del conflicto aún estaban en las escalinatas del Centinela y
fueron desalojados por los propios gendarmes, haciendo real eso de que
“por una pizza reprimís a tu mamá”.
Perdón Lenin…
MS cita la resolución de la III Internacional como muestra
irrefutable de que es necesario apoyar a los gendarmes: “El deber de
propagar las ideas comunistas implica la necesidad absoluta de
desarrollar una propaganda y una agitación sistemática y perseverante
entre las tropas”. En otras traducciones se encontrará que en vez de
“tropa” dice “Ejército”. No por nada MS prefiere hablar de tropa en
general a ver si pasa la idea de que son lo mismo ejércitos de millones
de obreros y campesinos empujados a la 1° Guerra Mundial que los
gendarmes argentinos, totalmente profesionalizados, dedicados a la
represión (y a hacer juicios para obtener jugosos “adicionales”) en
medio de una situación no revolucionaria.
Las “21 condiciones” para pertenecer a la III Internacional fueron
adoptadas en 1920 luego de la Revolución Rusa y la 1° Guerra. Se
refieren a la necesidad de tener política hacia las tropas formadas por
millones que acababan de ser parte de una confrontación monstruosa.
Trotsky en la Historia de la Revolución Rusa contará: “Fueron
movilizados cerca de 15 millones de hombres que llenaban las zonas de
combate, los cuarteles, los centros de etapa, se estrujaban y se
pisoteaban unos a otros furiosos y con la maldición en los labios… Se
calcula que el número de muertos, heridos y prisioneros rusos fue
aproximadamente de 5 millones y medio”. Esto fue generalizado en Europa.
Los levantamientos revolucionarios de soldados fueron moneda corriente
en el final y en la post Guerra. Basta ver el levantamiento de los
marineros alemanes en Kiel en octubre de 1918.
Esos soldados en Rusia constituyeron Soviets. Comparar esto con “el
levantamiento del Edificio Centinela” parece un chiste si no fuese tan
penoso ver gente que se dice de izquierda dar vueltas para apoyar a un
puñado de gendarmes reaccionarios. Millones de obreros obligados a ser
parte de los ejércitos burgueses debían conquistar derechos y
organización y enfrentar a los altos mandos. Quien no tuviera una
política para ganar a las tropas realmente cometería un “crimen,” pero
quien “confunda” esta política con el apoyo a un grupo de gendarmes
represores que quieren mejores ingresos comete otro “delito” similar.
MS también da un ejemplo de “política bolchevique” citando a Lenin en
1905: “Los soldados de San Petersburgo quieren mejor rancho, mejor
vestuario y mejor alojamiento, reclaman aumento de los haberes”. Se
trataba de un momento revolucionario extremo que el artículo describe y
que MS esconde (“La insurrección de Sebastopol se extiende cada vez más.
El desenlace se aproxima. Los marinos y soldados que combaten por la
libertad destituyen a sus jefes... Estamos, por consiguiente, en
vísperas de un momento decisivo”) y se trataba de un Ejército que venía
de combatir en la Guerra Ruso-Japonesa, donde por parte de Rusia
participaron 2 millones de soldados con 125 mil bajas.
Para Trotsky comparar la política para ejércitos de obreros y
campesinos conscriptos con la orientación hacia organismos de represión
profesional está fuera de lugar. En el “Programa de acción para Francia”
plantea: “Disolución de la policía, derechos políticos para los
soldados (…) los obreros bajo las armas deberán conservar todos sus
derechos políticos y estarán representados por comités de soldados,
elegidos en asambleas especiales...Todas las policías, ejecutoras de la
voluntad del capitalismo del estado burgués y de sus pandillas de
políticos corruptos deben ser disueltas. Ejecución de las tareas
policiales por las milicias obreras”.
Y en la “Historia de la Revolución Rusa”, afirma: “Los gendarmes son el
enemigo cruel, irreconciliable, odiado. No hay ni que pensar en ganarlos
para la causa. No hay más remedio que azotarlos o matarlos. El Ejército
ya es otra cosa. La multitud rehúye con todas sus fuerzas los choques
hostiles con ellos, busca el modo de ganarlo, de persuadirlo, de
fundirlo con el pueblo”
Lejos de esto, la idea reformista de conquistar la simpatía de las
fuerzas de represión como Gendarmería, Prefectura y policía por medio de
la agitación y el apoyo a sus demandas no es más que un pacifismo
temeroso.
El oportunismo “por otros medios”
Clausewitz escribió la famosa frase “La guerra es la continuación de
la política por otros medios”. Sin embargo, Sorans dice, intentando
citarlo que “la guerra civil (sic) es la continuación de la política por
otros medios”- Sin pretender que MS (o IS) estudie sistemáticamente a
Clausewitz como hacemos en el PTS, sería bueno que leyeran al menos a
Lenin y a Trotsky que citan innumerables veces la archiconocida
“fórmula” del teórico militar prusiano, que como todo el mundo sabe no
habla de “guerra “civil “. Más bien lo contrario, ya que Clausewitz
concibe la guerra como una institución donde los sujetos son los Estados
y no las clases (ya que es un teórico militar burgués y no un marxista)
y consecuentemente con esto opina, con buen tino desde el punto de
vista de las clases dominantes, que para ir a esas guerras es necesaria
la “paz civil” en el propio bando, es decir, que no haya lucha de clases
interna. Siguiendo ese consejo los burgueses cuando van a la guerra
intentan comprar y cooptar a los jefes del proletariado, como hizo la
burguesía de todos los países con la socialdemocracia en la 1º Guerra
Mundial, (a los que no pudieron cooptar los metieron en prisión o los
mandaron al exilio, como a Luxemburg, Lenin, Liebknecht o Trotsky sin ir
más lejos).
Más allá de este error elemental, MS pretende basarse en Clausewitz
para explicar que si en “la guerra civil” (la que para nosotros,
marxistas, es junto a la insurrección la culminación de la lucha de
clases) tendremos que ganar a los soldados (bue, a los gendarmes pero
para el caso para IS es lo mismo), ahora en tiempos de paz hay que
apoyarlos, porque la guerra es la continuación de la política. Como es
cierto que la guerra es la continuación de la política por otros medios,
la política revolucionaria actual de no apoyar a los gendarmes y
prefectos tiene su “continuidad” en el impulso a toda forma de
autodefensa obrera y popular que adopten las masas, en la perspectiva de
la formación de milicias obreras para derrotar las fuerzas represivas,
mientras que los apoyadores de hoy buscarán evadir con maniobras esos
inevitables enfrentamientos, si es que nos preparamos para algo que
merezca el nombre de revolución proletaria.
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