Agradezco los aportes y opiniones de mis amigos Nicolás del Caño y Alejandro Camac
La represión en Santa Cruz sacó a
relucir una crisis profunda de las finanzas de las provincias, que no le
pertenece sólo a la región austral sino que, como se dice acá,
recorre muchos de los distritos de nuestra geografía. Como señala la misma
nota, los nuevos acuerdos firmados entre las provincias y el gobierno nacional,
permiten refinanciar deudas hasta el 2013, pero al costo de permitir el
“monitoreo” de sus cuentas de ahora en adelante. Se ve que Angela Merkel va
imponiendo tendencias también por estos lares.
Pero junto al ajuste lo que vino
a parar a la primera plana de todos los diarios y medios es la profunda interna
que tiene el peronismo provincial. La Cámpora y todos los funcionarios ligados
directamente al cristinismo hicieron la gran “Casildo
Herreras” renunciando en gran escala y dejando en una crisis política de
magnitud al gobernador Peralta para evitar pagar los costos políticos de este
brutal ajuste.
La respuesta de los
trabajadores fue la que imprimió una derrota parcial a este plan y abrió la
crisis del oficialismo provincial. Aunque ahora el ajuste haya pasado para marzo
con el aval de la burocracia sindical, en esta provincia así como en otras, se aproximan
más convulsiones políticas y sociales.
“Crujidos” en la coalición
Pero en esta semana que termina,
de este año que termina, no sólo pasó la crisis entre la Cámpora y Peralta, sino
que vimos otros ruidos de los crujidos de la coalición cristinista que empiezan
a mostrar sus límites.
La última semana del 2011 arrancó
con José
Pablo Feinmann haciendo una especie de catarsis intelectual, declarando que
él no es un “intelectual K”. Algo que nos venimos a enterar después de haberlo
leído cientos de veces defendiendo las dos gestiones K, incluso en formas
realmente lamentables como ante el asesinato del compañero Mariano
Ferreyra.
Casi al final de la misma semana
fueron los intelectuales de Carta Abierta,
los que se “animaron” a “criticar” algunos aspectos de la política del gobierno
nacional. Todo muy moderado, pero cuando el río suena….
Como se señaló hace unos meses,
el cristinismo es una coalición
inestable de gobierno y en la medida en que el gobierno nacional impone un giro
hacia la derecha, se abren mayores brechas y cruje el edificio. Son estas
contradicciones las que empiezan a estallar con mayor o menor virulencia.
La promulgación de la Ley Antiterrorista
abrió una catarata de rechazos, cuestionamientos y críticas por parte de la llamada
“izquierda kirchnerista”. La pelea con Moyano y el discurso antisindical de CFK
también generan ruido en cierto sector progresista que apoya al gobierno.
En este marco, como se dice acá
y acá las internas
abiertas entre cristinismo y pejotismo también tienen lugar en dos bastiones
del “poder real” que existe en Argentina. En estos terrenos las batallas
todavía están en la etapa de las escaramuzas y los avisos. Pero el giro de la Cámpora en Santa Cruz,
preanuncia que estas internas pueden hacerse más agudas y llevar a crisis
políticas de magnitud. Aunque es preciso remarcar que ahí fue la respuesta de
los trabajadores la que abrió esa crisis interna, ya que la Cámpora había acompañado
al ajuste hasta las puertas mismas de la Legislatura.
Intervención, costos políticos y alianzas
Según LPO
el gobierno discutió intervenir Santa Cruz, pero lo terminó descartando. Más
allá de la veracidad o no de tal información (no señalada por otros medios) la
definición de intervenir la provincia significaba poner en tensión a todo al
arco político que hoy respalda a Cristina. La intervención federal implicaba dar al gobierno nacional un
mecanismo que le permitía intervenir en cada crisis provincial, en el escenario
de un 2012 que seguramente estará marcado por las luchas de estatales contra
los recortes que se vienen. Esto iría abiertamente en contra de los
gobernadores. Difícilmente los diputados que representan directamente a los
“gobernas” votarían a favor de una medida que puede ser utilizada contra ellos
en los momentos en que los ajustes de las finanzas provinciales abran crisis
políticas como la que vemos al sur.
¿Vuelta a los 90 después de vivir un siglo?
En los 90’ el estado nacional y las
provincias llevaron adelante un proceso que ajuste que implicó dejar a decenas
de miles de estatales en las calles. Por esos años, la clase trabajadora no
paró de apilar derrotas: morales y materiales. No sólo acá. Por todo el mundo.
A la herencia de miles de
desaparecidos por la dictadura genocida del 76 se le sumaron los cientos de
miles de despidos producto de las privatizaciones. Esto se dio en el marco de
un retroceso ideológico mundial con la caída del Muro de Berlín, el fin del
“Socialismo real” y el triunfalismo burgués que se abrió a partir de ese
momento. Este último aspecto, a pesar de derrumbar al estalinismo, borró de la
cabeza de millones la idea de que era posible un sistema alternativo al
capitalismo.
A partir de 1993, la crisis de
las finanzas provinciales hizo emerger las luchas de los trabajadores estatales
de diversas provincias. Esos estallidos provinciales fueron los motores de una
recuperación incipiente en la subjetividad de la clase trabajadora que años
después iba a empalmar con el surgimiento de los movimientos piqueteros. Todo
en el largo camino que preparó las Jornadas revolucionarias de diciembre del
2001.
