martes, 17 de junio de 2014

"Cordobesismo reloaded” (represión y ataque contra la izquierda)




Eduardo Castilla

La “capitulación” de De la Sota ante las fuerzas represivas en Diciembre pasado abrió un nuevo momento en la política del régimen. Sería una exageración afirmar que dio paso a un nuevo tipo de gobierno, pero es evidente que las formas bonapartistas del gobierno han tendido a acentuarse a través del creciente peso de las fuerzas policiales en la vida provincial.
Lo que se denomina “policialización” de la sociedad, mediante los Operativos Saturación -que llevan incluso a la denigración pública de decenas de jóvenes en los “corralitos”- se acompaña con la impunidad de los casos de Gatillo Fácil recientes.
El accionar represivo del pasado miércoles, cuando la policía salió a cazar gente a varias cuadras de la Legislatura, sin discriminar en absoluto a quienes detenía, es parte de esta vía libre al accionar policial. El aparato sin control de los motines de diciembre se convierte en el brazo ejecutor (ahora controlado) de la política de orden del delasotismo en acuerdo con el radicalismo mestrista.
Este “empoderamiento” de las fuerzas policiales va de la mano con el desarrollo de una creciente unidad de las fuerzas políticas burguesas en función de garantizar la “paz social” que precisan las grandes empresas para avanzar en el ajuste que quieren imponer sobre los trabajadores.
Eso y no otra cosa es lo que se vio en la votación del miércoles pasado, donde primó la unidad en apoyo a la ley que permitirá la instalación de Monsanto. En esa misma jornada, el conjunto de las fuerzas políticas que sirven a los intereses patronales descargó un ataque contra la banca de la izquierda, acusando a la legisladora Cintia Frencia de incitar a los desmanes y “escrachar” a los legisladores que iban a votar la ley de Ambiente.   

El 2015 en la mira

Este ataque derechista es parte del perfil político que De la Sota quiere desplegar hacia las elecciones del 2015. El delasotismo es parte de las corrientes políticas inscriptas en la carrera hacia las elecciones presidenciales, aunque corriendo desde muy atrás. Quizás sea eso lo que obligue a la “espectacularidad” represiva si se nos permite tal conceptualización.
Desde esa necesidad política intenta posicionarse como un sector peronista de derecha, abiertamente reacio a la protesta social como lo definió el mismo De la Sota, que afirmó que “el que corta una calle tiene que ir preso”.
Pero esta dureza en el régimen también se sostiene sobre tendencias “locales”. Una de ellas, y no precisamente la menos importante, es la creciente actividad de franjas de vanguardia de la clase obrera, que empieza a despuntar, abriendo mayores elementos de crisis en el otro pilar central del orden capitalista provincial que es la burocracia sindical.
La gran pelea de los trabajadores de Valeo y el importante paro de la UOM del 28/5, así como la enorme lucha de los trabajadores de Weatherford son ejemplos de este resurgimiento de las fuerzas obreras que cuestiona la quietud de la burocracia sindical. Sus límites materiales para encabezar la protesta obrera saltan a la vista. A pesar de las marchas y caravanas de los primeros meses del año, las conducciones sindicales son un peso muerto a la hora de enfrentar despidos y suspensiones. Más que peso muerto, son agencias de la patronal como lo evidencia el SMATA, defendiendo las suspensiones como única “opción realista” ante la crisis.
De esta forma, De la Sota empieza a compartir una agenda de preocupaciones con el gobierno nacional dada la actividad en crecimiento de sectores de la clase trabajadora por fuera de las conducciones burocráticas. 

El “peligro” está a la Izquierda (y el kirchnerismo a la derecha)

