Desde las 6.30 una gran jornada empezaba a incubarse cuando el compañero
César “Aguja” Quiñones lograba entrar a la planta de Renault, burlando a la
seguridad. Esa que se encarga de cuidar la seguridad de las ganancias
capitalistas. A partir de ese momento, avalado
por una resolución judicial, empezaba una cuenta regresiva hasta el inicio de la
elección de delegados.
La versión cordobesa del gremio moyanista tiene en su haber una historia de
traiciones contra los trabajadores tercerizados de Cargo. Historia que es, a la
vez, la historia de la garantía de los intereses capitalistas, la de la precarización
laboral, los bajos salarios y la tercerización. En esa tradición nefasta se
puede contar la traición a la dura lucha del 2006, cuando la burocracia no tuvo
empacho en apelar a sus patotas para amenazar a los trabajadores aquella mañana
fría de junio, pocas horas después de ser violentamente reprimidos por la
policía de De la Sota.
Esa nefasta tradición se mantuvo por muchos años. El odio crecía, las protestas
eran frecuentes, la bronca contra los supervisores que no podía expresarse en
nada. La necesidad imperiosa de poner un límite a los aprietes patronales era
constante. Frente a ese descontento, la burocracia inventó la “novedad” (con
perdón del término) de los “voceros”: verdaderas estatuas puestas en función de garantizar el control y el temor
entre los trabajadores. Pero la bronca era grande. De allí surgió el llamado a
elecciones. Estas elecciones donde hicieron todo lo que pudieron para dejar fuera
al Aguja, hasta despedirlo. Donde hicieron de todo para elegir delegados
dóciles y controlables. Pero no todo salió como lo habían planeado.
Empieza la pelea
Desde el mediodía se paró el trabajo. Sus compañeros buscan al Aguja en el
lugar en el que espera el horario de inicio de las elecciones. La patronal y la
burocracia lo ven llegar con ojos sorprendidos. Decenas de compañeros lo rodean.
Cantan, gritan, festejan. El Aguja está adentro y todos los planes de una
elección tranquila se empiezan a morir.
La patronal aprieta a los obreros, pero los obreros paran y se unen al que
consideran su delegado de hecho, su vocero. La patronal aprieta pero los
trabajadores no aflojan. El paro en ese sector es un hecho. La producción
empieza a resentirse. Si paraban menos, venían los jerárquicos a trabajar y no
pasaba nada. Pero son suficientes para empezar a causar daño. Son suficientes
para que la patronal no pueda solucionar el problema de inmediato. Con el correr
de las horas entrarán otros trabajadores y llamaran a quienes trabajan por
consultora. Otra muestra patente de la debilidad que impone la tercerización a
la lucha de la clase obrera. Pero la pelea de los compañeros de Cargo ya empezó
y se hace sentir en la línea de producción. La tarde transcurrirá en ese
combate.
Una tensa votación
La burocracia se niega a aceptar al Aguja como candidato. Los obreros se
ponen firmes. Casi sesenta compañeros hacen el aguante al lado de la urna. El paro
sigue y las presiones también. Es una acción ofensiva. No están parando despidos o suspensiones. Están queriendo
imponer su candidato. Un candidato despedido por la patronal y que estaba
afuera de la planta. Cuentan con el aval de una resolución judicial. Saben que
afuera hay piquetes con decenas de jóvenes en dos portones. Y saben, sienten,
entienden que es ahora o nunca. Es por eso que siguen parando y frenando la
elección. Algunos pocos votan. Primero son 3, luego 15. Cuando entra el turno
tarde son aún más. La burocracia impide que voten los contratados, pero permite
que voten los administrativos.
Pero así y todo logra muy poco. Apenas vota el 40% de los trabajadores. No
es una victoria. Es una derrota. Querían elecciones tranquilas. Lograron un
paro y un boicot. Los que no votan son más que los votan al primer “ganador”. Si
la elección se hubiera hecho con el Aguja como candidato, a estas horas sería
delegado. Era eso lo que querían evitar. Ese era el plan desde hace meses. Por eso
el despido, por eso la persecución, por eso la complicidad con la patronal.
Una batalla que recién
comienza
Los que no votaron salen de la planta hinchados de orgullo. Tienen bronca.
No es para menos. Mucha bronca. Pero están contentos. Saben que dieron una gran
pelea. Y saben que esto recién arranca. Que hoy le pusieron un freno a la
alianza entre la burocracia y la patronal. Pero que la batalla sigue y que se
puede pelear. Hoy quedó demostrado. Los que hicieron la elección y la “ganaron”
salen con la cabeza gacha.
Esta batalla acaba de empezar. Es parte de una pelea mayor. La lucha contra
la burocracia sindical mafiosa que dirige los sindicatos de la provincia en
acuerdo con las grandes multinacionales y el gobierno provincial. Esa misma
burocracia que echó de SMATA a nuestro compañero Hernán “Bocha” Puddu. La misma
que está detrás de los despidos antisindicales de 19 compañeros en VW. Esa
burocracia que sale a hacer de vocera de las grandes patronales, anunciando
las suspensiones y los despidos que vendrán.
Para enfrentar a esa burocracia entregadora, la gran acción de los
trabajadores de Cargo-Renault de este viernes, es un gran ejemplo a seguir. Es un
ejemplo para que las decenas de miles de mecánicos que mueven las palancas de
la principal rama de la industria cordobesa vean que es posible pelear, parar,
golpear. Hoy vimos una gran pelea. Trabajadores tercerizados, sin ninguna
protección sindical, contra la burocracia de su gremio, contra su patronal y
contra una gran multinacional imperialista, mantuvieron parado su sector y le
impusieron un daño (menor pero daño al fin) al conjunto de la producción.
