El proyecto
enviado al Congreso para expropiar el 51% de las acciones de YPF, pone sobre la
mesas varias discusiones que van más allá de lo coyuntural. Si viene sobre los
límites y las contradicciones que se abren escribimos, nos parece necesario
avanzar sobre los debates de largo plazo que se abren a partir de esta medida.
Uno de ellos es acerca
del rol del peronismo y su relación con la defensa de la soberanía nacional.
Alrededor de este eje, pero en relación a la política de Malvinas, ya escribimos
en otra ocasión. Pero aquí queremos detenernos en esta cuestión alrededor de la
expropiación de las acciones de YPF.
Es redundante señalar
que el movimiento fundado por Perón a mediados de los años 40’, ha sido un
factor central la política nacional durante la segunda mitad del siglo XX y la
primera década del que corre. Entre los elementos que lo hacen un “objeto de
estudio” más que interesante se halla su vínculo con las masas, así como se
capacidad de adaptación a las coyunturas, sus permanentes reciclajes y su
continuidad en el tiempo. Precisamente por eso, fue y es motivo de estudio de
múltiples investigadores, no sólo argentinos sino también extranjeros. Aquí
queremos apuntar sobre las contradicciones señaladas por dos de ellos para intentar
pensar el peronismo y la actual discusión sobre YPF.
“Peronismo verdadero” y “peronismo empírico”
Uno de ellos es Carlos
Altamirano, quién escribió
sobre la dicotomía entre el “peronismo verdadero” y el “peronismo empírico”
como contraste entre su discurso político y su realidad material como partido
político en la administración del estado burgués al servicio de las clases
dominantes. Apuntando en ese sentido señala que “el tiempo de la expectativa-el del retorno o el rescate-y el del
pasado son los dos dominios temporales del peronismo verdadero. El presente es
el tiempo que consume el peronismo empírico, cuyo reinado, aunque contingente,
impide que la verdad del peronismo se consume” (pág. 133)
Según este
autor, el peronismo verdadero se halla divorciado del poder y está en
permanente contraposición al peronismo que gobierna, el que debe negociar,
decidir y ejecutar. Ese “desdoblamiento”, dice Altamirano, nació durante el
exilio de Perón. Pero su retorno, lejos de enterrarlo, lo confirmó. Fue el
General el que intentó subsumir lo “verdadero” a lo “empírico”, liquidando
todas las ideas y tendencias que fueran en el camino de la superación del
capitalismo argentino. Nadie mejor que las corrientes de la izquierda peronista
para confirmar esto, dolidas y golpeadas por su falsa estrategia de la “patria
socialista” de la mano del viejo líder. La derrota de la insurgencia obrera que
se abrió con el Cordobazo, fue un de los objetivos de Perón. Desde este punto
de vista, el verdadero rol del peronismo fue garantizar el orden capitalista en
el país.
Una dicotomía
similar podemos hallar descripta en Daniel James. Al respecto hemos citado acá
“Las tensiones
resultantes de ese legado ambiguo (del primer peronismo. NdR) fueron
considerables. En último término podría decirse que la principal de ellas se
centró en el conflicto entre el significado del peronismo como movimiento
social y sus necesidades funcionales como forma específica del poder estatal”
(Resistencia e Integración. Pág. 58)
Sobre este punto escribimos
acá
y acá,
marcando nuestras diferencias con la apreciación de James y al mismo tiempo,
señalando las contradicciones que operaban entre el poder
político peronista y las tendencias actuantes en el movimiento de masas y, en
particular, en el movimiento obrero. De esas contradicciones surgieron la
Triple A, la Masacre de Ezeiza y el Navarrazo como parte de la “guerra civil de
baja intensidad” entre la burguesía y el movimiento obrero.
La raíz de este
“doble carácter” está en que el peronismo, en tanto movimiento político
burgués, se vio obligado en sus orígenes a “conquistar a las masas”, uniendo la
canalización de sus reclamos a un discurso disruptivo dentro del orden
capitalista para impedir el desarrollo de tendencias autónomas en el movimiento
obrero. En ese camino, el nacionalismo fue un componente central de ese
dispositivo de control. Lo fue además en tanto permitió soldar la alianza entre
sectores de la vieja dirección del movimiento obrera y las fracciones
mercado-internistas de la burguesía argentina. De conjunto, el ascenso del peronismo expresa una alianza de una fracción
importante del movimiento obrero organizado sindicalmente, la burguesía
mercado-internista y un sector de las FFAA que actúa como el personal político
dirigente de este proceso.
