Por Eduardo Castilla y Matias R.
El anuncio de una línea
de créditos para la construcción de 400 mil viviendas en los próximos 4 años es
otro de los golpes de efecto mediáticos cristinistas que tanto conmueve el
imaginario progresista argentino y le impone seguir apoyando el “modelo”
a pesar de todas sus “falencias”. Leyendo la coyuntura política, donde empiezan
a emerger signos de descontento entre sectores de masas (algunos de carácter progresivo
y otros donde suenan las cacerolas gorilas que estuvieron con el campo) es evidente
que el nuevo plan, busca contrapesar en parte esas tendencias políticas.
Para respetar una tradición,
el cristinismo muestra en este anuncio sus propios límites para dar solución a
los problemas de fondo que viven las masas obreras. Mientras, como se señala acá, CFK “pesifica” sus “ahorritos de 3 millones”, la
vida en las barriadas obreras y populares discurre por otros caminos, como lo
hicimos público en este programa. Esto prepara, a futuro, condiciones de estallidos
y rebeliones que el cristinismo, por ahora, logra desplazar en el tiempo.
Un plan más y van…
Como bien señalan los compañeros
del sitio Plaza de mayo. Com “éste no es
el primer plan de estas características que llevó adelante el kirchnerismo”. La pregunta de que pasó con los anteriores nos remite al fondo de
una medida que puede terminar cubriendo parcialmente las necesidades de
determinados sectores de los trabajadores y las clases medias, pero dejando sin
solución global el problema de la vivienda nacional.
Como se señala acá, el déficit habitacional en Argentina alcanza los 3,5 millones de
viviendas, es decir medio millón más que en el 2001. Por
lo tanto el plan anunciado con bombos y platillos, apenas alcanzaría a cubrir poco
más del 10% del déficit existente. Otro indicador, citado acá,
es que los 5 planes de vivienda anteriores que lanzó el gobierno nacional desde el 2007 sólo
redujeron el déficit habitacional en un 5% entre ese año y el 2009.
A esto le podemos agregar que el precio del
metro de construcción, dependiendo del lugar, limita la calidad de la vivienda.
Acá
se dice “Para construir en Córdoba (…) una
modesta vivienda de 75,7 metros cuadrados, se requieren entonces unos 230000
pesos (…) para quienes ganen hasta 5.000 pesos por mes de salario (…) el monto
máximo de crédito asciende a 200 mil pesos. Con los indicadores que tomamos
como referencia, no llegarían a los 230 mil mínimos para edificar”. Es
decir, el plan prevé la posibilidad de construir un lugar con comodidades mínimas, algo bastante más modesto
que la casa
que CFK tiene en El Calafate o el departamento de Boudou
en Puerto Madero.
Pero además, “los tomadores del mismo (el crédito, NdR) deberán
asumir los mayores incrementos de los costos de construcción que se presentarán
en el transcurso de la obra (…) este
plan (…) agregará demanda adicional por lo que es previsible que los
niveles de aumento de los precios de la construcción sigan o incluso aumenten
las tasas de incremento”. (Ver acá).
De esta forma, quienes logren acceder al
crédito, deberán edificar en un “plazo rapidísimo” para que los mayores costos
de construcción no impliquen quedarse con cada vez menos dinero.
La
tierra, ese “bien escaso”
El plan, a pesar de tomar la cuestión de la
tierra, lo hace de una manera absolutamente formal. En su discurso CFK anunció el sorteo
de 1820 hectáreas, cuando tan sólo el Ministerio de Defensa “tiene, exactamente 884 mil hectáreas”.
La cuestión de la tierra no es un problema
menor, sino un elemento central de la crisis de la vivienda. Como señala
Le Monde Diplomatique “Un estudio
realizado en agosto de 2011 muestra que el precio de los terrenos entre 2004 y
2011 aumentó en el partido de Moreno 747% y en el de Almirante Brown 608%. En
el caso de la Ciudad de Buenos Aires, el incremento del precio de los terrenos
fue de 271% en el período, llegando a incidir entre un 30% y un 50 % en el
costo de una construcción, cuando históricamente lo aceptable era de hasta un
25%”.
De este modo, quienes no tengan su propio terreno, deben tomar en
cuenta este enorme costo y esto puede generar que muchos de quiénes accedan al
crédito posiblemente terminen construyendo en un terreno compartido, lo que
lleva al crecimiento del hacinamiento.
La sola mención de 1820 hectáreas en el
total de las 23 provincias suena a burla cuando el ex amigo de CFK, Carlos
Blaquier, tiene más de 150 mil en Jujuy y, en la Patagonia, los hermanos Benetton
concentran más de 1 millón de hectáreas.
