Paula Schaller y Nacho Calido
El pasado lunes, luego de meses de lucha y de dos semanas de
bloqueo de los activistas de la asamblea Malvinas lucha por la vida a la entrada del predio
donde Monsanto viene construyendo la fábrica, la narcopolicía de De La Sota
reprimió a los activistas y, a las horas, ya se hacía público un comunicado de
la empresa anunciando la paralización momentánea de las obras.
Recordemos que desde que Monsanto anunció sus planes de radicar una planta en Córdoba, bajo los auspicios no sólo de De La Sota-que festejaba los 1.600 millones de dólares que prometió invertir la empresa-, sino de Cristina -que ahora intentó posar de crítica a la instalación para sacar algún voto en Córdoba-, se extendió un amplio repudio de la población cordobesa que sabe muy bien que esta empresa imperialista productora de agro-tóxicos (y que en su haber tiene nada menos el nefasto antecedente de la producción del mortal "agente naranja" utilizado en Vietnam por los yankis) va a ocasionar la destrucción del medioambiente y el envenenamiento de la población. Ahí está el emblemático caso de Barrio Ituzaingó para atestiguar el brutal efecto de los agroquímicos con los que se fumigan los terrenos: cientos de niños con herbicidas en sangre y decenas de casos de niños y adultos con cáncer.
Recordemos que desde que Monsanto anunció sus planes de radicar una planta en Córdoba, bajo los auspicios no sólo de De La Sota-que festejaba los 1.600 millones de dólares que prometió invertir la empresa-, sino de Cristina -que ahora intentó posar de crítica a la instalación para sacar algún voto en Córdoba-, se extendió un amplio repudio de la población cordobesa que sabe muy bien que esta empresa imperialista productora de agro-tóxicos (y que en su haber tiene nada menos el nefasto antecedente de la producción del mortal "agente naranja" utilizado en Vietnam por los yankis) va a ocasionar la destrucción del medioambiente y el envenenamiento de la población. Ahí está el emblemático caso de Barrio Ituzaingó para atestiguar el brutal efecto de los agroquímicos con los que se fumigan los terrenos: cientos de niños con herbicidas en sangre y decenas de casos de niños y adultos con cáncer.
La lucha contra la instalación de Monsanto es por esto una causa
popular, que merece un debate alrededor del programa y los métodos para
encararla para ir a fondo contra los pulpos imperialistas, verdaderos
mandamases de Córdoba.
El desafío de luchar con un programa de unidad obrero-popular
Una vez anunciada la paralización de las obras por parte de la empresa,
que extorsiona con el despido de los trabajadores de continuar el bloqueo a la
planta, los asambleístas de Malvinas emitieron un comunicado hacia los
trabajadores de la construcción planteando que "hacemos nuestro el
reclamo por su derecho a trabajar, y porque nadie sea suspendido ni despedido.
La solución a este problema (...) está en el gobierno que nos ha empujado a
enfrentarnos pobres contra pobres. De La Sota, Monsanto y las empresas para las
que ustedes trabajan son los responsables de sus puestos de trabajo: ellos son
quienes se deben hacer cargo de ustedes hasta que se solucione este problema o
que sus patrones los reubiquen en otras obras (...)"
Comienza a perfilarse un importante cambio de rumbo hacia la búsqueda de
estrechar la unidad con los trabajadores, cuestión clave tanto para evitar que
la empresa explote a su favor la necesidad de trabajo de los obreros como para
forjar una alianza social capaz de vencer. La necesidad de tomar este rumbo
estuvo planteada desde el comienzo mismo de la lucha. En aquellos momentos, el
masivo repudio que generó la noticia de la instalación de Monsanto se expresó
en movilizaciones multitudinarias, como las de septiembre de 2012 que llegaron
a reunir cerca de 10 mil personas, con las propias Madres de Barrio Ituzaingó y
los vecinos de Malvinas Argentinas a la cabeza, mostrando una amplia opinión
pública que abrazaba esta causa; mientras que en el propio barrio surgían
asambleas que en muchos casos llegaron a nuclear a 300 vecinos de la zona.
