Reposteamos a los y las camaradas del IPS Karl Marx que llevaron adelante la edición de esta importante obra de León Trotsky, profundizando una labor de difusión de la obra de Trotsky al servicio de la preparación revolucionaria de nuevas generaciones de jóvenes trabajadores y estudiantes
Presentación del primer tomo en la Feria del Libro
Stalin el gran organizador de derrotas
León Trotsky
332 páginas
Abril 2012Ediciones IPS/Museo Casa León Trotsky
Abril 2012Ediciones IPS/Museo Casa León Trotsky
El
29/4 de abril en la Feria del libro, el CEIP “León Trotsky” presentará
Stalin el gran organizador de derrotas, su más reciente publicación que
contó con el apoyo de Esteban Volkov, nieto de León Trotsky, y se
realizó en coedición con el Museo Casa de León Trotsky. Este libro será
el primero de una la colección de Obras Escogidas que serán publicadas
por Ediciones IPS.
El CEIP “León Trotsky”planea publicar sus obras
clásicas, como la conocida biografía Mi Vida o su Historia de la
Revolución Rusa, La revolución traicionada, Escritos sobre España, La
lucha contra el fascismo o sus textos sobre arte, cultura y vida
cotidiana, así como también compilaciones temáticas, algunas ya
publicadas por el CEIP, que incluyen textos inéditos y que en esta nueva
serie serán ampliados, tratando de abarcar una buena parte de su vasto
legado.
Este libro reúne los documentos que presentó la Oposición
de Izquierda previa y posteriormente al VI Congreso de una Internacional
Comunista ya burocratizada bajo la dirección de Stalin. Aunque no pudo
ser discutido debido a la censura de la burocracia, logró llegar e
impactar a varios militantes de diferentes países y, de este modo, a
pesar de las persecuciones, deportaciones y cárceles que estaba
sufriendo la Oposición, sentó las bases para la fundación de la
Oposición de Izquierda Internacional.
Trotsky escribió estos
documentos desde su destierro en Alma Ata, apenas acaecida la muerte de
su hija Nina. Cuando pudo reunir toda la documentación ya sufría el
exilio en Turquía. La burocracia, lejos de silenciar a la Oposición, no
pudo impedir que Trotsky traspasara con sus críticas las fronteras, con
relación tanto a la “teoría” de Stalin del “socialismo en un solo país”
como a las lecciones de los acontecimientos principales del momento,
como la huelga general inglesa de 1926 o la Revolución china de 1925-27,
lecciones que le permitirían un año después generalizar para todos los
países su teoría de la revolución permanente.
Con Stalin, el gran
organizador de derrotas inauguramos y nos comprometemos en un nuevo
proyecto editorial del CEIP “León Trotsky” y Ediciones IPS, que abarcará
alrededor de 30 volúmenes de la obra de Trotsky, para reactualizar su
legado para las nuevas (y “viejas”) generaciones.
PALABRAS PRELIMINARES / Esteban Volkov
PRESENTACIÓN / Gabriela Liszt
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PALABRAS PRELIMINARES
Esteban Volkov
Ciudad de México, marzo de 2012
La
humanidad está entrando en un período de asombrosos avances científicos
y tecnológicos, pero las estructuras ancladas en el pasado, basadas en
la codicia y el parasitismo de un caótico y obsoleto capitalismo,
rechazan toda innovación y progreso en el terreno socio-económico.
Más
que nunca, el dilema es “barbarie o socialismo”: para salir de la
barbarie del capitalismo, solo queda retomar el camino al socialismo.
Tras una interminable secuencia de mortíferas guerras imperialistas de
expoliación de recursos, así como traiciones y derrotas de muchas
revoluciones a manos de burocracias parasitarias, la humanidad por
desgracia se está deslizando a paso veloz hacia la barbarie. Solo hay
dos opciones: que los avances, como hasta ahora, sirvan para poder
explotar cada vez más eficientemente a la gran mayoría de la humanidad,
aumentando su miseria y sufrimiento, desperdiciando valiosos recursos no
renovables, así como contaminando y destruyendo nuestra morada
terrestre; o bien, hacer posible la aplicación de los avances
científicos y tecnológicos al hasta ahora vedado terreno de la
organización socio-económica de la sociedad para construir una
estructura social justa, para que estos avances se utilicen en traer
bienestar a toda la humanidad, así como para cuidar y conservar nuestro
planeta, maravilloso oasis que nos ha tocado en suerte habitar en el
cosmos.