Ese gran ejemplo merece ser conocido por la clase obrera cordobesa. Por los
mecánicos, pero también por los docentes y los estatales. Pero además merece
ser conocido por los estudiantes. Por los miles que pueblan las aulas
universitarias. Porque así se forja la unidad obrero-estudiantil. No en
declamaciones bellas pero vacías. Hoy la Juventud del PTS estuvo en la puerta
de Renault desde las 6 de la mañana peleando para que el Aguja sea candidato.
Los que no somos tan jóvenes también estuvimos allí, orgullosos y contentos de
dar esta batalla. Felices de ver a los obreros luchar. Entusiasmados como el
primer día. Nuevas peleas esperan. Nosotros esperamos por ellas.
“El
intelectual crítico es aquel que pronuncia una crítica indeseada por los
intervinientes del conflicto” escribía Nicolás Casullo en Las
cuestiones, aparecido
allá por el 2007. El intelectual no sólo es responsable de sus palabras, sino
también de sus silencios, escribía Sartre varias décadas antes. El intelectual K ¿crítico o comprometido?
La cuestión del intelectual atraviesa
parte central de la literatura política del siglo XX (sobre este tema pueden leerse dos interesantes posts acá y acá). Emergen las preguntas ¿Desde
donde crítica el intelectual crítico? ¿Qué critica? Si el intelectual tiene por
tarea ser (o ejercer) la “conciencia
crítica de la sociedad” (Casullo) la cuestión que emerge es el lugar (social
y político) desde el que se ejerce esa labor y las consecuencias que se revelan
en la práctica. La crisis actual de la intelectualidad agrupada en Carta
Abierta es la expresión de los límites del lugar desde el que eligió criticar.
“Es difícil dialogar con gente de Carta Abierta en este
momento-refiereSarlo- no porque sean sectarios en sus posiciones, no porque sean para nada
nítidos en sus posiciones, sino porque están pensando en retroceso (…) caminando
hacia atrás en un territorio sobre el cual creían y querían haber avanzado”. El territorio “conquistado” se deshace
bajo sus pies. Todo se inclina bruscamente hacia la derecha. Los Pañuelos son reemplazados por los
Milani, Granados, Marambio, la persecución a los jóvenes y la baja de la edad
de imputabilidad. La Soberanía por
Chevron y el acuerdo con los Fondos Buitres. La juventud maravillosa por los acuerdos con gobernadores e
intendentes del Conurbano. El “giro restaurador” se muestra en todo su
esplendor. Todo lo que alguna vez pareció sólido, se desvanece en el aire.
Las Jornadas revolucionarias del 2001
barrieron con el autismo al que había estado sometida gran parte de la
intelectualidad criolla, refugiada en las universidades ante la tormenta
neoliberal. El kirchnerismo apeló a sus “saberes” para darle consistencia al
“relato”. La Resolución 125 les confirió enemigos a combatir entre las
“corporaciones”. Hoy, cuando los síntomas políticos del agotamiento
kirchnerista son más que evidentes, la intelectualidad K se encuentra ante el
umbral de sus propios límites. Pero esos límites no son intelectuales, no están
dados por la capacidad creativa de un Forster o un Horacio González.
Muy al contrario, son los límites de una apuesta, los límites de una empresa
que se presentó como transformadora del Noventismo,
como liquidadora de la despolitización menemista y aliancista, que prometió una
transformación profunda de la herencia
recibida, pero fracasó y no podía más que fracasar. La anomalía se ha transformado en normalización.
La sorpresa y la incertidumbre emergen,
cada día más, por derecha.
Entre los límites del bloque
ideológico y el transformismo
A riesgo de repetir, retomemos a Gramsci que
afirmaba que “si
la hegemonía es ético-política no puede dejar de ser también económica, no
puede menos que estar basada en la función decisiva que el grupo dirigente
ejerce en el núcleo rector de la actividad económica”. Este señalamiento
metodológico permite verificar los límites de la capacidad hegemónica de una
capa o fracción dirigente. La aclaración es precisa: el kirchnerismo no ejerce
un rol como núcleo rector en la actividad económica pero apostó por la utópica
(re)construcción de una “burguesía nacional”. Pero la profunda penetración del capital extranjero y su
control sobre áreas claves de la estructura económica no se revirtieron. Aquella
gesta “industrializadora” tan sólo resultó un pingüe negocio para las
contratistas del estado y los empresarios amigos del “modelo” (para profundizar
al respecto se puede leer, en el número 3 de Ideas
de Izquierda, la nota de Esteban Mercatante Los contornos de la dependencia).
De allí los límites materiales para la
construcción hegemónica. La conformación de un bloque ideológico presupone la conformación de una concepción de la vida y un programa escolar, según afirmaba el
revolucionario italiano Gramsci. Los intelectuales afines al kirchnerismo se
dieron a esa tarea.
Pero no podía emerger una nueva “concepción
de la vida” en tanto la vida misma
mantuviera mucho de lo viejo para las
masas explotadas y oprimidas. A pesar del crecimiento a “tasas chinas”, la
precarización laboral se mantuvo y entre la juventud alcanza niveles enormes.
Hoy, la cantidad de jóvenes que no estudian ni trabajan (los despectivamente llamados
“ni-ni”) superan la existente hace una década. Los femicidios y las muertes por
abortos clandestinos en condiciones insalubres no se han detenido. La ausencia
de vivienda sigue siendo un problema esencial para millones de familias. Si la vida misma no cambió, los intelectuales
K no podían crear una nueva concepción
sobre la misma. Su impotencia ideológica estaba fuera de ellos.
Por añadidura naufragó la construcción de
un principio educativo. Tres millones
de netbooks no constituyen un programa de conjunto si los salarios docentes son
paupérrimos, sus condiciones laborales están altamente precarizadas y la
estructura edilicia se cae a pedazos. La última muestra del desprecio
gubernamental hacia la docencia tal vez la exprese este video publicitado como “homenaje” en su día.
