lunes, 4 de noviembre de 2013

Crisis política, democracia burguesa y fraude en Córdoba



Eduardo Castilla
El intento de fraude contra el Frente de Izquierda en Córdoba hace emerger, aún incipientemente, un cuestionamiento profundo al régimen político provincial sustentando en el “bipartidismo noventista” del PJ y la UCR, particularizado en sus alas declaradamente derechistas, como lo evidencia la doble “gobernanza” de De la Sota y Mestre, o la figura de Aguad como primer candidato a diputado nacional por el radicalismo. Como afirmamos alguna vez, ese bipartidismo está desfasado de la relación de fuerzas más general, no determinado por derrotas del movimiento de masas sino por un conservadurismo entre sectores amplios.

Uno de los pilares de ese régimen acaba de recibir un fuerte golpe (un auto-golpe podríamos afirmar) al quedar en evidencia su estrecha relación con el narcotráfico. Se trata de la policía, estructura central en el orden provincial, órgano de represión contra la juventud y los pobres, organizadora de todos los negocios ilegales.

El fraude ha logrado generar una enorme desconfianza en sectores de las masas. La primera victoria política del Frente de Izquierda ha sido instalar la idea de la existencia del fraude entre cientos de miles de cordobeses. Idea que recorre los lugares de trabajo y estudio, que se expresa en la calle y en los medios, que pasa por las páginas de los diarios y las cámaras de televisión. El fraude es ya un hecho político que permite deslegitimar, aún más, este reaccionario régimen político. 

Democracia en declive

El politólogo italiano Carlo Galli, afirma en su libro El malestar de la democracia que asistimos a una crisis “en la democracia” (no de la democracia) en tanto ésta se ha demostrado incapaz de lograr sus “objetivos humanísticos”. Esta idea recorre las (miles de) páginas de libros, revistas y suplementos. En la Argentina, la conmemoración de los 30 años del final de la dictadura, ha servido como sustento a una amplia cantidad de publicaciones. En Córdoba la revista Estudios le dedica su último número a este tema. Con muchas reservas sobre la salida propuesta, se puede tomar esa idea.

La crisis capitalista internacional vino a profundizar una tendencia estructural al angostamiento de las democracias burguesas en tanto régimen político de dominación. Si ya, durante lo que hemos llamado “restauración burguesa”, las nuevas democracias estrecharon sus bases incluyendo sólo a las capas altas del proletariado y las clases medias como “ciudadanos”, en tanto franjas amplias de las masas eran relegadas como parias sociales, la crisis está actuando y pone en cuestión, incluso, las mismas formas procedimentales que daban sustrato a esos regímenes. En ese marco se desarrollan los fenómenos de creciente desencanto con el régimen democrático-burgués. Desencanto que no necesariamente se expresa “por izquierda” sino que tiene expresiones reaccionarias, por ejemplo, en el crecimiento de las formaciones de ultraderecha en Europa.

En el terreno nacional, donde todavía las tendencias de la crisis internacional actúan de manera incipiente, se ha expresado un rechazo hacia la casta política en amplios sectores de los trabajadores y la juventud. Ese rechazo se ha convertido en un componente del voto al FIT con una desigual expresión por provincia, como lo muestran las importantes elecciones en Mendoza o Salta y otras menores en el resto del país. Esta desigualdad del hartazgo con la “vieja política” no ha impedido que el FIT conquiste tres bancas nacionales que deberán ser utilizadas como verdaderas posiciones de combate en el futuro inmediato.

El control del estado y los mecanismos del fraude

La crisis política que se desarrolla en Córdoba no hace más que cimentar ese descreimiento en el régimen de la democracia burguesa sin que eso implique, por el momento, la visualización de una alternativa superadora a la misma.

Los elementos centrales del fraude han sido descritos, con precisión, aquí. Como en el 2007 cuando -durante un escrutinio que duró, excepcionalmente, casi toda la noche- se arrebató la gobernación al juecismo, quedan en evidencia un conjunto de mecanismos que hacen al funcionamiento de esta democracia para ricos. Mecanismos que golpean duramente contra la pretendida igualdad formal de los ciudadanos y la igualdad de los partidos y listas a la hora de ser elegidos. Como señalara Lenin aparecen miles de “limitaciones y subterfugios reales” (El Renegado Kautsky, p.340) para las masas trabajadoras y para los partidos que se proponen representar sus intereses. Enumeremos.

La posibilidad de contar con fiscales por mesa no está al alcance de todas las fuerzas políticas. Se hace necesario contar con un aparato aceitado y enormes recursos. Sólo eso permite sostener una estructura de, en el caso cordobés, más de 8000 fiscales para toda la provincia. El cálculo más modesto ubica la cifra básica en $4.000.000, monto inalcanzable sin el control de cientos de municipios (entre ellos el de la capital) y la provincia. Mediante este aparato fue, además, como se introdujeron miles de boletas de las PASO en escuelas de toda la provincia.

Quedó asimismo en evidencia la manipulación que se ejerce durante la carga de datos. El súbito “cambio de tendencia” (cuando estaban escrutados más del 96% de los votos) le terminaba otorgando el diputado nacional a la UCR. Ese mecanismo de carga se halla en manos de una empresa privada y del Correo, hoy bajo el control del kirchnerismo que (¿casualmente?) no se ha pronunciado en contra del intento de fraude.

