Hace pocos días terminó el contundente paro de la UTA Córdoba que dejó a
más de 500mil usuarios sin transporte por el lapso de 72hs. Según algunos
medios, hacía 20 años que no se daba una medida de lucha de semejante magnitud.
Lo que nos interesa rescatar, más allá de la dureza de la huelga y de las
posiciones sobre la misma, son algunas conclusiones acerca de las tendencias que
se empiezan a expresar en la provincia, en el marco de las primeras
repercusiones de la crisis capitalista. Lo que volcamos aquí no es producto de
un pensamiento individual, sino de una reflexión colectiva que venimos haciendo
entre compañeros y compañeras militantes del PTS.
Una enorme fuerza social
León Trotsky
afirmaba en 1905
que “El principal método de lucha aplicado por el soviet fue la huelga general
política. La eficacia revolucionaria de este tipo de huelga reside en que, aparte de su influencia sobre el capital,
desorganiza el poder del gobierno”.
Salvando las enormes distancias, en estos días pudimos
ver una confirmación en miniatura del gigantesco poder de un sector estratégico
de la clase obrera. Empezando por las
cientos de miles de personas que no llegaron a sus lugares de trabajo, con la
consiguiente paralización de otros sectores de la economía, pasando por los
estudiantes secundarios y docentes así como las universidades, las aulas de la
ciudad se vaciaron producto de la medida. En todo Córdoba se vieron las huellas
de esta poderosa acción. Algunos medios señalaron que las ventas en el centro cayeron
un 35% producto de la misma. Una confirmación estadística de ese poder.
Con esta medida, los trabajadores impusieron una verdadera relación de
fuerzas a su favor. En la misma pelea se derrotó además el intento de
regimentar la huelga. La declaración de ilegalidad de la misma no fue un freno.
Como acción ha sido una demostración de
fuerzas verdaderamente contundente.
Un régimen con brechas
La lucha de los trabajadores de la UTA se inscribe dentro de una tendencia
que se viene desarrollando, donde emergen sectores en peleas parciales. Lo
vimos en el conflicto de la salud, con los docentes y con las movilizaciones de
los trabajadores de Luz y Fuerza contra el vaciamiento de la empresa.
Esas luchas enfrentan a un régimen marcado por figuras del bipartidismo cordobés,
del PJ y la UCR, en sus versiones “radicalizadas” de derecha. Más allá de los
giros discursivos que los obliguen a tomar la crisis de las finanzas estatales,
De la Sota y Mestre expresan las respectivas alas derechas de sus propias
formaciones políticas. Mestre hizo campaña prometiendo “orden”. El Gallego ya
anunció que va a modificar el Córdigo de faltas para reprimir la protesta
social.
Pero, en sus intenciones, tienen un límite social y político. La relación de
fuerzas realmente existente, tanto a nivel nacional como a nivel provincial, impiden
avanzar en medidas abiertamente ofensivas contra la clase trabajadora. Como señalamos luego de las elecciones
provinciales en el 2011, el voto conservador a De la Sota se explicaba
fundamentalmente por la estabilidad económica. Ese pilar es el que tiene cada
menos solidez.
El discurso y la política anti-obrera de estos gobiernos no está basado
en grandes derrotas de los trabajadores, sino en ese conformismo en proceso de
desgaste. Esta relación de fuerzas más profunda es la que, por el momento, los
obliga a negociar, a su pesar. Como se encarga de señalar
La Voz en relación al conflicto de Luz y Fuerza, “Por ahora, nada cambió y la mano dura se hace esperar”.
Del “Pacto social” en el gobierno…
De la Sota intentó evitar estas tendencias a la irrupción del movimiento
obrero, a través de la integración lisa y llana de la burocracia sindical al
gobierno provincial. Mientras el kirchnerismo expulsaba a Moyano y el conjunto
del arco sindical de su esfera de poder, el Gallego actuaba de manera
centrípeta con la dirección burocrática del movimiento obrero.
Con Dragún como ministro de trabajo de la provincia, se intentaba montar un
“Pacto social” en el gobierno, para ponerle freno a los reclamos. Colocando a
los dirigentes sindicales en puestos clave, el gobierno esperaba poder contener
al movimiento obrero y evitar el desarrollo de tendencias más combativas.
Si León Trotsky escribió
que “El capitalismo monopolista cada vez tiene menos
interés en transigir con la independencia de los sindicatos. Exige que la
burocracia reformista y la aristocracia obrera (…) se transformen en su policía
política a los ojos de la clase obrera”, De la
Sota, fiel representante del “capital monopolista” que opera en la provincia,
quiso institucionalizar ese papel de “policía política”. Esto es lo que venía intentando Dragún, amenazando con sanciones a los docentes,
los trabajadores de la salud y los de Luz y Fuerza cuando estos salían a
luchar.
