Eduardo Castilla
Nota publicada en La Verdad Obrera el 27/2/14
“En estos momentos, lo que hay en Córdoba, ustedes saben, es un foco de infección” Juan Domingo Perón, 20/02/74
Hace 40 años se producía el golpe policial conocido como
Navarrazo. El jefe de policía provincial, Antonio Navarro, deponía al
gobernador Obregón Cano y su vice Atilio López, cercanos a la izquierda
peronista.
Simultáneamente, policías y comandos civiles armados por la derecha
peronista y la burocracia sindical de las 62 Organizaciones Peronistas,
patrullaban las calles de la ciudad, atacaban locales sindicales y
aterrorizaban a la población.
Pablo Bonavena relata: “la policía ocupa dos radios de la ciudad y
sabotea otras dos, dejándolas fuera de servicio. Emite además un
comunicado informando que Obregón Cano había sido detenido en el mismo
momento en que estaba proveyendo de armas a civiles de “conocida
militancia marxista”1.
Por la mañana, las 62 Organizaciones declaran un paro en apoyo a la
sublevación. Por la tarde celebran su “Congreso normalizador” con la
presencia de Otero, ministro de Trabajo de la Nación. De la “nueva” CGT
se excluye a todos los gremios no alineados con el gobierno nacional.
Por la noche, Marco Agodino, presidente de la Cámara de Diputados, es
proclamado gobernador interino. Dos días después Perón firma el
proyecto de intervención federal. La renuncia de Obregón Cano y López
-una completa formalidad- cerrará este capítulo y abrirá el de las
intervenciones y la persecución brutal al movimiento obrero.
El porqué del Navarrazo
El retorno de Perón a la Argentina tuvo por finalidad desactivar el
enorme ascenso revolucionario que se había abierto a partir del
Cordobazo. Esto implicaba una política contrarrevolucionaria hacia la
vanguardia combativa y antiburocrática en el movimiento obrero. De esa
necesidad surgió el accionar de la Triple A y los llamados de Perón a
luchar contra la “infiltración marxista”.
En Córdoba se concentraba una fuerte vanguardia antiburocrática,
expresada en organizaciones como Luz y Fuerza, dirigido por Tosco, el
SMATA de Salamanca y la UTA, dirigida en ese momento por Tapia. Esos
sindicatos, que habían tenido protagonismo en el Cordobazo, contaban con
enorme influencia en el conjunto de la población obrera y popular.
Liquidarla fue uno de los objetivos centrales del Navarrazo y las
posteriores intervenciones2.
La ausencia de reacción popular
El Descamisado -periódico de Montoneros- afirmará que “el pueblo no
salió a la calle porque no es estúpido, cualquier movilización hubiera
sido una masacre”3. Tosco dirá que “hay una relación de fuerzas básica
que está dada por el teniente coronel Navarro y su policía con las armas
en la mano. Centenares de fascistas armados y entrenados”4. En la
ciudad del Cordobazo y el Viborazo, Navarro había triunfado casi sin
lucha.
Tosco, Salamanca y las organizaciones guerrilleras fueron impotentes
ante el golpe, a pesar de que los ataques armados contra la vanguardia
obrera eran una postal diaria5. Ni Montoneros ni el PRT-ERP tuvieron una
política para armar a la vanguardia obrera en función de enfrentar a
los comandos civiles y las fuerzas policiales en las calles, poniendo en
evidencia la impotencia de su estrategia de guerra de aparatos contra
las fuerzas represivas que sostuvieron a lo largo del período.
Tosco y Salamanca apostaron, hasta el momento del golpe, a que
Obregón Cano llamara a los trabajadores a movilizarse contra la derecha.
Política impotente ya que el gobernador nunca estuvo dispuesto a
desafiar a Perón.
Una respuesta militar de la vanguardia obrera podría haber arrastrado
a sectores de masas y derrotado el golpe, lo opuesto a la afirmación de
Montoneros de que hubiera sido “una masacre”. En el Cordobazo, las
masas en las calles habían derrotado a las fuerzas policiales a pesar de
los asesinatos cometidos por éstas. Esa experiencia existía en las
masas.
Pero ese objetivo militar implicaba, en el terreno político, una
clara denuncia del rol que cumplía Perón como responsable de la
represión. Ni Montoneros, ni Tosco o Salamanca lo hicieron. Durante los
meses previos, e incluso después, llamaron a la ambigua “defensa del
gobierno popular” contra la derecha. Esto sembró confusión entre la
vanguardia obrera y las masas en general, impidiendo prepararse para
acciones contrarrevolucionarias a gran escala como el Navarrazo.
1 Lucha de clases, guerra civil y genocidio en Argentina. Pág. 224
2 Durante el período de Lacabanne se atacó abiertamente a Luz y
Fuerza y SMATA. Este último fue intervenido por la directiva nacional
del gremio.
3 El Descamisado Nº42. Marzo de 1973.
4 Entrevista a Tosco en La Voz del Interior. En Textos Reunidos, tomo II. Editorial UNC.
5 En octubre, un comunicado de Luz y Fuerza denunciaba “los atentados
a las organizaciones sindicales combativas, a otros locales e
instituciones (…) el criminal ametrallamiento de una asamblea de
trabajadores de la construcción” que buscan “crear un clima de
intimidación y terror”. Agustín Tosco. Textos reunidos II. Pág. 237.
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