Así, la hegemonía del kirchnerismo (en el
sentido de dirección cultural) fue altamente
limitada. Frente a estas limitaciones, la coacción
y el transformismo jugaron grandes
papeles. Sobre la coacción remitimos a lo ya escrito
anteriormente. Por su parte, el transformismo permitió ampliar la clase
dirigente, decapitando las direcciones de las capas subalternas. Según afirmaHughes Portelli “el
transformismo es un proceso orgánico: expresa la política de la clase
dominante, que se niega a todo compromiso con las clases subalternas”
(p.78).
Tomar esta afirmación linealmente
implicaría una lectura extrapolada de la realidad. En el caso argentino, las
Jornadas del 2001 le impusieron a la clase dominante determinados compromisos
parciales y promesas demagógicas. En este caso, el carácter del transformismo
está dado por el límite estructural de esas concesiones, construidas en el
plano de la superestructura pero sin
afectar los “poderes reales”.
Fin de la hegemonía y crisis de la intelectualidad
Al no modificarse profundamente las bases estructurales
de la nación, la capacidad de conformar un bloque
ideológico macizo estuvo altamente limitada. Precisamente por ello, cuando
el kirchnerismo empezó a encontrar su techo emergieron fuertes tendencias
centrífugas en los diversos niveles en que se había constituido como coalición
gobernante. Al respecto hemos señalado algunos elementos aquí.
Gramsci afirma acá que
“Apenas el grupo social dominante ha
agotado su función, el bloque ideológico tiende a desintegrarse, y entonces la
"espontaneidad" puede ser sustituida por la "coacción", en
formas cada vez menos disimuladas e indirectas, hasta llegar a las medidas de
policía propiamente dichas y a los golpes de Estado”. La “función” del
kirchnerismo en tanto gobierno de restauración y reconstrucción de la vieja
institucionalidad golpeada por el 2001, ha terminado. Ha sido cumplida dentro
de los estrechos márgenes que les permitió la estructura capitalista argentina
configurada en esta década.
En su
lugar, asistimos al crecimiento de las formas
represivas (coacción) que cumplen una función preparatoria. Las condiciones de crisis internacional y los límites
en la transformación de la estructura social plantean, más temprano que tarde, una
dinámica de tensiones sociales y creciente lucha de clases. En ese marco, la hegemonía
cede paso al fortalecimiento de las medidas represivas.
Precisamente, en esta coyuntura, la criticidad de la mayoría de la intelectualidad
K tiende a tornarse nula, limitada. Las palabras, que suelen brotar a
borbotones en cada Carta Abierta, sorprenden por su ausencia marcada o por su
aparición en dosis homeopáticas. El lugar del intelectual K parece ser el
silencio, no el compromiso ni la crítica.
El lugar de la crítica y el lugar de la política
La elección del lugar político y social desde el cual se critica no es un dato
menor. Ésta elección configura, fuertemente, el contenido de la crítica así como las vías en que la misma se torna
praxis o política. Volvamos un momento atrás. La crítica de Sarlo hacia Carta
Abierta se acompaña de la reivindicación de Binner como “buen administrador”. No
como gran intelectual ni como gran dirigente político, sino sólo como
administrador eficiente. Así, la gestión
del estado capitalista, garante de los negocios de los grandes grupos
económicos, se naturaliza como el lugar común desde el que emerge la crítica,
que no es pensada como el sustrato de una transformación profunda, sino
como conservación de lo existente bajo formas aceptables para la “opinión
pública” (de las clases medias).
Ese lugar, desde el que critica Sarlo, es
también el de la crítica limitada. Si Carta Abierta, en función de su
alineación política, se ve empujada al silencio, la intelectualidad social-liberal
se ve compelida a golpear sobre las consecuencias reduciendo el radio de las
causas, sobre lo político recortando lo económico en tanto determinación en última
instancia. Allí tampoco hay lugar para lo que “incomoda a ambos contendientes”
sino sólo para lo que incomoda al kirchnerismo.
Parte de la intelectualidad argentina
encontró en los últimos años otro lugar
desde el que ejercer la crítica. Esto no fue ajeno al lento deterioro de las
condiciones de hegemonía kirchnerista así como la creciente emergencia de una
izquierda delimitada en lo político-ideológico. La pelea entre las patronales
del campo y el gobierno nacional, en el 2008, actuó como una suerte de momento fundacional de ese espacio,
cuando la declaración Ni
K ni campo reunió cientos de firmas de apoyo. La Asamblea de intelectuales
en apoyo al FIT, surgida en el 2011, fue también un lugar de concentración de esta
fracción de intelectuales. Hoy, la revista Ideas de Izquierda reúne a un grupo
de intelectuales (partidarios y no partidarios) que ejerce la crítica desde un
lugar distinto al de la intelectualidad social-liberal y al de la
intelectualidad K. Lo hace desde la perspectiva de la transformación social
profunda de la sociedad capitalista.
Pero precisamente ahí hace su intervención
la dimensión de la política. Si la fuerza propulsora de la historia “no es la crítica, sino la revolución” (Marx) ésta
no es un “resultado automático” de la crisis capitalista actual. Lejos de ello,
la perspectiva de la transformación revolucionaria profunda del orden existente
supone la construcción de una fuerza social capaz de actuar en los momentos de
crisis o quiebre social, un intelectual
colectivo en la terminología gramsciana, capaz de fusionarse realmente con los sectores avanzados de
la clase trabajadora, la juventud y el conjunto de los oprimidos.
Desde esa perspectiva, la lucha de ideas
es parte de la pelea en curso por hacer emerger el abajo obrero y popular en la
perspectiva de forjar la alianza social y política capaz de derribar el orden
capitalista. Sólo desde una perspectiva que contemple la transformación social
revolucionaria de la sociedad, la crítica puede hacerse efectiva, convertirse
en fuerza material capaz de influir decisivamente en el curso de la historia.