Pero estos primeros meses de De la Sota parecen mostrar que el objetivo de
ese “Pacto Social” es más un deseo que una posibilidad real. El paro de la UTA golpeó
la imagen de Dragún. Éste fue cuestionado por derecha por no haber declarado
antes la ilegalidad de la medida. Pero también por izquierda, por los mismos trabajadores en huelga, que
lo consideran como Secretario General de una de las CGTs cordobesas, dentro de
la cual, paradójicamente, se alinea la UTA. Ese cuestionamiento siguió en los días posteriores, como se ve acá.
El papel que aspiraban a lograr con Dragún, garantizando la paz social, está
puesto en cuestión. Como señala
esta periodista “Luego de lo que hizo UTA
ante el dictado de una conciliación obligatoria y –en especial– después de las consecuencias inocuas que
hasta ahora tuvo para el gremio de los choferes la decisión de mantener un paro
declarado ilegal, cuesta imaginar
qué poder tendrán de ahora en más las disposiciones del Ministerio de Trabajo
de la Provincia”
La “tradición” del dirigente del SMATA de ceder ante todos los
ataques patronales, tiene límites cuando se trata de imponerlo como política
general del movimiento obrero cordobés. Al mismo tiempo es imposible, por la relación de fuerzas antes señalada, imponer una conducción unificada en el movimiento obrero bajo una CGT oficialista. Es por eso que vimos hace poco más de una semana, dos actos de la CGT.
…Al cerco ante la acción directa
Pero el derecho a huelga no sólo fue atacado por el
gobierno, sino también por los grandes medios de comunicación que vienen
haciendo una campaña gorila contra cualquier reclamo de los trabajadores. Asistimos a una furiosa propaganda tanto en los medios pertenecientes a la “Corpo”, (como La
Voz del Interior o Canal 12) como en aquellos que pertenecen al monopolio
“nac&pop” como Canal 10 de los SRT, que salió a atacar la medida de los
trabajadores, mostrando cómo eran afectados los sectores más empobrecidos de la
ciudad, haciendo una especie de “gorilismo progre”.
Marcando la tónica hace pocos días y en una suerte de malabar discursivo, la editorial de La
Voz apuntaba “El
nuevo sindicalismo tiene sus pro y sus contras, ya que por un lado amplía la
representación de los trabajadores y por el otro reaviva, con sus
comportamientos anárquicos, los conflictos sociales, perjudicando muchas veces
a los ciudadanos comunes con sus paros sorpresivos y el cese de la prestación
de servicios esenciales como el transporte o los cortes prolongados de la circulación
de vehículos y personas”.
En Córdoba los
medios cumplen el papel de voceros abiertos de los intereses patronales. Pero precisamente,
estas advertencias y la campaña desatada contra la acción directa de los
trabajadores, muestra los límites estructurales que tiene el régimen político
de la provincia para imponer un freno a la acción directa. Esos límites son los
que las futuras luchas obreras, estudiantiles o por demandas democráticas, cuestionarán.
Carolina se escribe con K
Esta contradicción alienta la aparición del kirchnerismo con mucha fuerza
en el escenario político provincial. Los festejos por los 400 años de la universidad
en estos días, son parte del operativo político destinado a erigir a la rectora
Scotto en la figura de peso y con prestigio que requiere, como el aire mismo,
el kirchnerismo cordobés.
En estos años, el arco político K en Córdoba fue un verdadero cambalache,
con ex desalotistas como Accastello y Olga Ruitort, junto a integrantes de los
organismos de DDHH. A eso se sumó la dispersión dentro de las agrupaciones de
base y la multiplicación
de los caudillos. Algunos medios señalan
que, durante la visita de Mariotto hace pocos días, resonó la orden de terminar
con los kioscos, para avanzar en unificar fuerzas.
Más allá de las posibilidades que tenga el kirchnerismo de convertir a
Scotto en una figura de peso que puede devenir diputada nacional o gobernadora
en el futuro, los elementos estructurales de la relación del movimiento obrero
con el régimen, serán parte de la escena en un período relativamente cercano.
Nuevos y mayores choques entre el movimiento obrero y el gobierno se
preparan en el futuro. En esos momentos, se verá si es la izquierda
revolucionaria la que puede influir decisivamente o el deslucido
kirchnerismo cordobés que vive de lindas palabras, pero por fuera de la lucha
de clases.
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