Para lograr estos objetivos, nada más valioso que el
inmenso arsenal ideológico legado por el indomable revolucionario León
Trotsky durante sus 43 años de lucha, 42 de los cuales militó bajo las
banderas del marxismo. Su experiencia fue invaluable: fue, junto con
Lenin, un personaje clave en la preparación, realización y triunfo de la
primera revolución socialista en la tierra, en Octubre de 1917 en
Rusia. Muerto Lenin, se enfrentó al inesperado surgimiento de un proceso
contrarrevolucionario llevado a cabo por una voraz burocracia dirigida
por José Stalin. Nadie como Trotsky analizó y desentrañó este nuevo
acontecer histórico. Como protagonista de uno de los capítulos más
trascendentes de la historia contemporánea, como fue la Revolución Rusa,
tuvo el privilegio de ser testigo de primer orden en dichos eventos, y
tuvo el mérito de haber transcrito minuciosamente, con gran precisión y
certero análisis marxista, este trascendente capítulo de la historia.
Gracias a ello nos deja un vasto y muy valioso arsenal revolucionario
marxista imperecedero, de experiencias y armas ideológicas, para los
revolucionarios presentes y futuros.
Una de las tareas que Trotsky
consideraba primordial era la educación política de los
revolucionarios. En este sentido, solo me resta felicitar al Centro de
Estudios, Investigaciones y Publicaciones “León Trotsky” por continuar
esta importantísima labor con el valioso trabajo editorial que están
llevando a cabo con este nuevo emprendimiento, la publicación de las
Obras escogidas de León Trotsky, que comprende títulos tales como La
revolución traicionada, 1905, Escritos sobre España, Mi vida, Historia
de la Revolución Rusa, La lucha contra el fascismo y tantos otros
escritos que son claves para la causa socialista. Un proyecto que aporta
a retomar la experiencia de esta generación de revolucionarios, sus
enseñanzas y tradiciones, así como a plantear la actualidad que
conservan para preparar un nuevo porvenir sin opresión.
PRESENTACIÓN
Gabriela Liszt
Con
este libro, comenzamos un nuevo proyecto de Ediciones IPS y el Centro
de Estudios, Investigaciones y Publicaciones (CEIP) “León Trotsky”, con
el apoyo de Esteban Volkov, nieto de León Trotsky y en coedición con el
Instituto del Derecho de Asilo-Museo Casa de León Trotsky, A. C. de
México, con el que nos proponemos publicar una serie de Obras escogidas
de León Trotsky, teniendo en cuenta que muchas de ellas hace décadas que
han dejado de ser editadas (como el presente libro) en lengua
castellana y que todas ellas pueden ser mejoradas, dada la mayor
existencia de centros y fuentes dedicados al trotskismo, sobre todo,
desde la década de los ‘80, así como la calidad editorial y de su
traducción.
No es casual que el presente libro sea el N.º 1 de
esta colección (que abarcará alrededor de 30 títulos y no guardará una
numeración cronológica), ya que se lo puede considerar como uno de los
textos fundacionales de lo que será la futura IV Internacional. Las
nuevas generaciones, no pueden comenzar desde cero. Las tradiciones y
las lecciones revolucionarias dejadas por revolucionarios como Lenin,
Trotsky o Rosa Luxemburgo en el siglo XX (atravesado por los más grandes
procesos revolucionarios y contrarrevolucionarios) tienen que ser la
base desde donde partir para pensar cómo conquistar socialismo futuro.
Esperamos que esta colección cumpla con este objetivo.
* * *
El
siguiente libro fue publicado como tal bajo la autorización de Trotsky,
por la editorial Rieder en Francia en 1930, y editado varias veces el
mismo año. Ya desde el ‘29, grupos o militantes que se habían ligado a
la Oposición por el conocimiento de estos textos los publicaron, muchas
veces como folletos separados, en numerosos idiomas .