Por Boris Navia Pérez, Abogado,
casado, tres hijos. Preside el Club de Amigos de Radio Nuevo Mundo y ejerce su
profesión, asesora a la Confederación Campesina Ranquil, a exonerados
políticos y otros gremios.
¡A ese hijo de puta me lo traen
para acá!”. Gritó el oficial apuntando con su dedo a Víctor Jara, quien junto a
unos 600 profesores y estudiantes de la
UTE ingresábamos prisioneros con las manos en la nuca y a
punta de bayonetas y culatazos al Estadio Chile, la tarde del miércoles 12 de
septiembre de 1973. Era el día siguiente del golpe fascista. El día antes, el
11, Víctor debía cantar en el acto que se realizaría en la UTE, donde nuestro rector
Enrique Kirberg recibiría al presidente Allende, quien anunciaría el llamado a
plebiscito al pueblo de Chile. Sin embargo, la voz de Allende fue apagada en La Moneda en llamas y la
guitarra de Víctor quedaría allí, destrozada por la bota militar en el
bombardeo de la UTE,
como testimonio más de la barbarie fascista.“¡A ese hijo de puta me lo traen
para acá!”. Repitió iracundo el oficial. Casco hasta los ojos, rostro pintado,
metralleta al hombro, granada al pecho, pistola y corvo al cinto, balanceando
su cuerpo tensado y prepotente sobre sus botas negras.
“¡A ese huevón! ¡A ése!”. El
soldado lo empuja sacándolo de la fila. “¡No me lo traten como señorita,
carajo!”. Ante la orden, el soldado levanta su fusil y le da un feroz culatazo
en la espalda de Víctor. Víctor cae de bruces, casi a los pies del oficial.
“¡Che, tu madre! Vos sos el
Víctor Jara huevón. El cantor marxista ¡El cantor de pura mierda!”. Y,
entonces, su bota se descarga furibunda una, dos, tres, 10 veces en el cuerpo,
en el rostro de Víctor, quien trata de protegerse la cara con sus manos (ese
rostro que cada vez que lo levanta esboza esa sonrisa, que nunca lo abandonó
hasta su muerte). Esa misma sonrisa grande con que cantó desde siempre al amor
y a la revolución.
.“Yo te enseñaré hijo de puta a
cantar canciones chilenas, ¡no comunistas!”.
.El golpe de una bota sobre un
cuerpo indefenso no se olvida jamás. El oficial sigue implacable su castigo,
enceguecido de odio, lo increpa y patea. La bota maldita se incrusta en la
carne del cantor. Nosotros, apuntados por los fusiles contemplamos con horror
la tortura de nuestro querido trovador y pese a la orden de avanzar nos
quedamos transidos frente al horror. Víctor yace en el suelo. Y no se queja. Ni
pide clemencia. Sólo mira con su rostro campesino al torturador fascista. Este
se desespera. Y de improviso desenfunda su pistola y pensamos con pavor que la
descerrajará sobre Víctor. Pero, ahora le golpea con el cañón del arma, una y
otra vez. Grita e increpa. Es histeria fascista.
.Y, entonces, la sangre de Víctor
comienza a empaparle su pelo, a cubrirle su frente, sus ojos. Y la expresión de
su rostro ensangrentado se nos quedaría grabada para siempre en nuestras
retinas.El oficial se cansa y de pronto detiene sus golpes. Mira a su alrededor
y advierte los cientos de ojos testigos que en una larga hilera lo observan con
espanto y con ira. Entonces, se descompone y vocifera.“¿Qué pasa huevones? ¡Que
avancen estas mierdas¡ Y a este cabrón' se dirige a un soldado, “me lo pones en
ese pasillo y al menor movimiento, lo matas! ¿Entendiste? ¡Carajo!
.El Estadio Chile se iba llenando
rápidamente con prisioneros políticos. Primero, 2 mil, luego seríamos más de 5
mil. Trabajadores heridos, ensangrentados, descalzos, con su ropa hecha
jirones, bestialmente golpeados y humillados. El golpe fascista tuvo allí, como
en todas partes, una bestialidad jamás vista. Las voces de los oficiales
azuzando a los soldados a golpear, a patear, a humillar esta “escoria humana”,
a la “cloaca marxista”, como lo espetan.
.Hasta hoy día la gente nos
pregunta si los miles de prisioneros del estadio presenciaron estas torturas de
Víctor y la respuesta es que sólo unos pocos, sus compañeros de la UTE y los más cercanos, ya que
el destino y la vida de cada uno estaba en juego y, además, el Estadio Chile
era un multiescenario del horror, de la bestialidad más despiadada.
.Allí arriba un oficial le
cortaba la oreja con su corvo a un estudiante peruano, acusándolo por su piel
morena de ser cubano. Allá, un niño de unos 12 años, de repente se levanta de
su asiento y llamando a su padre corre enloquecido entre los prisioneros y un
soldado le descarga su ametralladora. De pronto un soldado tropieza en las
graderías con el pie de un obrero viejo y El príncipe, que así se hacía llamar
uno de los oficiales a cargo, desde lo alto de los reflectores que nos enceguecían,
le ordena que le golpee y el soldado toma el fusil por su cañón y quiebra su
culata en la cabeza del trabajador, que se desangra hasta morir. Un grito de
espanto nos sobrecoge. Desde lo alto de la gradería, un trabajador enloquecido
se lanza al vacío al grito de ¡Viva Allende! y su cuerpo estalla en sangre en
la cancha del estadio. Enceguecidos por los reflectores y bajo los cañones de
las ametralladoras, llamadas “las sierras de Hitler”, siguen llegando nuevos
prisioneros.
