miércoles, 17 de junio de 2015

Carta Abierta, Scioli y la obsecuencia




Eduardo Castilla

Hace tres días, por segunda vez en menos de un mes, los intelectuales de Carta Abierta pedían disculpas por un “exabrupto” contra Scioli. Hoy con Zanini vice, apoyan absolutamente. Decadencia inocultable de la intelectualidad que se autodenominó “crítica”. 


Por estos días, la llamada intelectualidad “crítica” volvió a demostrar su poca capacidad de, precisamente, crítica. Hace unos 7 años, cuando salió la Carta Abierta n°1, los intelectuales que la conformaron, junto al apoyo al gobierno frente a las patronales del campo, expresaron sus reservas sobre el “proyecto”.

Ahora, en la etapa de la consumación de la moderación kirchnerista, que termina en la candidatura presidencial de Scioli, la obsecuencia se convierte en el valor más cotizado. En una suerte de “camporización” de estos intelectuales, Ricardo Forster, afirma apoyar “absolutamente” a Scioli.

Hace pocos días, el “escarmiento” tronó sobre Eduardo Jozami, quien cometió el “error” de decir que si Scioli era presidente y Máximo su vice, esperaría la renuncia del actual motonauta. También en esas horas, Horacio González hizo malabares en una entrevista en La Nación, para no decir nada sobre el gobernador de la provincia de Buenos Aires.

Las volteretas y los giros lingüísticos de los intelectuales kirchneristas no logran justificar lo injustificable. En última instancia, desde hace un tiempo, todos se preparan para votar a Scioli como mal menor en octubre.

Seguramente, cuando esto ocurra, asistiremos a una conversión general al “Revisionismo histórico”. Norberto Galasso, firmante de la primera Carta Abierta e historiador que se ubica en esa corriente, ya lo está haciendo con relación a la historia de Néstor y Cristina. En el libro Kirchnerismo, el proyecto que transformó el país (Colihue, 2015) escribe que “a mediados de la década del 90’, Néstor encuentra dificultades para desarrollar su estrategia política. Si al principio del gobierno de Menem era posible justificar algunas políticas en el orden nacional, en tanto había logrado detener la inflación, lo cual  había hecho posible el mantenimiento el apoyo popular, ahora ya resultada evidente que se implementaba una política del más crudo neoliberalismo” (p.28).

Así, gracias a Galasso y su versión de la historia venimos a enterarnos que las privatizaciones y el despido de miles de trabajadores estatales no tuvieron nada que ver con el neoliberalismo y ese período recién “empezó” a mediados de los 90” (cuando Néstor se dio cuenta). Posiblemente, pronto, veamos aparecer las versiones “revisionistas” del pasado de Scioli.



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