Compañero Coco:
Me llenó de orgullo y satisfacción la respuesta a la señora
presidenta, con firmeza y altura. Ella habla en nombre de un régimen
burgués cada día más parasitario y decadente. Por lo tanto es una
enemiga de nosotros los explotados. Escucharla hablar y prometer, da la
impresión de estar en el país de las maravillas. Siempre rodeada de una
jauría de perros falderos para aplaudir promesas que llegan tarde y la
mayoría de las veces se pierden en el camino. Yo soy un jubilado que
ganó la mínima y abrigo ciertos temores que un día menos pensado, la
señora presidenta salga a decir que nos alimentamos con arenque ahumado
de Noruega y que tres veces a la semana saboreamos faisán traído de la
India. Y como disponemos de tiempo, cada fin de mes disfrutamos de los
aires caribeños de Cancún o en islas Margaritas de Venezuela.
¡Pero la señora presidenta va más lejos! Trata de borrar de la mente
de la clase obrera y el pueblo esas grandiosas gestas que fueron el
Cordobazo, el Rosariazo y tantas otras luchas y combates que dieron esos
obreros avanzados, de los cuales me siento orgulloso que fuimos parte.
El clasismo entró pisando fuerte la arena nacional y desplegando mucha
autoridad, con ocupaciones de fábrica y toma de rehenes y entró a
cuestionar la propiedad privada y a controlar la producción. Esto a la
gran patronal la llenó de espanto. Coco, el golpe de estado del ‘76 no
cayó del cielo, tiene nombre y apellido y lo tengo bien grabado en la
memoria. Cuando el Doctor Balbín, gran radical, lo expresó en un diario
de tirada legal y fue muy claro. Dijo “hay que terminar con las
guerrillas fabriles”. Y corrió desesperado a golpear la puerta de los
cuarteles. La repuesta no se hizo esperar y en poco tiempo fueron
treinta mil los desaparecidos. Yo les advierto siempre a mis camaradas
que a lo largo de mi vida como militante jamás encontré un animal más
salvaje y cruel que un burgués asustado. Cuando olfatea que peligran sus
bienes materiales robados a los que no comen, para protegerlos va y le
echa mano a cualquier recurso. Compañero Coco, nosotros tenemos la
obligación de hacer conocer estas verdades a esa hermosa juventud que
hoy se acerca a la política, quiénes masacraron a la generación gloriosa
de la cual fuimos parte. Te comento, el 10 de abril a las 5 de la
mañana nos dimos cita en Panamericana y Ford. Yo viajé en un micro que
en mayoría eran docentes, todos convencidos de apoyar el paro. A poco de
andar el aire se pobló con voces de estudiantes con los obreros que
llegaban de diferentes fábricas formando un grupo compacto y muy
numeroso. Flameaban al aire un revuelo de banderas rojas y cartelones.
Estaba aclarando el día cuando esa fuerza pujante que éramos nos topamos
con la Gendarmería y los carros hidrantes dirigidos por ese elemento
llamado Berni, tratando de impedir el corte. En ese encontronazo no
faltaron bastones, chorros de agua y balas de goma. De poco le sirvió
todo ese despliegue policial ante ese empuje de obreros y estudiantes
pegando todos con un sólo puño. Para muchos jóvenes era su bautismo de
lucha y vieron el poder de la clase obrera cuando tensa sus músculos
para entrar en combate. En esos momentos me parecía ver las
coordinadoras del ‘70 y durante varias horas fuimos los dueños de la
ruta. Vos nos recordás al “Cuqui” Curutchet por el cual siento un
profundo respeto que hoy lo tomaron muchos profesionales. En el fango
del combate estaban los diputados Del Caño y Christian Castillo
cumpliendo con la palabra empeñada de estar al servicio de la clase
obrera y sus luchas. Quien escribe estas líneas al otro día cumplió 81
años. Qué hermoso regalo me brindó mi clase a este viejo revolucionario
que sigue levantando bien alto las banderas de la revolución. Coco,
espero poder estrechar tu mano y poder sacar las conclusiones de esas
jornadas de los años setenta.
Un abrazo a la distancia.
Martín Ruta 8, militante del PTS
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