Un tema central que ha removido
algunas discusiones sobre el patriotismo
y le dio algo de letra a la oposición,
fueron las acusaciones del primer ministro Cameron de “colonialista” a la Argentina por su reclamo
de soberanía sobre Malvinas.
Esta afirmación, sino fuera
porque entrañó la esclavitud y la muerte de millones de personas en todo el mundo,
bajo las balas y los cañones de los ejércitos de su majestad, movería a risa.
Que un ministro británico llame colonialista a otro gobierno es una muestra de
verdadero cinismo.
En estas semanas hemos visto como
los medios oficialistas no paran de reivindicar la estrategia
realista y exitosa de Argentina de haber logrado que Malvinas fuera un reclamo
común del MERCOSUR. Que los países de la región no permitan la entrada de
buques de ese origen es un cierto logro que muestra la solidaridad alrededor
del planteo de soberanía, pero tiene todos los límites de una política de
presión sobre los organismos internacionales.
“Colonialismo” y legitimidad imperialista
Los años 90’, con sus secuelas de miseria y hambre para
millones en todo el mundo, dejaron marcas profundas en la subjetividad de las
masas en relación al imperialismo y sus dictados. En la década que terminó, el
fracaso de las operaciones de EEUU y las potencias imperialistas aliadas (Gran
Bretaña, España y otras) en Irak, así como el empantanamiento actual en Afganistán,
son otros tantos condimentos de una crisis de legitimidad que afecta en primer
lugar a EEUU, pero también al conjunto de las potencias imperialistas. El
desencanto con el dominio de EEUU en Medio Oriente es parte de ese proceso,
junto con la emergencia de cuestionamientos a este orden mundial, algo que, por
ejemplo, se expresa en el desafío iraní sosteniendo el enriquecimiento de
uranio más allá de las amenazas
por parte de las potencias imperialistas, incluida Gran Bretaña. El
cuestionamiento a la soberanía británica en Malvinas por parte de los países
del MERCOSUR está ligado o es expresión de esa crisis de “legitimidad”
imperialista.
Símbolos
Algunos analistas señalan la actual situación precaria de Gran Bretaña: crisis económica en curso, aislamiento en relación a Europa por su negativa a suscribir el último tratado, crisis política interna. Todo ello en contraposición al avance de la estrategia argentina, que ha integrado el reclamo de parte importante de América Latina y que contó con el llamado a negociar hecho por EEUU.
Sin embargo, por el momento, como lo dice el
bloguero peronista Abel “esta es – y probablemente lo será por
bastantes años – una batalla simbólica.
Para ellos y para nosotros. Los mensajes del gobierno argentino, y los del
inglés, están y estarán dirigidos, principalmente, a sus respectivos pueblos.”
El gobierno de Cameron está
obligado a sacar de la escena la situación interna de Gran Bretaña. Reforzar el
carácter chauvinista en aquella nación está directamente relacionado con lograr
una base social que le permita avanzar en los ataques
contra las masas trabajadoras. Pero el gobierno argentino también utiliza el
tema Malvinas para salir de la agenda doméstica. En estos días la realidad
nacional está marcada por el ajuste que se inicia en
común en las provincias y desde el gobierno nacional.
La “traición” de EEUU a Gran
Bretaña puede explicarse por el deseo de tejer puentes con América Latina. Como
señaló Timerman
“habrán valorado el impacto que tiene la
cuestión de las Malvinas en América latina”. Pero esta señal política, que
no afecta en nada lo esencial, ya que es sólo un llamado a negociar, podía ser
esperable. Argentina vino dando muestras de un giro hacia las posiciones de
EEUU. Como se señalaba en este post,
su “lugar en el mundo” estaba cada vez más cerca del gran amo del norte. De ahí
que este “gesto” ayude a la continuidad de una relación cada vez más imbricada.
La improbabilidad dentro de la improbabilidad
El verdadero problema radica en
las escasas posibilidades de que Gran Bretaña acepte una negociación por la
soberanía de las islas. Los permanentes llamados a la negociación, realizados
incluso por la ONU,
no surtieron ningún efecto. Y precisamente el problema estriba en que frente al
imperialismo esgrimir razones de derecho internacional tiene la “pequeña”
limitación de que el derecho internacional lo deciden esas potencias.

De ahí que la hipótesis de
negociación (muy improbable) por soberanía, puede terminar conduciendo a algún
tipo de acuerdo formal en el mejor de los casos o terminar en un fracaso liso y
llano. En una situación de crisis internacional como la actual, las potencias
imperialistas, lejos de tender hacia el pacifismo, tenderán a aumentar los
gestos belicistas o militaristas.
El “problema nacional” y las clases
La historia del siglo XX demostró
que las vías para enfrentar y derrotar al imperialismo estuvieron ligadas a la
revolución social. Sólo enfrentamientos del conjunto de las masas pudieron
establecer un freno a los intentos de diversos imperialismos de imponer o
perpetuar su dominación. En esos procesos, las clases sociales fueron un factor
actuante.
Precisamente en los “problemas
nacionales” la dinámica de esas luchas fue acorde a los postulados de la
concepción marxista, contrariando, por ejemplo, la apreciación que hace Abel acá
sobre que el marxismo considera a la nacionalidad como una ficción burguesa.
Lejos de ello, los marxistas
sostenemos que los problemas de la independencia nacional (y la cuestión de
eliminar un enclave imperialista en territorio nacional es parte de esa
cuestión) sólo pueden ser resueltos bajo la dirección revolucionaria de la
clase trabajadora y el pueblo pobre, enfrentando al imperialismo y con completa
independencia de los sectores burgueses autóctonos.
Es la misma burguesía la que hace
una ficción de la “nacionalidad”. Si tomamos, la realidad actual. ¿Se puede
hablar de nacionalidad cuando de las 500 principales empresas del país, más del
60% son de capital extranjero, cuando se sanciona la Ley Antiterrorista impuesta por
el GAFI y a pedido de EEUU, cuando se fugan millones del país por remesas de
utilidades? La misma clase capitalista que se enriquece bajo los gobiernos kirchneristas
es la que fugó (y fuga) miles de millones de dólares al extranjero y permitió
la venta de todas las empresas estatales en los años 90. Ahí está la verdadera
ficción.
En definitiva y para cerrar, los “fuegos
de artificio” del gobierno nacional, están lejos de significar una verdadera
pelea por erradicar ese enclave del imperialismo y recuperar las islas para el
territorio nacional.