Pero el
nacionalismo encontró un límite en la realidad. El peronismo “empírico” fue más
que fuerte que el discurso (el peronismo verdadero) en los momentos de crisis
política y económica.
Petróleo y nación en el primer peronismo
Su vocación
“nacionalista” estuvo atada a los vaivenes de la economía nacional, como
producto de la situación económica mundial. Si a fines de los 40’, como
resultado de la combinación de una situación favorable en términos económicos, con
el recambio mundial de la potencia imperialista dominante, pudo avanzar hacia
una posición de relativa independencia, esa ubicación cedió ante los límites
del “modelo”.
En relación a la
política sobre el petróleo, durante el primer peronismo, se señala acá
“YPF no había podido responder al desafío
de acompañar la creciente demanda energética de la expansiva economía peronista
(...) Pese a los esfuerzos por aumentar la producción, YPF no pudo acompañar el
fuerte incremento del consumo de petróleo y derivados. Las importaciones petroleras saltaron de menos de 200.000 metros
cúbicos en 1946 a casi 2.000.000 de metros cúbicos en 1950, impactando
significativamente en las cuentas externas de la economía argentina (…) Frente a ese escenario, acosado por la
recesión y la falta de divisas, Perón dispuso un giro de la política económica,
impulsando el ingreso de inversiones externas (…) las principales empresas
multinacionales del sector fueron convocadas para explorar y desarrollar el
sector, bajo la premisa de que traerían los dólares necesarios para hacerlo. En
mayo de 1955, Perón aprobó el primer contrato con una filial de la Standard Oil
de California (la actual Chevron), que otorgaba derechos de exploración por 40
años en un área inicial de casi 50.000 kilómetros cuadrados en Santa Cruz”.(resaltado
propio)
La extensa cita
viene a demostrar que la “voluntad nacionalista” del primer peronismo sólo duró
mientras las condiciones internacionales fueron favorables. Lejos de constituir
una política permanente, estuvo atada a los vaivenes del crecimiento económico,
y cuando fue necesario, apeló a lo que fue considerado “uno de los contratos
más humillantes de la historia”.
Así, la política
peronista aparece marcada por el sello del pragmatismo. Son las necesidades del
momento las que determinan la dinámica política. De ahí que el “peronismo
verdadero” termina siendo un discurso ideológico, destinado a engañar a
sectores de las masas para evitar su desarrollo independiente en el plano
político.
Podemos decir
que el verdadero peronismo es el peronismo empírico, el que administra el
estado burgués en función de garantizar la continuidad del orden capitalista y
su propia reproducción como corriente política, al mismo tiempo que funciona
como válvula de seguridad frente a la emergencia disruptiva de las masas.
En este sentido,
desde su óptica, cierta razón tienen algunos kirchneristas cuando justifican
su voto a favor de las privatizaciones en los años 90’, como un resultado del
avance arrollador del neoliberalismo. En condiciones de avance del capital
imperialista en todo el mundo, una corriente política que tiene como norte
adaptarse para sostenerse como aparato, tenía que ceder frente al oleaje
neoliberal.
Apuesta y riesgo. Coyuntura y largo plazo
Volvamos a la
actualidad. Hace una semana decíamos
que la expropiación del 51% de las acciones de YPF era una salida pragmática a
una doble crisis que arrastraba el gobierno. Una crisis política que respondía
al progresivo surgimiento de problemas no resueltos en el plano estructural.
Sobre este telón de fondo (y retroalimentando las crisis que aparece en el
mismo) se desarrolla la interna del peronismo y una crisis política.
La confirmación
de ese pragmatismo viene dada por la negociación del gobierno con el resto de
las empresas extranjeras en territorio nacional, junto a otras que no están, para
incentivar la inversión privada en exploración y explotación. El “casting”,
como llama el oficialista Página/12 a estas negociaciones, responde al problema
fiscal que afecta al gobierno. Allí participan, entre otras, las
estadounidenses Conoco Phillips y Chevron. Una muestra cabal del que el discurso
antiimperialista y de soberanía nacional, es para engañar a los incautos (por
usar un término suave).
