Eduardo Castilla
Hoy se cumplen tres años del
asesinato del compañero Mariano Ferreyra. Si bien Pedraza fue condenado a 15
años de cárcel (de la que posiblemente saldrá antes) la impunidad que estuvo
atrás del asesinato de Mariano persiste. Aníbal Fernández, responsable de la
policía en el momento del asesinato, no ha sido tocado. Carlos Tomada, ministro
de trabajo y amigo telefónico de Pedraza quedó fuera del juicio, a pesar del
cruce telefónico que lo mostró como “chancho amigo” del burócrata. Los
directivos de la UGOFE en su mayoría descansan libres.
Esta impunidad es el resultado
del brutal negociado en el que intervienen patronales, el estado y la
burocracia sindical. Como se reseña en el último número de Ideas
de Izquierda, el brutal entramado es la resultante del parasitismo que se
construyó alrededor de un sistema donde las condiciones fundamentales de atraso
y destrucción de la infraestructura básica, no se modificaron. Alrededor de un
atraso, que se mide en vidas de los usuarios o en brutales accidentes como el
que ocurrió ayer (nuevamente) en Once.
El asesinato de Mariano fue un
crimen para avalar la brutalidad de la precarización laboral que siguió
rigiendo en la “década ganada” pero además fue un asesinato contra una juventud
militante que desafiaba la idea de que la juventud volvió a la política de la
mano el kirchnerismo. Lejos de eso, hubo y hay una enorme y extendida
militancia juvenil por fuera del kirchnerismo que, cada día más, tiende a
extenderse. Por fuera implica por fuera de los aparatos rentados como La
Cámpora, por fuera de la obsecuencia que construyeron esos aparatos. Implica una
militancia activa junto a los sectores combativos de la clase trabajadora
contra esa podrida burocracia sobre la que se apoya hoy el kirchnerismo.
Mariano fue asesinado por estar
activamente junto a la lucha de los trabajadores tercerizados del ferrocarril. En
estos años, desde el PTS como muchos militantes de la izquierda trotskista supimos
estar en cada una de esas pequeñas grandes luchas
junto a los trabajadores, enfrentando despidos, suspensiones, ataques de la
patronal y las burocracias y sus patotas. Esas peleas en el terreno de lo sindical fueron, al mismo tiempo duras
peleas políticas contra gobiernos, ministerios y estamentos de la justicia que
fallaron (y fallan) a favor de las grandes patronales.
Hoy el FIT emerge como la
expresión política del creciente descontento y desengaño entre franjas de
trabajadores y la juventud en relación al kirchnerismo. Los límites del
discurso “nacional y popular” se ponen de manifiesto a cada paso. Culpar al
motorman del choque ayer en Once es evitar cualquier discusión de fondo sobre
las verdaderas condiciones en las que viaja el pueblo trabajador en la
Argentina.
El domingo que viene posiblemente
el FIT conquiste diputados nacionales, legisladores provinciales y concejales
en muchas ciudades. Ese día habremos conquistado nuevos puestos de lucha.
Nuevos puestos para aportar a desarrollar la movilización y la organización de
la clase trabajadora, la juventud y el pueblo pobre. Para desarrollar y
extender la lucha que Mariano y miles de jóvenes daban contra la burocracia
sindical. Nuestro mejor homenaje es seguir esa batalla para, desde cada puesto
conquistado, aportar a barrer a esa podrida casta de los Pedraza, Martínez,
Dragún y demás, en el camino de pelear por barrer este podrido sistema.
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