.Víctor, herido, ensangrentado,
permanece bajo custodia en uno de los pasillos del Estadio Chile. Sentado en el
suelo de cemento, con prohibición de moverse. Desde ese lugar, contempla el
horror del fascismo. Allí, en ese mismo estadio que lo aclamó en una noche del
año 69 cuando gana el Primer Festival de la Nueva Canción
Chilena, con su Plegaria de un labrador:
Levántate
Y mírate las manos
Para crecer, estréchala a tu hermano
Junto iremos unidos en la sangre
Hoy es el tiempo que puede ser mañana.
Juntos iremos unidos en la sangre
Ahora y en la horade nuestra muerte, amen.
Allí es obligado a permanecer la
noche del miércoles 12 y parte del jueves 13, sin ingerir alimento alguno, ni
siquiera agua. Víctor tiene varias costillas rotas, uno de sus ojos casi
reventado, su cabeza y rostro ensangrentados y hematomas en todo su cuerpo. Y
estando allí, es exhibido como trofeo por el oficial superior y por El príncipe
ante las delegaciones de oficiales de las otras ramas castrenses y cada uno de
ellos hace escarnio del cantor.
La tarde del jueves se produce un
revuelo en el estadio. Llegan buses de la población La Legua. Se habla de
enfrentamiento. Y bajan de los buses muchos presos, heridos y también muchos
muertos. A raíz de este revuelo, se olvidan un poco de Víctor. Los soldados
fueron requeridos a la entrada del estadio.
Entonces, aprovechamos para
arrastrar a Víctor hasta las graderías. Le damos agua. Le limpiamos el rostro.
Eludiendo la vigilancia de los reflectores y las “punto 50”, nos damos a la tarea de
cambiar un poco el aspecto de Víctor. Queremos disfrazar su estampa conocida.
Que pase a ser uno más entre los miles. Un viejo carpintero de la UTE le regala su chaquetón
azul para cubrir su camisa campesina. Con un cortauñas le cortamos un poco su
pelo ensortijado. Y cuando nos ordenan confeccionar listas de los presos para
el traslado al Estadio Nacional, también disfrazamos su nombre y le inscribimos
con su nombre completo: Víctor Lidio Jara Martínez. Pensábamos, con angustia,
que si llegábamos con Víctor al Nacional, y escapábamos de la bestialidad
fascista del “Chile”, podríamos, tal vez, salvar su vida.
.
Un estudiante nuestro ubica a un
soldado conocido, le pide algo de alimento para Víctor. El soldado se excusa,
dice que no tiene, pero más tarde aparece con un huevo crudo, lo único que pudo
conseguir y Víctor toma el huevo y lo perfora con un fósforo en los dos
extremos y comienza a chuparlo y nos dice, recuperando un tanto su risa y su
alegría, “en mi tierra de Lonquén así aprendí a comer los huevos”. Y duerme con
nosotros la noche del jueves, entre el calor de sus compañeros de infortunio y,
entonces, le preguntamos que haría él, un cantor popular, un artista
comprometido, un militante revolucionario, ahora en dictadura y su rostro se
ensombrece previendo, quizás, la muerte. Hace recuerdos de su compañera, Joan,
de Amanda y Manuela, sus hijas y del presidente Allende, muerto en La Moneda, de su amado pueblo,
de su partido, de nuestro rector y de sus compañeros artistas. Su humanidad se
desborda aquella fría noche de septiembre.
.El viernes 14 estamos listos
para partir al Nacional. Los fascistas parecen haberse olvidado de Víctor. Nos
hacen formar para subir a unos buses, manos en alto y saltando. Y las bayonetas
clavándonos. En el último minuto, una balacera nos vuelve a las graderías.
.Fatídico 15-IX-73
Y llegamos al fatídico sábado 15
de septiembre de 1973. Cerca del mediodía tenemos noticias que saldrán en
libertad algunos compañeros de la UTE. Frenéticos empezamos a escribirles a
nuestras esposas, a nuestras madres, diciéndoles solamente que estábamos vivos.
Víctor sentado entre nosotros me pide lápiz y papel. Yo le alcanzo esta
libreta, cuyas tapas aún conservo. Y Víctor comienza a escribir, pensamos en
una carta a Joan su compañera. Y escribe, escribe, con el apremio del
presentimiento. De improviso, dos soldados lo toman y lo arrastran violentamente
hasta un sector alto del estadio, donde se ubica un palco, gradería norte. El
oficial llamado El príncipe tenía visitas, oficiales de la Marina. Y desde lejos
vemos como uno de ellos comienza a insultar a Víctor, le grita histérico y le
da golpes de puño. La tranquilidad que emana de los ojos de Víctor descompone a
sus cancerberos. Los soldados reciben orden de golpearlo y comienzan con furia
a descargar las culatas de sus fusiles en el cuerpo de Víctor. Dos veces
alcanza a levantarse Víctor, herido, ensangrentado. Luego no vuelve a
levantarse. Es la última vez que vemos con vida a nuestro querido trovador. Sus
ojos se posan por última vez, sobre sus hermanos, su pueblo mancillado.
.
Aquella noche nos trasladan al
Estadio Nacional y al salir al foyer del Estadio Chile vemos un espectáculo
dantesco. Treinta o cuarenta cuerpos sin vida están botados allí y entre ellos,
junto a Litre Quiroga, director de Prisiones del Gobierno Popular, también
asesinado, el cuerpo inerte y el pecho perforado a balazos de nuestro querido
Víctor Jara. 42 balas. La brutalidad fascista había concluido su criminal
faena. Era la noche del sábado 15 de septiembre. Al día siguiente su cadáver
ensangrentado, junto a otros, sería arrojado cerca del Cementerio
Metropolitano.Esa noche, entre golpes y culatazos ingresamos prisioneros al
Estadio Nacional. Y nuestras lágrimas de hombres quedaron en reguero,
recordando tu canto y tu voz, amado Víctor, Víctor del pueblo:
.
Yo no canto por cantar
Ni por tener buena voz
Canto porque la guitarra
Tiene sentido y razón.
