jueves, 10 de mayo de 2012

Córdoba: la fuerza social de la clase obrera y el régimen político. Apuntes I


Hace pocos días terminó el contundente paro de la UTA Córdoba que dejó a más de 500mil usuarios sin transporte por el lapso de 72hs. Según algunos medios, hacía 20 años que no se daba una medida de lucha de semejante magnitud.
Lo que nos interesa rescatar, más allá de la dureza de la huelga y de las posiciones sobre la misma, son algunas conclusiones acerca de las tendencias que se empiezan a expresar en la provincia, en el marco de las primeras repercusiones de la crisis capitalista. Lo que volcamos aquí no es producto de un pensamiento individual, sino de una reflexión colectiva que venimos haciendo entre compañeros y compañeras militantes del PTS.

Una enorme fuerza social

León Trotsky afirmaba en 1905 que El principal método de lucha aplicado por el soviet fue la huelga general política. La eficacia revolucionaria de este tipo de huelga reside en que, aparte de su influencia sobre el capital, desorganiza el poder del gobierno.
Salvando las enormes distancias, en estos días pudimos ver una confirmación en miniatura del gigantesco poder de un sector estratégico de la clase obrera. Empezando por las cientos de miles de personas que no llegaron a sus lugares de trabajo, con la consiguiente paralización de otros sectores de la economía, pasando por los estudiantes secundarios y docentes así como las universidades, las aulas de la ciudad se vaciaron producto de la medida. En todo Córdoba se vieron las huellas de esta poderosa acción. Algunos medios señalaron que las ventas en el centro cayeron un 35% producto de la misma. Una confirmación estadística de ese poder.
Con esta medida, los trabajadores impusieron una verdadera relación de fuerzas a su favor. En la misma pelea se derrotó además el intento de regimentar la huelga. La declaración de ilegalidad de la misma no fue un freno. Como acción ha  sido una demostración de fuerzas verdaderamente contundente.  

Un régimen con brechas

La lucha de los trabajadores de la UTA se inscribe dentro de una tendencia que se viene desarrollando, donde emergen sectores en peleas parciales. Lo vimos en el conflicto de la salud, con los docentes y con las movilizaciones de los trabajadores de Luz y Fuerza contra el vaciamiento de la empresa.
Esas luchas enfrentan a un régimen marcado por figuras del bipartidismo cordobés, del PJ y la UCR, en sus versiones “radicalizadas” de derecha. Más allá de los giros discursivos que los obliguen a tomar la crisis de las finanzas estatales, De la Sota y Mestre expresan las respectivas alas derechas de sus propias formaciones políticas. Mestre hizo campaña prometiendo “orden”. El Gallego ya anunció que va a modificar el Córdigo de faltas para reprimir la protesta social.
Pero, en sus intenciones, tienen un límite social y político. La relación de fuerzas realmente existente, tanto a nivel nacional como a nivel provincial, impiden avanzar en medidas abiertamente ofensivas contra la clase trabajadora. Como señalamos luego de las elecciones provinciales en el 2011, el voto conservador a De la Sota se explicaba fundamentalmente por la estabilidad económica. Ese pilar es el que tiene cada menos solidez.  
El discurso y la política anti-obrera de estos gobiernos no está basado en grandes derrotas de los trabajadores, sino en ese conformismo en proceso de desgaste. Esta relación de fuerzas más profunda es la que, por el momento, los obliga a negociar, a su pesar. Como se encarga de señalar La Voz en relación al conflicto de Luz y Fuerza, “Por ahora, nada cambió y la mano dura se hace esperar”.