Estos eran puntos de apoyo muy favorables para el desarrollo de la lucha contra
la instalación, que para acumular capacidad social de jaquear a esta empresa
imperialista tenía planteado unificar el objetivo de erradicar Monsanto con las
necesidades del pueblo trabajador de Malvinas y el interés de los trabajadores
de la construcción de sostener sus fuentes de trabajo, es decir, un programa
que forjara la unidad obrero-popular alrededor de la pelea por intereses
comunes.
Esto fue lo que plantearon nuestros jóvenes compañeros del barrio
Arenales (lindante con Malvinas) desde el mismo momento que se puso en
pie la Asamblea Malvinas Lucha por la Vida, proponiendo ligar
la lucha contra Monsanto a la exigencia al gobierno provincial de un
plan de obras públicas, administrado por los propios trabajadores y vecinos,
que en lugar de estar al servicio de la especulación inmobiliaria sea acorde a
las verdaderas necesidades del pueblo trabajador en materia habitacional, de
escuelas, de hospitales, de urbanización, etc. y que permita a la vez
satisfacer la necesidad de trabajo de los obreros de la construcción. De haberse
enfocado de entrada los objetivos en consolidar este programa, hoy muy
probablemente estaríamos en mejores condiciones para encarar esta nueva etapa
de la lucha.
Por eso, hacia adelante está planteado profundizar el rumbo de
alianza con los trabajadores que perfila el último comunicado de la asamblea,
incorporando al "Fuera Monsanto" la lucha por conquistar trabajo
genuino para los obreros de la construcción, que no sólo sufren múltiples
formas de precarización del trabajo sino que cotidianamente dejan su vida en
las obras, siendo las muertes obreras uno de los grandes crímenes sociales en
la "Córdoba del progreso" delasotista.
A la vez este programa puede dar resolución a las necesidades
del pueblo trabajador de Malvinas, localidad muy empobrecida que, por ejemplo,
no cuenta prácticamente con gas natural, ni calles pavimentadas en las tres
secciones, e incluso muchas áreas no tienen luz eléctrica. Precisamente porque
en una localidad donde hay mucha desocupación y prima el trabajo precario la
instalación de Monsanto implica para muchos vecinos la posibilidad de una
perspectiva laboral, hay que levantar demandas que tomen el conjunto de sus
necesidades para evitar que la empresa utilice esta necesidad laboral a favor
de sus intereses. Ahí están las fuerzas para enfrentar a Monsanto: consolidar
un activo bloque obrero-popular en las calles que levante un programa de fondo.
Cualquier política, como la "consulta popular" que plantean algunos
sectores de los asambleístas, debe estar encarada desde la perspectiva de
consolidar este bloque, a riesgo de terminar depositando la confianza en
distintas vías de presión sobre el gobierno.
Una política para torcerle la mano a las multinacionales
Cualquier sector que libre una lucha contra una multinacional
en Córdoba se va a tener que enfrentar a la "Santa Alianza" entre las
empresas, la burocracia sindical y el gobierno. Precisamente porque
en Córdoba mandan las grandes multinacionales, particularmente las automotrices
y de los agronegocios, y las burocracias sindicales, de gran peso
político, están directamente integradas al régimen, (lo que expresa, también,
el enorme peso social objetivo del movimiento obrero en la provincia); es
necesario prepararse para enfrentar esta "Santa Alianza" reaccionaria
porque son los factores reales que condicionan la lucha de clases en la
provincia.
