A partir de este domingo La Izquierda Diario se propone analizar
críticamente los editoriales de los principales diarios del país. Es en
ellas donde pueden encontrarse definiciones políticas centrales que
seguirán jugando un papel a lo largo de la semana que se inicia. Es allí
donde se condensan ideas y temáticas que dan fundamento a la
construcción del poder político de las distintas tendencias o fracciones
de la clase dominante.
Si los medios oficialistas fueron –y siguen siendo- fundamentales a la
hora de “construir el relato” kirchnerista, no menos esencial es el
papel de los medios de comunicación opositores y sus principales
periodistas a la hora de respaldar los intereses de sectores
empresariales o opuestos al gobierno.
Sebastián Tudino y Eduardo Castilla
“Francisco es Bergoglio”
El diario que fundara Mitre, en la pluma de Morales Solá, y el principal diario oficialista, bajo la firma
de Horacio Verbitsky, coinciden en hacer centro de sus editoriales en
la reunión que mantuvieron Cristina Fernández y el papa Francisco ayer
sábado.
Aunque Morales Solá trata de marcar los límites de la reunión, centrando las preocupaciones vaticanas en la gobernabilidad argentina, lo cierto es que, para la estrategia oficial de fortalecer discursivamente su negociación con los fondos buitres, la reunión juega a favor.
En el caso de la editorial de Verbitsky esta ventaja para el gobierno nacional lo lleva a soslayar el pasado -no tan pasado- de Francisco (que sigue siendo Bergoglio) haciendo un relato progresista de la Iglesia, algo que dista mucho de la realidad y su historia de apoyo a genocidas.
Aunque Morales Solá trata de marcar los límites de la reunión, centrando las preocupaciones vaticanas en la gobernabilidad argentina, lo cierto es que, para la estrategia oficial de fortalecer discursivamente su negociación con los fondos buitres, la reunión juega a favor.
En el caso de la editorial de Verbitsky esta ventaja para el gobierno nacional lo lleva a soslayar el pasado -no tan pasado- de Francisco (que sigue siendo Bergoglio) haciendo un relato progresista de la Iglesia, algo que dista mucho de la realidad y su historia de apoyo a genocidas.
El discurso papal contra el “sistema financiero” mundial –un apoyo
más bien timorato-, no solo expresa conveniencia para el gobierno sino
que también es parte de la estrategia vaticana para acercar la iglesia a
sus fieles y avanzar en la imposición de su propia agenda cultural al
interior del país. La reunión de ayer, tendrá sus costos. La agenda
cultural e igualitaria de la que supo ufanarse el gobierno, sufre y
sufrirá nuevos embates.
Lo cierto es que la estrategia gubernamental pretende fortalecer sus
posiciones negociadoras en lo que queda de tiempo hasta que el 1º de
enero de 2015 cuando caiga la cláusula RUFO. Allí se verá si los
buitres, que hoy son el centro de los ataques oficiales, pasan a ser
nuevamente “bonistas respetables” o si, por el contario, como sostiene Julio Blanck en Clarín, prima una línea política que implique más y mayor confrontación.
Seguramente, la sobrecarga épica del relato oficial encontrará en esa fecha una nueva frustración, superior aún al reconocido carácter de “pagadores seriales”, que ya reivindicara la presidenta y que se pudo apreciar en los acuerdos con el CIADI, el Club de París, REPSOL y el 92% restante de los “buitres buenos”.
Seguramente, la sobrecarga épica del relato oficial encontrará en esa fecha una nueva frustración, superior aún al reconocido carácter de “pagadores seriales”, que ya reivindicara la presidenta y que se pudo apreciar en los acuerdos con el CIADI, el Club de París, REPSOL y el 92% restante de los “buitres buenos”.
Un “chavismo” a la medida de los empresarios
Otro tema ineludible en todos los análisis es la recientemente votada
Ley de Abastecimiento. La normativa, vigente desde 1974 y que ningún
gobierno aplicó, sufrió numerosos recortes en el tratamiento
legislativo. Los mismos fueron una concesión hecha a la medida de los
empresarios y de sectores de la oposición. La norma se termina
convirtiendo así en un simple factor de presión sobre el empresariado,
con escaso margen de efectividad en el supuesto de que voluntad política
no faltase, lo cual ya es suponer demasiado.
