Eduardo Castilla
Mientras escribimos esto,
se acaba de confirmar que hay 46 víctimas fatales y más de 2000 personas
evacuadas en La Plata. Además, son cientos de miles los afectados, los que han
perdido sus pertenencias, los que no tienen donde pasar la noche. Estas
víctimas se suman a los muertos ayer en Capital, entre ellos un trabajador del
Subte, víctima de la desidia de la empresa Metrovías, como se denuncia acá.
El terrible crimen social que estamos
presenciando pasó en el país de los diez años de crecimiento a tasas chinas,
del “modelo” alternativo al “ajuste que
se hace en Europa”, de la “recuperación del trabajo y la dignidad”. Pero, como dijo
CFK en un discurso de apertura de sesiones legislativas, están los que quieren
crear un país virtual y están los que viven (y sufren) el país real. Éste es el
país de la Masacre de Once,
el país de los asesinados por pedir tierra y vivienda en el Parque
Indoamericano y en Ledesma, el país de las muertes QOM en una provincia
gobernada por el kirchnerismo. En pleno
siglo XXI, luego de diez años de crecimiento y “redistribución de la riqueza”,
millones han perdido lo poco que tienen en cuestión de horas. Ese es el país real.
Frente a eso, están los constructores del país virtual. Los
oficialistas de todo tipo que, en el marco de las penurias espantosas que están
sufriendo cientos de miles de personas en estos momentos, coindicen en la
negación completa de sus responsabilidades. Scioli acaba de reiterar que se
trata de un “desastre natural”. Ayer Macri utilizó la misma “argumentación”,
hablando de un desastre climático. Obviamente CFK no estuvo ajena a esta
sintonía.
Pero el cinismo se
redobla, cuando todos los políticos salen a decir que ahora van a garantizar “la
seguridad”. Ahora, CFK nos informa,
desde el lugar de los hechos, que "La gente lo que tiene es
temor ahora a la noche porque vieron caras extrañas". “Caras extrañas”. Hasta el lenguaje es absolutamente reaccionario. “Caras extrañas” serían la de los
funcionarios responsables del área que nunca aparecieron. “Caras extrañas” son la de la propia Cristina, Scioli o Macri que sólo
visitan estas zonas cuando ocurren catástrofes de este tipo o en las campañas
electorales.
Para “garantizar
la seguridad”, es decir para impedir que se exprese la legítima bronca del
pueblo trabajador que ha perdido todo como ya estaba ocurriendo con algunos
piquetes, es que sacaran a las calles a 400 policías, al grupo Halcón y a unidades del ejército. Ahora les surge una
repentina preocupación por la “seguridad de la población”. Seguridad que no es
la de sus casas, de sus vehículos, su ropa o sus muebles, sino la seguridad de
la propiedad privada de los grandes capitalistas.
Los que habitan el país
real pasarán la noche en refugios, con frío y poca comida. Mañana o en los próximos
días, volverán a sus casas destrozadas y sabrán lo que han perdido. Los que
habitan el país virtual lo harán en las lujosas torres de Puerto Madero, en los
countries o en los barrios privados. Cristina está entre ellos/as. “Sabe”
lo que es perder su casa porqué la pasó cuando era chica. Por eso ahora tiene
una enorme mansión en el Calafate, para evitar el problema por las inundaciones.
Los compañeros y
compañeras del PTS La Plata “están recorriendo las zonas
más castigadas, brindando la solidaridad y poniéndose a disposición de las
necesidades más urgentes de la población” como señala
éste comunicado. En
muchas partes del país se están poniendo en movimiento trabajadores, jóvenes,
estudiantes, personas de todas las edades, para realizar colectas y ayudar a la
población damnificada. Como lo revelan numerosos testimonios fue la ayuda de
cada vecino la que pudo evitar que esta catástrofe fuera mayor y más terrible de
lo que está siendo. Una vez más queda
claro que la casta política que administra el estado al servicio de los grandes
empresarios es completamente ajena a las necesidades del pueblo pobre y
trabajador.
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