Pero en el
casting, no todos los aspirantes parecen suficientemente interesados. Según se
señala acá
“Cuatro días después del anuncio de
expropiación de YPF (…) Julio de Vido, se reunió hoy en Brasilia con su par
brasileño de Minas y Energía, quien se comprometió a aumentar las inversiones
de Petrobras en Argentina. Sin embargo, no dio fechas (…)"En la medida que podamos
hacerlo, atenderemos al pedido argentino", afirmó el ministro brasileño”.
Esto implica una severa advertencia al gobierno y muestra lo improvisado de
esta salida que, como se ha señalado, puede derivar en el breve plazo en nuevas
crisis.
Para ir finalizando ¿Podemos
concluir que estamos nuevamente ante la paradoja que Altamirano ha descripto? ¿Una
vez más el “peronismo empírico” se impone sobre el “verdadero”? simplemente
vuelve a evidenciarse que el peronismo, como corriente política burguesa,
responde a las necesidades que le impone la dominación política en el país. No
hay proyecto “nacional y popular” sino una recuperación pragmática de YPF,
donde el objetivo inmediato pasa por evitar que se profundicen los déficits fiscal
y comercial. Como señala el periodista Tonelli “lo que
se ha conseguido es salir de la encerrona de coyuntura moderando la sangría de
divisas hacia el exterior”. La reactivación estructural de la producción
petrolera es, todavía, música del futuro.
De esta contradicción se
desprende precisamente la necesidad de la independencia política del movimiento
obrero y de las masas pobres. No habrá verdadero “proyecto nacional” mientras
los destinos del país sigan en manos de una clase que tiene como objetivo
prioritario su beneficio individual. Los representantes políticos de esa clase,
como el peronismo y su expresión actual en el kirchnerismo-cristinismo, son la
continuidad de esos intereses al interior del estado.
Mi gran amigo Nicolás del Caño me pasó una nota que termina con lo que está abajo. Me pareció muy ilustrativo colgarla para dar cuenta de como se maneja el "peronismo empírico" que no es más que el "verdadero peronismo"
ResponderEliminarPublicado en http://www.mdzol.com/mdz/nota/380241-como-fue-el-tramite-legislativo-que-concluyo-con-la-privatizacion-de-ypf/
"El hoy secretario general de la Presidencia Oscar Parrilli no sólo fue otro de los que votó a favor, sino que fue el miembro informante del oficialismo. Inició su discurso diciendo: “Con 130 señores diputados aquí presentes hemos comenzado el tratamiento de este importante proyecto de ley de transformación del Estado nacional. Hemos dado a la Argentina, a todos nuestros compatriotas, el ejemplo de que el Parlamento funciona, que es posible gobernar en democracia, que las minorías se expresen y, lo que es fundamental, que es posible que la mayoría, por el voto legítimo de todo el pueblo argentino, puede gobernar y por lo menos comenzar el tratamiento de este proyecto”.
Parrilli habló en su discurso de “la transformación de YPF y la transferencia de los recursos naturales a las provincias” y usó una anécdota para ilustrar la sensación que lo acompañaba tanto a él como otros compañeros de bloque. “Nos preguntábamos si estábamos traicionando nuestras banderas, si nos habíamos olvidado de dónde proveníamos y si no sentíamos vergüenza por nuestra historia, por nuestros muertos y por todo lo que significa el peronismo en la historia de la República. Al respecto, un amigo, ex diputado nacional, me transmitió la respuesta a todos esos interrogantes. Decía que había visto un afiche en el que una mona aparecía con su monita, a la que le decía que tenía las cien respuestas a sus cien preguntas, pero le pedía que no se las cambiara; ésta es la sensación que tenemos los peronistas”.
“Digo esto porque cuando el doctor Menem asumió la presidencia de la Nación en 1989 nos cambiaron las preguntas, los instrumentos y las acciones con las que contaba el peronismo para dar respuesta a un Gobierno nacional y popular, tal como lo hicimos en las décadas del 40 y del 50. Por ello debo señalar con sinceridad y profunda convicción que no venimos a esta sesión arrepentidos de lo que fuimos, no sentimos vergüenza de lo que somos y tampoco venimos a pedir disculpas por lo que estamos haciendo”, expresó Parrilli."