La mayoría
de estos documentos fueron escritos por Trotsky en su destierro, en Alma
Ata, entre julio y octubre de 1928. Como aclara Trotsky en su prólogo
de 1929, ya desde su exilio en Turquía, las dos primeras partes fueron
dirigidas al VI Congreso de la Internacional Comunista (IC), y las dos
últimas fueron posteriores a su realización. El documento más
importante, la “Crítica al Proyecto de Programa” (la Parte 2 del
presente libro), fue redactado en julio de 1928 y acompañado por una
declaración donde Trotsky reclama el cese
de las persecuciones,
deportaciones y cárcel a los Oposicionistas (bolcheviques-leninistas) y
su readmisión en el PCUS , al mismo tiempo que se niega a renunciar a su
lucha (“Sólo funcionarios corruptos hasta la médula pueden exigir
semejante abjuración –la renuncia a toda actividad política en general
y, en especial, en la Internacional– de un revolucionario. Sólo
renegados despreciables podían hacer semejantes promesas” ), para buscar
el “enderezamiento” del curso centrista que había adoptado la
Internacional, luego de la muerte de Lenin. A su vez, los oposicionistas
exiliados mostraban una gran combatividad, organizando grandes huelgas
en Kiev, y manifestaciones contra la represión en Ucrania y Georgia.
La
“Crítica al Proyecto de Programa”, que fue impresa y circuló
inicialmente “por error” y luego clandestinamente durante el VI
Congreso, permitió la formación de la Oposición de Izquierda
Internacional, la futura IV Internacional. La Oposición china, entre
otras, surgió luego de la lectura y discusiones de Chen Du-xiu y Peng
Shu-tsé del “Balance y perspectivas de la revolución china” y “La
cuestión china después del VI Congreso” . Su lectura también ganó para
la Oposición al futuro dirigente del SWP norteamericano, James P.
Cannon. Junto a los documentos y resoluciones de los cuatro primeros
Congresos de la Internacional Comunista, estos textos constituyen para
Trotsky el basamento y programa de la Oposición.
Recurrentemente a
lo largo del libro Trotsky resalta cómo, en el “Proyecto de Programa de
la IC” escrito por Bujarin, existen varias formulaciones teóricas y
programáticas que en general y tomadas aisladamente podrían ser
consideradas
correctas. Sin embargo, al mismo tiempo, resalta cómo esas
definiciones, al no estar al servicio de sacar las conclusiones
fundamentales de los principales procesos de la lucha de clases a nivel
mundial ocurridos desde el IV Congreso (1922), tras el cual habían
transcurrido hechos importantísimos donde había participado la IC y sus
secciones: la derrota de la revolución en Alemania de 1923, la traición
del Comité anglo-ruso a la huelga general inglesa de 1926 y la derrota
de Cantón en 1927 a manos del Kuomintang, y ligadas a una justa
orientación, dieron lugar a un eclecticismo teórico y a un desbarranque
en el plano de la táctica y de la estrategia.
La unión de las 4
partes fue realizada por Trotsky bajo el título de La III Internacional
después de Lenin. Sin embargo, pasó a ser más reconocido como Stalin, el
gran organizador de derrotas .
Entre otros conceptos, Trotsky
explicita la relación orgánica entre el desarrollo de la teoría del
socialismo en un solo país (como expresión teórica de la reacción sobre
la Revolución de Octubre, producto de su aislamiento) y el abandono, por
parte del stalinismo, de los principios estratégicos forjados por el
Partido Bolchevique en la Revolución Rusa y de la III Internacional en
sus cuatro primeros Congresos: “La imposibilidad de construir una
sociedad socialista aislada –no en utopía, en la Atlántida, sino en las
condiciones concretas geográficas e históricas de nuestra economía
terrestre– está determinada para diversos países, en grados diversos,
tanto por la extensión insuficiente de ciertas ramas como por el
desarrollo ‘excesivo’ de otras. De conjunto, esto significa justamente
que las fuerzas de producción contemporáneas son incompatibles con las
fronteras nacionales” (p. 121 de la presente edición).