El accionar de la UOCRA, que con la excusa de defender los puestos de
trabajo organizó una patota para agredir a los asambleístas (y que hoy por hoy,
también con el argumento de la defensa del trabajo, es parte de la presión
pública que está haciendo la empresa para forzar al gobierno a una línea más
dura contra el bloqueo), no es diferente del accionar de la burocracia de SMATA
que, en defensa de la patronal, persigue férreamente a los opositores en el
sindicato, como sucede hoy con los 19 obreros de VolksWagen que
fueron despedidos por ser simpatizantes y activistas de la lista 2 opositora a
Dragún y antes con los delegados que sufrieron el escandaloso fraude de noviembre
del año pasado; o de la burocracia de Camioneros que durante años le negó
delegados a los trabajadores de Cargo Renault y que, recientemente, en
complicidad con la patronal, avaló el despedido de César “Aguja” Quiñones,
activista antiburocrático, para evitar que fuera elegido delegado por sus
compañeros. Es que las multinacionales en Córdoba tienen completa impunidad, y,
además del gobierno a su favor, cuentan con las burocracias como sus propias
"policías internas" en el movimiento obrero.
A tal punto obran a su antojo que ni siquiera respetan las propia
legalidad emanada de los mismos juzgados que precisamente tienen como
función general consagrar un ordenamiento jurídico acorde a sus intereses
sociales, como en el caso de VolksWagen que se niega a cumplir las
medidas cautelares que ordenan la reincorporación de 4 de los trabajadores
despedidos, mostrando así que no tolera ni el más mínimo intento
de límite a sus imposiciones. Lo propio sucede en el caso de Monsanto, que
burla hasta la más elemental legalidad al no cumplir con los estudios de
impacto ambiental necesarios para mostrar que su producción no resultaría
contaminante.
Pero la contracara de este régimen de las multinacionales es la
"Córdoba obrera", que concentra más de 18 mil obreros en el sector
automotriz (a lo que hay que sumarle una cantidad más o menos similar de
trabajadores dedicados a distintas actividades de la industria metalúrgica), 35
mil trabajadores en la industria alimentaria, 7 mil trabajadores de los
servicios de luz y gas, sólo por nombrar los sectores más estratégicos de la
estructura económica provincial. Ahí se acumula la enorme fuerza social para
jaquear al régimen de las multinacionales como FIAT, Volkswagen, Monsanto,
ARCOR, etc.
Si esa fuerza social no se pone en movimiento para enfrentar a las
grandes patronales y sus intereses, eso es el resultado de la propia acción de la
burocracia que hemos señalado antes y de las derrotas a las que, en estos años, llevó esta política, como el despido de más de mil metalmecánicos en el 2008-2009
donde sólo los trabajadores de Iveco, acompañados por nuestro compañero Hernán
Puddu, ofrecieron resistencia.
Por eso, estaríamos en mejores condiciones de ganar cada
pulseada si consolidamos un bloque de todos los sectores que
vienen enfrentándose a esas patronales y sus burocracias cómplices,
un bloque que reúna desde los asambleístas contra Monsanto a los obreros de
VolksWagen y de Cargo Renault. ¿Porqué pelear por separado si se trata nada
menos que de enfrentar a los grandes poderes de esta provincia? Si los
trabajadores de VolKsWagen logran torcerle la mano a esta multinacional alemana
y conquistan la reincorporación, estaremos en mejores condiciones de
librar cada pelea contra las patronales, incluida la lucha por lograr que
retroceda Monsanto, porque esto permitiría consolidar una oposición
antiburocrática al SMATA de Dragún, que, extendida sobre distintas
fábricas, tenga la capacidad de influenciar sobre otros sectores del movimiento
obrero.
¿Cómo sería por ejemplo si una corriente antiburocrática en el sector
metalmecánico llamara a los obreros de la construcción a organizarse de manera
independiente de la conducción de la UOCRA y a tomar en sus manos la lucha por
"Fuera Monsanto", ligado a la pelea por trabajo genuino y no
precario?
Esta perspectiva, que desde el PTS venimos tratando de construir
pacientemente, implica batallas actuales para evitar que las patronales logren
hacer retroceder a los sectores combativos del movimiento obrero. Cada batalla
tiene el contenido estratégico de organizar el ejército para combatir esta
Córdoba patronal. Consolidar un gran frente único de todos los sectores en
lucha contra estas multinacionales es un gran desafío de la hora.
¿y que pasó con los chicos de arenales? ¿nadie les dió pelota o qué?
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