Que no es guitarra de ricos
Ni cosa que se parezca
Mi canto es de los andamios
Para alcanzar las estrellas
.Esa misma noche, ya en el
Nacional, lleno de prisioneros, al buscar una hoja para escribir, me encontré
en mi libreta, no con una carta, sino con los últimos versos de Víctor, que
escribió unas horas antes de morir y que el mismo tituló Estadio Chile, conteniendo
todo el horror y el espanto de aquellas horas. Inmediatamente acordamos guardar
este poema. Un zapatero abrió la suela de mi zapato y allí escondimos las dos
hojas del poema. Antes, yo hice dos copias de él, y junto al exsenador Ernesto
Araneda, también preso, se las entregamos a un estudiante y a un médico que
saldrían en libertad. Sin embargo, el joven es revisado por los militares en la
puerta de salida y le descubren los versos de Víctor. Lo regresan y bajo
tortura obtienen el origen del poema. Llegan a mí y me llevan al Velódromo,
transformado en recinto de torturas e interrogatorios.
Me entregan a la FACh y tan pronto me arrojan
de un culatazo a la pieza de tortura, el oficial me ordena sacarme el zapato
donde oculto los versos. “¡Ese zapato, cabrón!”. Grita furibundo. Su brutalidad
se me viene encima. Golpea el zapato hasta hacer salir las hojas escritas. Mi
suerte estaba echada. Y comienzan las torturas, patadas, culatazos y la
corriente horadando las entrañas, torturas destinadas a saber si existían más
copias del poema. Y ¿por qué a los fascistas les interesaba el poema? Porque a
cinco días del golpe fascista en Chile, el mundo entero, estremecido, alzaba su
voz levantando las figuras y los nombres señeros de Salvador Allende y Víctor
Jara y, en consecuencia, sus versos de denuncia, escritos antes del asesinato,
había que sepultarlos.
.Pero quedaba otra copia con los
versos de Víctor, que esa noche debía salir del estadio. Entonces, se trataba
de aguantar el dolor de la tortura. De la sangre. Yo sabía que cada minuto que
soportara las flagelaciones en mi cuerpo, era el tiempo necesario para que el
poema de Víctor atravesara las barreras del fascismo. Y, con orgullo debo decir
que los torturadores no lograron lo que querían. Y una de las copias atravesó
las alambradas y voló a la libertad y aquí están algunos versos de Víctor, de
su último poema, Estadio Chile:
Somos cinco mil
En esta pequeña parte de la ciudad.
Somos cinco mil
¿Cuántos seremos en total
en las ciudades y en todo el país?
¡Cuanta humanidad,
hambre, frío, pánico, dolor, presión moral, terror y locura!
Somos diez mil manos menos que no producen
¿Cuántos somos en toda la
Patria?
La sangre del compañero Presidente
golpea más fuerte que bombas y metrallas
Así golpeará nuestro puño nuevamente.
Estos versos recorrieron todo el
planeta. Y las canciones de Víctor, de amor y rebeldía, de denuncia y
compromiso, siguen conquistando a los jóvenes de todos los rincones de la Tierra.
El oficial fascista que ordenó
acribillarlo debió quedar contento con su crimen, pensando que había silenciado
la voz del cantor, sin saber que hay poetas y cantores como Víctor Jara que no
mueren, que mueren para vivir, y que su voz y su canto seguirán vivos para
siempre en el corazón de los pueblos.
En
esta semana, luego de la cumbre del G-20, el gobierno de Estados Unidos
logró una resolución del apoyo de 11 países, dentro de los que se
encuentra Italia, Francia, Inglaterra y Alemania, que avalan una acción
rápida y contundente en Siria, aunque con la contradicción de que
debería ser junto con una resolución de la ONU. Las manifestaciones en
los diversos países contra la intervención imperialista en Siria. la
columna de Eduardo Castilla, columnista internacional del programa de TV
Giro a la Izquierda que se emite en Córdoba,integrante del Blog Apuntes
de Frontera y militante del PTS.
La crisis política internacional que abre el
posible ataque sobre Siria está abierta. Lejos aún está EEUU se lograr las
condiciones “óptimas” que le permitan llevar a cabo el ataque. En el “castigo por el uso de armas químicas”
se juega parte (no menor) de su actual (y declinante) hegemonía. Si no ataca habrá
dejado sentada su debilidad y los límites que hoy tiene para jugar el papel de
“guardián” del orden mundial. Si lanza la ofensiva y esta se demuestra insuficiente,
dejará margen para el desarrollo de las alas de derecha radicales en el interior de EEUU que
lo critiquen por su tibieza. Finalmente, si obligado por las circunstancias, decide
embarcarse en un escenario más ofensivo (siguiendo los consejos del ala McCain) las
consecuencias son difíciles de prever pero dentro de las hipótesis entra el
desarrollo de una fuerte crisis regional que podría implica la intervención
activa de las masas.
Todas estas posibilidades se hallan aún en el
terreno de las hipótesis. En el transcurso de la semana entrante, veremos que
pasa en el Congreso de la primera potencia mundial y si efectivamente Obama lograr
alinear al conjunto del régimen político detrás del ataque. Para un análisis
más detallado remitimos al lector a este artículo
que ilustra más claramente las tendencias políticas en curso. Aquí queremos
detenernos en algunos aspectos de la política de diversas corrientes de
izquierda, tanto frente a la amenaza del ataque como en relación al desarrollo
del proceso interno en Siria. Ambas cuestiones, en estos momentos, se hallan
inextricablemente ligadas.
De campos y
apoyos políticos
En este escenario de cuestionamiento al poder
imperialista, la política y la estrategia revolucionaria tienen que aportar al objetivo
de desarrollar una perspectiva independiente de la clase trabajadora y los
pueblo oprimidos en todo el mundo. Cualquier derrota que sufra el imperialismo
en Medio Oriente, donde las potencias capitalistas (y EEUU en particular)
cumplen un rol de brutalmente opresivo, puede ser un enorme espaldarazo para la
conciencia antiimperialista de decenas de millones en todo el mundo.