A
diferencia de la II Internacional (época de desarrollo relativamente
pacífico del capital), la III fue fundada en una época de guerras,
crisis y revoluciones, la época imperialista. Hasta la III Internacional
el concepto de estrategia era prácticamente ajeno al marxismo. Se
discutía en términos de táctica, no había diferenciación entre uno y
otro concepto: “la labor estratégica se reducía a nada, se disolvía en
el ‘movimiento’ cotidiano con sus consignas sacadas de la táctica
cotidiana. Sólo la III Internacional restableció los derechos de la
estrategia revolucionaria del comunismo, a la cual subordinó
completamente los métodos tácticos” (p. 132 de la presente edición). Y
luego agrega que, con Bujarin y Stalin, “El problema fundamental del
programa, es decir, la estrategia del golpe de Estado revolucionario
(las condiciones y los métodos que conducen a la insurrección, la
insurrección propiamente dicha, la conquista del poder) es examinada
secamente y con parsimonia [...]. Es decir, se consideran los grandes
combates del proletariado sólo como acontecimientos objetivos, como
expresión de ‘la crisis general del capitalismo’, y no como la
experiencia estratégica del proletariado (p. 133 de la presente
edición). Trotsky da una importancia fundamental a la estrategia, a la
que entiende como algo que no es reductible a los objetivos y los fines
que se establecen en el programa, al mismo tiempo que destaca la unidad
inescindible entre ambos. Es decir, no alcanza con responder “qué
pretendemos conquistar” sino también “cómo nos proponemos conquistarlo”,
pregunta propia de la estrategia.
Como destaca, la falta de una
estrategia revolucionaria y las tácticas en función de ésta, lleva a la
adaptación a las distintas corrientes reformistas y centristas, no
revolucionarias e incluso contrarrevolucionarias.
La toma del
poder en un país sólo es una estrategia en la medida que conduce a la
revolución mundial (concepción totalmente alejada de la caricatura de
Bujarin, según la cual la “permanencia” de la revolución significaba que
esta se podía dar en todo momento y lugar) y ésta a su vez, a la
revolución internacional. Dice Trotsky: “El carácter revolucionario de
la época no consiste en que permite, en todo momento, realizar la
revolución, es decir, tomar el poder. Este carácter revolucionario está
asegurado por profundas y bruscas oscilaciones, por cambios frecuentes y
brutales. [...] Si no se comprende de una manera amplia, generalizada,
dialéctica, que la actual es una época de cambios bruscos, no es posible
educar verdaderamente a los jóvenes partidos, dirigir juiciosamente
desde el punto de vista estratégico la lucha de clases, combinar
legítimamente sus procedimientos tácticos ni, sobre todo, cambiar de
armas brusca, resuelta, audazmente ante cada nueva situación” (pp. 135,
138 y 139 de la presente edición).
Ese objetivo está
indisolublemente ligado a la autoorganización de las masas, como lo
hicieron las masas rusas bajo la forma de soviets, organismos que no
aparecen “por decreto”, como intentó el stalinismo en Cantón, luego de
haberse negado durante años a impulsar su formación entre las masas: “En
la acción, las masas deben sentir y comprender que el soviet es su
organización, de ellas, que reagrupa sus fuerzas para la lucha, para la
resistencia, para la autodefensa y para la ofensiva. No es en la acción
de un día ni, en general, en una acción llevada a cabo de una sola vez
como pueden sentir y comprender esto, sino a través de experiencias que
adquieren durante semanas, meses, incluso años, con o sin
discontinuidad” (p. 220 de la presente edición).
Pero la
autoorganización de las masas no es suficiente, ya que “El oportunismo,
que vive consciente o inconscientemente bajo el yugo de la época pasada,
se inclina siempre a subestimar el rol del factor subjetivo, es decir,
la importancia del partido revolucionario y de la dirección
revolucionaria. Esto se manifestó plenamente durante las discusiones
sobre las lecciones del Octubre alemán, del Comité anglo-ruso y la
Revolución china. En estas ocasiones, como en otras menos importantes,
la tendencia oportunista intervino siguiendo una línea política que
contaba demasiado directamente con las ‘masas’, negando los problemas de
la ‘cima’ de la dirección revolucionaria. Desde un plano teórico
general, este enfoque es erróneo y en la época imperialista aparece como
fatal” (p. 137 de la presente edición).