Hagamos un racconto corto de
algunas de aquellas explosiones, cuya mecha se prendió con la crisis de las
finanzas provinciales.
Santiago no duerme más la
siesta En diciembre de 1993, estallaba el Santiagueñazo
como resultado de la crisis financiera de la provincia y de las medidas tomadas
para resolverla. Entre ellas estaba una “Ley Ómnibus” que decía “Declárase en
disponibilidad a todo el personal del Estado Provincial” y “el cese inmediato
de todo el personal que no haya alcanzado a la fecha de la presente, un año de
antigüedad desde el momento de su designación”. Estas disposiciones de la Ley Ómnibus, resultaban
semejantes a las que se habían aplicado una semana antes en Jujuy, y que habían
generado una revuelta popular que derivó en la intervención”.Al día
siguiente de los hechos, Schiaretti era designado interventor por el gobierno
de Menem.
Esta disposición tiene
similitudes con la que acaba de votarse en el Congreso de Río
Negro, impulsada por el gobernador Soria y avalada por el Frente para la Victoria.
“Arde la Docta”: –Doctor, se cayó el crédito –dijo Rodríguez,
con voz entrecortada.
–No, Felipe, no se cayó el crédito, se cayó el Gobierno –contestó Angeloz, con abatimiento y resignación. Julio de 1995, la “Isla” cordobesa se hunde en el medio de la crisis provocada por el “Efecto Tequila”. El estado provincial suspende los pagos a proveedores y los salarios dejan de pagarse durante más de 4 meses. La provincia estalla. El 22 y 23 de junio de ese año, los estatales de la provincia, junto a sectores de la juventud, enfrentan la represión policial, atacan edificios públicos, entre ellos la Casa Radical y abren una crisis política que obliga a Angeloz a adelantar su salida y a la asunción de Mestre.
–No, Felipe, no se cayó el crédito, se cayó el Gobierno –contestó Angeloz, con abatimiento y resignación. Julio de 1995, la “Isla” cordobesa se hunde en el medio de la crisis provocada por el “Efecto Tequila”. El estado provincial suspende los pagos a proveedores y los salarios dejan de pagarse durante más de 4 meses. La provincia estalla. El 22 y 23 de junio de ese año, los estatales de la provincia, junto a sectores de la juventud, enfrentan la represión policial, atacan edificios públicos, entre ellos la Casa Radical y abren una crisis política que obliga a Angeloz a adelantar su salida y a la asunción de Mestre.
Esas crisis provinciales de los
años 90 fueron socavando la estabilidad del menemismo, pero hay diferencias
estructurales hoy que van a favor de la clase trabajadora y el pueblo pobre.
Nuevas fuerzas, “espíritu de época” y crisis internacional
En los años 90’ hubo elementos ausentes que
hoy son parte de la situación nacional. En primer lugar el movimiento obrero
venía de sufrir una profunda derrota con las privatizaciones y la desocupación
que actuaba como un látigo disciplinando a los sectores ocupados. Hoy estamos
frente a una nueva clase obrera, que en los últimos años se incorporó a la
producción masivamente y que no tiene el lastre de esas derrotas en sus
espaldas.
Junto a esto y como consecuencia
de ese proceso de recuperación objetiva de la clase trabajadora, se vino
desarrollando un proceso de recomposición político sindical que ha tendido a
definirse como “sindicalismo de base” y que puede sentar una tradición distinta
frente a las luchas en curso en los próximos años. Desde el punto de vista de
la subjetividad de la clase trabajadora, las condiciones para enfrentar el
ataque en curso son mejores que la que existieron en los años 90’.
Pero además, como señalamos acá “la experiencia de las jornadas revolucionarias y el proceso que abrió
dejaron tendencias profundas “por abajo” y un nuevo “espíritu de época” en la
experiencia de las clases”. El ajuste que intentó imponer Peralta tiene
todos los rasgos de un ajuste neoliberal “a la europea”: aumento promedio de 10
años en la edad jubilatoria, la eliminación de la movilidad y la suspensión de
las paritarias. Este tipo de ataques, que fueron norma en el menemismo carecen
de consenso social en la actualidad. Este es uno de los resultados “perdurables”
del 2001 que incluso el gobierno nacional, en muchas ocasiones, se ve obligado
a tomar para referenciarse.
Asistimos a estas contradicciones
en el marco de la crisis capitalista más profunda que haya sufrido el mundo
desde los años 30. Si la crisis del Tequila, que implicó un hundimiento
temporal de las economías de América Latina, llevó a los ajustes y las
respuestas que ya señalamos, la crisis actual que afecta crecientemente al
conjunto del globo, empezando a superar la etapa de “desincronización” entre países
centrales y periferia, puede significar golpes más duros y una continuidad de
la respuesta de la clase trabajadora.
Podemos asistir en el 2012 a una combinación de
crisis políticas provinciales con luchas de la clase trabajadora para romper
los techos que gobierno y patronales intentan imponer en las próximas
paritarias. A eso es posible sumarle crisis políticas derivadas del giro
político-ideológico y cultural que el cristinismo viene a imponer.
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