Como declaró Nicolás del Caño, diputado nacional del PTS en el Frente
de Izquierda, “la Sociedad Rural y los grandes empresarios pueden
dormir tranquilos”. Del Caño votó en contra de la normativa, pero desde
un lugar claramente diferenciado del conjunto de la oposición, que actuó
como vocero de las grandes empresas.
Lo cierto es que el empresariado (industrial y rural) puso el grito
en el cielo porque ven a un gobierno débil y en retirada, que durante
una década les garantizó “levantarla en pala”. Lejos de ceder, estos
ataques a un supuesto “chavismo” buscan imponer más presiones para
optimizar sus ganancias. Los pedidos de devaluación que vienen teniendo
carácter público son parte de esta estrategia que también implica la
continuidad de suspensiones y despidos en ramas específicas como la
automotriz, otrora estrella del modelo económico kirchnerista. Por si
hiciera falta confirmación, Mario Wainfield, otro de los editorialistas
de Página12, tiene que reconocer que no hay ningún precedente de confiscaciones hechas por el gobierno nacional.
Otro enemigo “a medida” que eligió el gobierno son los gremios
opositores, en especial los conducidos por Moyano y Barrionuevo. Como
justamente señala Wainfield, los dirigentes sindicales son de lo más
cuestionado socialmente y quienes menos se modernizaron tras las “crisis
de representatividad” que vivió el conjunto de las estructuras
políticas argentinas a fines de 2001.
Lo que parece olvidar el cronista es que en la vereda del gobierno no
proliferan nuevos dirigentes de pasado o presente probo. Muy por el
contrario, después de apoyarse durante una década en el ahora enemigo
Moyano, el gobierno se recuesta sobre el Secretario General de la UOCRA,
Gerardo Martínez, colaborador con la última dictadura militar o en la
UOM de Antonio Caló y Juan Belén que, hace no mucho tiempo, despotricaba
contra “la zurda loca”.
Más recientemente, la “estrella” de los aliados sindicales del
gobierno es el Secretario General del SMATA Ricardo Pignanelli. Este
garantizó, con su espectacular inmovilismo, 14 mil suspensiones en la
rama y se ha convertido en el vocero principal de los ataques a las
representaciones de fábrica que no le responden y resisten los despidos y
las suspensiones. El ejemplo más destacado es la empresa LEAR, donde
tiene influencia política la izquierda partidaria a través del PTS.
La intención del editorialista de Página12 es golpear sobre las
conducciones sindicales opositoras para desprestigiar los importantes
pronunciamientos nacionales que significaron los dos paros nacionales
del 2014. Pero la mano nunca podrá tapar el sol. Lo que es resistido por
los periodistas afines al oficialismo es reconocer que amplios sectores
de la clase trabajadora han emprendido una ruptura política lenta, pero
persistente, con el gobierno que decía defender el empleo.
¿Operación Buenos Aires? (o como pelear el aparato para garantizarse la cuota de poder)
El cuarto elemento que desvela a todos los editorialistas es la
aparición de Máximo Kirchner. Más allá de los análisis del discurso y
las contestaciones afiebradas de la oposición republicana, lo
interesante es leer en la estrategia oficial la necesidad de disputar el
poder de la provincia de Buenos Aires como única vía de garantizar la
supervivencia del kirchnerismo pos 2015.
La Cámpora, una agrupación “estatizada”, no tiene razón de ser sin su
vinculación al estado y su administración. La “estrategia Bachellet”
-que anuncian diversos analistas- de mantenerse como identidad propia
ante un futuro gobierno necesariamente “a la derecha”, no puede
realizarse simplemente desde el llano por gente que nunca conoció esa
adversidad.
Sea con Máximo, sea con la propia Cristina, la estrategia oficialista
buscará limar todo lo posible el poder de sus aliados/adversarios, como
Scioli, para condicionar el armado de cada una de las listas y
garantizarse el calorcito del poder desde donde preparar un retorno en
2019. Sin embargo, en un país como Argentina, atravesado por un sinfín
de contradicciones externas e internas, hablar de candidaturas y
retornos parece un poco apresurado.
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