Con la III Internacional
burocratizada, Trotsky va a ser el único que encarará en profundidad el
balance de los principales procesos de la lucha de clases enriqueciendo
enormemente el acervo estratégico del marxismo.
Establece una
relación compleja entre lo político y lo económico, entre lo objetivo y
lo subjetivo, entre la crisis capitalista, los momentos de
estabilización y el papel que cumplen en estos las derrotas de la clase
obrera: “No hay situaciones absolutamente sin salida’ –dice Trotsky,
siguiendo a Lenin–. La burguesía puede superar sus contradicciones más
difíciles únicamente siguiendo la ruta abierta por las derrotas del
proletariado y los errores de la dirección revolucionaria.
Pero lo
contrario también es verdad. No habrá un nuevo ascenso del capitalismo
mundial [...] si el proletariado sabe encontrar el medio de salir por el
camino revolucionario del presente equilibrio inestable” (p. 125 de la
presente edición). La revolución de 1923 y su derrota es una gran fuente
de enseñanzas. Para Trotsky la dirección del partido alemán, luego de
haber tenido una orientación ultraizquierdista en 1921, se volcó, tal
como le recomendó el III Congreso de la IC, a la “lucha por las masas”;
pero se había vuelto incapaz de deshacerse de la rutina y de esta forma
la táctica terminó desplazando a la estrategia. Trotsky advierte sobre
este peligro cuando plantea que “La lucha cotidiana para conquistar a
las masas absorbe toda la atención, crea su propia rutina en la táctica e
impide ver los problemas estratégicos que se deducen de los cambios en
la situación objetiva” (p. 142 de la presente edición).
A través
del ejemplo del Comité anglo-ruso y de las relaciones con el Kuomintang
chino, que terminaron en una derrota aplastante, Trotsky demuestra cómo
la política de la IC es convertir acuerdos temporales o circunstanciales
en alianzas estratégicas, aunque esto signifique incluso, la masacre de
miles de comunistas chinos. La IC, como todo centrismo, sostenía una
política de derecha llevando a grandes derrotas y luego, con una
relación de fuerzas desfavorable, se lanzaba a aventuras
ultraizquierdistas para cubrir las consecuencias de sus propios actos.
A
partir del VI Congreso la IC comenzó su giro “ultraizquierdista”, el
que llegó a su punto culminante cuando permitió el ascenso del fascismo
en Alemania, por negarse a realizar un frente único con la
socialdemocracia, a la que acusaba de “socialfascista”. Este curso
seguirá hasta el VII Congreso de la IC, en 1935, cuando vota la
aplicación en todos los países de la política de los “frentes
populares”, frentes de colaboración de clases que llevaron a la derrota
procesos revolucionarios como los de Francia y España (derrotas que
allanaron el camino a la Segunda Guerra Mundial), para luego desembocar
en la alianza con el nazismo en 1939, a través del pacto Hitler-Stalin.
El
derrotero de la teoría del socialismo en un solo país llegó a sus
últimas consecuencias cuando Stalin, como demostración de su actitud
conciliadora hacia los Aliados durante la Segunda Guerra Mundial,
disuelve la Internacional en 1943 por carecer de “funcionalidad”. La
renuncia a la revolución internacional por la burocracia stalinista fue
lo que permitió que dos sistemas de por sí antagónicos (a pesar de las
deformaciones burocráticas) pudieran coexistir durante tantos años.
Inevitablemente, como planteó Trotsky, un sistema iba a terminar
triunfando sobre el otro.
Por el contrario, Trotsky desarrollará y
generalizará su teoría de la revolución permanente, plasmada en una
polémica con Karl Radek alrededor de la política hacia la revolución
china y el Kuomintang, que finaliza en sus 14 “Tesis fundamentales” .