Pero además, las tierras que seguramente
podrán incorporarse al plan se hallarán en los márgenes de las grandes
ciudades. Como bien agrega Le Monde “Convertido
el suelo urbano en una mercancía escasa y de oferta rígida, las urbanizaciones
privadas compiten con las urbanizaciones “informales” (ocupaciones,
asentamientos y villas miseria), desplazándolas cada vez más lejos de las
oportunidades que la ciudad ofrece (medios de transporte, calidad del
equipamiento y de los servicios) y convirtiendo
a la dificultad en el acceso a la tierra en el primer obstáculo para el acceso
a la vivienda (…) las familias que quieren adquirir un terreno para
autoconstruir su casa (como hicieron históricamente los sectores populares) no
pueden hacerlo, pues los terrenos más cercanos a las ciudades son retenidos a
la espera de un mayor valor” (resaltado nuestro)
El marxismo
y el problema de la vivienda
En 1873 Federico Engels señalaba “Lo que hoy se entiende por penuria de la
vivienda es la particular agravación de las malas condiciones de habitación de
los obreros a consecuencia de la afluencia repentina de la población hacia las
grandes ciudades; es el alza formidable de los alquileres, una mayor
aglomeración de inquilinos en cada casa y, para algunos, la imposibilidad total
de encontrar albergue. Y esta
penuria de la vivienda da tanto que hablar porque no afecta sólo a la clase
obrera, sino igualmente a la pequeña burguesía”.
Estas palabras, escritas hace casi 130
años, conservan una profunda actualidad como lo muestra el mismo artículo que ya
citamos, donde se señala que “el 60% de
los habitantes que llegaron al área metropolitana entre 2001 y 2006 se
establecieran en asentamientos informales, la mayoría de las veces a través de
ocupaciones. Se calcula que hoy existen 819 asentamientos, con una población de
alrededor de 1.000.000 de personas (…) en una superficie de 6.484 hectáreas y
una densidad de 164 habitantes por hectárea”
El problema de la vivienda no es sólo
déficit de lugares, sino además hacinamiento en villas miseria, superpoblación
y carencia de servicios esenciales. Más allá del crecimiento económico de los
últimos años a “tasas chinas”, esta cuestión siguió sin resolverse y sólo halló
respuestas represivas como en Villa Soldatti o en Ledesma. Desde ese punto
de vista, el kirchnerismo, como administrador del estado burgués, mostró sus
enormes límites para dar una solución duradera a las necesidades del pueblo
trabajador.
De ahí que, como decía Engels “Para
acabar con esta penuria de la
vivienda no hay más que un
medio: abolir la explotación y la opresión de las clases laboriosas por la
clase dominante”. Más adelante agregaba
“toda revolución social deberá comenzar
tomando las cosas tal como son y tratando de remediar los males (…) se puede
remediar inmediatamente la penuria
de la vivienda mediante la expropiación de una parte de las casas de lujo que
pertenecen a las clases poseedoras, y obligando a poblar la otra parte”. En
Argentina se calcula que hay a nivel nacional casi 2,5 millones de viviendas deshabitadas. En Córdoba,
como señalamos acá se cuentan por decenas de miles.
Es evidente que mientras,
el problema de la vivienda siga estando bajo la órbita del estado burgués y de
la propiedad privada será imposible una solución profunda y duradera a este
flagelo. Precisamente por eso, el camino de la expropiación a los grandes
capitalistas y especuladores inmobiliarios, así como la nacionalización del
conjunto de las grandes propiedades terratenientes y terminar con los subsidios
a los grandes empresarios, constituyen el requisito básico para avanzar en un
plan de viviendas y obras públicas que contemple la extensión de las redes de
los servicios de agua, cloaca, gas y electricidad a todos los hogaresy la construcción de las millones de casas que hoy necesita imperiosamente el pueblo trabajador.
Es evidente que este programa no puede ser llevado adelante por este gobierno que ha hecho de los negocios para los empresarios amigos un modus operandi. La solución sólo puede venir de la organización y lucha del conjunto de la clase trabajadora, superando las barreras entre tabajadores nativos e inmigrantes, y superando la burocracia sindical, cómplice de este problema.
Otro dato, la demanda de vivienda es de 125000 por año, o sea el plan ni siquiera cubre la demanda de vivienda de surge todo los años (el plan estima 100000 créditos por año), por lo cual el plan no apunta en lo mas mínimo a resolver el problema de la vivienda.
ResponderEliminarSaludos
mat