La jornada del miércoles mostró, al mismo tiempo, una política unificada del régimen contra el Frente de Izquierda, donde se conjugaron la utilización de la condena a los “desmanes” como elemento acusatorio a la banca del FIT con una fuerte campaña mediática del conjunto de los medios de comunicación, independientemente de su alineación política. El FIT, a pesar de la completa ausencia de pruebas, fue demonizado durante casi 48hs por haber sido la única voz disonante en la votación de la ley.
En el marco de la represión de esa jornada fueron detenidos tres militantes del PTS que, en una muestra más del giro a la derecha, fueron llevados a la cárcel de Bower, la prisión de máxima seguridad de la provincia donde se halla, entre otros, el genocida Menéndez. 
La movilización, la denuncia activa a pesar del cerco mediático y la acción legal de los abogados, entre ellos Leticia Celli y Sergio Castro del PTS y el CeProDH, fue lo que logró la liberación de los 26 detenidos, a pesar de la dureza del gobierno, la justicia y la policía.
La dureza del régimen tiene dos objetivos. En primer lugar, el conjunto de las alas de la burguesía intenta lograr la integración de la izquierda como fuerza política subordinada, que “no saque los pies del plato” y no se salga de los marcos del régimen burgués. Junto a eso, se propone deslegitimarla todo lo posible para impedir su crecimiento en las elecciones del 2015. En esta oscura tarea ingresó de lleno el kirchnerismo, que no dijo una sola palabra contra la represión que se desataba afuera y que, a través de los medios de comunicación que influencia, colaboró a la demonización de la izquierda. Las organizaciones de DDHH y los centros de estudiantes afines brillaron por su silencio. Sólo el viernes 13/6, cuando habían pasado 48hs de la represión, algunas figuras ligadas a la universidad, salieron a denunciar la represión.
En segundo lugar y en un plano más estratégico, esta política apunta a impedir que la conquista del FIT como fuerza política se convierta en organización de sectores de la clase trabajadora, a la luz de la crisis que empieza a emerger en la industria y donde la burocracia se encuentra garantizando la paz social. En este escenario, la izquierda puede empezar a confluir con capas de trabajadores que la ven como única opción posible frente a la parálisis de las direcciones de sus organizaciones y frente a la política del conjunto de las fuerzas patronales.
La loas a la pluralidad de voces (“es bueno que la izquierda esté en la legislatura”) se invirtieron dialécticamente en una condena a su accionar contra la “investidura de la institución”, es decir contra la casta política que legisla en función de los intereses capitalistas.
Este movimiento contra la izquierda no es puramente local, sino que expresa un giro en la situación nacional a partir de la lucha de Gestamp, donde la demonización conjunta armada por el SMATA y el gobierno nacional, parece haber sido la señal de largada para una política destinada a atacar a la izquierda. Esto es lo que explica la unidad de las fuerzas políticas burguesas tanto en Córdoba como en Mendoza, donde incluso el ataque es aún más insólito

Perspectivas y tareas

El giro del gobierno provincial, en acuerdo con la oposición patronal, no deja de tener contradicciones. A pocas horas de votada la Ley, el juecismo salió a pedir que el gobierno provincial deje sin efecto la autorización que posee Monsanto para instalarse. Mientras tanto, el gobierno provincial juega a las escondidas diciendo que todo dependerá del estudio de impacto ambiental, cuando es evidencia que la nueva normativa allana el camino para la instalación de la planta.
Estas divisiones inter-burguesas son uno de los límites al ataque conjunto contra la izquierda. Los casi 150mil votos logrados por el FIT en octubre pasado y la pelea contra el fraude que impidió asumir la banca de diputado nacional, son elementos de prestigio que también le ponen un freno a esta perspectiva “destituyente”.
Pero el principal problema que tiene hoy el conjunto del arco capitalista radica en su necesidad de respaldar el ajuste que imponen las patronales y que empieza a despertar resistencias en sectores de trabajadores. Este escenario implica la perspectiva de una mayor polarización social y política donde el accionar del régimen estará destinado a impedir las acciones y repuestas obreras al mismo tiempo que deslegitimizar a la izquierda.
La defensa de la banca del FIT así como de los sectores de trabajadores que ésta influencia se vuelve central en este escenario. Esto implica, en primer lugar, la más amplia movilización en defensa de los derechos democráticos, contra la saturación policial de la ciudad, la represión y el Gatillo Fácil. En este marco, una tarea central es la lucha por el desprocesamiento de los compañeros que fueron detenidos en la represión. Esta tarea tiene que ser tomada por el conjunto de las organizaciones y agrupamientos que defienden las libertades democráticas.
Pero al mismo tiempo se impone avanzar en la tarea estratégica de rodear de solidaridad y apoyo cada lucha obrera en la perspectiva de avanzar en la conformación de una fuerte tendencia antiburocrática y combativa al interior de la clase trabajadora, apostando a su coordinación y a la unidad activa para enfrentar los ataques en curso. Sólo avanzando en la organización de amplias franjas de la clase trabajadora en una perspectiva clasista y revolucionaria, se pueden poner en pie las fuerzas materiales reales capaces de enfrentar al delasotismo y las grandes multinacionales para las que gestiona el estado provincial. El PTS viene avanzando en ese camino, a través de la participación activa en la organización de sectores de la clase trabajadora y de una pelea constante al interior del movimiento obrero por forjar estas fracciones antiburocráticas. 

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