La última “perla” que conforma este circuito la constituye la Junta Electoral. Resulta sumamente ilustrativo que la (no) posibilidad  de abrir las urnas esté determinada por sólo tres jueces, elegidos desde arriba, sin ninguna participación popular, integrantes de la Casta Judicial (a la que CFK fustigara tanto en ocasiones ya lejanas en el tiempo). Tres personas deciden sobre el voto de cientos de miles, imponiendo su criterio, ajeno por completo al reclamo popular.

“Tómense las leyes fundamentales de los Estados contemporáneos tómense sus gobiernos, tómense la libertad de reunión, la libertad de prensa o la “igualdad de los ciudadanos ante la ley” y se verá cada paso la hipocresía de la democracia burguesa” escribía Lenin en 1918. El conjunto de mecanismos que hemos reseñado constituyen verdaderas limitaciones a la democracia formal. Si está, de por sí, limita las posibilidades reales de las masas de participar en la gestión real de los “asuntos públicos”, el fraude cometido en Córdoba pone de manifiesto la impunidad adicional que asiste a los grandes partidos patronales para manipular el sistema a su favor.

Las limitaciones de la democracia capitalista emergen de su carácter intrínseco, donde la separación entre “representantes y representados” es inherente al funcionamiento global. Esa división interna de la sociedad cumple la función de separar a las masas de la palestra política y confinarlas al ámbito privado permitiendo “gobernar” a través de una elección cada 2 o 4 años. La consagración de una casta de representantes, ajenos a los problemas cotidianos de las masas cumple esa funcionalidad social y política. 

El bipartidismo de las multinacionales y los sojeros

El intento de fraude que estamos presenciando (y el ocurrido en el 2007) expresan parte de los rasgos fundamentales de un régimen político orientado en función de los intereses del gran empresariado, como se ha señalado aquí. Esa funcionalidad al servicio de las grandes patronales se evidencia en la llamada sociedad civil donde, por ejemplo, una institución completamente reaccionaria como la iglesia mantiene un peso fundamental. Se pone de manifiesto además en el rol que juega la burocracia sindical como garante de la “paz social” al servicio de las multinacionales. Allí también reina el fraude, como lo mostró aquel que se cometió contra los delegados de la lista 2 de VW en noviembre del año pasado, ejecutado en común entre la patronal y la burocracia del SMATA. 


Parlamentarismo, lucha en las calles y relación de fuerzas

La pelea contra el fraude se esta convirtiendo en el motor de la deslegitimación del régimen, lo que puede jugar un rol central hacia el futuro, en las próximas batallas de clase, cuando el empresariado se juegue a imponer nuevas condiciones de explotación.  

Lenin escribía que “hemos dicho a la burguesía: ustedes, explotadores e hipócritas, hablan de democracia y al mismo tiempo levantan a cada paso millares de obstáculos para impedir que las masas explotadas participen en política. Les tomamos la palabra y en interés de estas masas, exigimos la ampliación de su democracia burguesa, a fin de preparar a las masas para la revolución que los derribará a ustedes, los explotadores”.

Precisamente la pelea contra el fraude cumple un importante papel en desnudar lo profundamente limitado y formal de la democracia capitalista. El mecanismo fundamental de su dominio, el sufragio universal, ni siquiera puede ser contabilizado. En cierta medida y hasta cierto punto, se produce algo análogo a aquella situación que Engels describía en el famoso prólogo de Las luchas de clases en Francia, “La ironía de la historia universal lo pone todo patas arriba. Nosotros, los «revolucionarios», los «elementos subversivos», prosperamos mucho más con los medios legales que con los ilegales y la subversión” decía el gran revolucionario.

La negativa a abrir las urnas y contar los sufragios, pone de manifiesto que los partidos patronales ni siquiera pueden atenerse al mecanismo que su sistema social consagra como la máxima expresión de la igualdad. Pone de manifiesto las limitaciones de esta democracia y sus defensores que no pueden, siquiera, actuar hasta el final, con sus propias reglas.

Esta crisis puede permitir generar las condiciones de una mejor relación de fuerzas en el futuro cuando la clase capitalista avance en intentar hacer pagar la crisis a los trabajadores. En tanto crisis política actúa en un doble sentido. En primer lugar le otorga una enorme visibilidad y legitimidad a la izquierda. Así permite golpear sobre el discurso macartista, problema central al interior del movimiento obrero, donde la burocracia actúa a través del terror y basándose en el “miedo a los zurdos”. Ese miedo está siendo cuestionado, como lo muestran las elecciones al interior de las grandes unidades productivas. Allí, el FIT conquistó porcentajes que alcanzaron el 30-40%.

Pero además, esta crisis deslegitima a los partidos dominantes que, como afirmamos antes, gestionan los negocios del gran capital. Para cientos de miles queda en evidencia su negativa a permitir que el voto popular encuentre expresión en el Congreso.

En esta conjunción de factores, al calor de una respuesta ofensiva de la izquierda, se gestan mejores condiciones para las futuras batallas de la lucha de clases que la crisis capitalista (y la necesidad de responder a la misma por parte de la burguesía) impondrá. Así, la tribuna parlamentaria (o, en este caso, la lucha por conquistarla) se convierte en el terreno de la batalla por influir sobre la conciencia de las masas, deslegitimando el conjunto de la institucionalidad burguesa y favoreciendo el desarrollo de la movilización extraparlamentaria.

Esa perspectiva, la de la movilización extraparlamentaria, la de la lucha y la organización de la clase trabajadora y la juventud, es parte de nuestra perspectiva estratégica. En las calles se debe pelear efectivamente contra el fraude. Por eso, este miércoles 6/11 volvamos a movilizarnos, a las 18hs, desde Colón y General Paz. Allí estaremos.

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