Aunque a través de esta polémica demostrará que el imperialismo ha
dejado de lado la vieja distinción entre países maduros o inmaduros para
la dictadura del proletariado, sean países avanzados como Alemania,
imperios decadentes como Rusia o países atrasados como China, ya en la
“Crítica al Proyecto de Programa”, adelanta esta generalización de su
teoría: “Por sí misma, la tesis de la falta de madurez económica y
cultural, tanto de China como de Rusia (evidentemente mayor todavía en
China que en Rusia) no puede ser discutida. Pero no se puede deducir de
esto que el proletariado deba renunciar a la conquista del poder, cuando
esta es dictada por todas las condiciones históricas y por una
situación revolucionaria en el país.
La cuestión histórica
concreta, política, se reduce a saber, no si China está económicamente
madura para establecer su propio socialismo, sino más bien si,
políticamente, está madura para la dictadura del proletariado. Estas dos
cuestiones no son de ninguna manera idénticas. Lo serían si no
existiese en el mundo una ley del desarrollo desigual. En el presente
caso, esta ley, que se extiende enteramente a las relaciones mutuas
entre la economía y la política, es perfectamente aplicable. ¿Está
China, entonces, madura para la dictadura del proletariado? Sólo la
experiencia de la lucha podrá decirlo de una forma indiscutible” (p. 223
de la presente edición).
Las “Tesis fundamentales” demostraron
frente a cada nuevo fenómeno de la lucha de clases como el fascismo, la
guerra civil española o los bonapartismos “sui generis”, la perspectiva
de la revolución proletaria internacional. La IV Internacional se fundó
en 1938, como continuación de la Oposición de Izquierda Internacional,
preparándose para ser una alternativa a las direcciones que, como la
socialdemocracia o el stalinismo, eran (y son) un obstáculo para la
revolución internacional, para conducir al triunfo a los procesos
revolucionarios que, seguramente, se desarrollarían, tanto en los países
imperialistas como en las semicolonias, debido a los padecimientos de
las masas durante la Segunda Guerra Mundial. Aunque la IV Internacional
no pudo dirigir estos procesos, consideramos que la aguda crisis del
capitalismo mundial actualmente en curso pone de relieve, nuevamente, la
necesidad de llevar adelante esta tarea.
* * *
Esta
obra fue realizada por un equipo de Ediciones IPS y el CEIP. La edición
general estuvo a cargo de Gabriela Liszt, quien junto a Rossana Cortez
tuvieron a su cargo las traducciones del francés. Demian Paredes y
Valeria Foglia fueron los responsables de la corrección de estilo. Y
Julio Patricio Rovelli de la producción editorial.
Agradecemos
especialmente a Pablo Oprinari y a Bárbara Funes por sus gestiones para
la coedición de las Obras escogidas de León Trotsky con el Instituto del
Derecho de Asilo-Museo Casa de León Trotsky, A. C.
----------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
[1]
La presente edición está basada en traducciones castellanas pero ha
sido cotejada y modificada según la edición original francesa. Julián
Gorkin realizó una traducción al español en 1930.
[2]Los oposicionistas fueron expulsados del PCUS en el XV Congreso (1927).
[3]
Ver “La crisis de la Internacional”, p. 23 de esta edición. Más
adelante, en una carta del 16 de diciembre de 1928, frente al ultimátum
de expulsión de la URSS, Trotsky cita esta parte de la declaración,
agregando: “No tengo nada que quitar ni añadir a estas palabras” (León
Trotsky, Mi Vida, Bs. As., Pluma, 1979, p. 444).
[4] Cf. Pierre Broué, Histoire de l’International communiste, París, Fayard, 1997, p. 570.
[5]Para
esta edición, hemos agregado tres textos no incluidos en anteriores
ediciones españolas. El primero, la declaración ya nombrada; el segundo,
un “Prefacio a una edición alemana” como folleto de la Parte 4 (“¿Quién
dirige hoy la Internacional Comunista?”), y un anexo: “¿Socialismo en
un solo país?”. Las notas entre corchetes que dicen NdEF pertenecen a la
edición francesa; las que dicen NdEE pertenecen a la edición española;
las que dicen NdLT y LT, que tambien aparecen entre paréntesis son del
autor. Las signadas con NdE pertenecen a esta edición.
[6] Ver León Trotsky, La teoría de la revolución permanente (compilación), 3.º ed., Bs. As., Ediciones IPS, 2011, p. 239.
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