Necesariamente, la política revolucionaria
tiene que partir de esta realidad político-económica que constituye la
dominación imperialista a escala internacional. Así lo definía Trotsky quién,
en 1938 y partiendo de un hipotético enfrentamiento entre Brasil y Gran Bretaña
sostenía“En Brasil reina actualmente un régimen
semifascista al que cualquier revolucionario sólo puede considerar con odio.
Supongamos, empero, que el día de mañana Inglaterra entra en un conflicto
militar con Brasil. ¿De qué lado se ubicará la clase obrera en este conflicto?
En este caso, yo personalmente estaría junto al Brasil “fascista” contra la
“democrática” Gran Bretaña. ¿Por qué? Porque no se trataría de un conflicto
entre la democracia y el fascismo. Si Inglaterra ganara, pondría a otro
fascista en Río de Janeiro y ataría al Brasil con dobles cadenas. Si por el
contrario saliera triunfante Brasil, la conciencia nacional y democrática de
este país cobraría un poderoso impulso que llevaría al derrocamiento de la
dictadura de Vargas. Al mismo tiempo, la derrota de Inglaterra asestaría un
buen golpe al imperialismo británico y daría un impulso al movimiento
revolucionario del proletariado inglés. Realmente, hay que ser muy cabeza hueca
para reducir los antagonismos y conflictos militares mundiales a la lucha entre
fascismo y democracia. ¡Hay que saber descubrir a todos los explotadores, esclavistas
y ladrones bajo las máscaras con que se ocultan!”
Hoy, resulta evidente que cualquier
revolucionario o progresista debe sentir un odio enorme por el régimen de
Al-Assad. Régimen completamente despótico que hoy, circunstancialmente, se
opone a EEUU, pero que en el pasado (muy reciente) demostró no tener ningún
rasgo antiimperialista, como lo testimonia esta foto (que
circuló en diversos medios en los últimos días) en la cual se puede ver a Al-Assad
y su esposa cenando amistosamente con John Kerry y su esposa. Kerry, actual
Secretario de Estado de EEUU, comparó recientemente al líder sirio con Hitler y
Saddam Hussein. No está demás agregar que el presunto líder antiimperialista es
uno de los dirigentes políticos más ricos del mundo con una fortuna que algunos
calculan en U$45000 millones. En última instancia, el “desafío” de Al-Assad
tiene que ver con la declinación de la hegemonía de EEUU. Como afirma el
periodista Robert
Fisk“Alguna vez Líbano, Siria y Egipto temblaban
cuando Washington hablaba. Ahora se ríen. No sólo tiene que ver con lo que pasó
con los estadistas del pasado. Nadie se creyó que Cameron fuera Churchill ni
que ese hombre tonto en la Casa Blanca fuera Roosevelt, si bien Putin es un
Stalin aceptable. Se trata más de una cuestión de credibilidad; nadie en Medio
Oriente toma ya en serio a Estados Unidos”.
Precisamente por ello, la defensa que hacen
de Al-Assad corrientes latinoamericanas (entre ellas, aquellas ligadas al chavismo) expresa un
profundo límite en la pelea antiimperialista. La dictadura Siria no puede jugar
ningún papel verdaderamente revolucionario en este terreno. Es a raíz de esto
que, en caso de enfrentamiento militar, la clase trabajadora y la izquierda que
se reivindica revolucionaria y socialista, sin dejar estar por la derrota
militar y política del agresor imperialista, debe mantener una absoluta y clara
independencia política en relación a Al-Assad.
La LIT-CI y
su política para el conflicto
Como se ha criticado
correctamente aquí, la política de la LIT-CI y su
concepción de la llamada Teoría de la
revolución democrática la empujaron, en el caso libio, al apoyo a la
intervención imperialista con “rostro humanitario”. Esa concepción la llevó a
una posición completamente vergonzosa en Egipto
ante el golpe contra Morsi y la masacre contra los integrantes de la Hermandad
Musulmana.
Posteriormente, parecen haber
tomado nota de la oposición internacional que existe a la intervención que
impulsa EEUU y en su última declaración, plantean correctamente el
rechazo al ataque imperialista. Pero al mismo tiempo afirman que “La salida es otra: el apoyo total a los rebeldes.
Esto significa el envío, sin condiciones y de forma inmediata, de armas pesadas
y todo tipo de suministros, como medicinas y equipamientos para la resistencia
siria”. En el mismo
sentido escriben sus corresponsales en Medio Oriente. Señalan que “Más que nunca es necesario dejar clara
nuestra posición política de apoyo a la Revolución, apoyo al armamento de los
rebeldes y total oposición a la intervención imperialista en el país. Derrocar
a Assad sí, destruir Damasco desde el aire, no (…) Más que nunca, está colocada
la tarea de la clase trabajadora internacional de proclamar en voz alta: ¡Viva
la revolución! ¡No al ataque imperialista! ¡Armas sí, bombas no!”
Ambas declaraciones implican una posición completamente acrítica de las
actuales direcciones de la guerra civil en Siria, las que están lejos de una
posición revolucionaria. Por el contrario, se hallan ligadas en muchos casos, a
los intereses de las diversas potencias regionales. Éstas, en su mayoría, son aliadas
de EEUU. Elizabeth O'Bagy, analista que estuvo varias semanas en territorio sirio,
escribe en The Wall Street Journal, “Los grupos de oposición moderados representan la mayoría de las fuerzas reales de lucha, y han sido recientemente
fortalecidos por la afluencia de armas y dinero de Arabia Saudita y otros
países aliados, como Jordania y Francia. Esto es especialmente cierto en
el sur, donde las armas proporcionadas por los saudíes han hecho una diferencia
significativa en el campo de batalla, y han ayudado a impulsar una serie de
recientes avances rebeldes en Damasco”. Junto estos sectores, pelean las
milicias del Frente al Nusra, al cual señalan ligado a Al Qaeda.