Del “Pacto social” en el gobierno…

De la Sota intentó evitar estas tendencias a la irrupción del movimiento obrero, a través de la integración lisa y llana de la burocracia sindical al gobierno provincial. Mientras el kirchnerismo expulsaba a Moyano y el conjunto del arco sindical de su esfera de poder, el Gallego actuaba de manera centrípeta con la dirección burocrática del movimiento obrero.
Con Dragún como ministro de trabajo de la provincia, se intentaba montar un “Pacto social” en el gobierno, para ponerle freno a los reclamos. Colocando a los dirigentes sindicales en puestos clave, el gobierno esperaba poder contener al movimiento obrero y evitar el desarrollo de tendencias más combativas.
Si León Trotsky escribió que El capitalismo monopolista cada vez tiene menos interés en transigir con la independencia de los sindicatos. Exige que la burocracia reformista y la aristocracia obrera (…) se transformen en su policía política a los ojos de la clase obrera”, De la Sota, fiel representante del “capital monopolista” que opera en la provincia, quiso institucionalizar ese papel de “policía política”. Esto es lo que venía intentando Dragún, amenazando con sanciones a los docentes, los trabajadores de la salud y los de Luz y Fuerza cuando estos salían a luchar.  
Pero estos primeros meses de De la Sota parecen mostrar que el objetivo de ese “Pacto Social” es más un deseo que una posibilidad real. El paro de la UTA golpeó la imagen de Dragún. Éste fue cuestionado por derecha por no haber declarado antes la ilegalidad de la medida. Pero también por izquierda, por los mismos trabajadores en huelga, que lo consideran como Secretario General de una de las CGTs cordobesas, dentro de la cual, paradójicamente, se alinea la UTA. Ese cuestionamiento siguió en los días posteriores, como se ve acá.
El papel que aspiraban a lograr con Dragún, garantizando la paz social, está puesto en cuestión. Como señala esta periodista Luego de lo que hizo UTA ante el dictado de una conciliación obligatoria y –en especial– después de las consecuencias inocuas que hasta ahora tuvo para el gremio de los choferes la decisión de mantener un paro declarado ilegal, cuesta imaginar qué poder tendrán de ahora en más las disposiciones del Ministerio de Trabajo de la Provincia
La “tradición” del dirigente del SMATA de ceder ante todos los ataques patronales, tiene límites cuando se trata de imponerlo como política general del movimiento obrero cordobés. Al mismo tiempo es imposible, por la relación de fuerzas antes señalada, imponer una conducción unificada en el movimiento obrero bajo una CGT oficialista. Es por eso que vimos hace poco más de una semana, dos actos de la CGT.
…Al cerco ante la acción directa

Pero el derecho a huelga no sólo fue atacado por el gobierno, sino también por los grandes medios de comunicación que vienen haciendo una campaña gorila contra cualquier reclamo de los trabajadores. Asistimos a una furiosa propaganda tanto en los medios pertenecientes a la “Corpo”, (como La Voz del Interior o Canal 12) como en aquellos que pertenecen al monopolio “nac&pop” como Canal 10 de los SRT, que salió a atacar la medida de los trabajadores, mostrando cómo eran afectados los sectores más empobrecidos de la ciudad, haciendo una especie de “gorilismo progre”.
Marcando la tónica hace pocos días y en una suerte de malabar discursivo, la editorial de La Voz apuntaba “El nuevo sindicalismo tiene sus pro y sus contras, ya que por un lado amplía la representación de los trabajadores y por el otro reaviva, con sus comportamientos anárquicos, los conflictos sociales, perjudicando muchas veces a los ciudadanos comunes con sus paros sorpresivos y el cese de la prestación de servicios esenciales como el transporte o los cortes prolongados de la circulación de vehículos y personas”.
En Córdoba los medios cumplen el papel de voceros abiertos de los intereses patronales. Pero precisamente, estas advertencias y la campaña desatada contra la acción directa de los trabajadores, muestra los límites estructurales que tiene el régimen político de la provincia para imponer un freno a la acción directa. Esos límites son los que las futuras luchas obreras, estudiantiles o por demandas democráticas,  cuestionarán.

Carolina se escribe con K

Esta contradicción alienta la aparición del kirchnerismo con mucha fuerza en el escenario político provincial. Los festejos por los 400 años de la universidad en estos días, son parte del operativo político destinado a erigir a la rectora Scotto en la figura de peso y con prestigio que requiere, como el aire mismo, el kirchnerismo cordobés.
En estos años, el arco político K en Córdoba fue un verdadero cambalache, con ex desalotistas como Accastello y Olga Ruitort, junto a integrantes de los organismos de DDHH. A eso se sumó la dispersión dentro de las agrupaciones de base y la multiplicación de los caudillos. Algunos medios señalan que, durante la visita de Mariotto hace pocos días, resonó la orden de terminar con los kioscos, para avanzar en unificar fuerzas.
Más allá de las posibilidades que tenga el kirchnerismo de convertir a Scotto en una figura de peso que puede devenir diputada nacional o gobernadora en el futuro, los elementos estructurales de la relación del movimiento obrero con el régimen, serán parte de la escena en un período relativamente cercano.
Nuevos y mayores choques entre el movimiento obrero y el gobierno se preparan en el futuro. En esos momentos, se verá si es la izquierda revolucionaria la que puede influir decisivamente o el deslucido kirchnerismo cordobés que vive de lindas palabras, pero por fuera de la lucha de clases.   

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