Seguramente no le ocurre a todo
el mundo o no todo el mundo lo piensa o racionaliza. Posiblemente yo tampoco lo
había hecho hasta esta noche y no tiene la menor importancia. En todo caso
puede funcionar como una suerte de pausa entre tanto ajetreo político que te
impone la, valga la redundancia, política.
Agosto puede ser –junto a
diciembre- una suerte de mes emblemático en la vida de una persona. En este
caso de esta persona. Agosto es el mes en que me fui a vivir solo a los 19
años. Agosto es el mes en fue asesinado León Trotsky, hecho que, a pesar de no
haber vivido –como resulta obvio-, se puede definir como completamente
asimilado a la propia vida. No hay 20 de agosto que no considere como un día
trascendental. Es la fuerza de las ideas. Agosto es, también, el mes en el que
empecé a militar. Un cambio no menor (más bien gigantesco), aunque no tuve la
certeza de la magnitud hasta 2 años después.
Pero sobre todo hoy, ahora, Agosto
es el mes en que mi vieja cumplía años. Hoy hubiera estado cumpliendo 68 si no se
la hubiera llevado un cáncer.
Difícil especular con que podría
estar haciendo. A esta altura ya estaba jubilada hace rato y se merecía un
descanso después de estar 35 años frente al grado.
Sí, mi vieja era maestra. Era
docente. Y le gustaba su laburo. Le gustaba como la gusta a la enorme mayoría
de los y las docentes que conozco. Le gustaba hacer que los chicos entiendan y
conozcan. Y como le gustaba le ponía toda la onda. Tengo el recuerdo borroso de
los “premios” que le daban en la escuela, onda “mejor compañera”. No es un dato
menor. Yo conocí a varias de sus compañeras y no calificaban ni por las tapas
para la terna. Evidentemente mi vieja calificaba y con creces.
Mi vieja nunca fue de izquierda.
Radical, como una franja enorme de los cordobeses. No tan gorila como otros
pero sí un poquito. Así y todo siempre nos dio una mano. En los tiempos en que
en Córdoba empezábamos a poner de pie algo parecido al trotskismo, allá por mediados
de los ´90, mi vieja era candidata a todo. Después entraron mis hermanos,
cuando cumplieron 18. Armábamos lista con mi familia y un par más. Solo así
podías presentarte. Y aparte militaban. A su manera, con su propia “interpretación”
de nuestra campaña.
No pude hacerme amigo de mi
vieja. Solo los últimos años, cuando ya estaba enferma, pude tener un vínculo
más cercano. Una cagada. ¿Podría haberlo evitado? Es una pregunta muy difícil de
responder. Somos lo que somos después de nuestros errores y algunos pocos (en
mi caso) aprendizajes. Como no existe la posibilidad de volver el tiempo atrás
y corregir, tengo que decir que era lo que se podía.
Supongo que, a más de 700
kilómetros, mis hermanos, como lo hago yo en este momento, la estarán llorando.
Supongo que pensarán ¡que mierda que no haya conocido a sus nietos! (uno se
llama León, alto nombre!). Yo también lo pienso. Que mierda. A ellos, a Andrea
y Roxana, a los pequeños León y Caleb (que de pequeño tiene poco) va dedicado
este mini-post.
EC
muy lindo, te mando un abrazo
ResponderEliminarel que te manda un abrazo , soy Lorenzo
ResponderEliminarAbrazo Edu! Muy bueno lo que escribiste.
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