La exigencia de “armas para los
rebeldes” dejando de lado el carácter pro-imperialista de parte de las
direcciones rebeldes puede ubicarse enteramente dentro del campo de la llamada Teoría de la revolución democrática,
donde la lucha anti-dictatorial puede ser encabezada por cualquier corriente
aunque represente intereses ajenos a los de la clase trabajadora.
La indefinición de un programa revolucionario
En el mismo sentido (de adaptación a las corrientes que hoy hegemonizan
la conducción de las fuerzas rebeldes) va esta declaración de grupos de izquierda revolucionaria
de Siria, Marruecos, Egipto, Iraq y Líbano (que difunde el grupo Corriente Roja, integrante de la LIT-CI). Allí se
afirma que “La mayoría de aquellos que participan en la
movilización popular permanente - quienes son más conscientes, con más
principios y dedicados al futuro de Siria y su pueblo - comprenden estos
hechos, sus consecuencias, resultados y actúan de acuerdo a ello, lo que
contribuirá a ayudar al pueblo sirio a escoger correctamente una dirección
verdaderamente revolucionaria”.
En la tradición del marxismo
revolucionario, una dirección “verdaderamente revolucionaria” emerge como
resultado del “proceso de choques entre
las diversas clases y de las fricciones entre las diferentes capas de una clase
dada”. (Clase, partido y dirección,
León Trotsky). En esta declaración de los grupos ligados a la LIT, no hay
ni por asomo una perspectiva que se proponga que la clase obrera “choque” con el
resto de las fracciones de clase que actúan en la guerra civil.
Junto a ello, la declaración
también sostiene que “En el proceso de
una lucha comprometida basada en los actuales y futuros intereses de su
pueblos, se producirá un programa radical consistente con estos intereses, que
puede ser promovido y puesto en práctica en el camino a la victoria”. Aquí
se deja de lado el programa, la herramienta que puede permitir forjar una
perspectiva independiente de la clase trabajadora, delimitando sus intereses en
relación al resto de las masas que actúan en el proceso, condición necesaria
(aunque no suficiente) para que pueda convertirse en clase hegemónica o
dirigente.
La importancia del programa, como
instrumento de lucha del movimiento obrero, era resaltada por Trotsky durante
los años 30’. En La Lucha contra el fascismo en Alemania
señalaba que “no se pueden formular los
intereses de una nación más que desde el punto de vista de la clase dominante o
desde la clase que pretende ocupar el papel dominante. No se pueden formular
los intereses de una clase más que en forma de programa; no se puede defender
un programa más que poniendo en pie un partido” (pág. 125). Esta afirmación
de Trotsky no deja librado al “desarrollo de la lucha” la constitución de un
programa, sino que lo plantea como una construcción necesaria con la que el
partido pelee por conquistar la dirección de las masas en lucha. El programa no
es una creación artificial, “no puede caer del cielo” sino que debe reflejar
los problemas reales de las masas en lucha. Pero su necesidad surge de
delimitar claramente los intereses de las diversas clases en la lucha
revolucionaria.
La revolución “popular” y la
ausencia de una perspectiva de clase
De conjunto, la declaración no
plantea una perspectiva donde la clase obrera sea la clase que se convierta en hegemónica.
Por el contrario, termina con las consignas “Victoria para una Siria libre y democrática y
abajo la dictadura de Assad y todas las dictaduras siempre” y “Viva la
Revolución Popular Siria”, que diluyen la perspectiva de
una salida revolucionaria encabezada por la clase obrera.
Contra la vaga idea de
“revolución popular”, Trotsky escribía que “Se sobreentiende que toda gran revolución es una revolución popular o
nacional, en el sentido de que une alrededor de la clase revolucionaria a toda
las fuerzas viriles y creativas de la nación y la reconstruye en torno a un
nuevo núcleo. Pero esto no es una consigna, sino una
descripción sociológica de la revolución que requiere, además, una definición precisa y concreta (...) Para que
la nación sea efectivamente capaz de reconstruirse a sí misma alrededor de un
nuevo núcleo de clase, deberá ser reconstruida ideológicamente, y esto sólo
podrá conseguirse si el proletariado no se disuelve a sí mismo en el "pueblo", en la "nación", sino que, por el
contrario, desarrolla un programa de su revolución
proletaria y
fuerza a la pequeña burguesía a elegir entre dos regímenes” (citado
en La Lucha contra el fascismo, pág. 63.
Resaltado propio).
Precisamente los límites que
tiene la intervención independiente de la clase trabajadora es, hoy, un
problema central en los procesos que se abrieron con la llamada “Primavera
árabe”. La indiferenciación del movimiento obrero en relación al conjunto de
las masas limita la potencialidad de los procesos en curso y abre la
perspectiva de que fuerzas sociales y políticas afines a las potencias regionales,
hegemonicen los procesos en curso. Si bien en Egipto vimos fuertes luchas de la
clase trabajadora, aún no es ésta la dinámica que prevalece. Por ello, la
política que levanta la LIT-CI y los grupos que firman la declaración antes
citada, no permite avanzar en dejar sentada una perspectiva de ese tipo. Desde
ahí precisamente hacemos esta crítica.
Las lecciones programáticas y
estratégicas de los principales hechos de la lucha de clases y la política
internacional son centrales para abrir el camino hacia poner en pie una nueva
dirección internacional revolucionaria de la clase obrera y los pueblos
oprimidos del mundo. Con ese mismo objetivo, hace pocas semanas, la Conferencia
Internacional de la Fracción Trotskista-Cuarta Internacional realizó el lanzamiento del Movimiento por una
Internacional de la Revolución Socialista - IV Internacional.